Capítulo 3
Señales
Camino a su casa, se detiene frente al supermercado donde había tenido «contacto» con la impetuosa joven e hizo memoria del incidente y rebobinando como si de una película se tratase, visualizó el momento cuando ambos rodaron por el piso, reaccionó al sentir que un conductor le reclamaba el hecho de estar obstaculizando la libre circulación vehicular. Llegó a su casa y, luego de servirse su habitual vaso de vino, salió a regar el jardín y al finalizar, se sentó en una de las sillas de metal y dirigió su mirada a la casa vecina, estuvo observándola por mucho tiempo, nunca lo había hecho porque no tenía motivo alguno para hacerlo, hasta ahora, seguidamente el padre de la familia llegó y Omar se fue a dormir.
Morfeo tardó en presentarse… Un grupo de personas estaban a su lado para ayudarlo, pero esta vez, Omar corre detrás de un hombre que tiene una mancha en el cabello, parece pintura blanca, pero al acercarse al individuo, se da cuenta de que son canas, un mechón de canas, corre lo más rápido posible, pero el individuo es mucho más veloz y se pierde por las sombras de la calle. El despertador lo trae al mundo real con el torso sudado y con un dolor en las piernas, su cuerpo acusa un cansancio similar como cuando jugaba al fútbol años atrás, se sienta en la orilla de la cama y apoyando las manos sobre sus muslos dice con voz extenuada:
- Ésta es la primera vez… que corro tras ese maldito, ¡la primera vez!
Pasaron varios minutos antes de levantarse, su mente estaba en el sueño que había tenido, desde hacía quince años, tenía la misma imagen, un hombre que corría, no se le veía el rostro, solo la espalda, siempre se había preguntado: ¿quién será esa persona?, ¿por qué disparó?, ¿era muy importante el contenido de ese bolso? algún día lo sabría.
Ya en la oficina, comenzó a darle vuelta a la materia que tendría que enseñar en el instituto, pero, en realidad, no era eso lo que tenía en mente, lo que en verdad le atraía, era la idea de acercarse a la joven para saber cuál era la relación con Narada. Estaba absorto en sus pensamientos cuando suena el teléfono, era su hermana Cory, quería tener noticias de él, luego de varios minutos de conversación, Omar pregunta:
- Cory, ¿qué sabes de la reencarnación?
- No mucho, yo diría que casi nada, además, es contrario a mis creencias, ¿por qué?
- Eh… no… por nada, solo preguntaba.
- Omar, te conozco, algo relacionado con eso te está inquietando ¿verdad?
- Bueno, digamos que… he visto cosas, cosas… que me han hecho pensar que hay algo más allá de mi nariz.
- Hay cosas de cosas y mucha de ellas no tienen explicación, al menos por los momentos, no es que no las tengan, es que algunas veces, no queremos buscarlas.
- Entonces… tendré que buscar información por otro lado.
- Te dejo hermano, el deber me llama.
- Suerte Cory, recuerda que te amo.
- Igualmente y éxito en lo que vayas a emprender.
La mañana fue insuficiente para terminar sus obligaciones y para adelantar su labor, delega en sus empleados lo menos urgente. Abandonó su oficina casi a las siete de la noche, después de «cenar» con comida chatarra, enfiló su vehículo a su casa, se sirvió su habitual vaso de vino y salió a regar el jardín, luego entró en la casa y se sentó en su sillón favorito a escuchar su música. Sus pensamientos vuelan al compás de la melodía cuando de repente, se levanta, corre a la biblioteca y comienza a leer uno a uno los títulos de los libros que ahí habían, luego de buscar por varios minutos, se detiene a pensar, él sabía que en algún lugar estaba lo que requería, luego recuerda las cajas que se guardaban en el garaje, estaba seguro que en ellas estaban las carpetas que Narada había guardado. Buscó los documentos que ella recogía de sus investigaciones extra curriculares y encontró unos recortes de periódicos y apuntes que hablaban de un hipnoterapeuta llamado Arnall Bloxham, un británico que aseguraba que, después de la vida mortal, existía otra vida, disertaba sobre la reencarnación y de otros temas que, por ser «revolucionarios» para la época, levantó roncha tanto en la comunidad cristiana como en la médica. Examinó todo los documentos que su esposa guardaba al respecto, se dio cuenta de que eran investigaciones de años, inclusive, desde antes de casarse, recordó con pesar que muy sutilmente, se burlaba de lo que ella le comentaba sobre la reencarnación. Una a una fue leyendo las páginas del cuaderno y entre los apuntes encontró unas notas donde ella decía que creía en la evolución humana, tanto física como espiritual.
- Creo que el ser humano es algo más que huesos y carne, es una combinación de sentimientos y emociones, que, aunado a los conocimientos que va adquiriendo con la vida, va descifrando los designios de la naturaleza, son muchos los conocimientos científicos que el hombre ha memorizado en el cerebro como en el resto de las células que componen su cuerpo, pero a cada ser, como individuo, una vida no es suficiente, requiere de muchas vidas para que pueda evolucionar, con respecto a lo moral y espiritual, es algo mucho más profundo, reconozco que en eso, todavía estamos en la era de las cavernas, porque algunos dogmas, se oponen a que el ser humano, alce el vuelo a la siguiente etapa, que es la superación espiritual.
