Capítulo 7

      Clamores del Pasado

 

 

La tarde cae lentamente, Omar como siempre, está regando el jardín, revisa una que otra planta para ver su estado, sobre la grama, encuentra un pichón de canario silvestre, lo alza y lo coloca nuevamente en su nido, los padres del polluelo, revolotean emitiendo chillidos de angustia al ver al intruso.

- ¡Tranquilos!, no pienso hacerle daño.

Les dice Omar mientras se retira a una prudencial distancia, Saleska desde la ventana observa la escena, le parece cómico que un hombre hable con las aves, por un momento pensó que su profesor estuviera un poco desubicado y para no ser vista, se retira de la ventana. Se sienta en la cama a escuchar su reproductor de discos y rápidamente olvida el asunto. Se recuesta en la pared y para estar más cómoda, agarra su almohada, cierra los ojos para escuchar mejor la melodía y disfrutar la música mientras trata de aprenderse la letra de la canción,  repentinamente, abre los ojos con una extraña sensación. Se levanta de la cama, nuevamente se asoma a la ventana y mira al jardín de su vecino, saca un poco su cuerpo para ver mejor, luego dice:

- ¡Yo he visto ese jardín anteriormente!, pero… ¿dónde?

Nuevamente se sienta en la cama a pensar en la familiaridad del jardín, está segura de que lo ha visto anteriormente, se levanta y baja a la planta baja en busca de las revistas de decoración que están en la sala. Una a una las va ojeando, pero lo que busca, no aparece. Frustrada, se levanta y vuelve a su habitación, se asoma por la ventana y de nuevo, mira el jardín de su profesor.

- Ahí, falta algo, ¡estoy segura de ello!

Señala la joven.

- Debe ser que está en la parte izquierda, por eso no lo veo.

Saleska permanece por un momento en la ventana, luego se regresa a su cama a pensar, el sueño lentamente la domina y se rinde al reino de Morfeo.  

Omar mira la caja con las notas y recortes de Narada, siente deseos de leerlas pero al mismo tiempo, el temor se posa en su espalda cual águila sobre un acantilado. Los segundos caen lentamente del reloj, pero finalmente, se decide, toma la caja y la lleva a la cocina, pone su cafetera sobre la hornilla y se dispone a leer. Mira la cafetera como dándose valor, finalmente, luego de unos interminables minutos, ésta indica que está listo, se sirve su exagerada ración y toma uno de los cuadernos al azar.

-He estado discutiendo con unos colegas sobre el estado consciente de algunos pacientes bajo los efectos de la anestesia, algunos, se me quedan mirando sin decir nada, otros en cambio, me dan la espalda y se van, empero, los más «sabios», se ríen en mi propia cara. Cada vez que veo la actitud de esta clase de colegas, admiro más al insigne Louis Pasteur, los mediocres médicos de esa época, se burlaron de sus descubrimientos. Seguramente estaban molestos con él por haber aportado a la medicina más que ellos, ya que Pasteur, no era egresado de ninguna universidad. Al final, se dieron cuenta de que estaban equivocados, pero de una cosa estoy segura, ninguno de esos galenos, le pidió disculpa; porque un médico, nunca se equivoca, ellos en la tierra, son la representación de la sabiduría. Algunas veces creo que los que no aceptan un cambio o una opinión, son los que no aceptan el hecho de no habérsele ocurrido a ellos antes esos aportes. Mi sugerencia se la hice a uno de los médicos más renombrados en Venezuela, le comenté que estaba segura de que no todos los pacientes cuando estaban en la mesa de operaciones, estaban inconscientes, aunque estuvieran anestesiados totalmente, le aseguré que tenía pruebas de ello, específicamente, le conté varios casos, uno el de un señor que fue operado de un carcinoma en el páncreas, él me aseguró, que sintió todo lo que los médicos le hicieron, desde el corte con el escalpelo, hasta los comentarios que se hacían sobre la política del país, este señor trató de gritar, pero no podía, ya que se encontraba semiinconsciente. Otro paciente me relató el cinismo del médico que lo intervino, éste le comentaba a su asistente que ya tenía resuelto el pago de la casa, pues tenía una lista de pacientes que estaban asegurados por la Universidad Arquidiocesana y sabía la manera de sacarle entre el ochenta y noventa y cinco por ciento de las pólizas del seguro. Otra me contó que cuando le estaban haciendo una histerectomía, el médico le decía a su colega que estaba esperando que su mujer se fuera a Madrid con sus hijos para así tener tiempo de estar con su secretaria, que se estaba pudriendo de lo buena que estaba. Pero lo que más me asqueó, fue el relato de un paciente que escuchó en la mesa de operaciones cuando lo intervenían por un hernia discal, uno le decía al otro, que la familia se iba a llenar de billetes pues, el gobierno había enviado el dinero de los jubilados y que el presidente y el secretario de la Universidad, lo tenían ganando intereses en varios bancos del estado, el paciente es uno de esos jubilados, que desde hace tiempo, espera que le paguen su jubilación, cuando le pregunté quién fue el médico que lo intervino, me dijo que era el hermano y el primo del presidente, quiso entonces reclamar su jubilación en persona al presidente de la Universidad y éste le dijo que no había dinero para eso, casi llorando me comentó que la Universidad no tiene dinero para honrar sus obligaciones, pero lo tenía de sobra para defender a un delincuente que se había visto envuelto en un incidente de violación a una agente de la policía. Éste renombrado colega, con una sonrisa tolerante se limitó a decirme que eso eran leyendas urbanas, que no hiciera caso a eso. Viendo que no tomaría en cuenta lo que le acababa de decir, le pregunté sobre el pasado de la medicina, de hecho le pregunté sobre Louis Pasteur y me respondió, que eso fue un chiripazo de ese hombre y sin más, me dejó con un palmo de narices. ¡Médicos!, algunas veces me avergüenzo de serlo, pero, el comportamiento de unos pocos, no dañará la moral de muchos.

Quise comentarle esto a mi querido Omar, pero está tan sumergido en sus exámenes, que no quiero perturbarlo con mis inquietudes, el único amigo y colega con que puedo hablar con confianza plena, es el doctor Molina, cuando vuelva de visitar a su hermana Marlene, le haré el comentario.

Omar coloca el cuaderno sobre la mesa, toma otro sorbo de café y piensa en su padre, él había muerto de cáncer en el páncreas, no quiso creer que él fuera uno de los que sintió el dolor de la intervención quirúrgica que trataría de salvar su vida.

- Dios mío, esto si es arrecho, solo el creador sabe por lo que mi papá pasó, estoy seguro, de que si él fue una de las personas que estuvieron semiinconsciente, no nos reveló nada.

Se levanta a estirar las piernas, se sirve nuevamente su exagerada ración de café y comienza a caminar alrededor de la mesa. Su pensamiento está en la maravillosa mujer que compartió dos años de su vida; y se dio cuenta, de que ella, era un alma diferente, algo especial, su ser estaba hecho para amar y dar amor.

 

 

- ¡Buenos días hija! ¿Cómo está usted?

- Muy bien doctor Perucho, gracias, ahora que lo veo, quiero preguntarle algo.

- Tú  dirás mi querida alumna, ¿en qué te puedo ayudar?

- Bueno… usted dirá que estoy loca, pero…

- ¡Vamos! No pensaría algo así de ti y no tengas vergüenza alguna, ¡pregunta!

- Verá doctor, lo que pasa es que… he olvidado el nombre de mi esposo y pienso que usted me puede ayudar a recordarlo.

- ¡Caramba hija!, eso es algo extraño para mí, ya que no tengo la habilidad que posees.

- ¿Y cuál habilidad es esa profesor?

- ¿Ya lo olvidaste? la concentración, la relajación y el control de tu respiración, con eso, estoy seguro de que recordarás eso… y mucho más.

- Entonces profesor, ¿usted tampoco lo sabe?

- No mi querida alumna, yo estoy en otro nivel, diferente al tuyo. Tú encierras la parte que te hace falta para caminar por el sendero de la paz, ¡de tu paz! Busca en tu interior y lo verás, sin darte cuenta, hallarás la clave para que recuerdes lo que te hace falta

-Gracias, fue bueno verlo nuevamente.

