Capítulo 6

Reunión de Familia

 

 

La sorpresa para Omar fue grata, su hermana y su cuñado, llegaron sin previo aviso, la expresión de alegría fue evidente para los esposos. Tiempo atrás, tenía esa alegría que contagiaba hasta al más amargado, Cory sintió que su hermano había regresado del oscuro averno donde se encontraba, estuvo a punto de llorar al verlo, pero reprimió sus lágrimas por temor a que se transformara nuevamente en el ser lúgubre que ella detestaba.

- ¡No saben la alegría que siento!

- ¡Igualmente hermano!

En el abrazo, ella quiso decirle muchas cosas, pero no, el lenguaje del cuerpo es mucho más fácil de expresar, él lo entendió y besándole la mejilla le dijo:

- Te entiendo flaca, soy yo nuevamente.

Ella lo mira y le fue imposible reprimir su emoción, una lágrima desertó de sus hermosos ojos para llegar a los labios de su hermano. Nuevamente la estrecha en sus brazos y cuando se sosiegan Omar pregunta:

- ¿Siempre serán así tus sorpresas?

Secándose la cara respondió:

- ¡Siempre!

Miguel uniéndose al abrazo dijo:

- No sé ustedes, pero a mí me duelen que joden las piernas de estar parado.

Omar y Cory sonríen del comentario. Luego de descargar el equipaje comentan sobre el viaje, no se dieron cuenta del tiempo y ella pregunta si puede ayudar a preparar la cena.

- ¡Estás en tu casa hermana!, haz lo que te apetezca.

Se va a la cocina a preparar la comida mientras los hombres se quedan en la sala intercambiando impresiones de la política actual. El tiempo les jugó la broma de siempre, se fue sin avisar. Cuando se dieron cuenta, ya Cory tenía la mesa servida. Entre chistes y bromas, la cena fue degustada al máximo, al terminar, se dirigieron a la sala a continuar con la charla.

- ¿Gustan una copa de vino?

Pregunta Omar mientras se dirige al mueble bar.

- Solo una hermano.

- Igual a mí.

Respondió Miguel mientras se levantaba en busca de uno de los paquetes que trajo, lo toma y se lo entrega a su cuñado diciéndole:

- Un buen vino, ¡no debe pasar sin compañía!

Omar, al ver el queso Holandés, recordó los momentos de pasión que vivió con ella, trató de mantenerse ecuánime y lo logró, ya que ninguno de ellos notó el cambio que ocurrió en su corazón.

- ¡Gracias!

Dijo y mientras lo recibía, creyó sentir el aliento de Narada en su cuello.

- Voy por un cuchillo.

Se dirigió a la cocina con la imagen de ella en su mente, suspiró y cerrando los ojos, recordó…

Tomó el cuchillo junto con la escudilla y regresó a la sala, su hermana pregunta:

- Cuéntame hermano, ¿cómo te va?

- Bueno flaca, hice lo que me aconsejaste, he regresado a lo mío.

- ¡En serio!

- Sí.

- ¿En dónde?

- En el liceo del sector, no es la universidad, pero... me mantiene con la mente en el mundo real.

Mientras cortaba el queso en trozos, Miguel servía las copas, Cory se acerca a la ventana y ve el jardín, se maravilla al contemplar lo hermoso que era.

- ¡Omar!, ¡qué belleza de plantas tienes!

- Gracias flaca.

Cory no sabía la historia de dicho jardín y comienza a preguntar en dónde había adquirido tan hermosos ejemplares, él le comenta que unas las había traído de Mérida y otras las había comprado en los viveros locales. Maravillada por la variedad de plantas preguntó  que si la podía llevar al lugar dónde las había adquirido.

- ¡Con gusto!, si quieres vamos ahora mismo, ellos trabajan hasta las nueve de la noche.

- Ay Omar, hoy no, estoy muerta de cansancio.

- Bueno, lo dejaremos para después.

Miguel interviene diciendo:

- Parecen familia ¿verdad? Ambos tienen el mismo gusto por las plantas.

- Si, lo heredamos de mamá. A propósito, ¿has hablado con ella?

- Si te soy sincero, no, no he tenido tiempo, aunque no lo creas, además, algunas veces he tratado de comunicarme y sale ocupado, pero brindemos, ¡por el futuro!

Alzan las copas y comienzan a degustar del licor y el queso. La noche los envolvió mientras conversaban, las anécdotas y recuerdos llegaron a las mentes de los hermanos, rieron y también la tristeza les acompañó al recordar a los que se marcharon, él, sintió el peso de la ausencia de su esposa, ella se da cuenta y le dice:

- Pensarás que soy mal agradecida, pero estoy cansada.

- Si camarada, lo que queremos es cama después del maratónico viaje.

Agrega Miguel.

- Vamos, les mostraré su alcoba.

Omar dejó a la pareja en la habitación de huéspedes y se dirigió nuevamente a la sala de estar, se sentó frente a la pequeña mesa donde estaban la botella de vino y el queso, se sirvió otra copa, detalló el color del licor y tomó un sorbo, cerró los ojos y a su mente llegó ella, su corazón se agitó con fuerza y tomando un trozo de queso, alzó la copa mientras decía:

- Brindo por ti amada mía; ¡estés donde estés!

Sonrió al evocarla, se levantó y colocó el disco que había evitado durante tanto tiempo, la suave melodía del cantante hindú le trajo a la memoria, las veces en que bailaron las románticas canciones de ese cantante, recordó que al principio, no la agradaba mucho el «patilludo» como llamaba a Engelbert Humperdinck, pero, lentamente reconoció el romanticismo de sus canciones y como ella era más romántica que él, se rindió a ese sentimiento, miró su mano izquierda y acarició el anillo de bodas que ella le había colocado cuando se casaron, cerró los ojo y suspiró. Apuró la copa y se fue a la cama con un agradable recuerdo de ella y mientras subía las escaleras, agradeció, el tener a su hermana en casa.

 

 

- Quiero hacer las paces con mi hermano William.

- ¡Me parece muy bueno!, ya era hora.

Apoya Pedro mientras lee su libro de cabecera.

- Uno nunca sabe cuándo va a necesitar de la familia.

- Por eso voy a visitarlo el viernes.

- ¡Qué bien!.

- Me llevo a Saleska, sabes que él no la conoce aún.

Pedro se quita los lentes para mirarla, luego pregunta:

- ¿Estás segura de que no tendrás problema con mi caramelito?

- ¡Pedro!

- Ah, ya sabes cómo es nuestra hija, esa no masca para soltarle un pescozón a cualquiera.

- Precisamente por eso la quiero llevar, mi hermano es psicólogo, tal vez me oriente en…

- ¿En qué?

- Bueno, nuestra hija está pasando por unos cambios de personalidad, quiero saber si eso es normal o no.

Pedro reanuda la lectura y luego de unos segundos manifiesta:

- Creo que es normal a su edad, también hay que entender que ella es una chica diferente a las otras, es muy madura y como sus amigas son unas mensas… no la culpo por ser tan temperamental.

- ¡Pedro!

- Bueno, digamos que... está un poquito adelantada a sus amiguitas.

Margarita se sintió mal por mentirle a su esposo, pero no podía, al menos por el momento, decirle por lo que estaba pasando su hija, prefirió mantener el secreto hasta que se despejaran sus dudas. Cerró los ojos pensando en su hija hasta que se quedó dormida.

 

 

La joven se agita en su cama, sueña que se encuentra en la sala de un hospital, quiere hablar pero nadie la escucha, ve a su esposo con la cabeza entre sus manos, lo ve llorar y se da cuenta de que llora por ella, trata de mover su mano para llamar su atención, pero no puede, los medicamentos que le han suministrado han hecho colisión con otro que ha tomado en secreto para salir embarazada, nadie lo sabe, ¡nadie! y quiere decírselo, quiere decirle que tiene tres semanas de embarazo pero no puede, sus músculos están paralizados, siente que su diafragma lentamente va cediendo, su respiración es cada vez más y más lenta, ahora es ella la que llora, va a morir y va a dejar al ser más amado de esta tierra, quiere decirle que está esperando un hijo, ¡su hijo!, pero no puede hacerlo, finalmente sucumbe y su aliento de vida sale de su cuerpo junto con el de su retoño y lentamente, retornan a la inmensidad de donde vinieron.

Saleska se despierta sudando copiosamente, la garganta le duele por el esfuerzo de querer gritar, su brazo entumecido le pesa un mundo, por primera vez tiene conciencia de lo que ha soñado y comienza llorar en silencio, es un llanto amargo, de desilusión, de desesperanzas, se pone de pie y poniendo sus manos sobre su vientre, comienza a caminar por la habitación, se siente mareada y va hasta el cuarto de baño, sin darse cuenta se sienta en el piso y continúa llorando, luego de su garganta escapa un susurro:

- ¡Mi hijo!

El amargo llanto agita el juvenil cuerpo de la chica, pierde la conciencia y antes de desmayarse pregunta en un leve suspiro:

- ¿En dónde estás amor mío?

Omar se despierta con el agradable olor del café, por un momento tuvo dudas del lugar donde se encontraba, cerró los ojos y pidió al dios de su fe, que todo haya sido una maldita alucinación, lentamente giró la cabeza con la esperanza de verla a su lado, pero su desesperanza no tuvo medida, cerró nuevamente los ojos y sin palabras, recriminó a quien fuera el culpable de su desdicha.

- ¿Puedo pasar?

Pregunta tímidamente su hermana.

- Adelante Cory.

- El desayuno está listo, esperamos por ti.

Dijo mientras entraba en la habitación de su hermano, él desde la cama agradeció:

- Gracias flaca, ya bajo.

Saltó de la cama y se dio un baño militar, en cuestión de segundos, estaba en el comedor, Miguel había comprado el periódico y lo estaba hojeando, al verlo le saludó:

- ¡Buenos días cuñao!, ¿cómo amaneces?

Recordó y mintió:

- ¡Mejor que nunca!

Cory le escucha con alegría y agradeció por ver nuevamente al hermano de siempre.

- Espero que tengas la misma sazón, desde el cumpleaños de Miguel no pruebo tu comida.

- Se ha superado a sí misma, ¡hasta cocina mejor que yo!.

Miguel y Omar ríen al ver la cara que puso Cory al momento que decía:

- ¡Hombres! ¿Cuándo madurarán?

El desayuno fue ameno y agradable.

 

 

Saleska se despierta en el piso del baño, escuchó el llamado de su madre y como una gacela, se desvistió y se metió en la ducha.

- ¡Me estoy bañando!, no me tardo.

- Apresúrate, el desayuno está listo mi amor.

- Gracias mamá, ya bajo.

Saleska decidió no comentarle nada a su madre, el sueño que tuvo no se parecía en nada a los anteriores, recordó con claridad, el cabello de su esposo, la ropa que llevaba puesta, la habitación donde se encontraba, pero no sabía en qué lugar estaba ese hospital. Mientras se bañaba recordó su muerte y la de su hijo, entonces, se dio cuenta de que su vida anterior, era más misteriosa de lo que suponía.