Omar se queda pensativo con lo que ha leído, entendió por qué Narada no volvió a hablarle sobre sus creencias, ya que sin saberlo, él con su mente cerrada, no daba cabida a esas ideas, reconoció que más de una vez, pensó que su querida compañera estaba un poco «confundida» y su conciencia le recriminó el hecho de no ser más solidario con ella, él estaba descubriendo una faceta que no conocía de ella y se lamentó el hecho de no permitirle haberla compartido con él.
- ¡Que estúpido fui Dios mío!, que estúpido.
La luz del nuevo día lo tomó por sorpresa sentado en el piso de la biblioteca y sin haber terminado de leer las notas de esa maravillosa mujer que se había ido dejando un vacío tan grande como la soledad misma. Miró su reloj, eran las seis treinta, vio las carpetas y los cuadernos que Narada había dejado, nuevamente ve su reloj y se dijo:
- Tengo que ir a la oficina, tendré que dejar esto para más tarde.
Tomó todo y lo colocó nuevamente en la caja, se duchó y se dirigió a su trabajo.
En su oficina pensaba la manera de relegar todo el trabajo en alguien y así poder tener el tiempo suficiente para poder dedicarse a desentrañar el misterio que envolvía una parte de la vida de su amada, en ese momento entra su socia y amiga, al verla, una luz se enciende en su cerebro y en forma intempestiva le dijo:
- ¡Te vendo mi parte de la sociedad!
La colega al verlo le dice sonriendo:
- ¡Bien gracias! ¿y tú?
Omar sonríe también y responde:
- Disculpa Laura, pero estos días han sido para mí…
- No se te nota nadita, en la firma, hasta los planos se han dado cuenta de ello.
- ¿Es tan evidente acaso?
- ¿Qué crees? algunos piensan que una mujer te tiene loco, ¿es eso acaso?
Omar sonríe nuevamente y responde:
- No, no es eso.
- Entonces… ¿qué es?
- Bueno Laurita, he estado pensando en volver a la docencia.
- ¿A la Universidad?
- Bueno… en realidad, no, tengo una oferta en un liceo.
- ¿Estás seguro de lo que vas a hacer?
Omar piensa por unos segundos, luego responde:
- No, no lo estoy, pero ya he tomado una decisión y no me voy a echar atrás, si te interesa lo de la venta de las acciones, habla con Carlos y Veda, ellos se encargará del papeleo.
- Lo pensaré, pero dame unos días y te daré una respuesta.
- Tienes el tiempo que quieras, luego me das a conocer tu decisión.
Mira su reloj y tomando las llaves de su vehículo, se marchó diciendo:
- El puente es todo tuyo capitana.
No veía la hora para llegar a casa, todo su pensamiento estaba en las notas que había escrito la que había sido en el pasado, el ser más importante de su vida. Sin darse cuenta estaba sentado en el piso con las cajas que contenían los cuadernos y las carpetas, ojeaba cada uno de éstos mientras se volvía a recriminar el hecho de no haberle puesto atención a los planteamientos y teorías que su amada tenía respecto al tema. Toma nuevamente el cuaderno que anteriormente estaba leyendo y continuó con la lectura:
- Quiero graduarme de médico para darle un giro a la medicina, ya que no creo en la filosofía médica de separar el cuerpo del alma, porque los dos elementos son uno mientras están en este mundo, estoy segura de que si la medicina viera con los ojos del espíritu y si escuchara con otro tipo de oídos, en vez de hacerlo con un estetoscopio, la mayoría de las enfermedades se erradicarían de este mundo, estoy plenamente convencida de que los trasplantes de órganos fallan, no por la incompatibilidad del factor hematológico del donante – receptor entre otros, sino por la memoria que tiene el órgano a implantar, he llegado a creer, como dije antes, que todo nuestro cuerpo tiene memoria, pero no una «memoria de programación», como se dice en la Internet, donde muchas personas hablan del tema con otro tipo de concepto, a la memoria a la que me refiero, es a la que está ligada a la conciencia del ser, donde cada una de las partes de nuestro cuerpo, sabe lo que es y qué es lo que hace porque el cuerpo humano es el templo de la vida y tiene una especie de conciencia colectiva y no nos hemos dado cuenta de ello porque no hemos visto al cuerpo como un ser inteligente, donde nosotros, los llamados «conciencia» moramos por tiempo definido.