- Igualmente mí querida alumna. Recuerda, tú encierras la verdad que conoces, nadie más.

Saleska abre sus ojos algo sorprendida por el sueño, no entendió su significado y antes de que su madre llegara a llamarla, se levantó. Cuando tomaba su baño, vio el lunar de su pecho. Un fogonazo llegó a su mente mientras se la tocaba y dijo:

- Algo extraño pasa, algo extraño…

Se mantuvo inmóvil como para no «espantar» la visión, a su mente, llegaron imágenes de una sala de baño y como de una tromba se tratase, los espectros comenzaron a girar vertiginosamente, los sonidos que acompañaban a esas imágenes se mezclaban entre sí. Vio a un hombre sostener a una mujer morena herida en la espalda, ella le hablaba en un idioma extraño y él, repentinamente llora sobre ella.

- ¡El desayuno está listo Saleska.

La chica bruscamente, reacciona al escuchar la voz de su madre y ve que de su pecho, comienza a brotar sangre, se toca y asustada exclama:

- ¡Ay! ¡Dios mío! ¿Qué es esto?

Saleska se ha sorprendido al ver la sangre, pero más se sorprende cuando ve, que la herida, comienza a desaparecer convirtiéndose  lentamente en el lunar que siempre ha tenido. Se recuesta a la pared temblando del pánico, sus piernas comienzan a flaquear y lentamente, se deja caer al piso, dejando una estela escarlata en la pared, quiere gritar pero algo en su interior, le dice que se tranquilice, ve su sangre diluirse en el agua y tratando de calmarse, se levanta, su respiración está agitada y su corazón, cual ave espantada, quiere abandonar su pecho para alzar el vuelo. Cierra los ojos como tratando de ignorar lo ocurrido pero al hacerlo, escucha la voz de su madre:

- No te tardes, el desayuno está servido.

La chica responde:

- ¡Ya salgo!

Ve la sangre en la pared, la lava y sale de la regadera destilando agua, se para frente al espejo de su habitación, se voltea y ve un lunar en su espalda.

- ¡Eso es lo que me causaba escozor! Tengo otro lunar igual al de mi pecho.

Comienza a secarse. Se viste con la lentitud que tiene la abstracción y empieza a cepillar su cabello. Al bajar al comedor, Alberto le recrimina su tardanza, ella recordando lo que acaba de pasar, no le presta atención alguna, Margarita, al ver la cara de su hija, sabe que los problemas, están por venir y recordando lo que su hermano le había dicho, sintió que el sabor de su desayuno, tomaba un ligero sabor a óxido.

Omar prefiere esta vez caminar, lo que había leído la noche anterior, lo había dejado mal. Se suponía que los médicos eran personas de alto valor moral, que estaban al tanto del dolor humano y ese concepto se lo confirmó su esposa con su comportamiento. Estaba tan sumergido en sus pensamientos, que no se percató que una persona caminaba a su lado.

- Hola.

Le saludó sonriente, él, al ver quien era, no se dio cuenta de que sus pensamientos se habían volatilizado.

- ¡Hola! ¿Cómo estás?

- Bien, es raro verlo caminando.

Él sonríe y dice:

- Bueno, por ahí se dice que tanto carro saca barriga.

La chica sonríe y bajando la mirada le dice:

- Ha pasado tiempo desde el incidente en el liceo y ni siquiera le di las gracias por haberme defendido.

Omar hace una mueca al recordar lo ocurrido y mirándola le dice:

- No fue nada.

Y para darle un toque de gracia al asunto continúa:

- Es que no quise ver a ese rufián sufrir lo que le hiciste al joven que se burló de tu exposición de la India. Aunque pensándolo bien, ¡como que se lo merecía! ¿Verdad?

Ella sonríe al escucharlo, él la mira por unos segundos y continúan el recorrido sin hablar, ella se siente bien con su presencia y disfruta de su compañía. Como siempre, al llegar al liceo, cada uno tomó su camino y el día, se desenvolvió con toda normalidad.

En la clase de castellano, la profesora Reina ha pedido a la clase que presenten un trabajo.

- ¿De qué tipo profesora?

Pregunta uno de los alumnos.

- Del que a ustedes mejor les parezca, bien puede ser de literatura antigua, un ensayo literario, un poema, lo que ustedes quieran, es libre la opción, pero eso sí, ¡nada de copias modificadas o con palabras parecidas!. Debe ser original. Tienen hasta el jueves, ese será parte del trabajo de fin de año así que ¡a trabajar chicos! 

La clase finaliza y todos los alumnos comentan entre si las posibles ideas para desarrollar el trabajo, Saleska con cara de aburrimiento, se queda en su puesto pensando en su sueño y su reciente experiencia, unos ojos, la miran con odio y deseo a la vez, ella sin percatarse de ello, continúa en el pupitre y en el momento en que se acerca para hacerle compañía, una figura aparece:

- ¿Qué hace en el salón señorita?

Ella mira y responde al profesor:

- Su clase es dentro de cinco minutos, además, me gusta este puesto.

La rabia se aloja en el cuerpo de Serrano, ésta es una de las pocas veces en que está sola y por la impertinencia del profesor, la oportunidad, se escapó de sus manos. El timbre llama a la siguiente clase y Saleska, nuevamente, presencia  la misma con su mente en otro lugar.

 

 

- William, ¿estás ocupado?

- No, para la familia estoy disponible todo el tiempo. ¿En qué te puedo ayudar?

- Bueno…

- ¿Es la niña?

- Sí.

William se mantuvo en silencio, luego, respirando fuertemente le dijo:

- Creo que te lo advertí. Ahora… ¿qué ha pasado?

- Bueno… ella está un poco rara, algunas veces está ausente. ¿Qué crees que sea?

- Sin estar cerca de ella, no te podría asegurar nada.

- ¡Estoy asustada!

- Me siento mal por no poder ayudar. Vamos a hacer algo, obsérvala por unos días, luego me llamas diciéndome que has visto ¿te parece?

- Está bien, pero…

- No te dejes llevar por el miedo, ¡esa vaina nunca es buena consejera! Trata de mantenerte calmada.

- Está bien hermano, gracias.

- Estoy para ayudar y recuerda, nada de nerviosismo.

Margarita se siente más tranquila, pero en su interior, sabe que fue un paño de agua tibia lo que su hermano le dio, porque al final, la ola se levantará y terminará por aplastarla. La mañana se ha deslizado con total normalidad en el tiempo, Saleska espera sin saber el porqué, la salida de su amigo Omar, éste al verla sentada en una de las jardineras internas del instituto, se le acerca y pregunta:

- ¿Qué cosa puede entristecer a una joven como tú?

Lo mira y al verlo, se siente aliviada, ya que la sensación de seguridad que siente a su lado, es muy fuerte, algo cálido en su juvenil pecho, se lo hace sentir, se levanta y pregunta:

- ¿Ya se va?

- ¿Y tú?

- También.

- Vamos pues.

Ambos caminan hasta la salida, Saleska se ha dado cuenta de que la presencia de su profesor, le es más familiar de lo que pensaba. Toma valor para hacer una pregunta que le ha estado dando vuelta en su cabeza. Se detiene y señala:

- Profesor, yo estoy segura de haberle conocido anteriormente, pero no recuerdo donde.

Omar la mira y le dice:

- Creo que nos tenemos la suficiente confianza como para que me tutees y me llames por mi nombre ¿no lo crees así?

Saleska lo mira y agrega:

- Tienes razón, pero me da miedo de que se me salga en el liceo y sea mal interpretado, recuerda a nuestro común amigo.

- Tu punto de vista es válido, pero confío en ti, además, estoy seguro de que no se te saldrá nada que sea mal visto.

Los ojos de la joven se fijan en los de su profesor, luego pregunta:

- ¿Estás seguro de eso? y si llegara a ocurrir, ¿seguirías teniendo ese concepto de mí?

- Definitivamente.