- ¿Quién fui?, ¿cuál fue la causa de mi muerte?, ¿el embarazo o el disparo? Dios mío, ¡que confundida estoy!

Se vistió rápidamente y bajó al comedor.

- ¡Ya era hora mijita!.

Reclama el hermano mayor, ella lo fulmina con la mirada y Alberto, recordando el incidente pasado, desvía la mirada a otro lado.

- Disculpen la tardanza, pero no podía decidirme por cuál ropa decidirme.

Pedro responde a su hija:

- ¿Cuál es el problema? con cualquier ropa te ves bien.

- Gracias padre, es bueno escuchar una palabra de aliento antes de comenzar el día.

Alberto sintió la estocada y se mantuvo callado. Margarita se ha dado cuenta del detalle y tratando de dar calor al gélido comedor, pregunta a su hija:

- ¿Qué te parecería darnos un viajecito por unos días a la capital?

Ella la mira con cierta malicia y pregunta a su vez:

- ¿Amaneciste con ganas de tomarme el pelo?

- ¡No hija!, nada de eso, te lo digo en serio.

Saleska olvidando el incidente mira a su padre con sorpresa, éste le dice:

- Es cierto, ella quiere resolver un pequeño problema con su hermano y al mismo tiempo, presentártelo.

- ¿Al loquero?

Pregunta Alberto, Saleska lo ignoró preguntando:

- ¿Tengo un tío… y no me lo habían dicho?

- Bueno, es…

- ¡Una oveja negra en la familia!.

Interviene Alberto nuevamente, Saleska toma el salero y se lo enseña a su hermano preguntándole:

- ¿Derecho o izquierdo?

Él sin entender pregunta:

- ¿Qué quieres decir?

Nuevamente la joven insiste:

- ¿Derecho o izquierdo? ¿Cuál de los dos prefieres?

- No te entiendo ¿qué es lo que quieres decir?

- ¿¡Que en cuál de los dos ojos quieres que te golpee!? ¿El derecho o el izquierdo?

Alberto se levanta bruscamente de la mesa y señalando a su hermana le dice:

- ¡No te atrevas a amenazarme!

Ella sin dejar de mirarlo y blandiendo el salero le dice:

- No hermanito, no es una amenaza, dalo como un hecho, si te sigues metiendo en conversaciones de mayores, te sueno, ¿está claro?

Alberto se queda mirando a su hermana y antes de que pueda replicar Pedro interviene:

- Chicos, por favor, vamos a comportarnos.

Saleska  mirando a su hermano advierte:

- Eso no es conmigo Alberto.

Rojo de la ira se marcha del comedor y Saleska pregunta:

- ¿En dónde quedamos?

Margarita tratando de obviar el percance le comenta a su hija la intención de ir a Caracas a ver a su medio hermano para consultarle algunas cosas, la chica se emociona por la idea de viajar a la capital del país y conocer al tío en cuestión. Luego de que todos se han retirado de la mesa Margarita le pide a su hija:

- Cariño, creo que debes comportarte de otra forma con tu hermano ¿no crees?

- Mamá, no es mi intención tratarlo de esa manera, ¿te das cuenta de cómo se comporta? ¡Es un niño de veinte y seis años!, ustedes no lo han dejado que abandone el nido, si no lo hace, será un bobolongo por el resto de su vida, además, un fracasado cuando se case; si es… que se casa.

- Bueno hija, tu padre y yo no creemos eso, lo que…

Margarita no terminó su idea, pues la impetuosa joven la interrumpió para decir:

- Mamá, él tiene que hacer su vida, ya se graduó y es un profesional, tiene que buscarse una mujer para que lo ayude a crecer espiritualmente y formar un hogar, tener hijos, abandonar esta casa y si no te has dado cuenta, ¡él estorba!

- ¡Hija!

- Si mamá, Alberto estorba en esta casa, para él es muy cómodo que tú le laves, le planches la ropa y que le prepares la comida, ¡por favor mamá!, tienes que reconocer que no tienes tiempo para ti y papá por su culpa y si no se avispan, Adriana les hará la misma cosa.

La mujer la miró a los ojos, por su mente pasaron muchas cosas y una de ellas era lo dura que era su hija, dura, pero con razón en lo que planteaba, como madre, amaba a sus hijos, pero jamás se le ocurría pedirle a alguno de ellos que se marchara.

- ¿Le pedirías a alguno de tus hijos que abandonaran el hogar?

- Discúlpame mamá, pero no caeré en esa trampa, no te ofendas, pero yo criaría a mis hijos en otra forma, ellos, entenderían lo que tendrían que hacer.

Sonrió al escucharla y pensó que en el futuro, no sería una chica fácil de manejar y con ese carácter, nadie la dominaría y el hombre que se enamorara de ella, tendría que estar a la par de ella, tal vez más que aguantarla, tendría que aprender a ceder y sobre todo, respetarla.

 

 

- Dime hermano, ¿qué haces en ese liceo?

- Bueno, por los momentos, estoy escogiendo a los futuros innovadores, tal vez  los inventores del país.

- No entiendo.

- Verás, la directora ha tenido una idea fabulosa, ella, como referencias ha tenido la experiencia de las escuelas y colegios de los Estados Unidos, nos comentó que para los años cincuenta, años antes, años después, se realizaban en dichos centros educativos una especie de competencias científicas, donde se exponían ideas e inventos, eso llevó con los años a que ese país se desarrollara tecnológica e industrialmente, la idea es, tratar de incentivar en nuestros alumnos el deseo de inventar, innovar y desarrollar proyectos que ayuden a dar el salto tecnológico de nuestro país.

Miguel y Cory vieron en ese proyecto un mundo de posibilidades y comentan que es una magnífica idea, piensan que a ese tipo de iniciativa, hay que darle el apoyo que se necesite. La mañana les acompañó en la charla y en las expectativas que llevaba el proyecto.

Salieron en horas de la tarde al vivero a ver la variedad de plantas que tenían en el lugar, ella escogió una gran variedad de plantas con follaje vistoso, Caladiums, Begonias, Marantas y uno que otro elegante helecho. Llevaron las plantas al jardín de Omar y salieron a conocer la ciudad.

- Llévanos al liceo en donde trabajas.

Pide la hermana.

- ¡Con gusto!.

Se encaminan al liceo y al pasar por el frente de la casa vecina, se detienen por unos segundos, luego continúan. Al llegar al edificio, se estaciona y le dice:

- Flaca, aunque no lo creas, cuando estoy aquí, me olvido de quien soy y disfruto de lo que hago, lo único que detesto es el último timbre, el que indica el final del día.

Ella sonríe al escucharlo y se imagina que su hermano, poco a poco, va retornando a lo que era, reconoce que la muerte de su padre, golpeó a la familia, especialmente a él, luego, la muerte se apodera de su esposa y quebró la poca alegría que quedaba en su hermano, está muy agradecida por el cambio que ha ocurrido en su vida y espera que ese cambio, perdure para siempre.

 

 

Margarita encuentra a su hija escuchando su música, eso le molesta e indignada pregunta:

- ¿Qué estás haciendo acostada? pensé que estabas preparando el equipaje, pronto salimos a Caracas.

Ella con los ojos cerrados y con las manos bajo su cabeza responde:

- Ya la preparé, solo espero por ti.

Pedro al ver a su esposa con los nervios de punta le dice:

- ¡Tranquila mujer!, el vuelo sale a las seis treinta, todavía hay tiempo.

Está nerviosa, no por la posibilidad de perder el vuelo, sino por el verse nuevamente con su hermano, hace mucho que no se hablan y el encuentro, podría ser traumático. Les tomó solo quince minutos llegar a aeropuerto, la vía que circunvalaba la ciudad, estaba despejada, Saleska sintió algo familiar al ver las aeronaves en la Terminal aérea y esa familiaridad, le hizo sentir un sin número de mariposas en su estómago.

- ¿Nerviosa hija mía?

- No papá, creo que emocionada.

- Ésta es la segunda vez que viajas en avión.

- ¿La segunda?

- Si, estabas en el vientre de tu madre cuando hicimos el viaje a la Isla de Margarita, apenas tenías dos meses de gestación.

Pedro abraza a su caramelo y le dice:

- Espero que la pases bien.

- Gracias papá, gracias.

Llegó el momento de partir, Pedro en ese instante se dio cuenta de que su hija, ya no era la niñita que acogía en sus brazos, lo notó al ver a los chicos que la miraban, se veía como una hermosa adolescente, atractiva y vivaz, sintió un extraño dolor al reconocerlo, pero la vida es así, se crece y los hijos, ocupan el lugar de la generación que les dio la vida.

La chica mira por la ventanilla del avión, todo se ve tan pequeño, recordó el sueño y vio lo limitado que es el ser humano, lo efímero de la vida, lo grande que es el tiempo, miró a su madre por unos segundos y quiso entender el misterio de la vida misma, ella la parió y le dio parte de su personalidad, la está educando, le está transmitiendo su experiencias, sus conocimientos, su amor al igual que su padre. Cierra los ojos y no se siente satisfecha por lo que ha recibido de ellos, porque sabe que falta algo más y no sabe qué cosa es, ella piensa que en la vida hay algo que no está escrito, es como una cultura, una tradición sin palabras, sin escrituras, sin sonido, que cada uno de los hombres y mujeres de este mundo heredan y no lo saben. Vuelve la mirada a la ventanilla y las nubes que pasan ante sus ojos se asemejan a las experiencias humanas, son tan grande y no ocupa espacio alguno en la vida, repentinamente a su mente llega el recuerdo de su esposo, su imagen es como una sombra, cierra los ojos y suspira, su corazón lo reclama con ansias, su pecho se comprime al recordarlo y su respiración se agita, Margarita se da cuenta de ello y pregunta:

- ¿Te sientes bien?

La chica con una sonrisa responde:

- Si mamá, me siento bien.

Ella toma la mano de su hija, ésta cierra los ojos y suspira, la madre reconoce esa clase de suspiro porque ella también suspiró, suspiró muchas veces por el hombre que la desposó, pero al ver a su hija suspirar de esa forma, sintió miedo, mucho miedo.

Omar siente llegar el vehículo del vecino, se asoma y se da cuenta de que solo él se baja del carro, eso le extrañó un poco y se quedó mirando con curiosidad, Cory se ha dado  cuenta de ello y pregunta:

- ¿Ocurre algo hermano?

Él pensando en la joven, tarda en responder.

- No, nada, solo miraba.

Y continúan con la conversación.

- ¿Crees que alguno de esos chicos tendrá alguna idea que se desarrolle en el país?