Omar interrumpe su lectura para pensar en lo que ha leído, por el momento, no sabe que pensar, pues los conceptos que ella había escrito en su cuaderno, eran totalmente extravagantes, él no se había tomado el tiempo para discernir sobre el cuerpo humano, ya que había crecido con una creencia generalizada de la vida. Todo lo que conocía y veía, era normal en su mundo y en su mente, los seres vivos crecían, se multiplicaban y morían pero, que el cuerpo humano, tuviera conciencia de su vida como ser vivo, era bastante extraño. Miró las letras del cuaderno y a su recuerdo llega uno de los momentos en que la encontraba escribiendo, se le aproximaba para ver qué era lo que hacía y ella, muy «sutilmente», cerraba el cuaderno y le distraía la atención con alguna pregunta o algo que le desviara el interés en otra cosa, nuevamente se sintió como un rufián y entendió, que el tiempo que le quedaba de vida no sería suficiente para arrepentirse de su estupidez. Se dirigió a la cocina con el cuaderno a prepararse un café y continuó con la lectura:
- He realizado investigaciones sobre los trasplantes y lo que más me llama la atención es, que dichos trasplantados han soñado con cosas que no están relacionadas con ellos y eso es lo que más me apasiona, porque el amor de los donantes, en algunos casos, era tan fuerte y grande, que dejaron plasmado en su cuerpo, la imagen de un ser o seres especiales para ellos, es por eso que los trasplantados sueñan con personas y lugares que no conocen y en algunos casos, sin conocerlos siquiera, las extrañan. Otros han cambiado sus hábitos alimenticios, llegando algunos, a convertirse en vegetarianos, cuando anteriormente, habían sido unos carnívoros consumados. Estoy segura de que todo lo que nos rodea, influye, marca y contamina nuestro ser, el fumador, daña todo su cuerpo con el cigarrillo, el alcohólico con la bebida. El que ama; y ama de corazón, con un amor verdadero y desinteresado, más que protegerse, crea una barrera contra ciertos males que he visto, los que odian, generalmente sufren de úlceras estomacales y dolores en la espalda, el peso de ese sentimiento es tan grande, que deteriora el centro de gravedad del cuerpo y cargar un peso muerto, no es de utilidad para éste. Puede ser que un donante haya sido en su vida un ser despreciable, el receptor, tal vez lo haya sido también, en ese caso, el odio del uno, se alimentaría del otro y puede que no exista rechazo alguno, pero creo que no sea posible, porque he visto, que hasta el ser más miserable cambia cuando se ve cara a cara con la muerte, de alguna forma, su maldad se desvanece, porque al pedir a Dios ayuda a la remisión de su enfermedad, el estado anímico de enfermo, cambia y esa pequeña evolución altera el patrón que su conducta tuvo y los posibles vínculos que pudieron existir, se desmoronan, a la larga, esto trae como consecuencia el rechazo, porque la carga negativa que el rencor tiene, no es compatible con el cambio de actitud de receptor, por más inmunosupresores que se le administre al paciente, el rechazo ocurrirá, es como una especie de auto castigo, las acciones del pasado se evaporaron en parte y su cuerpo no quiso reconocer los malos recuerdos del donante, es por eso que, el comportamiento del ser humano, debe ser recto, porque, uno nunca sabe, cuando será alcanzado por sus acciones y su pasado.
El sonido de la cafetera, interrumpió su lectura, su cabeza es un tumulto de pensamientos en ebullición al igual que el agua del recipiente, todo lo que Narada había escrito, estaba en contra de los cánones de la lógica, estaba convencido de que si estuviera viva y diera a conocer esas teorías, de seguro, la hubieran llevado a un manicomio. Mecánicamente se sirvió el café mientras analizaba lo planteado por la mujer y por más que le daba la vuelta, no lograba dar forma al tema, reconoció que en su vida, nunca le había llamado la atención los tratados de índole místico o metafísico, su mundo eran las matemáticas y las cosas tangibles, tenía la convicción de que estar en el aire, era para los creyentes de brujas, duendes y otras supercherías, él, en cambio, tenía las «patas» bien puestas en el suelo y todo lo que le oliera a fábula y a cosas por el estilo, sencillamente, no lo aceptaba. Toma otro sorbo de café y recordó que una vez, cuando veían un programa en la televisión sobre una regresión, él le había comentado que no creía en esas cosas y que era mejor ver otra cosa ya que eso, era falso, ella cambió el canal mientras le decía:
- Amor, existen otras realidades, las cuales, están más próximas a nuestro mundo de lo que imaginamos.
Y con pesar se preguntó:
- ¿Por qué no compartí con ella sus ideas?
Había amargura en sus reproches, pero, ya era demasiado tarde, no había vuelta atrás y por más que se recriminase, jamás tendría la oportunidad de enterarse de sus pensamientos y creencias. Taza en mano, regresa a la biblioteca y retoma la lectura:
- El amor a la vida misma, es la llave de la felicidad, compartir con nuestro entorno el amor que la vida nos ha brindado, es, lo menos que podemos hacer, dar amor es más fácil que recibirlo y una persona que brinda amor, está en paz con la naturaleza, con el universo y consigo mismo, porque todos somos parte del mismo mundo, del mismo entorno, si tratamos con desprecio a nuestros semejantes y a la naturaleza, ese desprecio, se memorizará en nuestro cuerpo y cada una de nuestras células, estarán marcada con esa energía que a la larga, se revertirá en nuestra contra y de un modo u otro, seremos alcanzados por esa amargura, por ese odio. La mayoría de los primeros trasplantes fallaron por ese sentimiento, los médicos no ven más allá de la materia y no tiene culpa alguna de ello, así se lo enseñaron, así lo enseñarán y el éxito que hoy en día, tienen ese tipo de intervenciones, es por la gran cantidad de inmunosupresores que el receptor tiene que ingerir, llevando a una especie de amnesia al órgano donado y al receptor de éste. Pienso que, cuando la esencia del hombre cambie y su forma de actuar sea más benigna con sus semejantes y con la naturaleza misma, los trasplantes serán más fáciles de realizar, porque entre ambas partes habrá una empatía que eliminará en gran parte, el rechazo.
