Capítulo 8

El Contacto.

 

 

Está nerviosa, por primera vez, tiene algunas respuestas a sus preguntas, la información que ha obtenido de la Internet, le ha confirmado lo que sospechaba, en el mundo, solo se conoce de una minoría que afirma recordar parte de su vida anterior, pero algunos psicólogos aseguran que «esa cualidad» es una farsa, que solo la tienen las personas que se han influenciado por lo que leen o han escuchado, que son personas muy imaginativas. Saleska se siente ofendida por los conceptos de los «expertos» en la materia. Siempre hay uno que otro médico, que se cree con derecho a desacreditar a las personas con sus conceptos, que más que eso, son opiniones personales, con las que se burlan de las personas que consideran «extrañas» para no llamarlas anormales o locas. Esos señores, por «ser» científicos, ponen en duda lo que alguien haya dicho sobre la vida después de la muerte; no lo creen, por el simple hecho de no verlo, pero, ¿por no verlo… ponen en duda la existencia de Dios? La vida no se puede definir por las cosas que sean tangibles o no. Cuando se habló por primera vez de la utilización de larvas de moscas en la cura de las úlceras del pié diabético, muchos médicos pusieron el grito al cielo diciendo que era una locura, una aberración, ahora, esa técnica se emplea en muchas partes del mundo, pero ninguno de esos médicos, que ahora recurre a ese método dirá: ¡estuve equivocado!, porque nunca lo creyeron y nadie les criticó esa «ignorancia».   

- ¿Cómo puede ser posible que la mayoría de las personas no recordemos nuestro pasado? ¿Y por qué una minoría si lo hace?

Se preguntaba mientras miraba las fotos de la familia, en ellas se ve la alegría de sus padres, su hermano y hermana. Piensa que sería otra persona más en este mundo, que no recordaría si no fuera por esos «sueños», pero: ¿qué le hizo recordar? ¿Por qué ella? ¿Por qué el resto de la familia no recuerda nada? Comprende que solo el tiempo, hará que el hombre logre comprender muchas cosas. La actitud de un ser espiritual no debe ser igual a la de un ser humano, algo en este mundo, limita el raciocinio, es por eso, que el hombre mismo, es el depredador de su especie.

La tarde llega a su fin y mientras un velo oscuro cubre lentamente el ocaso, dos almas separadas por una pequeña distancia, piensan a la vez en el tiempo, ella, en el que vendrá, él, en el que se ha ido, llevándose consigo, una parte de su vida, la que no podrá recuperar; y por más que evoque a la musa de su felicidad, no logra liberarse de una hermosa imagen juvenil que lentamente, le está invadiendo la intimidad de su espíritu.

No durmió por corregir los trabajos de sus alumnos. Mantuvo su mente distraída con eso, se resistía y se recriminaba el hecho de pensar en una alumna, se siente avergonzado consigo mismo, en primer lugar, por la diferencia de edades, en segundo lugar… ¿qué pondría en segundo lugar?, no había nada para colocar en segundo plano. Al menos, eso creía. Hizo un gesto de negación, mientras se dirigía al baño a tomar su ducha y luego de tomar su acostumbrada taza de café, tomó los trabajos de sus alumnos y se marchó a su clase.

- ¡Buenos días!

Saluda Saleska al verle, él, con un trozo de hielo en su plexo solar responde de igual manera, la mira fijamente y pregunta:

- ¿Por qué no fuiste a clases?

Ella, sosteniendo la mirada responde:

- Tenía algo que hacer, algo relacionado con el… pasado.

- ¡Ah!, que interesante, ¿y encontraste lo que buscabas?

- Si... pero no.

- ¡Muy sorprendente tu respuesta! ¿Y se podría saber qué cosa es lo que investigas?

- Ya lo sabrás... a su debido momento.

- ¿Seguro?

- ¡Seguro!

Se miran profundamente, y luego de unos segundos, él pregunta:

- ¿Vas a clases?

- ¿Y tú?

- ¿Qué crees?

Ella sonríe, luego agrega:

- Espero por ti.

- Pues… ¡vamos!

Y se marchan hablando trivialidades, Margarita al verlos, se da cuenta de lo que había pensado y hecho, había sido un error. Nada que va destinado a un lugar, podrá ser detenido pensó, pero, sabiendo cómo era su hija, no podía dejar de sentir algo de temor. Ella no se arrojaría a los brazos de Omar, se lo había asegurado, pero... había un detalle, estaba enamorada de él y eso, era algo que estaba en el aire, y no se podía obviar.

Ambos llegan a tiempo al liceo y como de costumbre, cada uno toma su lugar en el instituto. Él se encierra en su trabajo de tal manera, que no recordó que ése día, se publicarían los trabajos de castellano de la sección de Saleska. La mañana transcurre en total normalidad, que no se dio cuenta de que ésta se había terminado. Salió del salón tan concentrado en un interesante trabajo presentado por uno de los «secuaces» de Serrano, que momentáneamente no nota el alboroto del alumnado abandonando los salones, inmediatamente recuerda el poema que sería colocado en la cartelera, guarda el folio en su maletín y se dirige al lugar donde los estudiantes se encuentran reunidos. Entre ellos comentaban los resultados de los trabajos, algunos se quejaban de la poca nota que la profesora había colocado a las monografías y poemas y mientras unos se lamentaban de eso, otros en cambio, se alegraban de haber obtenido una puntuación superior a 10. Las chicas bromeaban con la joven al ver su trabajo.

