DEMASIADOS VERDUGOS PARA ALBI

Alberto Díaz Rueda

Me nacieron en Granada allá por los finales de los cuarenta. Tuve una infancia feliz, lo cual en aquellos tiempos es mucho decir, y viví años inolvidables en tierras del Marruecos colonial. Con la vuelta de mi padre (funcionario del Cuerpo General de Policía) a la península, ingresé en la ardua realidad española de los sesenta. Estudié Bachillerato y entré en la Universidad en pleno comienzo de la contestación estudiantil a un Régimen culturalmente —y en otros aspectos— castrador. He realizado estudios de Derecho, Filosofía y Letras y Periodismo. De todo ello sólo conservo una invencible tendencia al bello vicio de leer y una desviación psicológica que me impele a creer que con mi pluma puedo llegar a la gente, a mis contemporáneos. Con esos dos condicionantes a cuestas reparto mi tiempo en ejercer crítica literaria en diversos medios de comunicación, ocuparme de política internacional en «La Vanguardia» de Barcelona y escribir relatos y novelas. En este último apartado he recibido algunos efímeros laureles en forma de premios (Armengot, Gerona, Luí de relatos, etc.) y unas compensaciones personales mínimas en forma de libros editados (tres novelas, un libro de relatos y tres ensayos). Y escribo «mínimas» porque hasta el momento la Literatura sigue sin querer ponerme un piso, vamos, correr con mis míseros gastos y «retirarme» de la vida activa, para poder dedicarme a ella como amante exclusiva.

En estos momentos mi brillante pluma (por reluciente, cualidad física, no literaria) se ocupa de terminar una novela y perfilar una trilogía que será un éxito (eso dicen mi mamá, mi mujer y mis dos hijas pequeñas, a las que ato sólidamente unas horas cada fin de semana para que escuchen mis proyectos literarios). Pero dejemos estos castillos de arena junto a las olas del mar… Que ustedes lo pasen bien con el sargento Martos y el agente Jacinto: mi relato les espera.