Para Omar, todo lo que estaba leyendo era muy confuso, él no tenía conocimiento alguno sobre medicina y sobre trasplantes, menos y aunque el texto, estaba escrito en un lenguaje sencillo, no lograba entenderlo del todo, se levantó del piso y estirando su espalda, caminó hasta la ventana que daba a la calle, vio como el cielo se iba encapotando por las nubes que anunciaban la posible llegada de la lluvia, mientras pensaba en lo que había leído, entendió que ella, la mujer que había amado más que a su vida, era una especie de filósofa y esa parte, no la conoció, tal vez se la ocultó por no querer tener un choque de ideas, ya que ella era de las que no le gustaba tener discusiones estériles con nadie, una figura atrajo su atención, era la joven que llegaba de clases, se quedó mirándola, ella, percibió esa mirada, se detuvo en la entrada de la cerca de su casa y al mirar a la ventana donde se encontraba él, le miró, Omar sintió una especie de frío recorrer su espalda, la joven permaneció por unos segundos observándolo, luego, saludándolo con una sonrisa, se introdujo a su casa, Omar quedó petrificado, había en esa muchacha algo que le daba una sensación extraña y no sabía, que cosa era.
- Bendición mamá, ¿cómo estás?
- Dios te bendiga hija, ¿cómo te fue en el liceo?
- Bien mami, la misma cosa, siempre la misma cosa.
La joven mirando a su alrededor, siente el silencio en la casa, mira a su madre y pregunta:
- ¿Dónde están todos?
La madre terminando de preparar le almuerzo responde:
- Fueron a recibir a tu padre al aeropuerto, hoy llega de España.
- Ah, lo había olvidado, ojala me traiga algo bonito.
Recostó su cabeza en el brazo que tenía sobre la mesa y quedó en silencio, la madre lo nota y pregunta:
- ¿Ocurre algo?
Ella responde con una pregunta:
- ¿Dónde conocimos al ermitaño?
- ¡Hija!, no seas grosera, no me gusta que llames a las personas con apodos.
Ella jugando con uno de los cubiertos responde:
- Yo lo conozco mamá, pero no recuerdo de dónde.
- ¿Se te olvidó que chocaste con él en el supermercado? ahí fue donde lo conociste.
- No mamá, yo lo conocía desde mucho antes.
- Imposible, porque después de casi quince años que llevamos viviendo en este lugar, esa fue la primera vez que lo tratamos y fue en el supermercado.
La joven continúa jugueteando con el tenedor y agrega:
- Estoy segura de que ya lo conocía de antes.
- Seguramente lo confundes con otra persona, algún artista de televisión tal vez, pero te aseguro de que no lo conoces, al menos, tu papá y yo no lo habíamos tratado anteriormente.
Ella no responde y como le vino la inquietud, se le fue, saltó a la sala a encender el televisor y olvidó el tema con el canal HTV.
- ¡Sorpresa!
Gritan Pedro y sus hijos al llegar a la casa, Margarita sale al encuentro de la familia diciéndoles:
- Llegan a tiempo, el almuerzo está servido.
En la mesa las preguntas vienen y van, todo gira en relación al viaje del padre, éste le cuenta todo lo relacionado con el mismo y las peripecias que tuvo que realizar para abordar el avión, pues al parecer, hubo un error en la venta de los boletos de viaje. Todos comparten el almuerzo y halagan a la jefa de hogar por lo bien que le quedó, Pedro comenta que para acompañar tan esplendida comida hace falta algo.
- He traído una buena carga de un licor que estoy seguro les va a encantar.
Se levanta y abriendo una de las cajas, extrae una botella de vino, se sienta a la mesa y mirando a Saleska agrega:
- Solo para los más mayores, por supuesto.
Pedro sirve la bebida en las copas de Alberto, Adriana y Margarita, cuando se va a servir, se da cuenta de que Saleska está como en otro lugar, él mirándola pregunta:
- ¿Ocurre algo hija?
La joven, con la mente entre el recuerdo y el presente contesta mientras mira la botella:
- Yo ya he tomado antes de ese vino, pero no recuerdo donde.
El padre se le queda mirando y pregunta:
- ¿Has tomado vino?, ¿a escondidas?, mira que eres menor de edad, no debes hacer semejante cosa.
La chica tratando de recordar continúa:
- No, fue en compañía de alguien, pero no recuerdo con quien.
Pedro y Margarita se miran y es la madre que con preocupación pregunta:
- ¿En dónde y con quién?
Los hermanos que escuchan el interrogatorio, comienzan a recriminarle su comportamiento, la madre, insiste en indagar:
- ¿Con quién has estado bebiendo Saleska?, ¿con quién, en dónde y desde cuándo lo has estado haciendo?