Ella se lo queda mirando, él, le guiña un ojo y agrega:

- Si nos quedamos aquí, nos saldrán raíces y tengo muchas cosas por hacer.

Con voz mimosa agrega:

- ¡Yo también!, debo elaborar un bendito trabajo de castellano y literatura y no sé en verdad que voy a hacer ni por dónde comenzar.

Omar sonríe al escucharla y pensando en ayudarla le manifiesta:

- Tengo libros que te podrían servir, si quieres te los presto.

- Gracias, pero estoy pensando en algo sencillo, un... poema tal vez.

- ¿En serio? Si lo escribes, espero leerlo algún día.

Se le dibuja una sonrisa y le dice:

- No creo tener madera de poetiza.

- La vida nos da sorpresas Nar… eh… Saleska.

Ella sonríe por su «confusión», él tratando de mantenerse ecuánime, continúa caminando, pero se da cuenta de que lo mira de soslayo y ella demanda:

- ¿Por qué me llamas así?

Omar se asusta por la pregunta; y para dar más fuerza al asunto le pide:

- Dime la verdad y no me mientas.

Él se detiene y mirándole le dice:

- No te mentiré, pero no creo que entiendas.

- Inténtalo.

Lo mira y reanuda la marcha, él la sigue y confiesa:

- La verdad, no sé por qué te he llamado así.

Ella aprieta a su pecho los libros, suspira y nuevamente pregunta:

- ¿Quién es Narada? ¿Algún… familiar tuyo?

Su cuerpo se cimbra al recordarla, es algo incómodo, pero él sabe que mientras más hable de ella, más cicatrizará la herida. Cierra los ojos mientras acaricia con el pulgar, la alianza de su dedo anular izquierdo y tomando aire, responde:

- Fue mi esposa.

Saleska con la mirada hacia el frente, continúa caminando esperando que prosiga. Él, no agrega más nada a lo dicho, ella lo mira insistiendo:

- ¿Qué pasó?, ¿te divorciaste?

Omar mira al firmamento pensando en ella y continúa:

- Enviudé.

Hubo un silencio entre los dos, ninguno quería dar el siguiente paso, pero la chica, sintiendo que ya se había metido en aguas profundas continúa:

- ¿Cómo murió?

- La mataron.

Responde rápidamente con la voz rota, se impresionó por la forma en que le respondió, lo miró con un sentimiento de solidaridad y agregó con un tono de franqueza:

- Con razón se te veía tan solo.

Caminan en silencio por unos momentos y a continuación, ella pregunta nuevamente:

- ¿Me le parezco acaso?

Él sonríe y responde mirándola:

- ¡En nada!

- Y si es así, ¿por qué me has llamado dos veces por su nombre?

- No lo sé. Tal vez sea, porque es la primera vez en tanto tiempo, que hablo con una sola persona tan seguido.

Saleska siente curiosidad y nuevamente pregunta:

- ¿Cómo era?

Omar se lleva una mano a la cara como para despabilarse, mira a un lado y luego a otro, como tratando de ser lo más respetuoso posible. En esa conversación, se está manifestando un sentimiento de confianza y amistad; y no quiere arruinarla por un mal entendido.

- ¡Era linda!, muy linda, al menos para mis ojos, de baja estatura; y de piel oscura, sus ojos eran como una noche sin luna y sin estrellas, su cabello, era del mismo color, nativa de la India y era médico de profesión. Lo único en común entre ustedes es lo primero y lo largo del cabello.

Saleska se queda pensando en lo que ha escuchado y dice:

- Algo debo tener, que te hago recordarla y como todos formamos parte de un todo, hay algo en mí que te es familiar, por eso es que inconscientemente me llamas así.

- Es probable, no había pensado en ello. Mi esposa pensaba así, creía en cosas… en las que me costaba creer, lástima que me di cuenta de ello… demasiado tarde.

- ¿En qué cosas creía tu esposa?

- Entre tantas, en la reencarnación.

- ¿Y ahora?

Omar mira el cielo y responde con un gesto de negación:

- No sabría decirte, este mundo, es cada día más y más extraño, pienso que el creador hace las cosas para que las veamos; y a lo mejor son más sencillas de lo que pensamos, pero nosotros las embarramos y no nos damos cuenta de ello.

- ¿Hace mucho tiempo de su muerte?

- Hace más o menos, quince años, pero para mí, hace más de una eternidad.

Saleska no agrega más nada a la conversación, están por llegar a sus respectivas casas y cuando ella se detiene en la cerca de la suya le dice:

- Me hubiera gustado conocerla, estoy segura de que te quiso más de lo que te imaginas.

- Es verdad, me quiso mucho, lástima que no la conociste. ¡Ah!, nos conocimos en el supermercado, ¿lo recuerdas?

- No estoy segura de eso.

- Yo si lo estoy.

Se señala la zona del esternón y repite:

- Yo si lo estoy, nos vemos mañana.

- Que descanses y buen apetito.

- Gracias, igualmente.

Omar continúa unos pasos hasta su casa y ve a la señora Margarita a través del cristal de la ventana, la saluda y ella, con los ojos engrandecidos, le saluda también. Omar entra a la sala de su casa, arroja la carpeta y los libros a una de las butacas y se sienta a pensar.

- ¿Cómo te fue hoy hija?

- Bien mamá bien.

Saleska sube a su habitación, se sienta en su cama y al recordar lo que había hablado con Omar, sintió vergüenza de llamarlo ermitaño.

- Cualquiera hubiera actuado así.

Piensa la joven mientras comienza a sacarse la ropa, se para frente al espejo y ve el lunar en su pecho y al momento, llega a su mente el destello de una imagen, cierra los ojos para grabarla en su memoria, pero ésta es tan rápida, que se desvanece entre las células de su cerebro. En la ducha mientras se enjabona, comienza a pensar en el sentimiento de tranquilidad que siente al estar al lado de Omar, es, ¡como si estuviera protegida de todo lo malo del mundo!, le gusta sentir esa sensación pero al mismo tiempo, le avergüenza. De seguro sería muy mal visto que una joven de catorce años, estuviera relacionada con un hombre mayor,  su madre y su abuela,  se lo recriminarían, sobre todo su abuela.

- ¡Chuchú!

Exclama, como tratando de espantar los pensamientos que tiene. Mientras se seca el cabello, piensa en la esposa de Omar y se pregunta:

- ¿Serán todos los hombres como él?. ¿Fiel a un recuerdo?, ¡es difícil creer eso!, la mayoría, no esperan que se enfríe el cadáver de su esposa cuando ya están buscando a otra.

Cepilla su larga cabellera mientras se mira al espejo; y a su mente le llega una frase:

- Nada me falta, nada me sobra…

Se detiene a analizar lo pensado y exclama:

- ¡Eso sería bueno para un poema! Y fue lo que le dije en la calle aquella vez que…

Sonríe al recordar y continúa cepillando su larga cabellera y dándole vueltas a la idea, se sienta a escribir, con la imagen de Omar en su mente.

Margarita se queda mirando la calle, ha notado que la amistad de su hija con Omar, es diferente a lo que ella pensaba, se ve que la trata con respeto y si quisiera ver algo anormal en ello, no lo encontraría. Ese sentimiento de desconfianza que su madre sembró en ella en su infancia, la ha marcado más de lo que podría pensar, quiere tener la mente más abierta, pero su formación se lo impide, ese antiguo concepto de moral, no le ha hecho ver que la confianza que su hija ha depositado en ella, puede estar a punto de morir. 

Omar tararea la melodía de la radio mientras termina de lavar los trastes, al terminar la música, el presentador del programa continúa con la entrevista a un miembro de la policía nacional.

- Entonces inspector Orellana, usted está seguro de que con los nuevos procedimientos, se podrán aclarar los crímenes cometidos en el pasado.

- Bueno Paúl, no es como tú piensas, en realidad, con las técnicas de recuperación de muestras en las escenas de crímenes, ahora es mucho más fácil ubicar a un sospechoso en dicho lugar, las pruebas de ADN no deja lugar a dudas sobre quién cometió un crimen o no, antes no disponíamos de esta tecnología.

- Entonces los crímenes y asesinatos se resolverán en forma expedita ¿verdad?