- ¡Por supuesto cuñado!, tengo fe en que así sea, los adelantos tecnológicos de una nación son algunas veces producto de la carencia de un elemento necesario para ejecución de un trabajo específico, es entonces cuando el trabajador modifica la herramienta que tiene en ese momento, esa modificación se hace común entre ellos y sin darse cuenta, mueven unos cuantos pasos adelante a su país, sucede en todo, desde cómo recoger la cosecha hasta en la parte informática, porque es la necesidad lo que mueve ese desarrollo.

- Eso llevará tiempo ¿verdad?

- Si hermana, eso no es fácil, hay que estimular a los chicos a que piensen en ello, una de las ideas que tengo es: poner una herramienta, un motor o algo que sea factible modificar, entonces, se crearán grupos para el diseño de una herramienta o máquina a partir de un diseño original.

- ¿Pero eso no traerá problemas con lo que han inventado esas herramientas o esos motores?

- No necesariamente, porque el simple hecho de modificar algo ya existente, se transforma en un nuevo invento.

La luz del astro rey se hace cada vez más tenue, dando paso a la noche, entre los tres se abocan a la preparación de la cena.

- ¿Puedo colocar algún disco para hacer más agradable la cena?

- ¡Seguro flaca!, escoge el que más te guste.

Cory va a la sala y comienza a ver la variedad de discos que hay en el mueble y escoge a Frank Pourcel, luego se vuelve a la cocina a continuar con lo que estaba haciendo. Dicen que la música tiene el don de apaciguar a la bestia que el hombre encierra en su alma, pero Omar siente que ese efecto en él es diferente, esa música hace que de su pecho trate de escapar el ser huraño que poco a poco, ha tratado de esconder. Ese disco, era el que siempre se ponía cada vez que él y Narada iban a cenar. La mesa está servida y después de agradecer por los alimentos, comienzan a comer.

 

 

- ¡Hola hermana!, ¡bienvenida!

Saluda el hombre con notoria alegría.

- ¡Gracias William!, gracias.

- ¿Ésta es mi sobrina?

- Si hermano.

- ¡Carambas! ¡No pensé que tenía una sobrina tan bella!, ¿cuál es tu nombre?

- Saleska.

Responde la joven con timidez, William mira a su hermana y le dice:

- Un hermoso nombre para una hermosa chica.

La joven se queda mirando a su tío, luego le dice:

- Gracias.

- ¡Vamos!, quiero que conozcan la familia.

En el trayecto estuvieron cambiando impresiones de la vida de cada uno de ellos, Saleska los escuchaba sin prestar atención a lo que decían, miraba el paisaje con un sentimiento de ausencia, ese viaje para ella había sido lo contrario a lo que esperaba, sentía que algo le hacía falta, que había dejado algo en su ciudad y no sabía que cosa era. Llegaron a la urbanización donde el tío William tenía su residencia y después de las presentaciones, bajaron el equipaje, Stela, su esposa, ya tenía todo dispuesto para la cena.

- ¿Qué estudias?

Pregunta William a su sobrina.

- Estoy haciendo el quinto de bachillerato.

- ¡Caray! Entonces eres la más joven de la clase ¿verdad?

Bueno, eso dicen por ahí.

- ¿A qué edad entró a la escuela?

Pregunta la tía.

- Tenía casi cuatro años cuando entró a primer grado, a esa edad ya sabía leer y escribir, además conocía las operaciones básicas.

- ¡Qué bien! ¿Y qué piensas escoger?

- No sé. Medicina tal vez.

- Buena elección, si no te molesta el tener que compartir tu tiempo.

- ¿Y a ti cómo te va hermana?

- ¡Bien!, no me quejo, ¿qué sobre ti?

- Bueno… las cosas andan bien, en estos últimos años, he tenido más pacientes que de costumbre.

- ¿Y cuál es la razón?

- Aunque no lo creas, cuestiones políticas.

- Comprendo.

Luego, el silencio, había una especie de tensión entre los hermanos, cada uno de ellos quería obviar el pasado, pero el tiempo se hacía corto, pronto tendrían que afrontarlo y para disfrazar la tensión, William pregunta a su esposa:

- ¿En dónde están los muchachos?

- Salieron a llevar a tu ahijado a conocer los alrededores, dijeron que no tardaban.

- Hablando de tarde, pensarás que somos unas desagradecidas, pero estamos algo cansadas.

- ¡Por supuesto! ¿Las llevo a su habitación?

- Si por favor.

- Bien, ¡vamos!

Subieron a la planta alta donde estaba la alcoba para huéspedes y William les dice:

- Duerman todo lo que quieran, mañana por ser sábado, nos levantamos tarde.

- ¡Qué bien!

Comenta Saleska mientras se dejaba caer en la cama.

- Espero que descansen.

- Gracias.

Margarita se metió a la ducha mientras la joven preparaba la ropa de dormir, luego le tocó el turno a la chica y Margarita telefonea a su esposo:

- ¿Cómo te va?

- Bien cariño ¿y a ti qué tal? ¿Cómo está mi caramelo de arsénico?

- Bien, ahora está tomando una ducha.

- Espero que descansen, mañana nos hablamos, te quiero y dale mis bendiciones a la nena.

- Así lo haré.

Son la dos de la madrugada y Saleska no ha podido dormir, está segura de que algo le falta y no ha podido determinar qué cosa es, se levanta y se asoma a la ventana, todo el sector donde se encuentran duerme, a lo lejos, se oye uno que otro noctámbulo que se ha reñido con Morfeo. Alza la mirada y fija la vista hacia la radiante luna Caraqueña, a su mente llegan muchas cosas y una de ellas, el recuerdo del hombre misterioso que se ha apoderado de una parte de su vida, cierra los ojos y piensa en él, luego, como una súplica dice:

- ¡Anhelo que te encuentres bien!, estés donde estés; y en el lugar donde te halles, espero me tengas en tus pensamientos, como te tengo en los míos.

Se metió a la cama. Minutos después, una figura delgada, de largos y negros cabellos como la noche misma, se asoma a contemplar a Selene mientras, que a muchos kilómetros de distancia, un hombre solitario, contempla una foto.

Margarita es la primera en despertarse, ya se ha bañado y tendido la cama, contempla a su hija dormir y se pregunta si lo que ha hecho no ha sido un error, no tiene manera alguna de saberlo, está convencida de que su hija necesita ayuda y piensa que su hermano se la podrá dar, reconoce con cierto temor, que su hija le recriminará el no haberle dicho la verdadera razón del viaje a la capital, alza la mirada como suplicando ayuda y exclama:

- A lo hecho, pecho.

La casa comienza a tomar vida, al escuchar las voces en el piso de abajo, se da cuenta de que la hora del desayuno está cerca, despierta a su hija y le dice:

- Voy a ayudar a mi cuñada, baja cuando estés lista.

Saluda a su cuñada y pregunta en qué puede ayudar.

- En nada Margarita, ya todo está hecho, siempre los viernes, dejo todo preparado ya que el sábado nos levantamos tarde.

- ¡Ah! En casa hacemos algo parecido.

Saleska llega a la cocina y hace la misma pregunta:

- ¿En qué puedo ayudar?

- Las mujeres se miran y ríen, Saleska a la defensiva pregunta:

- ¿Cuál es el chiste?

- Ninguno, solo que llegaste unas cuantas horas de retraso.

Cuando se disponían a tomar el desayuno, tres jóvenes muchachos llegan  al comedor, William presenta al resto del grupo:

- Familia, éste gigante es Roberto, el menor de mis hijos, estudia Farmacia y por su tamaño, todos piensan que es el mayor, éste, es Luis, el mayor está por graduarse de Bioanalista y éste otro, es mi ahijado Claudio, está por graduarse de Odontólogo, le invité a que pasara unos días ya que tenía diez años sin verlo.

Claudio, impresionado por la  radiante belleza de la chica y sin dejar de mirarla pregunta:

- ¿De dónde eres?

- De Cumaná.

Responde sin levantar la mirada del plato.

- ¿Quieres conocer la ciudad? ya los primos me han llevado a lugares interesantes.

- No pienso quedarme mucho tiempo, gracias de todos modos.

Margarita notó la molestia en la voz de su hija y rogó a Dios, que no saliera con una de la suyas, el joven insistiendo y con mirada ladina insiste:

- Si cambias de parecer, estoy a tu disposición.

Insiste con voz ladina, la chica no contestó a la invitación, ella tenía su genio y nunca aceptó a los asomados. Al terminar el desayuno, William dice a su hermana:

- Quisiera hablar contigo, ¿vienes?

- Seguro.

Saleska mira a su madre, ésta no se da cuenta de ello y para no quedarse sola, se levanta también y uno de los chicos le dice:

- ¡No te marches!, quédate un momento con nosotros.

Ella sin mirarlos responde:

- Tengo que hacer una llamada, disculpen si no los acompaño.

- ¡Vamos prima!, no te conocemos.

- Si prima.

Dice el más joven de los tres.

- Haz tu llamada más tarde.

Los hermanos tratan de convencer a la joven a que se quede un momento más, ella piensa por un instante y se da cuenta de que tienen razón, acepta de mala gana y dice:

- Está bien.

- El primo menor dice:

- Hagamos la pregunta estúpida de siempre ¿les parece?

- Ella intrigada se interesa:

- ¿Cuál es esa pregunta?

- ¡¿Qué estudias?!

Ella sonríe y responde:

- Estoy haciendo el quinto año.

Claudio interviene:

- Je Je. ¿Quinto año o… el quinto grado?

Y rió de su pregunta, ella al escucharlo, lo borró de su mente, no estaba acostumbrada a tratar con inmaduros y para sacarlo de la conversación preguntó a su primo:

- ¿Por qué escogiste farmacia? ¿No crees que haya mucha competencia en el ramo?

- Bueno, competencia siempre habrá, pero lo que busco no es trabajar en una farmacia, ya que al graduarme pienso seguir con química, lo mío es trabajar en un laboratorio en el desarrollo de nuevos medicamentos.

- ¿Y tú Luis? ¡hay muchos bioanalistas en el país!.

- Si, lo sé, pero la idea es que nosotros trabajemos juntos.

- ¡Ah!, me parece interesante.

Claudio al ver que la chica no ha respondido a la pregunta insiste:

- ¿Entonces? ¿En qué quedamos, estudias, quinto grado de primaria o quinto de bachillerato?

Saleska se levanta diciendo:

- Primos, los veo luego, tengo que llamar a mi padre.

Nuevamente el joven insiste en su broma haciendo la pregunta y viendo que no desistirá en su intento, ella responde:

- Cuando tenga una pregunta inteligente, si es que se le ocurre, tal vez le responda.

Y abandonó el comedor, los hermanos miraron a Claudio y Roberto le dijo:

- Metiste la pata caballo, ella no es como las chicas que tú conoces o estás acostumbrado a tratar.

- ¡Pero si fue una broma!

- ¿La estás conociendo y te identificas como bromista? ¡Por favor!, esa chica, según mi papá, es más inteligente que nosotros tres juntos.

Aclara Luis y luego continúa:

- Su coeficiente es mayor que el nuestro y con lo que tú lloras, de seguro, ella se reirá.