Ella confundida por las demandas responde:
- No lo sé, solo recuerdo que hace mucho tiempo había tomado de ese vino y lo tomábamos comiendo queso.
- ¿Lo tomábamos?
Preguntó la madre con un tono de nerviosismo en la voz.
- Si… era en otro lugar, parecía que era en…no recuerdo bien.
- ¡Esto tenemos que resolverlo ya!
Dice la madre en voz alta y levantándose de la mesa, se dirige a la joven diciéndole:
- ¡Vamos, tú y yo tenemos que hablar!
Y agarrando a la chica por el brazo, la haló para llevarla a la habitación de la joven. Saleska no entendía lo que ocurría y nerviosa pregunta:
- ¿Qué es lo que pasa mamá?
La mujer no responde, en su mente hay muchas cosas, muchas preguntas y unas de ellas era, si la joven Saleska ya se había entregado a un hombre a tan temprana edad.
- Mamá, ¡respóndeme por favor!
- ¡Cállate y camina!
Fue la respuesta que obtuvo la chica mientras su madre la halaba por las escaleras, ella por más que trataba de liberarse de la mano de su madre, no podía lograrlo.
- Suéltame por favor mamá, ¡me haces daño!
La reacción de la mujer no se hizo esperar, de un empujón, la proyectó hacia la puerta de la habitación de su hija, Saleska con el miedo reflejado en su rostro preguntó:
- ¿Qué es lo que te pasa mamá?, ¿vas a matarme acaso?
- ¡Eso es lo que haré si no me explicas con quién te estás viendo!
Ambas entran en la habitación, Margarita cierra la puerta con tal fuerza que ésta rebota en el marco y queda entreabierta.
- Ahora mismo me explicas: ¿qué es eso de estar bebiendo con una persona que no recuerdas? de seguro puso un narcótico en el vaso y te manoseó.
Saleska estaba asustada, esta era la primera vez que veía a su madre reaccionar de esa forma, trató de esconderse en el baño pero ella la agarró por un brazo, la tiró sobre la cama y preguntó nuevamente:
- ¿Quién es ese hombre con que te emborrachas? ¡Responde!, ¡o te muelo a palos!
La joven comienza a sollozar del miedo, la madre la agarra por las muñecas y gritando vuelve a preguntar:
- ¿Con quién has estado bebiendo? ¡Vamos dime!, ¿con quién?
El sollozo se convierte en llanto y luego en gritos, el resto de la familia al escuchar el escándalo, sube a toda prisa y en el momento en que la mujer está levantando la mano para abofetear a la indefensa muchacha, Pedro grita:
- ¡Alto mujer! ¿Qué crees que vas a hacer?
La mujer reacciona y se da cuenta de lo que iba a cometer, con asombro se cubre la boca con ambas manos y mirando a su esposo pregunta:
-¿Qué he hecho Dios mío?
La chica al sentirse liberada del ataque de su madre, se arrincona en la cama, dándoles la espalda a los miembros de su familia. Pedro se acerca a su esposa y llevándosela hasta la puerta pregunta:
- ¿Es que te volviste loca acaso? ¡Mírate!, pareces otra persona, ¿es que quieres que nuestra hija nos tema?, ¿qué fue lo que te pasó?
Ella, visiblemente avergonzada, no sabe que decir y pasándose la mano por la cabeza y con la voz hecha pedazos responde:
- Te juro que no sé lo que me pasó, ¡te lo juro!, Pedro, estuve a punto de golpear a Saleska, ¡qué horror!, ¡esto no me lo perdonaré jamás!
Se aproximó a su hija para disculparse, pero, al sentir la mano de su madre, del pánico se estremeció, trató de tomarla por un brazo, pero la joven fue más ágil que su madre, saltó de la cama y se encerró en el cuarto de baño, la madre mirando a su esposo preguntó:
- ¿Qué vamos a hacer?
Él no responde, solo se limita a mirarla, ella se acerca a la puerta poniendo las manos en la madera le dice:
- Hija, ¡perdóname!, ¡no sabía lo que hacía!, ¡te lo juro!, abre la puerta por favor, quiero hablarte.
Al otro lado de la puerta se oye el llanto de la pobre chiquilla, que más que desesperación, la embargaba el miedo y el desamparo, en ese momento, la joven miró por la ventana y algo de la situación que está viviendo, le pareció familiar, el estar llorando dentro de un cuarto de baño ya lo había vivido antes y eso, aumentó su temor.
- ¡Hija por favor!, ¡abre la puerta!
Ruega una vez más la madre, el llanto de su hija se oye a través de la puerta y con el corazón comprimido por el remordimiento, comienza a llorar también, su esposo la retira de la puerta y le dice:
- Creo que es mejor que la dejes sola, ella debe asimilar la situación y con tu actitud, no lograrás que salga, vamos, ya habrá tiempo para hablar con ella.
- Si, pero lo que hice hoy no tiene nombre, te juro que no sé qué me pasó, yo misma estoy sorprendida de lo que he hecho.
- Vamos Margarita, aquí no hay nada que hacer.
Pedro la toma por un brazo y halándola suavemente le dijo:
- Vamos, vamos.