- ¿Quién es tu enamorado Saleska?

Preguntaba una de las adolescentes, ella respondía, que sólo se inspiró en la cotidianeidad de la vida, Armando Serrano se une al grupo de chicas y dijo:

- ¡Lo escribiste pensando en mí! ¿Verdad cariño?

Ella continuó compartiendo con sus compañeras sin prestar atención alguna al desadaptado, éste, al ver que ninguna de las chicas lo tomaba en cuenta, agarra por el brazo a la joven y le dice:

- ¡Mira carajita! ¿En qué idioma quieres que te diga que me gustas?

Ella liberándose de él responde:

- ¡En ninguno!

Y rápidamente, abandona el lugar. Omar ha visto la escena y sintió una fiera despertar en su interior, quiso ir en su ayuda, pero en ese preciso instante, la profesora Belkys le pregunta:

- ¿Cómo le parece el trabajo de Sandoval?

Él sin dejar de mirar a Serrano ásperamente responde:

- ¡Aún no lo he visto!

- Pues véalo, es increíblemente... ¡hermoso!

Le comenta mientras le señala la página en la cartelera, Omar en ese momento, había perdido el interés en la lectura, quería saltar sobre el bribón, destriparlo y darle hasta por dentro de los dientes, pero se vio obligado a esperar, pues, estaba más que seguro, que se le presentaría otra oportunidad.

- ¿¡Cuál es!?

Pregunta con cierta irritación en su espíritu.

- ¡Este!, no sé qué pensará usted, pero para mí, ¡es muy hermoso y romántico!

Omar, al leerlo, sintió que su cuerpo se petrificaba, la profesora al verlo pregunta:

- ¿Qué le parece?, esa chica es algo especial ¿verdad?

Omar con el alma aprisionada responde:

- Sí que lo es y disculpe, ¡tengo algo que hacer!.

Abandona el edificio con un torbellino en su mente. En cuestión de segundos, recordó todas la notas de su esposa y un sin número de cosas, sus pasos eran zancadas, trataba de darle alcance a la chica y al hacerlo, lo que vio, fue suficiente para sentir en su espíritu, un sentimiento que desde hacía quince años, no había sentido; odio y deseos de matar. Armando la tenía acorralada en una esquina de una casa, su pecho estaba apoyado a la espalda de la joven, mientras le tenía las muñecas agarradas con una de su grandes manos con la otra, manoseaba el vientre y el busto de la chica. Omar, quiso destriparlo pero se calmó y alevosamente se le aproxima por la espalda. Al tenerlo cerca le dijo con toda su hostilidad:

- ¡Suéltala!

Armando gira su cabeza y con una sonrisa burlona  pregunta:

- ¿Y qué si no lo hago?

Omar por respuesta, suelta el portafolios y le toma fuertemente por el cabello con la mano izquierda y tirándole violentamente la cabeza hacia atrás, presiona con toda su fuerza el cóndilo del maxilar con el nudillo del dedo medio, el maleante al sentir el dolor, libera a la chica, Omar le hace señas para que se retire, ella comprende y se aleja unos pasos, entonces Omar le grita con la boca casi dentro del oído:

- ¡Espero, que ésta sea la última vez que la tocas!, porque si lo haces de nuevo, ¡te juro que te mataré tan lentamente, que desearás que acabe con tu vida! ¿Entendiste?

Serrano no respondía por el dolor, Omar al ver las lágrimas que le brotaban aumentó la presión mientras le decía:

- ¡Te mataré una y mil veces! y cuando estés enterrado, iré a tu tumba a matarte nuevamente, ¡aunque tarde cien años en salir de la cárcel! ¿¡Me entendiste pedazo de basura!?

El delincuente, con los ojos desorbitados, apenas responde, Omar aplicó más presión hasta el punto de casi hacerle perder el sentido, Saleska al ver la intención de Omar le pide:

- ¡Déjalo!, no vale la pena.

Omar la mira por unos segundos y ella con un leve movimiento de cabeza le suplica que la acompañe. Omar suelta al malhechor y al caer, se golpea fuertemente la espalda y la cabeza. Omar se pone en cuclillas a su lado y mirándole a los ojos le dice mientras le presiona con el dedo índice en la tráquea:

- ¡Que suerte tienes basura!, le debes la vida.

Se incorpora aumentado la presión en la garganta del maleante y en compañía de Saleska, se marcha, Serrano, tosiendo, los ve alejarse, lentamente se levanta y sacando su celular, llama a su padre mientras se seca las lágrimas.

 

 

Saleska lo mira de soslayo, sabe que ha leído la composición poética. La mente de Omar es una turbulencia de elucubraciones y mientras piensa, el temor a que la reencarnación sea verdad, comienza a instalarse en su alma. Detiene su marcha y la mira, el tiempo en ese instante, se detuvo para ambos, ella cree saber lo que él piensa y al unísono dicen:

- ¡Tenemos que hablar!

Omar siente miedo, en ése momento, comprendió el porqué de muchas cosas, el nerviosismo que sentía al mirarla, su voz en su mente al evocar a Narada… muchas, muchas cosas tuvieron sentido para él.

- ¿En dónde?

Pregunta ella, Omar sin saber que responder dice:

- En donde tú digas.

