Puerto Suárez y Corumbá
Puerto Suárez está emplazado en la bahía de Cáceres, formada por el río Paraguay. Es de reciente creación: un caserío de pocas casas, siendo las más importantes las de algunos mayoristas o importadores a Santa Cruz, que utilizan el camino que dejamos atrás. Resulta un lugar tan insignificante, que se cuenta de dos turistas brasileños que, habiendo pasado de largo por la bahía, como fueran apercibidos por el administrador de la Aduana, se excusaron diciendo la verdad: que Puerto Suárez les había parecido una estancia, pero que daban las gracias por haberles sacado de su error, acortándoles el viaje, pues su propósito era llegar a Puerto Suárez.
Para el servicio aduanero hay canoa a vapor, que sirve de correo a Corumbá, y que toma pasajeros. Aprovechando esta circunstancia, vendí mi valiente mula en 100 bolivianos, despedí a mi chiquitano y me embarqué para el Brasil.
Tres horas se emplean en llegar a Corumbá, haciendo ziszás entre floridos y frondosos cerros. A la llegada hay inspección de equipajes.
Los aduaneros brasileños, al ver mi facha, y más que todo la colección de flechas, arcos y pieles de tigre y de boa que llevaba conmigo, me miraban asombrados, y por un instante me creí un pequeño Stanley.
A lo que vi, los de Corumbá consideran la vecina Bolivia como un antro de bugres y de feroces alimañas, por lo que despierta su curiosidad la llegada de cualquiera que aparece saliendo de la «obscura selva». Casi tienen razón, pues las 126 leguas de Santa Cruz de la Sierra a Puerto Suárez son para poner a prueba la resistencia y el ánimo de cualquier viajero.
Pero ya en Corumbá, se olvidan todos los percances y molestias de la travesía. Es una ciudad novísima, a la moderna, con hoteles, cafés y buenas fincas, de alegres fachadas, azules o blancas. Por cierto que allí no hay cónsul español, y eso que hallé en ella hasta una docena de españoles establecidos.
Esperé la llegada de uno de los vapores del «Lloyd Brasilero», y cuando hubo lugar tomé pasaje de segunda para Buenos Aires, a bordo del Rápido. El viaje cuesta 130 pesos brasileños, y en él se emplean de diez y siete a veinte días. El servicio de mesa es esmerado, y para dormir hay que hacerlo sobre cubierta, en la hamaca, a menos de tomar un camarote de primera.
Bájanse los ríos Paraguay, Paraná y el Plata, y se hacen infinidad de escalas, siendo la principal la de Asunción del Paraguay.
Con la llegada a Buenos Aires finalizan este viaje y este libro.
FIN
418
Í N D I C E
Introducción de José Esteban
7
E L PE R E G R I N O E N I N D I A S
Introducción
25
Plan de la obra
31
PARTE PRIMERA
LA ALTIPLANICIE BOLIVIANA
En la puna de Jujuy
37
Entrada en Bolivia. Comunicaciones ferroviarias 50
Las postas bolivianas
59
El indio de la altiplanicie. Carácter y costumbres 67
Camino de Tupiza
75
Riñas de gallos, carreras y cinchadas
80
En los Andes
85
Potosí y su cerro
97
De Sucre a Santa Cruz de la Sierra
109
PARTE SEGUNDA
POR EL ORIENTE BOLIVIANO
Paso del monte Blanco
135
Agricultura cruceña
145
Escenas campesino-criollas
150
Las misiones de Guarayos
157
Guarayos y sirionós
167
Organización de las Misiones de Guarayos
174
A bordo de un batelón
184
Escenas fluviales
191
Manera de acampar
196
El primer encuentro
202
La colcha y el río Itunama
208
El primer pueblo de Mojos
223
El río Itenes. La fortaleza del Príncipe Beira 229
Las cachuecas del Mamoré
241
PARTE TERCERA
POR EL NOROESTE DE BOLIVIA
La Aduana de Villa-Bella
253
La cachuela Esperanza. Cuadro de distancias del Bajo Beni.
Exploración del río Beni: Orton y Heat
260
La colonia del Orton
267
Riberalta
271
Ríos de oro: el Madre de Dios, Beni, Acre y Purús 280
El árbol de la goma. Su explotación. La barraca 287
Araonas y caripunas
298
PARTE CUARTA
MOJOS Y CHIQUITOS CONTEMPORÁNEOS
El Mamoré
313
Los pueblos de Mojos
332
Mojos jesuítico
343
Los indios
354
Mojos contemporáneo
358
Las pampas de Mojos
372
A través de las pampas
381
CHIQUITOS
San José
389
Tradiciones misioneras
395
Costumbres chiquitanas
403
De San José a San Juan
406
En Santiago
412
Puerto Suárez y Corumbá
417