Él joven, tratando de justificarse dijo:

- ¡Pero si solo quise ser simpático!

- Y sí que lo fuiste.

Afirma Roberto.

- Y si pensaste que le ibas a caer en gracia… perdiste tu tiempo.

- Bueno, pero de seguro, me la levanto, ¡está bien buena la carajita!, ¿no les parece?

Luis un poco molesto por lo que acababa de escuchar le advirtió:

- Te aconsejo que no te metas con ella.

- ¡Pero muchachos!, no se pongan con eso, ¡vamos!, de seguro a ustedes también les pareció un bombón.

- Te lo advierto Claudio, si te metes con la prima, vas a tener problemas.

- ¿Es una amenaza?

- Tómalo como quieras, pero te aseguro, si te metes con ella, mi tía no se quedará de brazos cruzados.

Los hermanos, algo molestos, se levantaron de la mesa dejando solo al invitado, éste sin entender, los llama, pero ellos, no le hicieron caso.

 

 

- No sé qué decirte William.

- Entonces, ¡no digas nada!, eso ocurrió hace muchos años.

- Pero no lo he olvidado.

- Fíjate, yo casi lo había olvidado, claro, en ese entonces, éramos unos muchachos y…

- ¡Un momento William!, no solo éramos muchachos, ¡éramos unos inmaduros e inconscientes!

- ¡Bueno!, pero como te dije, ¡ya lo olvidé!, hazlo tú también, no te guardo rencor por eso.

- ¿Seguro?

- ¡Seguro hermana!, además, era un carro viejo

- ¡Pero te lo incendié!

- ¿Y qué con eso? además, tú siempre decías: ¡a lo hecho, pecho! ¿Recuerdas?

- Mira, he vivido con eso muchos años, ese carro era especial para tu mamá, y papá te lo había dejado a ti.

- Que bueno que ocurrió después que murió, ¿verdad? porque si no…

Sonríe al hacer el comentario, ella al mirarlo, sonríe también, él se aproxima a ella y abrazándola le dice:

- Para que te sientas mejor, en la venta de autos europeos de La Castellana, hay  unos modelitos que están…

- ¡William!

Ambos ríen y con esa risa, la tensión que ella sentía, se evaporó para siempre, luego él le dice:

- He estado indagando sobre el tema de la reencarnación, es algo apasionante y te diré algo, consulté con unos colegas y más de la mitad, no cree en eso.

- ¿Y tú?

- ¿Sabes algo? ¡No pertenezco a esa mitad!

Margarita sonríe diciendo:

-         ¡Gracias a Dios!

 

 

Claudio se levanta de la mesa en  busca de la joven, está convencido de que con su “encanto”, derrumbará la barrera que circunda a la chica, no es la primera vez que una cualquiera se hace pasar por dura e interesante, su búsqueda termina al verla en el pequeño recibidor, la mira con deseo y aproximándose al mueble donde se encuentra le dice:

- ¿Sabes una cosa muñequita? quiero disculparme por mi comportamiento, solo quise ser simpático. Además, ¡no creo que fuera para tanto!

Saleska no responde, ya que está más interesada en la revista que lee, Claudio se sienta al lado de la chica y pregunta mientras mira a todas partes:

- ¿Estás molesta conmigo cielito?

Ella lo mira por unos segundos y continúan con su lectura, él la detalla centímetro a centímetro y la desnuda con la mirada, se aproxima más a la chica y colocando su mano sobre uno de los muslos de la joven dice:

- ¡Que bon…

Saleska, con la velocidad del rayo, movió el brazo izquierdo hacia fuera y bajándolo, proyectó el puño contra sus testículos, él, solo vio un fogonazo cuando el codo de la joven se estrelló contra su ojo derecho y su dolor fue espantoso al sentir en sus testículos el impacto, se levantó y le dijo:

- Gracias, ya me habían dicho que tengo bonitas piernas.

Y se retiró en busca de su madre mientras que Claudio, se retorcía del dolor. Margarita al verle la cara se ha dado cuenta de que algo ha sucedido, la interroga con la mirada y ésta, haciéndole una seña imperceptible, le hizo entender que tuvo problemas, William, que es perro viejo, se dio cuenta del detalle y levantándose pregunta mientras se frota las manos:

- ¿Qué les parece si nos tomamos un buen jugo de naranjas? ¡Yo me muero por un vaso!

- Me parece bien ¿y tú Saleska?

Encogiéndose de hombros contestó:

- Buej.

Se retiró y al llegar a la cocina, encuentra a su ahijado colocándose hielo en el ojo, al verlo en ese estado le pregunta:

- ¿Qué te pasó muchacho?

- Nada padrino, me golpee con una puerta.

- ¡Carambas Claudio!, algo debiste haberle hecho a esa pobre e indefensa puerta, ¡mírate como te dejó el ojo!, un poco más y quedas como Walter Martínez.

Claudio se dio cuenta de que su padrino ya se había enterado del incidente y tratando de excusarse dijo:

- No fue con mala intención, lo siento.

William se acercó a su ahijado, le puso una mano sobre uno de sus hombros y le dijo:

- Yo también muchacho, yo también y quiero decirte algo, esa chica tiene catorce años y con tu comportamiento, te hubieras metido en un buen peo, cuándo termines con el hielo, tomas tus maletas y te marchas ¿de acuerdo?

Entre tanto, Margarita pregunta a su hija que había ocurrido, ella le cuenta que en el comedor, el ahijado de su tío, se quiso pasar de gracioso, luego en el saloncito, él le quiso agarrar una pierna

-         ¿Qué hiciste?

Ella, con una sonrisa responde:

-         Le di su merecido.

Margarita no quiso saber lo que su impetuosa hija hizo, de seguro había sido algo aleccionador, quiso hacer un comentario pero en ese momento su hermano regresó a la sala diciendo:

- Cómo les parece, ¡no tenemos ni una naranja!

- No importa hermano, déjalo así.

Comenzaron a comentar cosas de la infancia, travesuras de la época, cosas que la joven no sabía y que le hicieron gracia, en ese momento uno de los primos coloca un disco, Saleska al escuchar la melodía, se levanta y va hasta donde se encuentra el muchacho, éste al verla le pregunta:

- ¿Necesitas algo prima?

- Por favor, permíteme la carátula del disco.

- Seguro, tómala.

Saleska ve que el disco es de acetato, comienza a leer las canciones que contiene  y dice:

- ¡Me gustan todas sus canciones!.

- A mí también, aunque no todas, pero como el disco es de papá y siempre lo colocaba, nos acostumbramos a escucharlo.

- Saleska, ven por favor.

Llama la madre, ella devuelve la carátula del disco de Engelbert Humperdinck y va al encuentro de ella, el tío al verla le pregunta:

- ¿Te parece si vamos al estudio?

Ella le pareció algo extraña la proposición pero acepta. Pasan a la habitación y el Psiquiatra conecta el ambiente musical, Saleska escucha la melodía y nota el cambio de actitud de su tío y su madre, y con un témpano en su estómago pregunta:

- ¿Me trajiste para conocer a mi tío o para que me psicoanalizara?

El tío interviene rápidamente diciendo:

- No es lo que te imaginas sobrina, tu madre me ha comentado que estás pasando por una serie de… bueno de vacíos en tus recuerdos, por eso le pedí a tu madre que te trajera porque es imposible ir a tu casa ya que el trabajo no me lo permite, además, hay otro detallito.

- ¿Y cuál será?

- Nunca me simpatizó tu padre

Margarita se sorprende de la sagacidad de su hermano, él supo manejar la situación y mirando la cara de su hija, pensó que la había convencido a pesar de que su hermano jamás había tenido problemas con su esposo.

- Tu madre me ha hablado de algunos recuerdos que tienes, ella quiere ayudarte y como es mi hermana, no dudé un momento en  apoyarla.

Se aproxima a la joven diciéndole:

- Si es que la quieres, además, he tenido experiencias con algunas personas que han recordado quienes eran en el pasado, no son muchas pero, me gustaría tener un registro de tu vida pasada, si no te opones a ello.

Saleska no dice nada, solo escucha y mirando a su madre señala:

- Dijimos que teníamos que confiar plenamente, basar nuestro trato en la confianza.

- ¡Lo sé hija!, pero no quise que tomaras las cosas como…

- Como lo que son mamá, ¿piensas que estoy teniendo problemas emocionales?

- ¡No!, lo que pasa cariño, es que me duele verte sufrir por tu… esposo, no sabes quién es y eso te martiriza.

- Yo pienso que, si lo apruebas, te podría hipnotizar, te regreso al tiempo en que viviste y resolveríamos ese misterio.

Saleska los mira con resentimiento y William se apresura a aclarar:

- Verás, seguramente fue hace mucho, muchos años.

Molesta la joven aclara:

- ¡No, no es así!

- Bueno, eso no importa, lo que importa es saber quién fue, de seguro de que cuando lo sepas, todos tus problemas se solucionaran

Un silencio espeso se apoderó del ambiente, Saleska se siente en desventaja, está en un lugar que no conoce, se siente engañada por su madre y no está segura de querer hacer lo que su tío pide, por su mente pasan muchas cosas y lo que más teme, es que le hagan olvidar lo que ha soñado, piensa en una solución y dice:

- Necesito ir al baño.

- ¡Ve!

William le indica donde queda el baño de visitas y al entrar, cierra la puerta y con un nudo en la garganta, se recuesta en ésta, Margarita aprovecha para preguntarle qué es lo que le pasa a su hija, él la tranquiliza diciendo que de seguro la chica es más sensible emocionalmente que el resto de las demás personas, comprende lo que su hermano quiere decir y luego ella, pensando en la hipnosis le pregunta:

- ¿Será peligroso?

- No, pero yo sí creo que ella tiene recuerdos de su existencia pasada y al parecer, algo disparó el botón de esos recuerdos. No todos tenemos esa habilidad, pero ella, al igual que algunas personas en la India, la tiene, pero en ese país, se logra eso con técnicas de relajación, respiración y concentración. Quiero advertirte que en ella, ocurrirán cambios de voz y personalidad cuando estemos en la etapa de regresión, así que, no te asustes ¿sí?

Saleska piensa en la forma de recordar en caso de que le hagan olvidar esos recuerdos que para ella son importantes, sabe que al recordar el nombre de su esposo, la felicidad estará más cerca de su corazón, cierra los ojos y maldice el no tener un diario dónde anotar esos sueños, pero estando en la situación en que se encuentra, no tiene tiempo para poder esconder algo que le haga recordar la verdadera razón por la que estuvo en casa de su tío, es entonces que recuerda el lunar en su pecho, se abre la blusa y mirándose al espejo se dice:

- ¡Cada vez que vea este lunar, recordaré el día de hoy!, ¡cada vez que vea este lunar, recordaré el día de hoy!, ¡cada vez que…

Rápidamente lo repitió decenas de veces, hasta que su madre la llamó.