- ¡Quiero ir a tu casa!

- ¿¡Qué!?

Pregunta Omar con voz nerviosa.

- ¿Qué tiene de malo?

- ¿Que qué tiene de malo? ¿Qué crees que pensarán tus padres al saber que vas a ir a mi casa?

- No te preocupes, de eso me encargo yo.

- ¡Que sea en otro lugar!

- ¡No!, se hará como yo digo.

- ¡Pues no estoy de acuerdo!

Ella le mira a los ojos por unos momentos, luego, cerrando los suyos le dijo:

- Omar, necesitamos hablar, quiero ordenar mis ideas y mi vida.

- ¿Qué quieres ordenar tu vida? y la mía ¿dónde la dejas? Desde que te conocí, para mi has sido un misterio y ahora, que comenzaba a verte como una amiga, saltas a mis recuerdos y a mi alma como…

Omar no puede contenerse y se sienta en la acera, las lágrimas comienzan a brotar y con angustia, exclama mientras se agarra los cabellos:

- ¡Tú…! tú te robaste mi tranquilidad con ese poema.

Su cuerpo se agita por el llanto, ella al verlo en ese estado, siente deseos de abrazarlo y reprimiendo sus ansias, se sienta a su lado cerca, muy cerca de él y le dice mientras toma una de sus manos:

- Creo… que sabes quién soy ¿verdad?

Él con los ojos húmedos la mira y con la voz quebrada responde:

- Temo responder eso.

Saleska le presiona la mano mientras le dice:

- Tenemos que hablar y quiero que me esperes en tu casa.

Se levantó y se marchó. La incertidumbre ocupó el espacio de ella en la acera, la mira alejarse y alzando la mirada al cielo pregunta:

- Dime Dios, ¿¡qué carajo hiciste!? ¿Acaso… te estás burlando de mí?

Con el alma adolorida, se levanta, ve a la joven alejarse hasta que entra en la casa y él, inicia el camino a la suya.

Margarita al ver a su hija, quiso preguntarle muchas cosas, pero ella, adivinando sus pensamientos le anticipó:

- Voy a su casa, él y yo tenemos mucho de qué hablar.

- ¿Que vas a hacer qué?

- Mamá, ¡por favor! No te ponga así, tú me conoces y no voy a hace nada malo.

- ¡Pero hija…!

- ¡Por favor mamá!

Margarita, sabiendo que no puede disuadir a su hija le dice:

- ¡Voy contigo!

- ¿A qué mamá? Tú no entenderías de lo que hablaríamos.

- De todos modos te acompaño.

Saleska la mira y le dice:

- Mamá, no puedes estar presente, eso es entre él y yo, tengo que organizar mi vida, aclarar muchas dudas y sobre todo, quiero dejar de ver esas imágenes que me atormentan.

- ¡Pero hija!

- No mamá, déjame hacer esto sola ¿sí? Y gracias por tu compresión.

Subió a su habitación se cambió de ropa y al bajar, encontró a su madre parada en la puerta, estaba dispuesta a no dejarla ir sola, Saleska al ver su actitud le preguntó:

- ¿Qué recuerdas de tu vida pasada?

Ella sorprendida por la pregunta responde:

- Nada ¿por qué?

- Porque si no recuerdas nada, nada podrás hacer, mamá, algún día tendré que hablar con él, no quiero demorarlo más, por favor ¡confía en mí!

Margarita se dio cuenta de que no podía convencer a su hija y con pesar, tuvo que dejarla ir. Saleska le dijo antes de irse:

- No te preocupes, él no es lo que tú crees.

- ¡No te tardes hija!

Omar estaba asustado, no sabía qué hacer ni que decir, caminaba de un lado a otro con un remolino de pensamientos, cuando sonó el timbre, todo su ser se congeló, casi le da un infarto al pensar que ella entraría a la casa, ¿reconocería sus cosas, las pinturas y los adornos que su familia había traído desde la India?, ¿y el jardín?, ¿lo recordaría? Nervioso como un colegial, abre la puerta, el verla, no supo que decir, se quedó parado como una esfinge, ella, esperando pregunta:

- ¿Es que piensas dejarme parada aquí?

Él reaccionando dice:

- Disculpa, es que… ¡pasa por favor!

Ella nota su nerviosismo y le sonríe, Omar la conduce hasta el recibidor y pregunta:

- ¿Gustas algo? ¿Un café u otra cosa? No tengo muchas cosas que ofrecer, ya que nadie me visita…

- No te preocupes por eso y no te pongas nervioso, solamente he venido a que charlemos.

Omar no deja de mirarla y dice sin darse cuenta:

- Si te soy sincero, creo que sólo tengo café.

Saleska sonríe por el comentario y mira la sala, nota que está muy bien ordenada. Nadie diría que es la casa de un hombre solitario. Ve el gran ventanal que separa el ambiente del jardín y algo en ella, parece revivir, Omar se da cuenta y pregunta:

- ¿Quieres verlo?

- ¡Sí!, quiero ver si es verdad, lo que he visto en mi mente.