Margarita reprimiendo el llanto, se aleja de la puerta, todavía se escucha el llanto de la chica y eso hace que se regrese, Pedro le presiona el brazo y le dice:
- Te dije que la dejaras, por favor, vete de aquí.
Todos menos el padre, abandonan la habitación, Margarita desde el borde de la escalera, voltea la cabeza y mirando a su marido, le da a entender lo mal que se siente, él comprende el mensaje y le dice:
- Ve, trataré de hablar con ella.
Margarita y sus hijos bajan a la sala, entre los tres hay un silencio pesado, Margarita no entendía su irracional comportamiento, Alberto y Adriana se sienten culpables por haber actuado en la forma que lo habían hecho, Alberto piensa que si se hubiese mantenido callado, tal vez su madre no hubiera actuado de esa forma, Adriana por su parte piensa que en lugar de agredir a su hermana y hubiese sido un poco solidaria, tal vez las cosas no hubieran llegado a mayores. En la habitación, Pedro toca muy sutilmente la puerta del baño esperando que su hija responda, ella, sentada en el piso, con los ojos enrojecidos y la mirada perdida, no escucha el llamado de su padre, éste insiste nuevamente y esta vez, la joven demanda:
-¡Por favor…! ¡Déjenme sola!
- Hija, soy yo, ¡abre la puerta por favor!
Saleska, acurrucada sobre el piso, aprieta sus piernas con sus brazos a su pecho, cierra sus enrojecidos ojos y suspira, duda por un momento, luego pregunta:
- ¿Vas a pegarme?
Pedro sonriendo por la pregunta responde:
- No hijita, no lo haré.
- ¿Me lo juras?
- Te lo juro, sabes que no haría tal cosa, ¡créeme!, no lo haría.
La joven secándose la cara con el dorso de sus manos, se incorpora, se aproxima a la puerta y poniendo su frente a la madera pregunta nuevamente:
- ¿Me das tu palabra papá?
- Palabra de honor Saleska.
La joven pone la mano en el picaporte y muy lentamente, gira el pomo y el pestillo, libera la puerta, Pedro espera que sea ella la que tome la iniciativa y se retira hasta la pequeña butaca que está al lado de la cama de su hija, se sienta e invita a su hija a salir, ella lo mira con cierta desconfianza y haciéndole señas con la mano le insta a que salga, ella asoma la cabeza y mira con temor, Pedro le extiende la mano y le dice:
- Ven, vamos a charlar.
La invitación le recuerda lo que le había dicho su madre minutos antes, e instintivamente, se regresa a la puerta, Pedro se la queda mirando y nuevamente le pide:
- ¡Vamos!, no tengas miedo mi amor.
Saleska no está plenamente segura de lo que va a hacer, nuevamente mira a su alrededor y al ver que no hay moros en la costa, se aproxima a su padre, éste le extiende las manos y levantándose, la abraza, ella comienza a llorar nuevamente, el padre acaricia la cabeza de su hija y le pide que se calme, ella al escucharlo, siente que su desengaño aumenta, dando rienda suelta a sus emociones, Pedro se da cuenta de que pedirle que se calme, es incongruente, ella tiene que desahogarse y asimilar la situación, finalmente, se tranquiliza, luego se sienta en su cama y mirando a su padre pregunta:
- ¿Qué es lo que le pasa a mamá? nunca la había visto así.
Pedro, tratando de ser lo más sincero con su hija responde:
- Hija, créeme que no lo sé, ¡te lo juro!, esta es la primera vez que la veo comportarse en esa manera.
La joven siente un gran peso en su pecho y con voz entrecortada dice a su padre:
- Yo no... yo no he hecho nada malo papá, ¡te lo juro!, lo único que dije fue que ya había tomado de ese vino y le comenté a mamá antes de que ustedes llegaran, que me parecía haber conocido anteriormente al ermitaño, es la misma sensación que tengo con el vino y no sé si fue un sueño o mi imaginación, pero te aseguro papá, no he estado con nadie tomando a escondidas como dijiste, no soy capaz de eso y nadie me ha narcotizado para abusar de mi como mamá sugiere.
Pedro se sintió incómodo al escuchar a su hija, ella tenía razón, él había insinuado que su hija había ingerido el licor a escondidas, eso había sido un error, la miró y se dio cuenta de lo que decía era verdad, Saleska no era capaz de algo semejante, la conocía muy bien, sabía que al salir del liceo, se marchaba a su casa, nunca llegaba tarde y no tenía malas juntas, como aseguraba su suegra.
- Si mamá ha decidido desconfiar de mí, entonces papá, ¡te exijo que me lleves a un colegio de monjas y me internes ahí!, no quiero tener en mis espaldas, la mirada desconfiada de mamá.
- Eso hija, no será necesario, hablaré con ella y te aseguro que no se volverá a repetir, es más, quiero que ella hable contigo para que ese escollo, quede definitivamente muerto.
La joven al escuchar la proposición de su padre, se incomoda, él nota el cambio en su hija y con voz tranquilizadora le indica:
- No te preocupes, te aseguro de que todo será normal, sin violencia alguna, ¿estás dispuesta a hablar con ella en esos términos?