- ¡Ojala sea así!, pero una cosa si te digo, ya no se transformarán en lo que en el pasado se llamaban cangrejos.

Omar apaga la radio. Un sentimiento de indignación se apoderó de su espíritu al recordar la poca efectividad de la policía en la investigación de la muerte de su esposa. Muchas fueron las veces que lo interrogaron, es más, un efectivo de la policía hasta llegó a sugerir, que él la había matado. Eso le había dañado la tarde. Salió con su acostumbrada taza de café al jardín y se sentó en uno de los bancos con la intención de despejar su mente. Piensa en su esposa y en las cosas que le hubiera gustado hacer en su compañía. Una mujer en estado de gravidez, está parada al frente de su casa, la acompaña un hombre quien la lleva tomada de la mano. Los detalla y calcula que la chica tendrá más o menos unos 20 ó 21 años, su pareja, andará por la misma edad, tal vez un año mayor que ella. Ve la felicidad en ellos; y por primera vez, notó que nunca se había puesto a detallar a una mujer embarazada.

- ¡Que bella se ve esa joven señora!

Dijo mientras la observaba. La figura de la mujer le hizo pensar en cómo se vería su Narada si hubiera estado embarazada.

- ¡Que hermoso hubiera sido que ella me estuviera esperando en la puerta de la casa en ese estado!

Se levantó para verlos mejor y al acercarse, escuchó que estaban comentando sobre el jardín, luego el joven saluda:

- Buenas tardes señor, mi esposa me estaba preguntando si sería posible que usted me permitiera cortar una de sus orquídeas, sé que a nadie le gusta que toquen sus plantas, pero como usted verá, los antojos… ¡no solo son de comida!

Omar sonríe y responde:

- Pasen, tome la que guste.

- ¡Gracias!

Exclama ella, la pareja entra al jardín y el joven esposo saca de su bolsillo una pequeña tijerita y pregunta a su compañera:

- ¿Cuál quieres mi amor?

- ¡Esa!, la blanca con labia amarilla.

El hombre mira a Omar y con la mirada, pide su consentimiento, éste, con una sonrisa, responde:

- Llévese la inflorescencia completa.

La cara de la joven señora es un poema al ver que su esposo le entrega el conjunto de flores, ella las contempla y acercándose a Omar le dice:

- ¡Gracias!, muchas gracias señor, espero que su esposa no se moleste.

Omar mirándola responde:

- No hay de que señora y pierda cuidado, estoy seguro de que ella no se molestará.

La joven pareja abandona el jardín y continúan su camino. Omar vuelve la mirada a la planta y sentándose en la banca dice:

- Estoy seguro de que no hubieses puesto objeción alguna ¿verdad?

Continúa tomando su café mientras sus pensamientos se pierden en el recuerdo de lo que pudo ser y no fue. Saleska mira a la pareja pasar frente a su casa e inconscientemente, se lleva la mano a su vientre, los ve perderse en la distancia y vuelve a la mesa a continuar con su trabajo. Después que ha finalizado el mismo, lo lee, luego piensa en Omar y dice:

- Me daría vergüenza que lo leyera, de seguro creería que lo copié de algún famoso poeta o de algún antiguo libro.

Lo lee varias veces hasta que se da cuenta de que falta algo.

- ¿Cómo lo llamaré? No tiene nombre este poema.

Piensa por unos minutos y repentinamente dice:

- ¡Abundancia!

Lo transcribe en su computadora, lo imprime y baja a la sala a ver la televisión. Margarita al verla le pide:

- Cuéntame, ¿cómo te fue en el liceo?

Saleska encendiendo el televisor responde:

- Bien mamá, la misma rutina de siempre.

Margarita siente curiosidad por lo que venían hablando ella y Omar y tratando de sacar información pregunta nuevamente:

- ¿No te ha vuelto a llamar por el nombre de su esposa?

Prestando más atención al video musical que a su mamá responde:

- Si… hoy lo hizo.

- ¿Y por qué te ha llamado así?

- Eso mismo le pregunté y me dijo que no sabía el motivo, luego le dije que como todos formamos parte de un todo, él inconscientemente, veía algo en mí que le hacía recordarla.

Saleska se queda pensando en esa mujer, luego mirando a su madre le dice:

- ¡Ese hombre es especial!, se ve que la quiso mucho, pues no se ha vuelto a casar. Y mi papá lo llamaba ermitaño por ser como es.

Mira a la pantalla del televisor y agrega melancólicamente:

- Espero que la vida me depare a alguien como él, ese hombre debe tener muy bonitos sentimientos.

Margarita sintió un golpe en su pecho al escucharla y para tratar de desviar el comentario final dijo:

- Él no lo sabía, además, tú sabes cómo es, le gusta las bromas y las burlas.

- De seguro no le gustaría que le llamaran así… si algo parecido le ocurriera. Cuando no se sabe lo que aqueja a las personas que nos rodean, somos capaces de eso y mucho más.

Margarita no dice nada de la observación de su hija, ha sido un poco dura en su crítica y reconoce que tiene razón. No se hizo otro comentario al respecto y continuaron viendo la televisión.

La noche cubre con su lobreguez a una parte del mundo y en algún lugar, habrá un hombre enamorado, declarando sus sentimientos a su amada, ella, de seguro, con su corazón emocionado, le escuchará y se rendirá a sus insinuaciones, se amarán apasionadamente y de nuevo, se cerrará el círculo de la vida, creando más vida, creando más amor. Un hombre solitario piensa en una mujer que está, más en su mente que en su presencia, la extraña y al extrañarla, la ama aún más. Una chica, lee un poema que ha escrito y al leerlo, piensa en un hombre que le hace sentir un extraño sentimiento el cual, no sabe definir, el temor a lo desconocido, la embarga, pero su joven corazón le dice, que no está equivocada, algo en lo profundo de su alma, le indica que él es una parte del camino que tiene que recorrer en esta vida y venciendo el miedo a lo que pueda pasar, se permite pensar en ese hombre; y por primera vez en su vida de adolescente, se permite pronunciar un nombre de varón.

- ¡Omar!

El corazón de las mujeres, al igual que el espacio infinito, no se ha podido desentrañar todavía, es más, se podrá conocer, todo lo concerniente al espacio sideral, pero, el corazón de ellas, siempre será, un hermoso y maravilloso misterio; que dominará al hombre y lo tendrá subyugado a la voluntad de ellas por siempre; y la humanidad entera, preferirá, que siempre sea así.

Omar se está vistiendo y pensando al mismo tiempo, en lo que había escuchado en la radio el día anterior, reconoce, que la rabia le hizo una mala jugada. En el momento en que hirieron a su esposa, lo que más quería era que se salvara, pero al morir, lo que más deseó fue que atraparan al asesino, muchas veces salió a las calles con la intención de encontrárselo. Irresponsablemente, tomó el arma de su padre, el odio y la rabia eran su compañía constante, aún en día, no sabe cuántas fueron las noches que deambuló, en busca de ese mal nacido. Finalmente se rindió, al igual que la policía y si es verdad, que con la nueva tecnología se facilita el trabajo policial, entonces, de corazón espera que ello, ayude a atrapar a ese hombre… antes, de que él lo haga.

Se mira al espejo y por un momento esperó la aparición de ella, pues siempre le decía mientras se pegaba a su espalda:

- Hoy estás más guapo, ¿qué te hiciste?

Sonrió al recordar esa pregunta, porque siempre la respuesta era la misma

- ¿No lo sabes? anoche, me alimenté con tus besos.

En la calle ve la lluvia caer.

- Mejor me voy en mi carro.

Se regresa en busca de las llaves del vehículo, ve el disco compacto del «patilludo» Engelbert Humperdinck, lo toma y sale en busca de su carro. No ha rodado unos metros cuando se encuentra a su amiga.

- ¡Sube! te vas a mojar.

Le dice mientras le abre la puerta, ella se alegra de verle y sin pensarlo dos veces, se introduce en el vehículo, va a darle las gracias cuando escucha la música que está sonando, entonces, ingenuamente pregunta:

- ¿Lo pusiste para mí?