Omar abre el portal y la invita a salir, a medida que Saleska se aproximaba al acceso, sentía que sus entrañas se endurecían, todo para ella fue como la confirmación a algo previo, inmediatamente reconoció todo. Al entrar al jardín, sintió una paz, que le hizo evocar «viejas» y hermosas épocas del pasado, a su mente, llegaron los momentos en que sumergía los pies en la fuente, cerró los ojos y su respiración se alteró al sentir sus eróticas caricias, esos besos en sus hombros y en su cuello, eran el preludio a la entrega total, su piel se erizó al darse cuenta de que estaban solos y sintió como su organismo se preparaba para el amor, continuó caminando por el vergel, Omar, la miraba desde el portal, ella, detallaba cada planta, cada piedra, cada rincón, absolutamente todo, hasta que dijo:

- La mesa…  no está.

Omar camina hasta ella y le dice:

- La dejé en Mérida, ahí fue donde estuvo originalmente el jardín.

Ella lo mira y sentándose en uno de los bancos, le pidió con suave voz:

- ¡Ven!, cuéntamelo todo.

Omar baja la mirada y dice:

- No quiero hacerlo.

- ¿Por qué?

-Porque no quiero revivir nuevamente… tú… ya sabes.

Saleska insiste extendiendo su mano.

- ¡Ven! No voy a hacerte daño.

Omar la mira, sonríe y le dice:

- No estoy muy seguro de ello.

- ¿Vas a venir o no? porque si vas a comportarte como un niño, me voy a casa.

Saleska mantenía su mano extendida esperando, Omar duda por unos momentos, para él, era más fácil ver a Narada sentada en ese banco que a Saleska, esa era la figura que tenía en su memoria y le costaba creer que, una chica rubia, de ojos azules, le estuviera recordando a la dueña de su alma. Ella, un poco impaciente insiste:

- Estoy esperando Omar.

A regañadientes, se sentó a su lado, lo mira y le dice:

- ¡Carambas! Hay que rogarte ¿verdad?

Omar no replica, solo se limita a sentir sus nervios actuar y no logra comprender cómo una joven, le comienza a hacer cuadritos la vida. Siente su mirada penetrante y tratando de evadirla, mira al cielo, pero el color de éste, le recuerdan sus hermosos ojos. Sintió un latigazo en el cuerpo cuando ella, tomándole la mano le pidió:

- Por favor, ¡no tengo todo el día!, mi mamá está esperando y cuando se pone necia…

Sonrió al escuchar su argumento, tomó aire y comenzó el relato.

- Nos conocimos en Mérida. Un hermoso día, repentinamente entraste a mi vida con un tropezón, que cambió mi alma por completo, tú hiciste que…

Comienza la historia y a medida que narraba los hechos, el semblante de ambos se transformaba, los pormenores y situaciones de sus vidas, hace que Saleska vaya sintiendo, como si se fuera abriendo ante sus ojos, un cofre con todos sus recuerdos, vivió por así decirlo, cada detalle de la historia, percibió como un eco, el recuerdo de cuando se conocieron en el self service y de cómo Omar la arrojó de nuevo al piso, lo gordo que era y las patica e’ monja que tenía. Rieron con eso y con las muecas que hacia cuando relataba la historia. Todo fue aflorando lentamente, cuando salían de paseo, el día en que se casaron, la luna de miel... pero, al tocar el momento en que le dispararon, sintió en su espalda y pecho, un escozor e inmediatamente entendió, el porqué de los lunares, Saleska con rostro apesadumbrado pregunta:

- ¿Supiste... quién me disparó?

- No, nunca se supo, es más, la policía pensó, que yo estaba involucrado en el hecho, lo único que recuerdo es que el homicida tiene un mechón de canas en la parte de atrás de la cabeza.

Ambos quedan en silencio, luego ella pregunta:

- ¿Le dijiste eso a la policía?

Omar hace memoria y al percatarse de ello responde:

- No, ¡nunca lo hice!

- ¿Y por qué?

- ¡No lo sé!, sinceramente, no lo sé.

La atmósfera se puso densa al tocar el tema de la muerte, fue incómodo para ellos, pues, ambos sufrieron el dolor de la separación, Saleska dirige la mirada a la verde y cuidada grama y tímidamente pregunta:

- Te quise mucho ¿verdad?

Omar suspira al escucharla, cierra los ojos y nostálgicamente responde:

- ¡Mucho!; tanto fue así, que me escribiste ese poema.

En ese momento, entendió por qué se sentía tan atraída hacia él, el sentimiento de seguridad y sosiego, era una remembranza del amor que se tuvieron cuando vivieron juntos, era algo intrínseco en su espíritu y se alegró de ello, pues, no era entonces, algo «contra natura», su alma era cual corriente de un impetuoso río, que buscaba su cauce natural y ese cauce, era él.

- Y tú… ¿me quisiste también?

Pregunta nuevamente, pero con la intención de saber, si siente lo mismo por ella, porque en ese momento, él, está por descubrir sus sentimientos. Omar se levanta y va hasta la fuente, camina alrededor de ésta y con la vista, busca alguna rana o grillo que respondan por él, pero, a plena luz de la tarde, es imposible encontrar esa clase de ayuda, Saleska lo mira y en sus ojos, brilla la esperanza de una respuesta afirmativa y al ver que la mira para responder, su corazón se congela por la impaciencia. Omar trata de decir la verdad sin comprometerse, para él, es difícil la situación, prácticamente, estaría declarando su amor a una joven de apenas catorce años, pero también, le es difícil esconder el amor que tuvo por Narada, se vería envuelto entre la verdad y la mentira, pero al ver sus ojos, se da cuenta, de que no puede mentirle. 

