CAPITULO XIII

RECIBIÓ LORNA Sprade un buen susto cuando Lane entró sin avisar por la puerta de atrás de su casa. Y en el acto notó que él venía de muy mal talante.

—Hola, Lorna — dijo acercándosele para besarla—. Necesito que asegures a todo el mundo que yo he estado visitándote desde las diez.

—Eso no puede ser. ¿Qué ha ocurrido?

—Un estúpido accidente. El hombre al que iba a balear andaba a caballo con otro y en el momento de apretar el gatillo se encabritó el caballo del segundo, poniéndose delante. De modo que maté al que no tenía interés en matar, y el otro se escapó.

—Bueno, pues eso es cuenta tuya, Clint. Te dije que no me metería en esas cosas. El pacto fue que habría dinero a repartimos a cambio de que yo me fuese contigo cuando lo tuvieras.

—Fue que me ayudarías a conseguirlo, preciosa… ¿Acaso te has olvidado de los mil que te di?

—Está bien. Ayudarte, pero no en ese asesinato… ni en ninguno. De todos modos, haré una cosa. ¿Dónde fue que baleaste a ese hombre?

—En la parte norte del «High Hill».

—Eso está bastante lejos. Diré a quién me pregunte que tú estuviste charlando conmigo esta mañana sobre las ocho. Si te ven ahora por la población, nadie creerá que tú hayas tenido nada que ver con ese asunto.

La cara de Lane se aclaró.

—¡Pues tienes razón! Eres una chica lista, Lorna. Bueno, sigue así y verás cuán pronto tenemos montones de dinero para gastar tú y yo juntos. Me voy al «Frontier» a tomar un trago y hacerme ver de la gente. Hasta luego, nena.

La volvió a besar y se marchó por donde había venido, dejándola muy pensativa.

Una hora y media más tarde, aparecieron Milton, Mike Zander y otro de sus hombres en Crescent. Lorna les vio cuando pasaban frente a su tienda y salió inmediatamente, llamando al ganadero, que hizo una mueca de ligero fastidio, pero acudió.

—¿Qué hay, Lorna?

—Puede que unas cuantas cosas, Hook. ¿Por qué no bajas y entras un momento en la tienda, de modo que parezca que vienes a comprar algo?

Su tono y mirada pusieron en guardia a Milton, que así lo hizo, mientras sus dos hombres seguían hacia el saloon. Una vez solos en la tienda, Lorna, ensayó su mejor sonrisa, preguntándole:

—¿Cómo van tus asuntos, Hook? Me han dicho que bastante bien en lo que respecto al rancho «High Hill».

La cara de él se ensombreció. Y masculló un juramento.

—Pues te han engañado. Ese maldito capataz nuevo… Pero no va a estar mucho tiempo ahí para estorbar mis planes.

—¡Hum! Puede… y quede que no. Parece hombre de mucha suerte y no pocas agallas.

—¿Qué sabes tú de eso?

—Hace poco estuvo aquí Clint Lane. Me pidió que dijese, si me preguntaban, que él vino a visitarme y comprar algo esta mañana. Ahora anda por la ciudad. Y habló algo acerca de un error.

Milton se amoscó.

—¡Maldito idiota!… Es capaz de haber fallado… — frenó al darse cuenta de que estaba hablando de más, y luego encaró a la muchacha con recelo: — ¿Cómo es que él vino a pedirte tal cosa?

Ella puso cara ingenua para decir:

—¡Oh! Es que él ha estado cortejándome por un tiempo. Llevándome a bailes y todo lo demás. Cree que yo le correspondo.

—¿Y… no es así?

—Tú sabes que no, Hook. Sabes que mi ilusión es otra.

El carraspeó, azorado. Sabía muy bien a qué se estaba refiriendo la muchacha, pero tal cosa no entraba en sus planes. Y, no obstante, no le convenía decírselo. De modo que trató de contemporizar.