Omar sonríe y le dice:

- Era el disco favorito de mi esposa.

Saleska sonríe también y dice:

- Él es mi cantante favorito.

- Carambas ¡Qué casualidad! ¿Verdad?

- Si, de ese disco me gustan THE WAY IT USE TO BE  y también AM I THAT EASY TO FORGET, son muy románticas ¿no crees?

Omar la mira y dice:

- Te escucho; y parece que la estoy escuchando a ella, esas eran las que más le gustaban.

Saleska, algo celosa, se molesta, bajó la mirada y dijo:

- No quiero que me compares con ella.

Omar se dio cuenta del cambio en su voz e inmediatamente aclaró:

- No quiero que sientas que te estoy comparando con ella, lo que pasa, es que no es común, que una chica como tú, sienta gusto en escuchar a un cantante… digamos... un poco≪bejuco≫, ¿me entiendes? La juventud de hoy en día escucha, sin ánimo de ofender, una música… digamos un poco extraña, nada romántica y casi sin mensaje alguno.

Omar puso su mano sobre la de ella y le dijo:

- Amiga, no quise ofenderte ¡créeme!, es lo último que haría en este mundo y ahora que tengo tu amistad, no me gustaría perderla. Además, creo que me estoy acostumbrado a los choques que tenemos.

Ella mira a un lado tratando de ocultar su sonrisa, él se da cuenta de ello y le dice:

- Tengo 36 años de edad y créeme, ¡no es fácil encontrar a una chica, que tenga la fuerza y la pasión para colisionar como tú lo haces!

Ella se rió de lo que dijo, apretó suavemente la mano varonil, luego, mirándolo a los ojos le confesó:

- Omar, ¡no hay ofensa alguna!, estoy segura de que nunca me ofenderías.

- ¡Así es Saleska!, así es, nunca ofendería al único ser que me ha tratado como persona.

Omar suelta su mano y mirando al frente, suspira y repite:

- Como persona.

Saleska lo mira nuevamente y desde ese momento, no dijeron nada hasta llegar al instituto. Ella se reunió con su grupo y él, se dirigió a la dirección en busca de su plan de trabajo.

Margarita como siempre, después de adelantar lo que será el almuerzo, sube a la planta alta a realizar la limpieza de su hogar, agradece que sus hijos sean ordenados y eso, le ayuda a realizar su trabajo más rápidamente. Al entrar a la habitación de Saleska, encuentra como siempre todo arreglado, solo falta barrer y lampacear. Ve sobre el piso un papel, lo toma para colocarlo sobre el escritorio de su hija y al darse cuenta de lo que es, siente como si una espada la hubiese atravesado de la cabeza a los pies, es el mismo poema que su hija había recitado bajo la personalidad de Narada.

- ¡Dios mío! ¿Qué es esto? ¡¿Cómo puede ser posible que ella lo haya revivido?!

Ella recordaba que le había pedido a su hermano que le hiciera olvidar todo lo relacionado con su vida pasada. El miedo a que su hija recordara, se estaba convirtiendo en pánico. Ahora no sabía qué hacer, su hermano le había pedido que se calmara, pero en ese momento, no entendía ese consejo. Mira el poema y siente que todo lo que está haciendo, es inútil, la fuerza de ese espíritu, es mucho más fuerte de lo que pensaba.

- ¡Señor! ¿Qué voy a hacer ahora?

Es una pregunta que no tiene respuesta inmediata. Se sienta en la cama de su hija y nuevamente, lee la composición poética, en ese escrito está plasmado un sentimiento muy grande, la sinceridad de esas líneas, demuestra que su pequeña, es una persona diferente a lo que ella piensa. Repentinamente recuerda la conversación que tuvieron, ella le había dicho a su hija, que el amor era más fuerte que cualquier cosa y que solo la muerte, lo podía disolver; y en ese momento, al ver el poema, puso en duda la fuerza destructora de ese espectro.  Se levanta con la derrota en su espíritu, ha comprendido, que el alma que su hija alberga, es más fuerte que cualquier cosa, coloca el papel sobre la mesa y después de barrer, abandona la habitación. Baja a la sala y marca el número de su hermano.

- William, ella... ha regresado.

Él entendiendo el mensaje preguntó:

- ¿Cuándo?

- No lo sé, pero hoy encontré en su habitación el poema que la otra mujer le había escrito al ingeniero.

- ¿Es igual al que nos recitó aquí?

- El mismo, la única diferencia es que éste, tiene título.

- ¿Cuál es?

- Abundancia.

William piensa por unos segundos, luego agrega:

- Creo que es más fuerte de lo que creí, tarde o temprano, tu hija se dará cuenta de quién es él, lo reconocerá y eso no se podrá evitar.

- ¡Tengo miedo William! ¡No sé qué hacer!

- No creo que puedas hacer nada. Recuerda lo que dijo ella, siempre han estado juntos.

- Pero date cuenta, ¡ella es una niña aún!

- En eso estamos de acuerdo, pero el carácter de ella es muy fuerte y por más que trates de evitar que se encuentren…

- ¡Algo se tiene que hacer! De seguro habrá algo que se pueda hacer.

- Si existe algo, todavía no lo conozco.

- Hipnotízala de nuevo, ¡Por favor!

- En eso si no te puedo complacer.

- ¿Por qué?

- Margarita, quiero que comprendas lo que te voy a decir porque no quiero que me mal interpretes, en primer lugar, eso no sería ético de mi parte, en segundo lugar, sería imponer un criterio personal sobre otra persona, de esa forma estás irrespetando a tu hija, sé que con eso, buscas lo mejor para ella, pero te aseguro, que tendrá un efecto contrario a lo que buscas y en tercer lugar, creo que tenemos que dejar de comportarnos como inquisidores, decidiendo por ella, lo que es bueno o malo, eso, lo tendrá que decidir ella.

- ¡Para ti es muy cómodo decir eso ya que no es tu hija!

William nota que es estéril lo que están hablando y armándose de paciencia le dice:

- Si quieres evitar que ellos estén juntos, te aconsejo que te mudes a otra ciudad u otro país, así estarás más tranquila.

- ¡No te molestes!

- No estoy molesto, lo que pasa es que no quieres entender. Margarita, tú no tienes la culpa de lo que está pasando, ellos tampoco, ¡entiéndelo!, ahora, quiero que te pongas en el lugar de tu hija, ¿te gustaría que tu mamá se opusiera al amor de tu vida? ¿Que pensara con la mente cochambrosa del pasado viendo todo lo malo, sucio y puerco que a una persona se le pueda ocurrir? De seguro no te gustaría, pero además de eso descubrieras, como de seguro lo hará, que se te puso un bloqueo en tu mente para olvidar a tu alma gemela, ¿qué harías?, ¿le tendrías el mismo cariño a tu madre? ¿La misma confianza? Y lo más importante querida hermana, ¿te acercarías a ella para pedir su consejo? Lo que tienes en tus manos es más que una papa caliente y para evitar que tu hija se aleje de ti y te vea como una enemiga, tienes que hablar con ella, escucharla y lo más importante, comprenderla, aconsejarla sobre lo que somos los hombres y dejarte te tapujos, ¡háblale del sexo! Estamos en otra época, ¡tienes que madurar nuevamente con tu hija!

Margarita a medida que escuchaba, sentía un creciente peso en su espalda, comprendió que lo que había hecho, estuvo mal, su hermano tenía razón, pero para su criterio, ella también la tenía, entonces, ¿qué hacer? ¿Dejar que su hija se fuera con un hombre mucho mayor que ella? ¡Eso no le cabía en su cabeza! Su hija tenía un mundo por delante, ¡tenía que conocer a más personas! ¡Disfrutar de la vida!  Disfrutar de su juventud. William se despide diciéndole:

- Quiero recordarte algo, no somos dueños de nuestros hijos, los traemos al mundo para que la vida continúe, no para que nos traigan un certificado de propiedad.