- ¿Qué si te quise?, para mí, eso es el pretérito de un verbo que no lo tiene. Siempre ha de conjugarse en presente y futuro y te diré algo, en este momento, no sé con quién estoy hablando, contigo, o… con ella.

- Si estuvieras hablando con ella, ¿qué le dirías?

- Si estuviera hablando con ella le diría, que desde que se fue, mi vida ha sido un foso sin fondo, nada lo ha podido colmar desde hace quince años. También le diría, ¡que la extraño mucho!, que me he embriagado besando su recuerdo y en este momento, ¡maldigo al criminal que disparó contra ella!, ya que la bala que la arrebató de mi lado, no terminó su sucio trabajo, porque, a ella la mató.

Se abre la camisa y le señala una herida en su esternón y le dice:

- A mí, solo me hirió, dejando mi alma medio muerta.

Saleska al escucharlo, se sintió conmovida pero quería saber más, saber, si la amaba siendo ella y no a Narada, aunque, en esencia, era ella misma y emocionada se aventura a preguntar:

- Y… ¿qué me dirías a mí?

Omar la mira y suspira antes de responder:

- Que estoy confundido, desde que te conocí, has sido un misterio para mí y reconozco, que me agrada tu presencia y tu compañía. Desde que leí tus notas, entendí la esencia de tu espíritu, de tu calidad humana.

La respuesta de Omar, no era la que ella esperaba, pero se sintió alagada al escucharlo, lo mira como tratando de buscar más en su interior, pero él, no se deja escrutar por esos azules ojos, que tienen el poder de perforar su alma, trata de esquivar su mirar observando al cielo y recordando las antiguas costumbres asiáticas y el medio Oriente, las envidió.

- ¿De qué notas hablas?

Pregunta trayéndolo a la realidad.

- Las que redactaste a escondías, ya que en ésa época, yo no compartía tus creencias ni tus ideas.

- ¿Puedo verlas?

- ¡Seguro!

Se introducen a la casa en dirección a la biblioteca, Margarita, que lo ha visto todo desde una de las esquinas de la casa de Omar, siente que su corazón se contrae, pero no puede hacer nada y no le quedó más remedio, que confiar en lo que su hija le había prometido.

- Éstas son las cajas que contienen los cuadernos con las notas que ella… bueno, que tú escribiste.

Saleska cree escuchar su propio corazón por la emoción. Ve las cajas con un sinnúmero de cosas en el interior de éstas y mirándolo, pregunta mientras coloca sus manos en una de ellas:

- ¿Puedo?

- Son tuyas y creo, que no deberías pedir permiso…

El ambiente estaba cargado de emociones e impaciencias, Omar todavía no sabe a ciencia cierta, lo que su corazón siente. Al ver a la joven, cree olvidar a su difunta esposa por un momento, pero al darse cuenta de sus pensamientos, nuevamente siente la vergüenza y la moral tocar su corazón, y al tratar de luchar contra ese pensamiento, la voz de la joven le trae a la realidad y la mirada diáfana y dulce de la chica, irrumpe en su alma cuando pregunta:

- ¿Los has leído todos?

- No, y te confieso, que los que he leído, me ha confundido al extremo.

- ¿Por qué?

- Es mejor que lo veas por ti misma, si quieres, llévatelas, no haré nada con ellas.

- ¿De veras?

- Seguro, ya te lo dije, son tuyas.

Saleska mira las cajas nuevamente, toma uno de los cuadernos con la intención de leer algunas líneas, pero siente que no debe hacer tal cosa, al menos en su presencia y  lo coloca nuevamente en su lugar al momento en que pregunta:

- ¿Me ayudarías a llevarlas a casa?

- Por supuesto.

- Pero… antes quiero que me hables de mi familia de la India y me muestres algunas fotos de ellos y… de ella, si es que todavía conservas algunas.

- Espérame un momento.

Omar sale en busca de los álbumes que guardaba, al cabo de unos minutos, regresó y le dijo:

- Vamos a la cocina, para mi es más cómodo y así aprovecho para hacer mi café.

Ella le ayuda a llevar algunos de ellos y una vez en la cocina, Omar la invita a sentarse mientras se dispone a preparar la cafetera, Saleska impaciente, comienza a ojear las fotos y la primera que ve, es la de Narada, se queda mirándola y luego de unos segundos pregunta:

- Entonces, fue amor a primera vista.

Omar secándose las manos responde:

- Creo que fue algo más que eso.

- ¿Por qué?

Se acerca a la mesa y mirando la foto, llegan a su mente muchas cosas, Omar siente que en ese momento, su corazón está en paz, que lo que había perdido y buscado, formaba parte de él, el tiempo pareció congelarse y al darse cuenta de que lo estaba mirando le dice:

- La vida cambió totalmente al…

La cafetera acusó que estaba lista, él se dispuso a servirse su acostumbrada taza y al llevársela a la boca, se da cuenta de que no le ha ofrecido nada y mirándola pregunta:

- ¿Deseas algo?

- ¿Tienes…?

A la mente de la joven viene el recuerdo del vino, pero se reprime del deseo y finalmente dice:

- ¿Soda?

- ¿Cola dietética?

- Me parece bien.