—Bueno, Lorna, tú eres una buena chica, y mucho es lo que me agradas. Puede que tengamos algo que hablar tú y yo una vez haya terminado este asunto. Podrás llevar una muy buena vida estando a mi lado. Dinero, vestidos, viajes…

—¿Y… un certificado matrimonial?

Milton volvió a carraspear. Y cometió un error.

—Bueno, Lorna, seamos sensatos. Ese matrimonio no es posible, por ahora. Necesito hacerme con el «High Hill» y sólo hay una manera cómoda. Casarme con Clare Alien. Tú te haces cargo, ¿verdad? Así seré el hombre más rico y poderoso de la zona. Ella no significa nada para mí. En absoluto. Y no me quiere mucho tampoco. Pero una vez liquide a este maldito Wade, estará indefensa de nuevo y la dominaré, forzándola a aceptar el matrimonio. Luego…, bueno, hay muchas maneras de deshacerse de una mujer que ya no tiene ninguna utilidad, y entonces será tu momento, pequeña. Te aseguro que será así y tú la señora de Hook Milton. Pero has de tener paciencia y ser comprensiva. ¿Verdad que te haces cargo, pequeña?

La acarició tratando de convencerla aún más con ello. Y Lorna se dejó acariciar, aparentemente convencida. Pero en su interior estaba furiosa contra este hombre que la creía ciega y tonta. Que trataba de convertirla en su juguete, en un mero instrumento de su capricho y su ambición. Bien sabía ella leerle los pensamientos a Hook Milton. Él nunca pensó seriamente en desposarla. Y no haría nada por romper su matrimonio con Clare Alien si lograba casarse con ella. No le convenía de ningún modo hacerlo. Y es claro, Lorna Sprade quedaría como la amante, la mujer sin derecho a nada, teniéndose que contentar con unas migajas hasta que el amo la pateara lejos, cuando se cansara de aguantarla. ¿De modo que este era el juego, Hook Milton? Pues bien, se jugaría así.

—No me gusta mucho eso que me has dicho, Hook — se quejó—. Pero si no hay otro remedio…, me aguantaré.

—Y no lo vas a perder, yo te lo aseguro. Mira, toma, para que te compres un vestido nuevo — le alargó un rollo de billetes con gesto protector—. Ahí van cien dólares. Quiero que mantengas engatusado a Lane y le sonsaques todo lo que piensa hacer, para después contármelo. Tendrás muchos beneficios poniéndote a mi lado en este juego, pequeña, ya verás.

—¿Entonces estáis los dos conchabados para acabar con Jim Wade?

—¡Ejem! Bueno, él tiene que hacerle pagar de todos modos la paliza que recibió, y a mí me hace un favor con ello. Pero tú mantén abiertos ojos y oídos y la boca cerrada. Así llegarás lejos. ¿Dices que está Lane en él saloon? Bueno, pues no…

Se detuvo al entrar una mujer en la tienda. La mujer se les quedó mirando y luego dijo excitada:

—¿No saben? Webb Burton ha llegado a toda prisa a por un médico. Parece ser que alguien baleó a Clocksley, uno de los peones del «High Hill», y Webb asegura que quien lo hizo es Clint Lane, aunque no lo puede afirmar, porque él no estuvo presente. Pero dice que Jim Wade, el nuevo capataz del «High Hill», va a tener algo que decirle a Clint acerca de este asunto.

Lorna y Milton cambiaron una mirada, y la muchacha habló serena, con gesto de sorpresa:

—¿Cómo puede decir tal cosa Burton, señora Rowan? Clint Lane estuvo en mi tienda a las ocho o así, para comprarme una camisa. Y creo haberle visto hará cosa de una hora cruzar hacia el saloon. Siendo así, resulta imposible que él haya podido estar en las tierras del «High Hill» esta mañana.

La mujer se azoró.

—¿Estás segura, querida? Porque si es así, bueno será que vayas por la calle, pues creo que Lane anda diciendo que hará tragarse a Burton sus palabras. Están por el almacén de Hanson.

Tras un nuevo cambio de miradas, Lorna avanzó hacia la puerta, seguida por la otra mujer y Milton, que se quedó un poco atrás.

