Capítulo 13
Sábado, 15:50
Hubo un crujido de hormigón pulverizándose. El transbordador se sacudió una vez sobre su suspensión antes de asentarse. El comandante del transbordador imperial ordenó abrir las puertas principales.
Dos exploradores corrieron a tomar la posición fijada Sus sensores de a bordo barrían el patio. Había daños de combate. Los datos preliminares indicaban un conflicto entre las fuerzas de los renegados Daleks y el personal militar nativo.
Los guerreros de la sección uno desembarcaron desde el módulo inclinado y se colocaron rápidamente lejos de la lanzadera. El comandante del transbordador los desplegó con cautela en posiciones defensivas. Una vez que el área inmediata fue asegurada, las secciones dos y tres se desplegaron como una falange.
La inteligencia orbital indicaba que el área principal de la base de los renegados estaba 3500 metros al este; se esperaba que la resistencia nativa fuera mínima. El equipo táctico del comandante del transbordador mostró imágenes orbitales de la conurbación local. Tres rutas óptimas fueron señaladas en verde neón.
El comandante del transbordador decidió utilizar las tres rutas.
La sección uno viajaría por norte, la sección dos iría por la ruta central directa y la sección tres por el sur.
La sección cuatro desembarcaría y con la Abominación mantendría un perímetro de defensa. Sus órdenes fueron rápidamente descargadas en los guerreros y exploradores.
Con sólo el tenue zumbido de los motivadores subyugados de los exploradores el equipo de asalto imperial Dalek se alejó.
Gilmore se puso en pie y corrió hacia la ventana. El cristal crujía bajo sus pies mientras los zarcillos de humo acre se enrollaban alrededor de sus piernas. La mayor parte del marco de la ventana había sido roto hacia el interior por …
Gilmore quería alejarse de la ventana, dar la vuelta y alejarse de lo que sospechaba que iba a ver. Tuvo que controlarse mucho para mirar hacia abajo, hacia el patio.
Era blanco, sucio, construido a partir de una serie de polígonos, era feo y era grande. Daleks de crema y oro se movían allí abajo. Gilmore se apartó de la ventana.
— De acuerdo— le dijo a los otros— Fuera de aquí, abajo.
Rachel, Ace y Allison estaban luchando por la puerta.
El Doctor se quedó donde estaba.
— ¿Esa es la nave nodriza? — preguntó Gilmore.
— No— dijo el Doctor— Es el transporte. La nave nodriza es mucho más grande. ¿Estás dispuesto a cooperar conmigo?
— ¿Tengo alguna opción?
— Bueno— dijo el Doctor— podrías ir allí fuera y hacer una demostración gloriosamente inútil.
— ¿Qué hacemos?
— Un poco de piratería.
El dolor en el hombro de Ace ya era un nudo de tensión en su espalda que se negaba a desaparecer. Intentó girar la articulación mientras seguía a Rachel y Allison por el vestíbulo.
— Ace — dijo Mike a su espalda.
— Vete— dijo ella, sin volverse.
Sintió que él se acercaba. — No sabía nada de los Daleks— dijo. — Sólo le estaba haciendo un favor al señor Ratcliffe.
— Hazme un favor— dijo Ace— y ahógate.
Ella quería que se fuera antes de viera la humedad en sus ojos, pero él no se callaba. — Yo sólo pensé que era lo correcto. El señor Ratcliffe tenía planes, planes enormes.
— Cállate.
— Nunca odié realmente a nadie. Es sólo que tienes que preocuparte por ti mismo…
Un olor invadió sus fosas nasales, acre, como…
— Mantened a los forasteros fuera…
Olor a hospital y …
— … tan sólo para que tu propia gente pueda conseguir una grieta.
Desinfectante y madera carbonizada.
Ace estaba mirándole a la cara antes de que se diera cuenta de que se había girado.
Sus manos estaban golpeando su pecho, empujándolo.
— ¡Te dije que te callaras! — gritó.— Has traicionado al Doctor, me has traicionado a mí. Confiaba en ti, me gustabas incluso, y todo el tiempo …
Ace le dio la espalda, no podía mirarlo más. Su hombro herido. En la mesa delante de ella había una pila de cajas de metal. ``Peligro, explosivos de gran potencia» ponía a lo largo de sus lados, en letras amarillas. Ella extendió la mano hacia la caja de arriba.
— Sargento Smith — Era Gilmore.
Mike murmuró algo en respuesta.
— ¡Atención! — gritó Gilmore hacia la plaza de armas.
La mano de Ace vaciló en su camino hacia la caja. Se volvió para mirar hacia atrás.
Mike se quedó rígido a la espera, el capitán de grupo Gilmore estaba a su lado, con el rostro impasible. Detrás el grupo del capitán mantenía en pie a un cabo armado.
Sargento Smith— dijo Gilmore — Te estoy poniendo bajo arresto por la sospecha de delitos contra la Ley de Secretos Oficiales. El cabo se movió hacia adelante. — Entregarás tu arma.