Luego de servirle el refresco Omar toma la foto y la contempla por algunos segundos, luego agrega:

- En uno de tus… cuadernos, comentas que me conociste anteriormente y te quejabas del hecho de que yo no lo recordara; y en este momento, estoy tan confundido… que quiero decir tantas cosas y no sé por dónde comenzar.

- Di entonces lo primero que te venga a la mente.

- ¡Ése es el problema!, todo quiere escaparse al mismo tiempo.

Omar mira al interior de la taza, su mente es un torbellino de preguntas y siente que todas se agolpan en sus sienes, ella, con la misma opresión, lo observa y se da cuenta de que los dos, están en la misma situación, pero, en el mundo, entre el hombre y la mujer, es la mujer la que siempre toma la iniciativa, es entonces cuando pregunta:

- ¿Cómo era… ella contigo?

Omar, sin apartar la mirada de la taza responde:

- No te sabría explicar, ella era… como la paz y el sosiego de mi vida, la alegría de mi alma… y el cantar de mi existencia.

- ¿El… cantar?

- Si, su voz, era como la música del hogar, la música que acariciaba mis oídos.

Sus palabras la conmovieron, quiso abrazarlo para consolarlo y decirle que siempre estuvo a su lado y que no lo abandonaría de nuevo, pero se contuvo, esa actuación, lejos de acercarlo a ella, de seguro le espantaría y prefirió enrumbar la situación por otros derroteros.

- Háblame de la familia de la India por favor.

Omar sonríe al evocar a sus suegros, toma uno de los álbumes y sentándose a su lado, comienza a señalar cada una de las fotos, el tiempo para ellos dejó de existir al entrar en contacto con el pasado, a medida que iban viendo los álbumes, una a una, fueron saliendo las historias de la familia, desde la llegada a los Andes Venezolanos, la graduación de médico, el matrimonio, hasta el momento en que la llevaron a su tierra natal para las exequias. Luego, entre los dos, hubo un silencio, cada uno de ellos, pensaba por su lado en lo mismo, él, quería pedirle disculpas por no haberla protegido más, ella, por haberlo abandonado, Saleska se ha dado cuenta de que la situación para ambos es incómoda y para romper el hielo pregunta:

- ¿Te has mantenido en contacto con ellos?

- De tarde en tarde les escribo, al igual que ellos a mí.

- ¿Ella tenía hermanos… hermanas?

- No.

De nuevo, el silencio los cobija, parecía que los argumentos se les estuvieran agotando, entonces, ocurre algo sorprendente, en el aire, se siente un aroma a sándalo y miel, la dulce y agradable fragancia los envuelve creando una atmósfera familiar para ambos, al momento, ella siente que su cuerpo comienza a experimentar un cambio, Omar al mirarla, se da cuenta de que a su lado se halla Narada, su sorpresa es tal, que siente la alegría en su pecho, ella al verlo, le sonríe, sus grandes y negros ojos se inundan de ansias y deseos, él quiere decirle que la ha extrañado pero ella suavemente, coloca su mano sobre sus labios, Omar comprende el mensaje y recuerda los momentos de pasión en donde las palabras salían sobrando, sus corazones eran dos aves oprimidas, que luchaban por escapar de las jaulas de sus ansiosos pechos a la libertad del deseo y la pasión, ella, ansiosa le mira los labios, él le toma las manos y suavemente las besa, siente que se estremece al sentir sus besos, percibe su agitada respiración y él, acariciando su negra y brillante cabellera, la atrae hacia él y al acercar sus labios a los de ella, se oye a lo lejos, una voz que reclama:

- ¡Saleska ya son las nueve! ¡Apresúrate!

Al reaccionar, se encuentran en una situación embarazosa, Omar no sabe a ciencia cierta lo que ha pasado, ella, lo mira a los ojos con la desesperanza en la piel, él, no sabe definir lo que siente en ése momento y cerrando los ojos, maldijo el llamado de la mujer en el momento en que se separaba de ella. Nuevamente el silencio habló por los dos mientras miraban las fotografías, y sacando fuerzas para mirarla a los ojos le dice:

- Creo que se te ha hecho tarde.

Ella con el desaliento en el alma afirma:

- Si, tienes razón, y no sabes lo necia que es.

Omar con una mueca parecida a la sonrisa agrega:

- Seguramente será porque te ama mucho, no le critiques su actitud.

Ella suspira, Omar se levanta y pregunta mientras cerraba el álbum.

- ¿Te llevas las cajas?

- Solo ésta, no creo que pueda llevarlas todas esta noche.

- Como quieras, te acompaño entonces.

- Gracias.

Saleska camina a su lado con un torbellino de emociones en su corazón, está más que convencida de que su eterno amor es el hombre que le acompaña, pero desde la cocina hasta la salida de la casa, no hay suficiente tiempo para pensar en ese sentimiento, al llegar a la puerta Saleska le dice:

- Omar, gracias por ayudarme a encontrar respuestas a muchas preguntas.

Quiso decir más, pero se dio cuenta de que no era el momento apropiado y prefirió esperar, pues, sabía, que habría tiempo de sobra para hablar y crecer, ella abre la puerta y le dice:

- Espero verte mañana.

- Yo también y cuando termines con esto…

- Si, lo sé.

Omar entrega la caja a Saleska y ella al recibirla, suavemente le toma una de las manos, él la mira y ella le sonríe diciéndole:

- Hasta mañana.