- ¡Ya salgo mamá!

Minutos después, Margarita le pregunta:

- ¿Te sientes bien?

- Si, es que con lo que pasó hace rato, se me revolvió el estómago.

-  Me lo imagino hija. ¡Vamos!, quiero que le digas a tu tío lo que me has contado y por favor Saleska, no creas que lo hice con mala intención ¿sí? soy tu madre y quiero ayudarte.

Saleska con cierta duda respondió:

- Esta bien mamá, no te preocupes.

La intención era buena, pero ella no estaba tan segura de eso, se sentó en el diván y él pide:

- Sobrina, quiero que me cuentes todo, desde el principio, sin omitir nada y lo más importante, no sientas vergüenza, somos tu familia y lo que importa ahora es saber en qué te podemos ayudar ¿de acuerdo?

Ella asiente con un movimiento de cabeza y comienza su relato:

- Todo comenzó, un día cualquiera. Al principio creí que eran sueños como los que tenemos todos los días, pero con el tiempo, se volvieron a repetir casi a diario.

Cierra los ojos y toma aire para continuar y su tío pregunta:

- ¿Es el mismo sueño?

- Bueno, hay cosas diferentes, como cuando me disparan, pero lo que si se repite diariamente es la figura de un hombre que estoy segura de que fue mi esposo.

- ¿Y cómo es él?

- ¡Eso es lo que no sé!, solo veo su imagen, su figura, más no su rostro.

William apoya su mentón sobre su puño y nuevamente pregunta:

-         ¿Te agrede?

-         ¡No!, al contrario, siento su inmenso amor hacia mí en una forma difícil de explicar.

William y Margarita se miran por unos momentos, luego vuelve a preguntar:

- ¿Cómo sabes que es tu esposo?

- ¡Tío!, soy mujer, además, sé cómo mi padre trata a mi madre.

Margarita y William sonríen al escuchar la respuesta, luego él señala:

- Sobrina, te diré algo, cualquier colega diría que lo que estás manifestando es producto de… bueno, mejor no hablar de ello, pero te quiero sugerir algo, vamos a hipnotizarte, si es que estás de acuerdo, así sabremos qué es lo que está tratando de salir a flote, ¿te parece?

Sintió un frío en su estómago y corazón, algo en ella le decía que no lo hiciera, pero quería confiar en su madre, de seguro ella le ayudaría a resolver el misterio. Por su cabeza pasaron muchas cosas pero lo atribuyó al miedo y nerviosismo y respirando hondo dijo con voz de ultratumba:

- Está bien.

William se levanta y sale de la habitación, le pide a su esposa que no quiere ser interrumpido por nadie.

- ¡Ni por el presidente mismo! ¿Entiendes? dile a los chicos que quiero el máximo silencio.

- Cuenta con ello querido, no te enterarás de que están aquí.

- ¡Gracias!

En el estudio, William dispuso todo para la sesión, colocó una música relajante y bajó la intensidad de la luz.

- Recuéstate en el diván y concéntrate sólo en mi voz, solo en mi voz y en nada mas, no prestes atención a otros sonidos, exclúyelos todos, solo sigue a mi voz, solo a mi voz, ahora, voy a contar desde el cinco hasta cero y a medida que lo haga, una tranquilidad profunda dominará tu cuerpo. Cinco: sientes deseos de descansar, descansar, descansar… tu mente está conectada a mi voz. Cuatro: solo sigue mi voz, ahora, sientes que tu cuerpo está descansando en el aire. Tres: te elevas suavemente y vas a dormir en tu cama, ¿la ves? ¿Ves tu cama?

- Si, la veo.

- Bien, ahora acuéstate en tu cama. Dos: nada ni nadie te despertará, solo mi voz lo hará, recuerda, solo mi voz. Uno: yo te protegeré, estás segura conmigo y con nadie más. Cero: ahora… estás cómodamente en tu cama, nada ni nadie te molestará, nadie.

William enciende la grabadora y le pregunta a su sobrina:

-         ¿Cómo te llamas y que edad tienes?

-         Me llamo Saleska y tengo catorce años.

-         Bien Saleska, hora, quiero que regreses… seis años al pasado; dime, ¿qué ves, que haces?

Saleska con voz infantil responde:

- Estoy jugando con una amiga.

- ¿Quién es ella?

- Luisa.

Margarita recuerda a la hija de sus compadres, en efecto, tenían una hija llamada Luisa.

- ¿A qué juegan?

- Soy la doctora y estoy curando a su muñeca Nena.

- ¡Bien! Muy bien. Ahora vas a regresar seis años más, ¿qué ves ahora?

Saleska con voz de niña dice riendo:

- Mi papá me tiene en sus brazos, juega conmigo.

- ¿A qué juegan?

- Me hace cosquillas en la barriguita con su nariz.

William mira a su hermana, ella se sorprende al escuchar la voz de su hija, luego sonríe pues había olvidado ese detalle, ya que Pedro le hacía cosquillas a Saleska,  cuando era una bebé, especialmente en la «pancita» como él le decía.

- Bien Saleska, ahora, lentamente, lentamente vas a regresar cinco meses, ahora, cinco meses más, cinco meses más, ahora tienes nueve meses de edad, ve más atrás, cinco meses más, tienes cuatro meses.

Saleska cambia su posición en el diván y su cuerpo se acomoda a la forma de dormir de un bebé de esa edad, con las manos estiradas y las piernas abiertas, luego, llevándose uno de sus dedos pulgares a la boca, comienza a succionarlo. Margarita siente sus lágrimas brotar al verla en esa posición, habían transcurrido muchos años desde que la había visto en esa forma, de hecho, su rostro, tenía la apariencia de una bebé.

- Ahora, vamos más atrás, tienes dos meses Saleska; un mes. Ahora, en este momento, estás en el vientre de tu madre.

El cuerpo de la joven adopta una nueva posición, su cuerpo se curvó como los de un bebé no nato, el corazón de Margarita palpitaba de tal modo que podía escucharlo, luego William continuó:

- Ahora, lentamente, ve atrás, más atrás, ahora tienes dos meses de gestación; dos meses, ahora; un mes, un mes de gestación, quince días de gestación, una semana de gestación.

A medida que William iba llevando a la joven por las etapas de su vida, ésta cambiaba la posición de su cuerpo, hasta que se desarmó cuando le dijo:

- No has sido concebida.

Quedó sobre el sofá como si se hubiera desvanecido, Margarita se impresionó al verla en esa forma, parecía que se hubiera desmallado.

- ¿En dónde estás?

No responde, William le dice nuevamente:

- Escucha mi voz, solo mi voz, no te distraigas con nada, solo guíate por mi voz.

Y volvió a preguntar:

- ¿En dónde estás?

La joven responde con una voz más grave:

- No lo sé.

- ¿Qué ves?

- Personas, personas, muchas, muchas personas. Algunas de ellas son familiares y amigos de otras épocas.

- Está bien, ahora, regresa atrás en el tiempo, regresa a tus años de infancia, ¿en dónde estás ahora?

La joven comienza a hablar en una forma rápida y en un idioma extraño, Margarita se sorprende y William, sabiendo de antemano lo que podía suceder le dice:

- Oye mi voz y háblame en el idioma en que te estoy hablando, ¿me entiendes?

Calló por unos segundos, luego comenzó a hablar, diciendo:

- Estoy en mi casa.

- ¿En dónde está tu casa?

- En Maharashtra.

- ¿Y en dónde queda Maharashtra?

- En Bombay.

Margarita se sorprendió al escuchar a su hija, su tono de voz era diferente y aunque estaba hablando como una niñita, no era el mismo tono de voz que tuvo cuando fue regresada a los dos años, época en que su esposo jugaba con ella.

- ¿Qué edad tienes ahora?

- Cuatro años.

- ¿Y cuál es tu nombre?

- Narada.

- ¿Que estás haciendo Narada?

- Estoy jugando con mis amiguitas.

- Bien Narada, vamos a adelantar unos… veinte años, ¿en dónde estás en este momento?

- En Mérida.

- ¿En Mérida?

- Sí, mi bäpu es profesor en la Universidad Arquidiocesana.

Su voz era suavemente grave y cálida, tenía una sensualidad y una dulzura al hablar, que William y Margarita se sorprendieron al escucharla. Margarita la mira sorprendida, por unos segundos dudó que fuera su hija, pero no había duda de ello, esa joven, era su hija Saleska y William continúa la sesión. 

- ¿Eres estudiante de la Universidad?

- No.

- ¿Qué eres y que haces?

- Soy médico y hago una maestría en Psiquiatría

- ¿Qué edad tienes ahora?

- Veinte y cuatro.

William se sorprendió al escuchar la edad de la joven, tuvo sus dudas y preguntó:

- ¿A qué edad te graduaste de médico?

- A los veinte años.

William no daba crédito a lo que escuchaba y nuevamente pregunta:

- ¿Te graduaste de bachiller en Venezuela?

- No.

- ¿En dónde?

- En India.

- ¿Hiciste la reválida?

- Sí.

- ¿En cuánto tiempo?

- Tres meses.

Omar abrió los ojos sorpresiva mente, era increíble lo que estaba escuchando, Margarita al oír a su hija, entendió muchas cosas, la mira con orgullo y respeto a la vez y comprendió el porqué de su comportamiento y madurez, se acerca a su hermano y le dice en voz baja:

- Pregúntale si está enamorada y de quién.

William la mira y asiente en silencio.

- ¿Estás enamorada?

- Sí.

- ¿De quién?

Su voz se hace más suave cuando responde:

- De Omar.

Margarita al escuchar el nombre dice en voz baja:

- ¡Al fin!

- ¿Quién es Omar?

- Un estudiante de Ingeniería.

Margarita piensa en la casualidad de tener un vecino que es Ingeniero y su nombre es Omar.

- Háblame de él.

Las facciones de la chica, comienzan a cambiar, una especie de alegría y felicidad, se irradia en su rostro cuando dice:

- Lo conocí en el self service de la panadería El Llano, yo venía mirando a otro lado y tropezamos, fuimos a parar al piso, caí sobre él, lo miré con cierta rabia al principio y creo que él también me miró de igual forma, luego de ponerme en pié, y limpiarme la ropa, quise ayudarlo a levantarse, pero el muy bandido me arrojó al piso nuevamente.

Margarita y William sonríen, luego él pregunta nuevamente:

- ¿Qué ocurrió después?

- Nos seguimos viendo, algo en él me hacía recordar el pasado, luego comprendí, que era mi alma gemela.

- Explícate.

- Él y yo, ya nos habíamos conocido anteriormente.

- ¿En dónde?

- En África.

- ¿África?

- Sí.

- ¿Se habían conocido en África… y no te reconoció?

- No.

- ¿Hacía mucho tiempo de eso?

- SI.

- ¿Cuánto tiempo?

- 177 años atrás.

- ¿177 años?

- Sí.

- ¿En qué año se conocieron?

- En 1829.