No está muy segura pero la mirada de su padre la tranquiliza, ella sabe que no podrá evitar ese encuentro y al pensar en ello, un iceberg se aloja en su estómago. En la sala, Margarita mira su reloj, el tiempo está pasando y Pedro no ha bajado de la habitación de Saleska, los nervios la devoran y estrujándose las manos espera con impaciencia el momento de saber que ha ocurrido con su hija.
- ¡Que estúpida he sido!, ¿cómo se me ocurre actuar de esa forma?, ¿qué me pasó Dios mío?, ¿qué me pasó? no logro entenderlo, ¡esa no soy yo!
Sus pensamientos fueron interrumpidos con la presencia de Pedro.
- Tenemos que hablar Margarita.
Mira a sus hijos y pregunta:
- ¿Nos disculpan?
Alberto y Adriana abandonan el recibidor, Margarita ve en la mirada de su esposo algo que la preocupa, éste se acerca y tomando asiento al lado de su esposa de dice:
- Tienes que resolver un «problemita» con nuestra hija.
- ¿Y cuál será?
Pregunta la mujer con un tono de nerviosismo en la voz.
- Bueno mujer, entre otras cosas, nuestra hija cree que es mejor estar interna en un colegio de monjas que vivir bajo sospecha.
- ¿Qué?
- Como lo oyes, ella piensa que si vas a dudar de su integridad moral…
Margarita recordando parte de la discusión con su hija se avergüenza de ello, se tapa la boca con sus manos y mirando al techo exclama:
- ¡Oh Dios!
- ¿Qué fue lo que te paso mujer?, ¿por qué agrediste a Saleska de esa forma?
- No lo sé Pedro, ¡te lo juro!, no lo sé.
- Bueno, mujer, ella te espera en su habitación, ¿crees que podrás hablar con ella… sin llegar a mayores?
Margarita lo mira y tragando grueso le dice:
- Tengo miedo y vergüenza.
- Pero tienes que resolver ese problema y mientras más pronto, mejor ¿no crees?
Margarita duda, pero se da cuenta de que lo que dice su esposo, es verdad y armándose de valor responde:
- Si, vamos… pues.
Él extiende su mano y ella la toma, salen en silencio rumbo a la habitación de su hija donde espera con más desesperanzas que miedo. A Margarita se le hizo eterno el trayecto entre la sala y la habitación de su hija y al llegar a la puerta de la misma, sintió un peso enorme en sus manos, no pudo abrirla, ella mira con cierto estremecimiento el picaporte y por más esfuerzo que hace, no logra levantar su mano, Pedro al verla en ese estado de dudas, la mira y abre la puerta, ella cambia de color cuando su esposo la invita a entrar, la chica al verlos entrar, se paraliza, un temor recorre su cuerpo al ver a su madre, instintivamente se coloca al lado de la puerta del baño, su padre le hace señas para que se siente en la cama, pero ella haciéndose la desentendida, no obedece. Margarita con la vergüenza como vestimenta, se sienta en la pequeña butaca y con la mirada en el piso, espera a que ocurra un milagro que la saque de ese atolladero, Pedro se mantiene en pié esperando que la atmósfera se disipe, luego de unos segundos tan pesados como una montaña, toma la iniciativa.
- Creo que tenemos que resolver este mal entendido, ésta es la primera vez que ocurre algo parecido en esta casa, espero que sea la última; y quiero pedirte disculpa hija mía, yo tuve que ver con lo que aquí pasó.
Margarita no dice nada, la chica tampoco, ambas tratan de no cruzar sus miradas, Pedro se da cuenta de que ninguna de las dos quiere intervenir y para acelerar la solución del problema pregunta a su esposa:
- Margarita, ¿qué te hizo actuar de esa forma?
Ella lo mira con sorpresa, entonces se da cuenta de que no tiene escapatoria y sacando de su alma la fuerza que requería, encaró el problema.
- En realidad, no lo sé.
- Pero actuaste…
- Si, tienes razón, pero como dije anteriormente, no lo sé.
- Algo en tu inconsciente te motivó a actuar así mamá.
La intervención de la joven fue como un sablazo en el ánimo de sus padres, Margarita, con la sorpresa reflejada en la cara, no entiende del todo lo que su hija ha dicho y antes de que ella pudiera decir algo, Saleska continuó:
- Tu actuación, obedece a un recuerdo reprimido en tu inconsciente que afloró al relacionarlo con esta situación, sabes bien que no tengo malas mañas como otras chicas que tú conoces, pero al relacionar mis recuerdos inconsciente con los tuyos, se disparó un resorte que revivió una mala experiencia en tu juventud y sin darte cuenta, actuaste conmigo, como lo hicieron contigo.