Omar con el corazón frío repite:

- Hasta mañana, que descanses.

Saleska abandona la casa, Margarita la espera en la cerca y al ver que su hija se aproxima, respira aliviada.

- ¿Cómo te fue hija?

- Luego te cuento mamá, ¡vamos! Tengo mucho que leer.

Saleska voltea la mirada mientras caminan a su casa y al ver la silueta de Omar en el marco del portón, sintió que parte de su corazón quedaba en esa casa, la madre sabe que ya Saleska, a partir de ese instante, no será la misma. Al entrar a la casa, Margarita pregunta:

- ¿Qué pasó? ¡Cuéntame por favor!

Ella colocando la caja sobre la mesa responde:

- Bueno mamá, todos mis sueños están relacionado con él; y lo que me dijiste….

La joven hace una especie de resumen de la historia y al finalizar Margarita sorprendida pregunta:

- ¿Y la policía pensó que estaba involucrado en esa muerte?

- Si mamá, ¡imagínate cómo se sentiría!.

- ¿Y quedó sin resolverse ese crimen?

- Como muchos otros, quien sabe dónde estará el homicida ahora.

Margarita al ver la caja pregunta:

- ¿Qué tienes ahí?

- Esto es parte de las pertenencias de Narada, o mías, eso fue lo que Omar dijo.

- ¿Puedo verlas?

- Por los momentos… no.

Margarita quiso insistir, pero la mirada de su hija, le hizo comprender que esa actitud, era inapropiada y tenía razón, ella podría ser una chiquilla ante sus ojos, pero tenía la madurez y la templanza de una adulta y apenada dijo:

- Disculpa hija.

Saleska la mira y le dice:

- Gracias por entender mamá, espero que me disculpes, pero supongo que comprenderás…

Ella para disimular su impertinencia pregunta:

- ¿Vas a cenar?

- No mamá, tengo mucho…

- Por supuesto hija, ¡ve! Buenas noches y hasta mañana.

- Gracias mamá, hasta mañana.

Saleska subió las escaleras como un celaje, colocó el paquete sobre la cama, cerró la puerta y descalzándose, se sentó sobre la cama a pensar en lo que había ocurrido en casa de Omar, recordó el instante en que estuvo a punto de besarla, cerró los ojos para imaginar ese ansiado beso, suspiró profundamente y susurró:

- Dios, ¡Casi nos besamos!

 

 

Parado frente a la fuente, Omar pregunta:

- ¿Sabían ustedes que ella estaba aquí? De seguro lo sabían y no me lo dijeron.

Las ranas y grillos continuaban con su canto y por primera vez en quince años, lo escuchó con agrado, se sentó al borde de la fuente y miró al cielo; y luego de unos minutos dijo:

- No soy nadie para criticar tus designios, pero una cosa te digo, ¡me tienes arrecho con lo que has hecho!, ¿cómo se te ocurre semejante vaina? Sabiendo el cariño que le he tomado a esa chica, ¡ahora resulta que es Narada!, sólo a ti, se te ocurren esas cosas.

Se levanta y camina por el jardín mientras pensaba en lo que había ocurrido en la cocina, ¡era ella!, ¡era Narada la que estaba sentada a su lado!, ¿cómo no querer besarla y abrazarla? ¡Habían pasado quince años desde que la vio por última vez! Y mirando el cielo nuevamente dice:

- No debería sorprenderme de las cosas que haces, pero esa si no me la esperaba, coño, ¡es una carajita la que estuve a punto de besar!

Se agarra el cabello con ambas manos y dice:

- No sé en qué pensar, cuando la oigo, parece que estoy ante una mujer hecha y derecha, pero al mirarla, ¡me doy cuenta de que no lo es!, ahora resulta que es mi esposa, pero al mismo tiempo, ¡no lo es! ¿Y qué hago con lo que tengo en el corazón? Estoy a punto de morirme por no haber dejado ir este sentimiento y estoy confundido porque no sé a quién amo en realidad, ella es… Narada y Saleska a la vez y el saber que está a mi lado y tan distante al mismo tiempo, ¡me pone mal!

Su mente viaja al pasado, cuando las cosas eran más sencillas, cerró los ojos y comenzó a canturrear la melodía que su esposa escuchaba en el preciso momento, en que se oía en la casa vecina, Omar abre los ojos sorprendido y exclama:

- No debería impresionarme, ellas, ¡son la misma persona!

Saleska escuchando el disco de su cantante favorito, se dispone a contemplar el interior de la caja, no halla por dónde comenzar, al rebuscar en el interior, encontró un collar, lo miró y al tomarlo, repentinamente se vivió como una niña caminado con unas personas por una de las calles de una ciudad de la India, la escena apenas duró unas centésimas de segundos, pero fue suficiente para comprender su significado, se lo colocó y tomó uno de los cuadernos y al hacerlo, sintió la emoción de tener en sus manos, la solución definitiva al misterio que envolvía su vida. La lectura la llevó por un universo inesperado y a medida que iba leyendo, ante sus ojos se revelaba la historia de un pasado que no estaba tan lejano. Su vida con Omar había sido muy feliz y la revivió en la lectura de esas notas, pues, ese amor, que se daban el uno al otro, no se veía en las películas ni en las novelas. La luz del nuevo día, suavemente desplaza la penumbra y sorprende a Saleska leyendo las últimas líneas del último cuaderno y al darse cuenta de la hora, estira su espalda y levantándose, camina hasta la ventana y sonriendo de felicidad, mira al cielo y dice:

- ¡Buenos días mundo!, ¿qué me deparas hoy?