Colgó el auricular con una sensación extraña, las palabras de su hermano tenían un gran peso. Recordó la forma en que había tratado a su hija y de cómo luego ella se le acercó. También recordó lo de la confianza plena y de cómo le comentaba lo de sus sueños, se sintió tan baja, que no quiso imaginarse el compararse con una rata, pues ésta, saldría ganando con su cola y sus pulgas. Se dio cuenta de que la mañana se le estaba escapando y no había preparado el almuerzo. Agradeció, que solamente estaban en casa ella y Saleska, el resto de la familia, estaban fuera del estado y regresarían en unas semanas. En la cocina, quiso olvidar el problema que se le avecinaba. No pudo lograr su empeño, pues escuchó a su hija hablar con Omar, se aproximó a la ventana para oír la conversación.

- Oh no, ¡no lo haré!

- Oh si, ¡sí que lo harás!

- ¿Y por qué?

- ¡Porque quiero leerlo!

- ¡Te parecerá cursi!

- Saleska ¿Cómo puedes pensar eso si todavía no lo leo?

- ¡Ay Omar! es que... ¡me da vergüenza!

Él ríe y ella le acompaña en la risa, Margarita siente cómo se encoge su estómago al escuchar reír a su hija, es una risa diferente, de libertad, de felicidad. 

- ¿Para cuándo lo tienes que presentar?

- Para el jueves.

- ¿Será publicado en cartelera?

- Supongo.

- ¡Pero quiero leerlo antes!

- ¡Omar no! Será cuando la profesora lo publique.

Silencio entre ambos, se asoma discretamente por la ventana y ve la sonrisa y la mirada de su hija hacia él, es la misma mirada que tenía cuando le hablaba del hombre del sueño.

- Bueno, no me queda más que esperar. ¿No me puedes decir… aunque sea un poquito?

- No.

- ¿Ni una línea?

- ¡No!

- Pero…

- ¡Ya te dije que no!

- ¿Ni el título?

- ¿Eres sordo acaso?

- Pero…

- ¡Nada de nada!

- ¡Mujeres!

- ¡Hombres!

La risa es contagiosa entre ambos y cuando se calman él se despide diciéndole:

- Te veo mañana Saleska, que descanses.

- Igualmente Omar.

Margarita siente que su hija se aproxima a la puerta y rápidamente, vuelve a la cocina con los nervios a flor de piel, ella entra con una sonrisa, Margarita la ve y saluda:

- ¡Hola hija! ¿Cómo te fue hoy?

- Bien mamá ¿cómo estuvo tu día?

- Bueno… digamos que bien.

Sube a su habitación y Margarita se queda pensado en lo que ha escuchado. Por la forma en que se hablan, parece que tienen una buena amistad, se tutean y el trato entre ellos, es muy familiar. No lo puede evitar y por lo que se ve, tarde o temprano, se dará cuenta de quién es ella, o de quién fue; y el día que eso ocurra…

- ¿Qué me está pasando?

Se pregunta la joven en su cama, lee el poema y cada vez más, se le parece a él.

- ¡Esto no puede ser! De seguro mi abuela dirá su frase favorita, ¡esto es contra natura! ¡Es el pecado de la carne! Y bla bla bla.

Pone a funcionar su reproductor de discos compactos con su música favorita y se identifica en la letra de la canción, baila mientras se cambia de ropa y al ver el lunar de su pecho, llegan a su memoria, evocaciones de un pasado reciente, las imágenes se presentan con la velocidad de un relámpago, pero ésta vez, no se escapan como anteriormente lo hacían, se vio en la sala de un baño, luego llorando sobre el piso de una sala de baño distinta a la anterior, un jardín se proyecta ante sus ojos y el fogonazo de la imagen de una mujer herida de muerte en brazos de un hombre, la impresiona. Las palabras se sobreponen unas a otras y no logra entender lo que dicen. Todo duró muy poco tiempo y al verse al espejo, vio a una mujer de piel oscura con una herida en el pecho por donde pierde abundante sangre, se impresiona pero la curiosidad puede más que el miedo y temblando de pánico le pregunta:

- ¿Quién eres?

La imagen en lugar de responder, lentamente se desvanece para dar paso a la suya. Se deja caer sobre la cama a analizar lo que vio. Primero, estaba de pié en una sala de baño, luego se ve llorando en una sala de baño diferente, seguidamente, vio un jardín muy hermoso, después, un hombre que lleva a un mujer herida. Mecánicamente se va vistiendo y recordando los detalles de las imágenes, se levantó y miró su sala de baño, cerró sus ojos y se dio cuenta de que ese era el lugar donde se había visto llorar.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué estoy llorando? ¿Será que alguien va a morir? ¿Es acaso un aviso de algo que va a ocurrir?

Mira el piso y las paredes en busca de respuestas, vuelve nuevamente a su habitación y recuerda el jardín, nuevamente cierra los ojos y evoca el hermoso vergel.

- ¡El jardín de Omar!

Exclama mientras se calza sus zapatillas y con la velocidad de la luz, sale de su habitación en dirección a la calle, Margarita se impresiona por el ímpetu de su hija, con el temor circulando por sus venas, la sigue y la encuentra mirando el jardín de Omar, Saleska se queda paralizada al reconocer el lugar, ¡nunca lo había visto!, estaba a su vera y nunca lo había visto, en todos los años que había vivido en el lugar, jamás había sentido curiosidad por ver la casa vecina. Margarita se ha dado cuenta de que la tormenta está por venir, ve que su hija camina por el frente de la casa vecina, se detiene y cruza a la izquierda,  avanza uno pasos y al ver la fuente, dice:

- ¡Falta algo! ¡sé que falta algo!… está la fuente, la fuente donde…

No termina la frase, pues no recuerda lo que quería decir. Margarita llega hasta ella y pregunta:

- ¿Qué haces aquí?

Ella no responde, sólo mira el jardín. La madre suavemente tira de su brazo para llevarla a la casa, ella reacciona y le dice mientras señalaba:

- ¡Yo conozco este lugar!

Margarita con las lágrimas a punto de brotar le implora:

- ¡Vamos mi amor!, ¿qué crees que dirá el señor Curie si nos ve?

Saleska mira a su madre y le dice:

- Omar no diría nada, él sabe…

La chica se da cuenta de que es lo que falta y dice:

- ¡La mesa no está!, la mesa donde comíamos… ¡no está!

Omar ha escuchado las voces y se asoma a la ventana, Margarita se ha dado cuenta de ello y tirando del brazo de su hija, la lleva a casa, ella no lo ha visto y al entrar Margarita pregunta:

- ¿Qué se supone estabas haciendo ahí?

Saleska mirando a su madre responde:

- ¡Buscando respuestas mamá!

Ella se petrificó con lo que dijo y tratando de mantener la calma nuevamente pregunta:

- ¿Respuestas a qué hija?

Se toca el lugar donde está su lunar y responde:

- No lo sé, pero hay muchas cosas que estoy viendo y sintiendo y estoy segura de que Omar tiene mucho que ver con eso.

Margarita sintió una garra desprender sus vísceras al escucharla, pero el golpe de gracia lo sintió cuando ella le pregunta:

- ¿Qué me está pasando mamá?, ¡veo cosas!, ¡oigo cosas!

Se abrió la blusa y dijo:

- Y es cada vez que veo este lunar. Mamá, ¿alguna vez vivimos en la casa de Omar?

- ¡No!

- Entonces, ¿por qué sabía lo de la fuente y la mesa?

Se deja caer en el sofá con la incertidumbre en su alma, mira a su madre y le dice:

- Esto tengo que resolverlo, no puedo seguir teniendo este tipo de visiones, ¡algo tiene que estar pasando!

Se levanta y se va a la habitación, la madre comenzó a llorar con el remordimiento como compañía.

 

 

Omar vio cuando las dos mujeres se alejaban, le pareció extraño verlas a esa hora y encogiéndose de hombros, continuó con su almuerzo.

- ¿Qué hago señor? ¡No quise lastimarla!, solo quiero lo mejor para ella.