Margarita y William se miran asombrados de la respuesta y nuevamente pregunta:

- ¿1829?

- Sí.

El silencio se apoderó temporalmente del salón, pasados unos segundos vuelve a preguntar:

- ¿Eran amigos?

- No

- Entonces… ¿qué eran?

- Esposos.

- Margarita se sorprende por la respuesta y él prosigue:

- ¿Cuántos años estuvieron casados?

- 67años.

- ¿Ahora estás casada con él?

- No.

- Pero se casarán.

- Sí.

- ¿Cuándo?

- Cuando se gradúe de Ingeniero.

A medida que escuchaba a la chica, William comienza a creer que la personalidad de su sobrina está forjada por el amor que siempre ha sentido por su pareja, sea el lugar donde se encuentre, siempre será el mismo amor. La miró; y lo poco que ha escuchado, le ha hecho entender, que ellos, siempre estarán juntos, sintió una especie de envidia por la capacidad de amar de ella y continuó con el interrogatorio:

- ¿Siempre ha sido así? ¿Siempre han estado juntos?

- Sí.

- ¿Cuántas veces han estado casados… o juntos?

- Muchas veces.

- ¿Cuánto es muchas veces?

- Cientos de veces.

- ¿Siempre casados?

- No

- ¿Por qué?

- No necesitábamos estar casados para estar juntos.

- ¿Por qué han estado juntos tantas veces?

- Porque así lo quisimos.

- ¿Cuándo fue eso?

- Desde que vimos la luz de la vida.

- ¿Qué es eso?

- La creación de todo lo que conocemos.

Estaban confundidos, no entendían lo que la chica les decía y para no caer en detalles, William prefirió seguir con lo relacionado al esposo.

- ¿Cuándo se graduará Omar?

- Dentro de dos años.

- ¿Y qué edad tiene él ahora?

- Veinte y uno.

Margarita sonríe al escuchar la diferencia de edad, ya que ella es tres años mayor que Pedro. William mira a su hermana y ésta le hace señas para que adelante el tiempo.

- Bien Narada, ya Omar se graduó, ahora dime, ¿cómo fue tu matrimonio?

La joven suspira y comienza a relatar:

- Su padre entregó una dote al mío en una forma simbólica, nos casamos por lo civil, el Juez Oswaldo Bastidas ofició la ceremonia en el patio de la casa, luego de la fiesta, nos fuimos al páramo de la Culata, estuvimos ahí por tres semanas.

El rostro de la joven se ilumina con el relato y vive con cada palabra lo que narra.

- Por favor, continúa.

- Volvimos a Mérida, mis padres han regresado a la India y de regalo de bodas, nos dejaron la casa.

- ¿Cómo les va en su nueva vida de casados?

La voz de la joven es de alegría y dicha cuando responde:

- ¡Muy bien!, ¡Somos muy felices!, ¡lo amo mucho!, ¡mucho!, él es mi vida. ¡Me alegro de estar con él de nuevo!

Margarita al oírla, comprendió el porqué de la opresión que sentía su hija al hablar del esposo de su vida anterior, nunca había puesto la menor atención al tema de la reencarnación, pero ahora, lo estaba «viviendo» en su pequeña. Su hija menor, era más mujer que ella en cuestiones de amor, amaba más que ella, que cualquier persona que hubiese conocido, pero ese amor, más que físico, era místico y eterno, con una pasión que no se encuentra en los poemas ni en la canciones románticas y menos en las películas y novelas cursis que la hicieron llorar en su época de juventud reprimida que le tocó vivir, ella era especial, siempre lo fue. Recordó el amargo momento que le hizo pasar por su irracional comportamiento y pidió perdón por ello, la miró con ojos de comprensión y al verla en el diván, se dio cuenta de que no estaba a su altura, porque un ser que ame en esa forma, ¡está sobre todos los demás!, especialmente, de  las personas que se creen mejor que el resto del mundo. Volvió a la realidad cuando su hermano preguntaba a la chica:

- ¿Qué más hacen?

- ¡Estamos haciendo un jardín!

- ¿Un jardín?

- Sí.

- ¿Por qué?

- Nos gusta todo lo que sea naturaleza, además, a él le gustan las plantas al igual que a mí.

- ¿Qué han sembrado?

- Diferentes tipos de plantas florales, hemos hecho un estanque para las plantas acuáticas, ranas cantoras y peces, se ha invertido tiempo haciendo nuestro jardín.

- ¿Te gusta ese jardín?

- Sí.

- ¿Por qué?

- Es ahí donde generalmente almorzamos y cenamos, además, en ese lugar, él es más cariñoso conmigo, la tranquilidad y la paz que se siente ahí, incita al romance.

- Vamos a adelantar un año. Dime, en dónde estás ahora.

La expresión de ella cambió totalmente.

- Estoy sentada en el piso del baño, me siento triste.

Margarita se sorprende al escucharla y pregunta a su hermano con la mirada, él comprende y nuevamente pregunta:

- ¿Por qué estás triste? ¿Te peleaste con tu esposo?

Ella casi al borde de las lágrimas responde:

- No, no me he peleado con Omar, él no es de esos.

- Entonces… ¿qué ha pasado?

Respondió con un llanto quedo:

- ¡No he podido quedar embaraza!, ¡No puedo quedar embarazada!

Ahora su llanto es amargo y doloroso, su cuerpo se agitaba por la aflicción y la amargura, Margarita sintió que se le desgarraba el corazón al verla en ese estado. William la mira conmovido y tratando de calmar a la chica le recuerda:

- Estás conmigo, sabes que nada te pasará, ten en cuenta eso.

Las palabras hicieron el efecto deseado, ella se calmó y él le pide:

- Continúa por favor.

- Al principio no presté atención pero después de un tiempo, me di cuenta de que algo no andaba bien en mí, a los seis meses de casada, comencé a hacerme los exámenes de embarazo y todos los resultados era el mismo, negativo.

- ¿Has ido al médico?

- No.

- ¿Por qué?

- Soy médico y descubrí lo que me aqueja.

- ¿Y?

- Una colega me ha confirmado la endometriosis que padezco.

- ¿Estás segura?

- Soy médico, no tengo dudas.

- ¿Y qué vas a hacer?

- He telefoneado a mi madre, ella me va a enviar un medicamento que se prepara en Bombay para las mujeres con este tipo de trastornos.

- ¿Omar sabe de tu problema?

- No.

- ¿Por qué no le has dicho a tu esposo que no puedes concebir?

- Nuestra vida matrimonial es hermosa, no quiero poner un velo de tristeza sobre nuestras cabezas.

- ¿Y qué piensas hacer?

- Esperaré a que mi madre me envíe el medicamento y lo tomaré a ver qué pasa.

- Bien Narada, vamos a adelantar dos semanas, dime, ¿qué ha pasado?

- Omar recibió el envío de mi madre, lo dejó sobre la mesa de la cocina con una nota.

- ¿Qué decía esa nota?

- Que tenía que ver a su padre, parece que está enfermo.

- Enfermo de qué.

- No estoy segura, pero le he escuchado, que tiene varios días sintiéndose mal.

- ¿Qué contiene el envío de tu madre?

- Además del medicamento, unas cartas de mis padres y regalos de la familia de la India.

- Bien Narada, vayamos tres meses adelante, dime ¿qué ha pasado?

Ella siente tristeza al responder:

- El padre de mi esposo… ha muerto.

- ¿Qué enfermedad le aquejaba?

- Tenía un adenocarcinoma de páncreas.

- ¿Cómo está tu marido?

- Muy triste, en estos últimos días no ha querido salir al jardín, lo acompaño sin decirle nada porque sé que nada lo consolará, él tiene que asimilar ese dolor y el poema que le he escrito, tendrá que esperar.

- ¿Le escribiste un poema?

- Sí.

- ¿Por qué?

Ella suspira al decir emocionada:

- ¡Porque lo amo!, esa es una forma de demostrárselo.

- ¿Me lo puedes decir?

El rostro de la chica se ilumina cuando comienza a recitar:

 

Nada me falta, nada me sobra.

Todo lo tengo, cuando estás junto a mí.

Son tus ojos lucernas, que ahuyentan las sombras.

Dando calor y luz a mí existir.

 

Son tus labios la fuente que alimenta mi alma.

Y tu aliento, el elixir que calma mi sed.

Es tu voz el canto que trae la calma

Como fresca melodía a todo mi ser.

 

Ámame, ¡como nunca has amado!.

Por toda la eternidad ¡y mucho más!.

Con un amor jamás soñado.

Por ningún ser humano, por ningún mortal.

 

Nada me falta, nada me sobra.

¡Todo lo tengo!, cuando estás junto a mí.

Pero si tú no estás a mi lado.

¡Nunca!, nunca más, podré vivir.

 

Se conmovieron al escuchar el poema, había dulzura y fuerza al mismo tiempo en el tono de su voz, que Margarita no pudo evitar que sus ojos se inundaran de lágrimas, William tratando de disimular su emoción, miró el piso mientras dejaba escapar un suspiro.  

- ¿Has tomado el medicamento que te envió tu madre?

- Sí.

- ¿Te dio resultado?

- No todavía.

- ¿Por qué?

- Omar no se ha recuperado de la muerte de su padre, no nos hemos amado y espero que él tome la iniciativa.

- Comprendo. Ahora, vayamos tres meses más adelante, dime: ¿qué ha pasado?

El rostro de la joven se ilumina nuevamente y una hermosa sonrisa aflora junto a la felicidad que siente cuando exclama:

- ¡Shiva  ha escuchado mis súplicas!, ¡estoy esperando un hijo!

Margarita se impresiona al escuchar el tono de voz de su hija, había esperanzas en sus palabras, esperanzas y alegría, pero lo más que se sentía en sus palabras, era el amor con que lo decía, al escucharla, no pudo reprimir las lágrimas de emoción, recordó su primera pérdida y lo comparó con el deseo frustrante de concebir y no poder hacerlo.

- ¡Soy la mujer más feliz de este mundo!

Dijo la joven con tanta alegría, que William, no pudo evitar una sonrisa, él se la queda mirando por unos segundos, en sus años de vida profesional, había visto manifestaciones de regocijo en todas las personas que había tratado y conocido, pero ésta, es la primera vez que un sentimiento como ese, transfigura el rostro de una mujer, en este caso, el de una adolescente y William se sintió contagiado por esa felicidad, como si él fuera parte de ese hecho.

- ¿Cuánto tienes de embarazada?

Ella feliz responde:

- ¡Veinte y un días!

- ¿Tu esposo ya lo sabe?

- No, esta noche pienso decírselo.

- ¿Esta noche?

- Si, después de la cena.

- Vamos hasta ese momento. ¿Qué están haciendo ahora?

- Preparamos la mesa, ¡estoy desesperada por decírselo!

- Tómalo con calma y cuéntame lo que está pasando.