Enfrente del almacén de Hanson se había formado un nutrido grupo de gente y parecía haber algo de lío. Lorna avanzó de prisa, hasta encontrarse entre los curiosos.

En el centro de la plataforma delantera, Burton, al lado del almacenero y el médico del pueblo, estaba aguantando la mirada hosca de Clint Lane y repitiendo alto sus palabras.

—Te digo que no es a mí al que has de pedir cuentas, Lane. Yo no te vi, pero sí sé que Wade te vapuleó haciéndote salir del «High Hill» y todos los demás peones del rancho te oyeron amenazarle. Y esta mañana alguien baleó desde una emboscada a Wade y Clocksley, malhiriendo a éste, porque su caballo se espantó en el momento justo, matándole el caballo a Wade y escapando a uña del suyo cuando vio fallida la intentona. Estos son los hechos y habrás de explicar dónde estabas esta mañana.

—Yo puedo decir algo acerca de eso, Benton — Lorna avanzó mientras le abrían paso y encaró al enfurecido peón—. Clint Lane estuvo en mi tienda esta mañana para comprar una camisa y se entretuvo un rato charlando conmigo. Serían las ocho y media.

Se alzaron murmullos entre la concurrencia. Lane respiró fuerte, mirándola agradecido. Pero Burton, aun desconcertado, no se dio por vencido.

—Eso es una afirmación tuya, muchacha, y todos sabemos que Lane te ha estado cortejando últimamente. Habrás de 'traer otras pruebas para que lo creamos.

—Son mejores que las tuyas, viejo chismoso — dijo sarcástica la joven—. Porque, vamos a ver: ¿vio ese capataz tuyo a Clint disparándole?

—Pues… no, no creo que le viera. Pero no pudo ser otro.

—¿Y cómo lo sabremos? Me parece que ese tipo de Jim Wade bien pudo haberse hecho de otros enemigos…, tenerlos ya antes de llegar aquí. Y yo afirmo que Clint estaba en mi tienda esta mañana.

—Siendo así, Webb — dijo Hanson—, no pudo estar también en la parte norte de los terrenos del «High Hill». Es materialmente imposible.

—Y yo aseguro que Lorna está diciendo la verdad — dijo Clint engallándose—. No voy a darle su merecido a este viejo chismoso en atención a su edad, pero os diré una cosa: ese tipo de Wade nadie sabe quién es. Yo, personalmente, estoy seguro de que se trata de un fuera de la Ley. Y no le tengo ningún miedo. Si se atreve a seguir sosteniendo que disparé contra él en una emboscada, iré a sacarle por las orejas del «High Hill» y le rellenaré el cuerpo de plomo. Y si es lo bastante hombre para hacerme esa acusación cara a cara, que venga a Crescent, que yo lo espero aquí. Puedes ir a decírselo, Webb — terminó.

Se hizo el silencio alrededor. Todos miraban ahora al viejo vaquero, que se mordió los labios antes de contestar.

—Si tuviera veinte años menos, fanfarrón, yo mismo te bajaría los humos. Pero he de ir ahora mismo a decírselo a Wade para que él lo haga. Espérale, que no va a tardar.

—Eso es lo que tú dices — habló Lane, encogiéndose de hombros:

Y le dio la espalda, marchándose por entre los espectadores.

Burton comprendió que nada le quedaba por hacer allí y montó en el coche con el doctor, marchando calle arriba. Los demás se desparramaron, comentando lo ocurrido. Milton envió un gesto de inteligencia a Lorna y se fue a su vez en pos de Lane hacia el «Frontier Saloon».

La muchacha quedó sola. Una mueca dura curvaba sus hermosos labios y habló entre dientes, mirando a la espalda del ganadero:

—De modo que tratas de convertirme en tu juguete y pagarme con unas migajas mientras tú disfrutas de todo el botín. Bueno, Hook Milton, acabas de decidir tu suerte. Ahora seremos Clint y yo quienes te hagamos bailar a nuestro son.

Tras lo cual dio la vuelta, regresando a su tienda.