Las palabras de Margarita son sinceras, jamás quiso hacerle daño a su hija, pero lo hizo sin saberlo y ahora, la joven está enfrentando sola su despertar. Si en vez de querer borrar de su mente su existencia pasada, la hubiera despejado con ella, tendría más que una hija, una amiga con la llave de una «puerta» que comunica el misterioso mundo de la muerte y el no menos misterioso universo de la reencarnación. En su desconsuelo, tiene la esperanza de que tal vez, le perdone lo que hizo, puede ser que entienda su actitud ya que ella es mujer y cuando tenga hijos, seguramente, la comprenderá.

Saleska se mira al espejo, quiere estar segura de que la imagen que vio, es igual a la que el hombre lleva en sus brazos, espera a que aparezca, pero no ocurre nada, se sienta en la cama a pensar en lo que a su mente llega, lo recuerda casi todo, pero el deseo de saber qué es lo que le ocurre, la agobia, se reclina y abrazando la almohada, piensa en Omar, él, le transmite esa agradable sensación de seguridad y protección y ahora, más que nunca, quiere sentirse protegida. En su mente está la imagen del hombre que le ha hecho de alguna manera, feliz y reír, cierra los ojos, para verle con su corazón y sin darse cuenta, se quedó dormida.

Omar acostado sobre el sofá, mira la foto de Narada, en su mente, por primera  vez en casi quince años, hay un vacío total, no hay pensamiento alguno, no hay recuerdos malos, y buenos tampoco, solo su imagen ocupa su mente y su sentido. Con sus dedos, acaricia el rostro de la imagen, sonríe al hacerlo y a continuación le dice:

- ¿Sabes algo? Estoy intentando entender cómo veías la vida, el mundo, el amor. Sé que soy muy poco romántico, que no fui lo que quisiste que fuera, ¡pero te quise!, te quiero; y te amaré, por el tiempo que me quede de vida.

Mira el jardín a través del ventanal y continúa:

- He querido deshacerme del jardín, pero, eso sería como dejarte. Sé que desde el lugar donde te encuentras, lo ves, espero que me perdones el hecho de que el señor Marín entre a cortar el gramado, porque, ése era nuestro lugar sagrado y nadie más entraba. Ahí te dije infinidades de veces que te quería, nuestras ranas y grillos, muchas veces te lo dijeron ¿lo recuerdas?.

Cierra los ojos tratando de recordar las palabras que ella siempre le decía en el jardín, pero a su mente, esas palabras, llegan con la melodiosa voz de Saleska, Omar impresionado, abre los ojos desmesuradamente, se sienta como impulsado por una catapulta, mueve la cabeza bruscamente de un lado a otro, como tratando de sacudir ese pensamiento, nuevamente cerró los ojos pero ésta vez, para criticarse la osadía de pensar en la joven. Se levanta y tratando de mantener la mente en blanco, mira al cielo. Se mantuvo callado por mucho tiempo, hasta que vio encenderse las luces de la calle.

 

 

- William, ¡ha comenzado!

Él haciendo un gesto de negación le dice:

- Era cuestión de tiempo hermana, no me gusta decir esto, pero te lo dije, ella es una persona de carácter y espíritu muy fuerte, tú lo sabías mejor que yo.

Tenía en su voz un pesar tan grande cuando dijo:

- ¡No sé qué hacer!

Le relató todo lo que había ocurrido y al finalizar ella pregunta:

- ¿Estás totalmente convencido de que no puedes hacer nada?

- Margarita, ya te dije, que si hubiera algo que se pudiera hacer, te lo juro, no lo haría, ¿sabes por qué? Porque aunque no la haya visto crecer y no hayamos tenido un contacto directo y constante, la quiero, pero sobre todo, la respeto y eso, hermana mía, es algo que no debemos olvidar, el respeto a nuestros hijos. Ellos son una parte nuestra, pero son independientes, no son de nuestra propiedad, ¡son personas!, no juguetes. No sé cómo te trató tu madre, pero te aseguro, que si te hubiera irrespetado, de seguro no te hubieras sentido bien. Piensa por un momento en eso y dale a ella, lo que te hubiera gustado que te dieran a ti.

Se despidieron y en esa despedida, había una especie de distanciamiento. Ella lo entendió así, su hermano, le estaba diciendo con muy buenas palabras, que había obrado mal y que no le daría la ayuda que estaba buscando, que no se la pidiera. Derrotada, se deja caer sobre la poltrona, sus pensamientos vuelan al día en que ella le comentó sobre el amor que sentía por él en esos sueños. Amor, una palabra tan común y cotidiana, pero que encierra una serie de inconvenientes. Por amor, se miente, se destruye la felicidad de una persona, de una familia, por amor, hasta se ha llegado al extremo de matar, es el sentimiento más intervenido, manipulado vendido comprado robado y usurpado, nunca está solo, siempre ha estado acompañado por una mala influencia, el egoísmo y la envidia. El odio en cambio, camina solitario por el mundo, él solo se basta, llega y hace su trabajo, luego, se enquista en el alma del ser humano y se oculta, después, con los años, sale de su escondite sin haber cambiado, es como hierba mala que no necesita cuidado. Entonces, ¿porqué hay algo o alguien que se interpone en el camino del amor? ¿Será acaso que le tenemos miedo? El amor es algo más que un sentimiento, es también, una gran responsabilidad, es algo vivo que hay que alimentar, cuidar, proteger, respetar y también, curar cuando se enferma. No se dio cuenta de cuánto disertó sobre el tema, y al ver la tarde anunciar su despedida, cayó en cuenta de que no habían almorzado, se levantó para ir a la cocina y vio a Saleska bajar las escaleras, ambas miradas se encuentran y en ese momento, se dio cuenta de que su hija, venía con algo. Ésta se detiene frente a su madre y pregunta:

- ¿Cómo sabías que ése era el nombre de su esposa?

Mira a su hija y decidió decirle la verdad.

- Creo... que tenemos que hablar; y mucho.

- Soy toda oídos.

Margarita invita a su hija a sentarse. El maratónico relato comienza  con una pregunta:

- ¿Recuerdas… cuando me preguntaste que dónde habíamos conocido al señor Curie?, tú le llamaste en ese momento el ermitaño.

- Si, ¿y qué con eso?

- Bueno, ese fue el inicio de tu… tus problemas.

Margarita con esa introducción, lleva a su hija a una historia de amor muy poco común. Saleska escuchaba sin decir nada, cada palabra era para ella, algo confuso y difícil de creer. El relato de Margarita dura hasta casi la media noche y al finalizar, Saleska pregunta:

- ¿Qué te hizo pensar que  tendría una actitud diferente a la que tengo ahora?

Margarita con el corazón frío por el temor responde:

- Bueno… no sé qué decirte.

- Mamá, creaste una tormenta en una cuchara sopera. Te oigo y me cuesta creerte, ¡parece ser una mala historia del cine gringo! ¿Hiciste todo esto… pensando que me protegías?, ¿protegerme de que.

- Bueno hija, de…

- ¡De Omar! ¿Verdad?

Margarita duda en responder, Saleska se levanta y le dice a su madre:

- Ven, vamos a la cocina, tengo hambre y no puedo pensar con el estómago vacío.

Ella sorprendida por la actitud de su hija, no atina a comprender lo que dice, se levanta con la incertidumbre en su espalda y como una autómata, la acompaña. La chica ve lo que su madre tenía previsto para el almuerzo, lo guarda nuevamente en la nevera y prepara dos platos de cereal con frutas, Margarita la mira sin decir nada, ella le sirve a su madre y sentándose frente a ella le dice:

- Mira, primero: tienes que pensar que soy tu hija y aunque en mi vida pasada haya sido la esposa de Omar, no quiere decir que voy a salir corriendo a su encuentro para arrojarme en sus brazos, ¿o sí? Pero te diré algo mamá; me siento traicionada.

Mira el plato y tristemente exclama:

- Se supone… ¡que éramos amigas! Y ves lo que me hiciste.

La mujer mueve el cereal con la cuchara, no quiere ver la cara de su hija, la vergüenza no la deja, solo la escucha.

- Tú no sabes lo que es sentirse extraña, vivir con la duda si se está loca o no.