Mike entregó su metralleta.
— Despidase
El saludo de Mike fue seguro y formal, pero Gilmore lo ignoró. Mike se volvió y siguió al cabo fuera. Ace podía ver el dolor en el rostro del capitán de grupo y entonces ella también miró.
Siete exploradores imperiales Dalek disparaban en la calle a treinta kilómetros por hora. Su potenciado motor levantaba su carcasa dos centímetros por encima de la superficie de la primitiva carretera. Las señales del sensor se desplegaron desde sus alojamientos en el torso. La criatura en el interior se precipitó de frente través de un mundo de realidad aumentada.
Tres metros por detrás y a la izquierda, el explorador ocho corría respaldándolo.
Llevaban ocho minutos desde la zona de aterrizaje, despejando la vía central para los guerreros de la sección dos.
La calle terminaba en un cruce. Una luz azul emitía flashes en la base del Dalek mientra el explorador siete incrementaba la potencia del motor y saltaba el bordillo, corriendo por el lateral mientras el motor se esforzaba por compensar el giro de noventa grados a la derecha. Hubo una ruidosa protesta electrónica cuando los controles de ingeniería se dispararon.
El explorador ocho tomó la esquina más tranquilamente, haciendo el giro de tal modo que cubriera la calle a mano izquierda con su arma. El explorador siete rebajó la potencia y escudriñó la zona en frente de él. La calle estaba despejada de vida o emisiones energéticas. Seguía hacia delante bajo un puente, creando un largo túnel sin luz.
El explorador siete contacto con el comandante del transbordador con el enlace VHF.
— Informe del explorador siete, zona 25— 09 despejada.
Cambiando su visión a infrarrojos, el explorador siete avanzó.
En la oscuridad, los guerreros renegados estaban esperando. Eran activistas veteranos, sus viejos equipos de combate con experiencia. Cada estratagema, cada táctica aprendida en un millar de mundos estaba capturada en prismas de cristal.
Ahora esperaban, apagados, con deflectores desplegados para enmascarar sus emisiones energéticas. Los sensores remotos instalados en la calle más allá del túnel señalaron la posición de los exploradores imperiales que se acercaban y alimentaron los datos de la unidades de control de disparos de los guerreros.
Sus órdenes eran mantener a raya a los Daleks imperiales, incluso a costa de su propia destrucción. Harían esto y se sacrificarían sin mostrar ningún tipo de duda.
Eran Daleks.
El ataque se produjo como una ventisca electromagnética.
Las vainas de contraataque electrónico hermanados con los sensores remotos atacaron al explorador siete a través de sus módulos.. La ola de energía estática se estrelló en los sensibles instrumentos causando una retroalimentación que llegó hasta el cable de datos y dentro del propio Dalek. El explorador siete quedó ciego en un microsegundo. Al mismo tiempo, las instrucciones de código ocultas dentro del ruido aleatorio llegaron a los procesadores que regulaban el soporte vital del Dalek. Los sistemas internos se defendieron, subrutinas de defensa trataron de localizar el programa intruso y eliminarlo. Fracasaron. El programa estaba instalado. En ese momento el explorador siete empezó a morir. Los comandos del programa intruso vaciaron las cisternas de alimentos y residuos en la cámara vital. La criatura dentro se ahogaba.
El desintegrador que le impactó en su mitad superior era poco más que un golpe de gracia.
El comandante imperial del trasbordador Dalek comprobaba las actualizaciones en los combates. La avanzadilla de exploradores había encontrado guerreros renegados en posiciones estratégicas. Las proyecciones de la batalla indicaban que tanto la ruta del norte como la del sur serían costosas de forzar. La ruta central estaba igualmente bien defendida, pero era la más corta a la base renegada.
El comandante del transbordador tomó una decisión. Las secciones uno y tres atacarían en los flancos norte y sur como estaba previsto. La sección dos estaba para despejar las posiciones preliminares del centro, mientras que la sección cuatro se colocaría en posición para un asalto final. La Abominación se mantendría en reserva.
El comandante del transbordador, emitió s órdenes por la red de comandos.j La sección cuatro formó en posición de falange de ataque detrás de él y se fueron.
El Doctor observó desde el laboratorio de química como los Daleks restantes del patio salían. Como oponentes, los Daleks eran absolutamente predecibles.
Oyó a Gilmore entrar por la puerta tras él.
— Los Daleks imperiales parecen haber comprometido toda su fuerza— dijo el Doctor.
— ¿Qué significa? — preguntó Gilmore.
— Sólo hay una tripulación mínima a bordo.
— Están muy seguros.
— Demasiado seguros — dijo el Doctor. — Es una debilidad Dalek.
Gilmore se giró para irse.
— ¿Capitán de Grupo? — llamó el Doctor.
—¿Sí?
— Gracias por cooperar.
Gilmore miró al Doctor, sus ojos estaban apáticos.
— Sólo un tonto discute con su Doctor— dijo.