- Omar llega con las velas, yo voy por la botella de vino, él me toma por el brazo y me dice que me ama, yo le respondo que también lo amo, me besa y me abraza, me besa el cuello y siento su deseo hacia mí, le digo que tenemos tiempo para eso, me miró y me dijo nuevamente que me amaba, luego fue a colocar la música de siempre para acompañar la cena. Ahora, estamos cenando, él me dice que es feliz de estar conmigo, está extendiendo su mano y con la punta de sus dedos, toca los míos, me mira con insistencia, yo sonrío y al mismo tiempo me ruborizo, a él le gusta verme así, ¡me lo ha dicho muchas veces!, me pide con un gesto que haga silencio y me hace señas para que escuche. Cierro los ojos y escucho el canto de las ranas y los grillos, me pregunta si entiendo el mensaje, yo respondo que sí.

- ¿Qué mensaje es ese?

- Omar dice que todas las tardes le pide a las ranas y grillos que cuando estemos cenando, me digan que él me ama.

Margarita siente que su corazón se estremece por el romanticismo que expresa ese hombre por Narada, una lágrima de emoción abandona uno de sus ojos y mientras se limpia la mejilla, se imagina la felicidad que tuvo su hija en esa vida.

- Casi no hemos comido porque hemos estado bailando.

- ¿Bailan todas las noches?

- No, hoy ha sido diferente y en realidad, tampoco he tenido muchos deseos de comer, debe ser por la emoción que tengo.

- Continúa.

- Omar me invita a caminar a la Plaza Bolívar, me ha dicho que hoy va a ver retreta, le pregunté qué cosa era eso y me comentó que era una especie de conciertos que se tocaban los domingos en la noche en las plazas del país. Hemos salido y la calle está casi vacía, hay muy pocas personas y eso me agrada, caminamos tomados de la mano, él me hace preguntas con sus dedos sobre la palma de mi mano manos y yo respondo.

- ¿Con los dedos?

- Si, con los dedos.

- ¿Qué clase de pregunta?

- Me pregunta que si lo amo, yo respondo que sí, ¡que lo amo más que a nada en éste mundo!.

- ¿Y cómo las hace?

Ella sonríe al responder:

- Tenemos una especie de lenguaje, cuando estamos tomados de las manos, nos hacemos presión y signos con los dedos, así nos comunicamos cuando hay personas cerca de nosotros y no podemos hablar delante de ellos.

- Prosigue.

- Estoy pensando la forma de decirle que estoy embarazada y le pregunto si me promete cuidar de nuestro jardín cuando tenga que viajar, él pregunta viajar a dónde, yo pensando en la sala de la maternidad, respondo que a algún lugar, y Omar manifiesta que mi pregunta le parece necia, luego dice que si lo hará, me pareció graciosa la forma como respondió, cuando le iba a revelar que ese lugar era la maternidad, nos sorprendió un hombre que corría con algo en la mano.

La joven comienza a cambiar el tono de su voz y se agita, el temor se apodera de ella cuando dice:

- Detrás del hombre… ¡viene otro!

Su respiración se dificulta al tratar de hablar, William al verla en ese estado le pide:

- Tranquilízate, recuerda que estoy contigo y nada te dañará, nada ¿comprendes?

Ella, a pesar de tener la guía de William, sentía miedo de proseguir, se quedó muda, temblaba por el pánico que la embargaba, William nuevamente le pide que continúe, pero ella se niega, la madre la ve llorar y le hace señas a su hermano para que se detenga, William le dice nuevamente:

- Narada, vamos lentamente, tranquilízate estoy a tu lado, recuerda que nada te pasará, ahora, dime que fue lo que pasó.

Ella gimiendo, prosigue su relato:

- Detrás del hombre viene otro; y le ordena que se detenga, el fugitivo no le obedece y el hombre saca un arma, grita que se detenga y…

Vuelve a cambiar su voz, pero el apoyo del médico le da valor para continuar:

- Y le dice que si no se detiene, va a disparar, pero él no lo hace y…  ¡Oh mi Dios!, ese hombre… ¡dispara!

Hace un alto para tomar aire, solloza y continúa;

- ¡Omar me ha abrazado y me dice que no tenga miedo! ¡Que nos iremos a casa inmediatamente!

Su respiración es muy fuerte, Margarita piensa que se va a caer del mueble donde reposa, entonces William pregunta:

- ¿Qué ocurrió después?

En su voz se siente el desconsuelo cuando indica:

- ¡Sentí que algo golpeaba mi espalda!, al principio pensé que era Omar, pero… ¡no!, eso… ¡entró en mi cuerpo como un hierro caliente!… ¡entró por mi espalda y ha salido por mi pecho!  Shiva por favor, ¡ayúdame!

La joven se lleva las manos al pecho y dice:

- ¡Estoy herida!, siento que mis piernas no van a sostenerme, pierdo el equilibrio, miro a mi esposo y le digo que… me estoy yendo… él grita mi nombre muy fuerte, le digo que me abrace porque tengo frío, veo en sus ojos el desconsuelo y el temor.

Ella, como sintiendo el dolor en su pecho, estruja la tela de su blusa con insistencia.

- ¡Omar me dice que no tenga miedo!, ¡que me cuidará!

Su desconsuelo se siente en su llanto cuando dice:

- ¡Sé que voy a morir! ¡Y voy a dejarlo! ¡Oh Shiva mi señor!, ¿por qué? ¡Tengo miedo! y no quiero que se dé cuenta.

Llora amargamente y William la tranquiliza, sabe que ella, al franquear ese paso, se calmará, entonces la joven prosigue:

- Estoy perdiendo la conciencia, siento que me estoy yendo… le digo que fue bueno estar con él, me mira y me dice que siempre estaremos juntos, él grita muy fuerte pidiendo ayuda.

Habla y respira con dificultad, por momentos, se ahoga y tose y le cuesta seguir su relato.

- Omar grita nuevamente, yo pongo mi mano en sus labios porque sé… que nadie… nadie vendrá a ayudarnos, yo… le pido que no grite más, que se quede… conmigo, quiere esconder su llanto cuando me pide que no lo deje, ¡Oh mi señor! ¿Por qué tuvo que pasar esto? En ese momento me doy cuenta de que lo amo más de lo que creía, por eso me duele dejarlo, como puedo… ¡acaricio su rostro!, lo detallo, ¡quiero mantenerlo en mi memoria!, para llevarlo conmigo y le prometo que trataré de estar cerca de él.

La voz de Narada ahora era suave y tranquila y más que eso, tenía un acento de abandono y resignación, sabía que nada se podía hacer, suspira y dice;

- Cerré los ojos y le pedí que me besara, ¡jamás me había besado de esa forma!, sentí que me transmitía su vida en ese beso, eso fue suficiente para mí, recordé que él era parte de mi esencia, que nunca estaríamos separados, porque somos un alma en dos cuerpos y le dije al oído que estaría cerca de él, de alguna forma, de alguna manera ¡por algún medio!, luego le pedí que no me olvidara y que cuidara nuestro jardín.

Permanece en silencio por unos momentos, luego suspira y continúa:

- Abrí los ojos y lo vi, me encontraba en una cama conectada a unos monitores, él, estaba llorando, traté de hablarle, pero no pude, quise mover mi mano para que me viera, pero… estaba paralizada de pies a cabeza, luego deduje que el medicamento que había tomado, estaba colisionando con los que me estaban suministrando, mi desconsuelo fue grande, ¡quise hablarle!, pero fue imposible… en ese momento, mi hijito y yo, lo abandonamos. Lo vi llorar desde lo alto de la habitación, luego, volví a donde me separé de él.

Margarita lloraba desconsoladamente en silencio, no podía creer por lo que había pasado esa muchacha, era demasiado dolor para ser asimilado en un solo momento, William se levanta y con su pañuelo se limpia la cara, da unos pasos por la habitación y pregunta:

- ¿Sabes en dónde está Omar ahora?

- Sí.

- ¿En dónde?

- En Barquisimeto.

- ¿En Barquisimeto?

- Sí.

- ¿Y qué hace Omar en Barquisimeto?

- Es profesor en un liceo

Margarita al escuchar la respuesta, siente un bloque de hielo en su estómago, se aproxima a William para que pregunte el apellido de su esposo, éste pregunta y ella responde:

- Curie.

- ¿Curie? ¿El ingeniero  Omar Curie?

Pregunta Margarita con los ojos a punto de abandonar sus cuencas oculares.

- ¡No puede ser! ¡Dios mío! Eso… ¡eso es imposible!

William la mira y pregunta:

- ¿Qué cosa es imposible?

- ¡Eso que acaba de decir!

- ¿Por qué? ¿Lo conoces acaso?

Margarita camina con las manos sobre la cabeza, no sabe que pensar, mira a su hija y cerrando los ojos, comienza a llorar, William se aproxima a su hermana y pregunta:

- ¿Qué es lo que está pasando?

Ella no escucha la pregunta, nerviosa, se muerde los nudillos de sus dedos, en su mente hay un torbellino de sospechas que la hace imaginar lo peor, William la toma por un brazo y pregunta nuevamente:

- ¿Me podrías decir que es lo que está pasando?

Ella lo mira a los ojos y dice:

- ¡Esto es una locura!

- ¿De qué estás hablando mujer?

- ¡De él!, ¡de su esposo!

- ¿Y qué con él? ¿Acaso lo conoces?

Por respuesta, tuvo su mirada, William entendiendo exclama:

- ¡No…! ¡No me digas que conoces a ese hombre!

- Sí.

- Bueno, ¿y quién es?

Margarita mirando a su hija responde sin aliento:

- Nuestro vecino.

William la observa por un segundo antes de preguntar:

- ¿Me estás jodiendo acaso?

- ¡No!; es la pura verdad.

William siente un hueco en su estómago, mira a su hermana, luego a su sobrina, se lleva una de sus manos a la cabeza y exclama:

- ¡Ñerda!, ¡esto es de película!

Una risa nerviosa acompaña sus palabras cuando continúa:

- No sé en qué pensar, ¡esto solo ocurre en las películas!, solo le puede ocurrir a Kevin Costner en el misterio de la libélula, pero a Saleska, no, ¡imposible!

Los dos se quedan en silencio contemplando a la chica que reposa sobre el diván, luego de interminables y agónicos segundos William pregunta:

- Ahora… ¿qué carajo vamos a hacer?

- No sé, ¿qué me aconsejas?

- ¿Qué quieres que te diga? ¡No tengo la menor  idea!, cualquier cosa que te diga, ¡es pura elucubración!

Margarita se aproxima a su pequeña, la mira con la incredulidad que produce la sorpresa, ¡es imposible que ella y el «ermitaño» tengan ese vínculo! ¡Ella es una niña! ¡Su niña! Y no va a permitir que un viejo cuarentón, ponga sus manos en ella. William le pregunta en voz baja:

- ¿Desde cuándo lo conoces?

- Hace más o menos quince…años, ¡Dios mío!, cuando llegamos a la urbanización, ¡él ya vivía ahí!

