Agradecimientos
A Pablo Simonetti,
por las palabras-hormigas
que me ayudó a contar, por las preguntas
que me obligó a formularme y por los atajos
que me prohibió tomar.
A Micaela y Sebastián, por su paciencia.
A Alejandra Altamirano, por su generosidad.
A Cecile Latham-Koenig, por su fe.