Mira hacia la casa de Omar y nuevamente recuerda el momento en que casi se besan, sonríe y dice:

- Mi mamá, ¡cuándo no!

Siente que hoy es un día especial, su joven corazón, late con más fuerza, pues, sabe que lo verá nuevamente, pero lo verá con otros ojos, con los ojos de su alma, con los ojos del amor. Se desviste y toma su ducha y al pararse frente al espejo, ve el lunar en su pecho, lo toca y a su mente llegan las palabras que se dijo en el baño de la casa de su tío: Cada vez que vea éste lunar, recordaré el día de hoy. Pensó en lo que había hecho su madre y mientras se vestía, analizaba su actitud.

- Seguramente imaginó que me iría con él sin mirar las consecuencias, con eso creyó que me protegía.

Se termina de vestir y al bajar a la cocina, se encuentra a su madre.

- Bendición mamá, ¿cómo estás?

- Dios te bendiga mi amor, ¿Cómo dormiste?

- Bueno, en realidad… no dormí, me pasé la noche leyendo.

- ¿Se puede saber que te tiene tan alegre?

Pregunta la madre en tono de burla, Saleska no responde, solo se limita a sonreír, Margarita la mira con picardía y comprende que su hija, está con otro espíritu, ella tampoco había dormido nada, toda la noche se la pasó pensando en los errores que había cometido, el creer que su hija se iría de su casa en busca de Omar, esa absurda idea, le había nublado el entendimiento, recordó lo que había hecho y lo que su hermano le había dicho, que el miedo, no era buena consejera y tenía razón; y al mirar a su hija, se dio cuenta, de que su amor por ese hombre, era más grande de lo que podía imaginar, pero algo le preocupaba, ¿qué hacer con la diferencia de edades?, ella era apenas una chica de catorce años, él, casi pisaba los cuarenta pero al ver la alegría en los ojos de su hija, decidió pasar por encima de ese detalle y prefirió preguntarle:

- Te mueres por verlo ¿verdad?

Saleska la mira y responde con toda la sinceridad que había en su corazón:

- Mamá, ¡muero si no lo veo!

En esa respuesta estaba todo lo que Margarita había supuesto, recordó su noviazgo cuando pensaba en su Pedro y en las noche de ansias locas que ese querer le daba, pero había una diferencia, su hija, amaba con toda la energía de su alma y ese amor, era diferente, diferente al que ella conocía, al que había sentido y se dio cuenta, de que esa clase de amor, no era como el que en el mundo se conocía, que con el tiempo, en algunas parejas, se transformaba en costumbre y tedio. No, ese tipo de amor, era diferente en todo, pues, venía de Dios, venía desde el más allá, era un amor que vencía la muerte, la distancia del tiempo, al infinito mismo y comprendió, que no habría obstáculo alguno, que se interpusiera en el camino de ese amor y en ese momento, sintió tanta envidia de ese amor inmortal, que se avergonzó de envidiarlo, se acerca a ella y abrazándola le pregunta:

- Corazón, ¿me ayudarías a recordar?, quiero sentir lo que tú sientes, ¡para poder ayudarte y apoyarte en todo!

Saleska la mira sorprendida y con agrado a la vez; y al ver los ojos de su madre inundados en lágrimas, apenas atina a decir por la emoción:

- Si mamá.

Ambas lloran y en ese llanto, toda la presión que tenían en sus almas, se liberó dejando sus corazones libres de resentimientos y amarguras, Margarita se había dado cuenta de que nada ni nadie se podía interponer en el camino de esas almas y para ella, en ese momento, lo más importante, era la felicidad de su hija, levanta la cabeza de su hija y mirándola a los ojos le dice:

- Si lo amas de verdad, ¡tienes que luchar por ese amor!, nada ni nadie se podrá interponer entre ustedes, ¡nada!

Saleska mirándola agrega:

- ¡Siempre lo he amado mamá! ¡Siempre! ¡Y nada me separará de él! Yo le pertenezco como él a mí, así ha sido siempre y así será por el devenir de los tiempos.

El sentimiento de apoyo de Margarita era sincero, la felicidad de su hija, era su felicidad, estuvieron abrazadas por mucho tiempo y cuando Margarita se dio cuenta de la hora, dijo:

- Por primera vez en tu vida, sales temprano de tu habitación y vas a llegar tarde.

Ambas ríen del comentario, Margarita mira la cara de su hija y limpiándole las lágrimas le dice:

- Tan joven y tan madura, lo que daría por que esas lágrimas no volvieran a escapar por causa del dolor.

Toman el desayuno comentando sobre los padres de Narada, Margarita se interesa por ellos y Saleska le dice que se encuentran en la India, al parecer, la muerte de su hija les afectó mucho, ya que era la única hija que tenían, Margarita siente pena por ellos y recordó por lo que había pasado una amiga que había perdido a su unigénito, ese dolor, de seguro era el más grande, Saleska ve la hora y dice:

- Gracias mamá, todo sabroso como siempre, me tengo que ir o llego tarde.

Abraza a su hija y bendiciéndola, le desea la mayor de las suertes.