Margarita mira a su hija fijamente, se lleva las manos a la boca en el momento en que desmesuradamente, abre sus ojos, por su mente pasan los recuerdos que, efectivamente, estaban escondidos en el sótano de su alma, ¿cómo era posible que lo hubiese olvidado? apenas tenía 13 años, en casa de sus abuelos, hubo una fiesta, ella, con todos sus primos, comenzaron a beber los restos de las botellas que encontraban, era una travesura que generalmente hacían cuando tenían oportunidad, pero al parecer, en esa oportunidad, se les fue la mano, uno de sus tíos los encontró a todos durmiendo la borrachera, su madre le dio un trato tan denigrante… lo más traumático fue la visita al médico, se comprobó que era virgen todavía, luego vino la desconfianza y al cumplir los 21 años, su matrimonio hizo que todo quedara en el olvido, hasta ahora, que florecieron nuevamente. Trató de preguntar a su hija, de cómo se había enterado de su secreto, pero pensó que su pregunta pudiera traer más leña al fuego, volvió a la realidad cuando su Padre preguntó a Saleska:
- ¿Qué te hace pensar que tu madre haya pasado por algo semejante?
Margarita interviene y para maquillar el ambiente, toma el control de la situación diciendo:
- Hija, quiero pedirte disculpas por mi actuación, creo que en ese momento me porté como una cualquiera.
Se levantó y abrazando a su hija, lloró amargamente con la joven, de nuevo por su mente desfilaron los amargos recuerdos de su niñez, nunca le perdonó a su madre la humillación por la que la hizo pasar y al recordar lo mal que hizo sentir a su hija, se dio cuenta de que ella tenía la razón y como consiguiendo una respuesta fácil a su pregunta, se dijo que era la vieja intuición femenina la que le hizo pensar en esa forma, Margarita hace una señal a su esposo para que las deje solas, él entendiendo el mensaje, se retira sin que la chica se dé cuenta.
Pedro se pone a analizar lo que había escuchado, su hija había empleado un lenguaje muy característico de los psicólogos, se sintió orgulloso de ello, eso demostraba que Saleska era una joven interesada en los libros, estaba seguro de que su hija «devoraba» los de la biblioteca del liceo.
Margarita en la habitación pregunta a su hija:
- Saleska, dime algo, ¿qué te hizo pensar que mi actuación se debe a un recuerdo reprimido?
Saleska no tiene una respuesta a esa interrogante, lo que dijo fue algo que le saló de alguna parte de su mente y para no caer en detalles y teniendo en cuenta la experiencia reciente, prefirió mentir diciendo:
- Lo dije pensando que era lo más lógico mamá, solo eso.
Margarita siente un alivio al escucharla, piensa que su secreto se encuentra a salvo, dirige su mirada a la ventana y mirando a la nada, analiza lo ocurrido, su comportamiento, su actitud y se desprecia por eso. Saleska poco a poco va cediendo, en su mente hay un torbellino de emociones e interrogantes, siente cosas que nunca había sentido y se da cuenta de que no podrá contárselas a su madre ni al resto de su familia, no confía en ellos, esas visiones que le llegan como un celaje, tendrán que quedarse en su cabeza, analizarlas con la ayuda de alguien que no la juzgue, pero ¿a quién podrá recurrir para solicitar esa ayuda? en ese momento, se sintió totalmente sola y un miedo a que la creyeran loca, la embargó. Margarita se separa de su hija y mirándola le dice:
- Saleska, hija, nuevamente te pido perdón, quiero que sigamos siendo amigas y eso que me dijo tu padre, no me parece, no pienso internarte en ningún colegio de monjas, eso, no es una experiencia muy buena que digamos.
La chica pensando en dos cosas a la vez pregunta;
- ¿Por qué mamá?
- Yo estudié toda la primaria y el bachillerato en uno de esos colegios.
- ¿Y qué pasó?
- Algún día te contaré, pero, por los momentos, quiero que saques de tu cabeza esa idea, ¿de acuerdo?
La joven mecánicamente responde:
- Está bien.
Margarita la toma de la mano, camina hasta la butaca, se sienta y mirándola a los ojos le dijo:
- Hija, sé que es difícil lo que te voy a pedir, pero trata de que esto no dañe nuestra relación de madre e hija, si tienes alguna duda de algo, o algún problema, por favor, no dudes en llamarme ¿sí?
La joven sosteniendo la mirada responde afirmativamente, pero algo en el alma de Margarita, le decía que no lo haría, vio en los ojos de su hija un halo de amargura y lejanía, era comprensible, ella había herido de muerte la confianza que había entre las dos, sintió que la atmósfera de la habitación se estaba poniendo pesada, se dio cuenta de que no podía hacer más nada, se levantó, abrazó nuevamente a su hija y le dijo con un dolor en el alma:
- Lo que te he hecho, no lo olvidarás nunca, pero yo trataré de que lo llevemos lo mejor que podamos.
Le besó los cabellos, acarició su rostro y mirando el techo de la habitación, suspiró, besó nuevamente los cabellos de su hija y le preguntó:
- ¿Vienes al comedor?
La chica la mira como diciendo ¡que pregunta! y responde:
- No mamá, perdí el apetito, en la cena tal vez.
Comprendiendo que había sido una mala idea, agrega:
- Entiendo, nos vemos en la cena.
Margarita cierra la puerta, su corazón está por salírsele por la boca cuando se recuesta en ésta, del otro lado, una joven con el suyo destrozado por un incomprensible arrebato de ira reprimida, se sienta en su cama y suspira, mira a través de la ventana, las nubes que anuncian una fresca noche mientras sus pensamientos, se pierden con el viento.