Hubo una pausa entre las dos, de vez en cuando, comían el cereal, Margarita se sentía tan estúpida, todo lo que se había imaginado y nada de lo que elucubró, pasó. Entonces Saleska manifiesta:

- Con razón, había algo de él, que me llamaba la atención.

Margarita con cierta vergüenza pregunta:

- ¿Qué cosa?

- No te sabría explicar, pero… ¡es como un sentimiento…! No sé cómo definirlo, tendrías que estar en mis zapatos para entender.

Cierra los ojos y suspira, luego, con voz tímida dice:

- Recientemente me di cuenta de que le quería.

Margarita la mira con ojos desorbitados, Saleska sonríe tristemente y le dice con tono de calma:

- No te asustes mamá, no se lo diré, por ahora.

- Hija, ¿no crees que es algo mayor que tú?

- Lo es y eso, según la abuela, es contra natura y por lo que veo, para ti también ¿verdad?

Margarita se queda mirando a su hija, no parece una adolescente, con su comportamiento, está demostrando que es más madura que ella, la joven agrega más leche al cereal y dice:

- Te confesaré algo mamá, habían cosas que hacía en casa, que me eran familiares, ¡como si las hubiera hecho anteriormente! Algunas veces, cuando te ayudaba en la cocina, me veía como si ya anteriormente hubiera cocinado, pero en compañía de otra persona.

Sonríe y continúa:

- Era que cocinaba con él y cuando te dije que sentía su amor, era porque era verdad, ¡él me quiso mucho!

Margarita audazmente agrega:

- Y todavía te quiere.

- A mí no mamá, ¡a ella!

Y casi con amargura agrega:

- A Narada.

- ¡Eso es lo que no entiendo todavía!, ¿eres Narada o Saleska?

Se levanta para colocar el plato en el fregadero y responde:

- ¡Fui Narada! Lo amé seguramente, con el mismo amor e intensidad con que me amó, pero ahora, estoy en este cuerpo, siendo tu hija, teniendo mis sentimientos hacia ustedes, hacia mi familia y no sé, que será de nosotros.

- Según sus palabras o tus palabras, siempre han estado juntos.

- Si, seguramente, pero ve, él es un lobo solitario, su edad oscila entre los 34 o los 36 años, yo el 24 de Octubre cumpliré los 15, no creo que terminemos juntos, esta sociedad «moral» lo primero que haría sería criticar, luego, enfilaría su artillería hasta Omar, para acabarlo, sin importarle a nadie sus sentimientos.

Margarita se sintió entre esos «morales», no se había puesto a pensar en lo que ese hombre sentía, no conocía su dolor, su soledad ni su calvario. Recordó lo que su hija le había comentado sobre Omar, que era especial y que tenía bonitos sentimientos y para saber más sobre lo que su hija sentía por él pregunta:

- ¿Por qué  lo quieres? ¿No hay nadie aparte de él que te llame la atención acaso?

Ella hace un gesto de negación y con una mueca responde:

- Hoy en día, los verdaderos hombres, o están casados o son muy escasos; y los que se ven en el «mercado» son puros monigotes, sin masculinidad alguna. No mamá, no hay nadie aparte de él, que en realidad me guste. Omar es diferente, además de ser un hombre, es un caballero, me trata con respeto, me alegra el día y me hace reír, además…

Recuerda las veces que la ha defendido y para no preocuparla, omite el hecho diciendo:

- Con él, tengo un sentimiento difícil de definir, espero que no me mal interpretes y que no me juzgues, pero creo, que en realidad estoy enamorada de él.

Margarita sintió que lo que tragaba, era vidrio y no el cereal. Quiso desviar el tema preguntando:

- ¿Recuerdas todo? ¿Todo lo de tu vida pasada?

- No, no recuerdo casi nada, es más, lo que me dijiste sobre mi muerte, no lo recuerdo a ciencia cierta, solo tengo pequeños destellos de él con ella en sus brazos. Algunas veces, he visto sangrar el lunar que tengo en el pecho y la espalda y no entendía el significado hasta ahora y con lo que me hicieron tú y mi tío…

Margarita ve el reloj de la cocina y dice avergonzada:

- Es tarde ya, mañana tienes clases.

- Si y tengo que corregir mi trabajo de castellano. Hasta mañana mamá; y por favor, no me trates como si fuera de tu entera propiedad ¿sí? Y recuerda, la confianza, tiene que ser plena.

Saleska se marcha a su habitación y Margarita queda con una sensación de vacío y soledad, su hija tenía razón, había creado una tormenta en una cuchara sopera, se había imaginado lo más absurdo. Estaba segura de que su hija iría a encontrarse con su amor eterno, sin importarle su familia o los problemas que se pudieran generar por ese hecho. Se sintió orgullosa de ser su madre, ella, sin saberlo, la había dado una lección de ecuanimidad y control emocional, su hija era lógica, en cambio ella, era visceral, no pensaba y el miedo y la inseguridad, le habían mal aconsejado.

En su habitación, Saleska comienza a encontrar sentido a muchas cosas, el sentimiento hacia Omar, los sueños, la sangre en el pecho… Era su memoria espiritual la que no se había acostumbrado al cuerpo que ocupaba, la intensidad con que vivió su anterior vida, tenía una especie de inercia y su nueva vida, no había detenido ese impulso. Una idea vino a su mente, tal vez diera resultado, se desnudó totalmente frente al espejo y por primera vez, se vio tal como era en el pasado, su piel morena, hacía resaltar la blanca esclera de sus grandes y almendrados ojos, su negra cabellera, casi le llegaba a sus nalgas, era menos delgada que en la actualidad y menos alta, luego, lentamente, la imagen cambia, devolviéndole a Saleska, su verdadera imagen.

- Omar tiene razón, no nos parecemos en nada, solo en lo largo del cabello.

Tomó su ropa de dormir y se vistió, se asoma a la ventana y contempla su casa, las luces están apagadas, dirige la mirada al cielo y piensa por un momento, luego, poniendo su mano en el corazón, lo lleva a su boca y lanza un beso a la casa vecina.

 

- ¡Que buena vaina!

Exclama Omar al ver que uno de los neumáticos de su carro, está desinflado.

- Bueno, un poco de ejercicio no me caerá mal.

Se dirige al liceo y al pasar frente a la casa de Saleska, mira hacia ésta, no vio a la chica por ningún lado y pensó que ya se había marchado. Al llegar al liceo, como siempre, se dirige al salón de clases. Toda la mañana transcurrió con total normalidad, excepto por algo, no la vio, eso le preocupó, pues, nunca en lo que iba de año escolar, había faltado a clases. Para salir de dudas pregunta a la profesora de castellano:

- Buen día profesora, ¿ha visto a la joven Sandoval?

- Si, precisamente hace un momento me ha traído su trabajo, al parecer, tiene ciertos asuntos que resolver y no ha podido asistir.

- ¡Ah!, ya me extrañaba, esa chica nunca había faltado a mi clase.

- A la mía tampoco, pero parece que era muy importante lo que tenía que hacer.

- Gracias profesora, hasta luego.

Continuó con su clase. Los trabajos de los alumnos eran tan extensos, que no le alcanzó, como siempre, el tiempo para revisarlos. Al sonar el timbre, tomó el resto que le quedaba y los introdujo en su portafolio. Pensó que en la noche los terminaría de revisar y con esa idea, se marchó a su domicilio. Al pasar frente a la casa de Saleska, se detuvo por un instante. Tuvo la intención de llamar y preguntar el motivo de su ausencia, pero prefirió no hacerlo, nunca había entrado a esa casa y tampoco quiso buscar una excusa para hacerlo. Esperaría al día siguiente y le preguntaría. Siguió su camino hasta su casa sin percatarse, de que unos ojos lo observaban. Ya en su morada, se detiene a pensar, algo le está pasando, no quiere reconocer que la ausencia de esa chica, le ha molestado, se dirige a la puerta del jardín y pensando en Narada dice:

- No sé qué sentirías si me vieras pensando en una adolescente.

Mira el cielo azul del mediodía como buscando la respuesta a ese extraño sentimiento, en su corazón, algo le dice que lo que siente, está mal, pero… ¿y si no es así?