William toma a su hermana por un brazo y la lleva a un rincón del salón y le dice:

- Espérame aquí, debo hacer algo.

Se sienta nuevamente al lado de Saleska y le dice:

- Narada, escúchame con atención, todo lo que ha pasado, ha sido como un mal recuerdo, quiero que descanses, que duermas profundamente, cuando te llame, iremos nuevamente a tu casa, ¿comprendes lo que te digo?

- Sí.

- Bien, ahora, descansa.

Se sienta al lado de su hermana y le dice:

- Cuéntame todo, ¡desde el principio!, sin omitir ningún detalle y si hay algo que se parezca a la historia de Narada, no hagas comparación alguna, ¿te parece?

Margarita mira el piso de la habitación como tratando de recordar todo, suspira y comienza diciendo:

- Saleska ha sido una joven muy especial, tiene un carácter muy fuerte, algunas veces, se comporta como una chica cualquiera, le gusta ver esos canales musicales de la televisión cantando esas canciones estrambóticas de hoy día, otras veces, se comporta como una adulta y habla como una mujer de mundo. Esos cambios de personalidad, si es que se le puede llamar así, es lo que me han llamado la atención. Todas las mañanas, cuando bajaba a desayunar, tenía una mirada nostálgica, como si le faltara algo, al principio, no presté atención a eso. Un día, en el supermercado, se conocieron, ella, al parecer ha tenido la mala costumbre de caminar y correr mirando hacia otro lado, bueno, por andar así, ocurrió lo que tenía que ocurrir, Saleska se llevó por delante al ingeniero y ambos fueron a parar a una torre de latas de concentrados de tomates, yo al escuchar los gritos de ella, ¡corrí en su ayuda!, pero al llegar, el Ingeniero la estaba ayudando a salir de dicha torre, salí con Saleska a llevarla al médico sin agradecer siquiera la ayuda prestada por él. Días después le encontré en el supermercado y le dije que estaba muy agradecida por su ayuda.

- ¿Por qué le dicen el ermitaño?

- Pedro, por burlase de él, lo llama de ésa forma.

- ¿Por qué?

- Desde que nos mudamos, siempre se le ha visto solo, sin compañía alguna; y todas las noches se le veía regando su…

Margarita se da cuenta de lo que dice y sorprendida, lleva las manos a sus mejillas y exclama:

- ¡Dios mío! Ese pobre hombre… ¡ha cumplido su promesa!

Al decir eso, sintió pena por él, comprendió su comportamiento y soledad. Experimentó un extraño sentimiento al ver la lealtad y fidelidad de ese hombre por la que fue su esposa, se requería un corazón muy grande, lleno de tal pasión y amor hacia ella, que se avergonzó de la envidia de ese amor.

- Continúa por favor.

- Bueno, como te dije, ella siempre se presentaba a desayunar con esa cara de ausencia. Un día me preguntó que en dónde habíamos conocido al ermitaño, le reclamé el hecho de llamarlo de esa forma y le respondí que había sido en el supermercado, me dijo que lo había conocido anteriormente, pero que no recordaba dónde, le insistí que había sido en el supermercado cuando lo había arrollado, nuevamente insistió que ya lo conocía, luego, como si nada, volvió a ser la de antes, se levantó a ver televisión y no volvió hablar del tema. En otra oportunidad dijo que había soñado que caminaba con su esposo y luego un hombre le había disparado, cayó herida al piso al lado de su esposo, le pregunté si sabía su nombre y me respondió que no lo recordaba, le pregunté que si era feliz con su esposo y me respondió que lo era, que siempre soñaba con él y al despertar, lo extrañaba mucho, me pidió que no pensara que estaba loca, pero que ella creía que el hombre con quien soñaba, fue su esposo en otra vida. En otra ocasión me dijo que había soñado que hablaba de plantas con su marido, le sugerí en broma que probablemente él era botánico, a ella no le pareció gracioso el comentario, otro de sus sueños fue que estaba en bata hablando con alguien, luego calló del techo de su habitación, le pregunté si ya tenía sueños sexuales, tampoco le gustó el comentario, le aclaré que eso era normal, que esa es una de las formas en que se prepara el cuerpo de la mujer para la maternidad y que probablemente estaba soñando que estaba hablando con su esposo, me dijo que su corazón le pertenecía a él, que creía que cuando dormía, su alma la llamaba y frecuentemente tenía miedo de eso.

Margarita calla por unos momentos y dice:

- Ahora él da clases en el liceo donde ella estudia, creo que por el trato diario, ahora es mucho más madura de lo que era.

Margarita hace un alto en el relato, luego agrega:

- Creo que eso es todo.

William revisa las notas que hizo mientras escuchaba a su hermana y después de unos minutos, voltea a mirar a su sobrina y dice:

- Creo que lo que tenemos aquí escapa de nuestra lógica, ella dice haber sido o ser la esposa de ese hombre, han sido pareja y al parecer, lo serán por siempre y los sueños que Saleska ha tenido confirma que es cierto lo que Narada ha relatado. A Saleska le gusta la medicina y Narada era médico.

- ¿Qué podemos hacer? ella es una niña, ¡no pueden verse o estar juntos como marido y mujer!, ¡eso es un pecado!

- ¿Qué ha hecho él? ¿La busca acaso? ¿Le ha hecho alguna deshonesta insinuación?

- ¡No!

- ¿Entonces, de qué te preocupas? al parecer ese hombre no sabe de la reencarnación de su esposa.

- Tengo miedo William.

- ¿De qué?

- ¿Qué pasaría si lo descubre?

Con los brazos cruzados, camina por la habitación y pensando en lo que ha escuchado y escrito le dice:

- No creo que lo haga, ya que ustedes no tienen una amistad estrecha con él, tampoco frecuentan su casa ¿verdad? Por eso creo que no hay motivos para estar nerviosa.

- ¡Pero vive a pocos metros de nuestra casa!

- ¿Y qué? Total, ha vivido en ese lugar antes de que ustedes llegaran.

- No sé William, pero yo pienso que es mejor que ella no se entere de quién es él.

- ¿Y qué sugieres entonces?.

Calla por unos momentos, luego mirándolo pregunta:

- ¿Crees que sea posible…que ella olvide esto?

William la mira y responde:

- No me gusta lo que estás pensando ¿sabes?

- ¡Tengo que proteger a Saleska!

- ¿Qué tal si ella a la larga recuerda? ¿No tendrías un peo entre manos?

- ¡Ella es mi hija!

- Si querida hermana, pero no puedes evitar que se encuentren nuevamente, ¿te vas a oponer a eso? Ellos están por sobre nosotros, ese tal Omar o como se haya llamado en el pasado, siempre estará con ella.

- ¿Lo estás defendiendo acaso?

- ¡Por favor Margarita! ¡Entiende lo que te quiero decir!, ellos se encontrarán porque así lo han decidido y no somos nadie para evitarlo, es algo que está más allá de nuestro entendimiento y si no se encuentran en esta vida, ¡lo harán en la próxima!

- Entonces, ¡que así sea!, pero no en ésta, ¡no quiero ver a mi hija viviendo con un viejo! Quiero que hagas que olvide quien es él, ¡no quiero verlos juntos!

- Se hará como tú digas, pero te advierto algo, ¡va a haber problemas!, esto no va a terminar bien.

- ¡Hazlo y no digas nada!

William se siente muy mal por lo que su hermana le ha pedido, pero no puede hacer nada al respecto, ella es su hija y en el fondo comprende los sentimientos de su hermana, para ella, es difícil de aceptar la situación, cree que está haciendo lo correcto, pero el ser humano es proclive a cometer errores, quiere imponer su criterio a los demás aunque sean, con muy buenas intenciones, pero la mayoría no sabe, que de muy buenas intenciones, está alfombrado el camino al infierno. William se sienta al lado de la chica y comienza el proceso de inducción:

- Escúchame Narada, vamos a regresar en el tiempo. Ahora tienes cinco años, ¿entiendes?, estás en Maharashtra, estás en tu casa…

William la llevó nuevamente hasta el vientre materno y de ahí, hasta la edad actual, luego le dijo:

- Saleska, debes olvidar todos los sueños y recuerdos de tu vida pasada, todos, solo recordarás aquellos que normalmente sueñas, olvida a tu esposo, olvida todo eso, ¿me entiendes? Recordarás todo, menos lo relacionado a una vida pasada, serás la chica normal que has sido, pero no recordarás nada de tu vida pasada, nada, ¿entiendes lo que te digo?

La joven se agitó un poco antes de responder.

- Sí.

Muy bien Saleska, ahora, voy a contar lentamente desde el cinco hasta el cero, al hacerlo, despertarás totalmente descansada, tu mamá y yo estaremos hablando y pensarás que sin querer, te has quedado dormida, ¿entiendes lo que te digo?

- Sí.

- Bien, cinco…cuatro…tres…dos…uno…cero.

Saleska comienza a estirar sus brazos, William apaga la grabadora y para aparentar una conversación normal pregunta a su hermana:

- ¿No te arrepentirás de esto en el futuro?

Ella, con el corazón en la boca lo mira y responde:

- No lo sé, espero haber hecho lo correcto.

- ¿De qué hablan?

Pregunta Saleska mientras se levantaba del diván.

- Hey! Hasta que te despertaste.

Exclama William mientras voltea para ver a su sobrina. Ella se acerca a Margarita y le dice:

- No sé en qué momento me quedé dormida.

La madre pregunta:

- ¿Escuchas la música?, eso fue lo que te hizo dormir.

- Es probable.

Suena el teléfono de Margarita, ella se sobresalta y nerviosa, no logra sacar de su bolso el aparato, Saleska al ver a su madre en esa condición pregunta:

- ¿Qué te pasa mamá? Se te ve nerviosa.

- No hija, no es nada, es que no logro encontrar el aparato.

- ¡Déjame ayudarte!

William al ver la reacción de su hermana, supo de inmediato que los problemas le caerían como por arte de magia. No quiso estar en sus zapatos cuando eso ocurriera y sabiendo lo terca que era, éstos no la dejarían en paz. Ve a la joven hablar con su padre y sintió pena por ella, Saleska, sin saberlo, era diferente a su madre y ésta, tampoco lo sabía. Y lo malo de ser diferente es, que muy pocas personas las entienden y se dan cuenta de ello, además, son las únicas con la inteligencia suficiente para percatarse de que no están locas.

El viaje de regreso fue relativamente corto, el estado de ánimo de Saleska no difería al de las chicas de su edad, las revistas que compró en el aeropuerto, distrajeron la distancia, Margarita en cambio, sentía que el avión la llevaba a otro destino, no sacaba de su cabeza su nombre, esperaba que ella lo olvidara y rogaba al Altísimo que así fuera, estaba convencida de que había actuado bien.

- Por amor, una hace lo que sea por su familia, en especial, por los hijos.

Pensaba y con ese pensamiento, trataba de engañarse.

- Estoy segura, de que ella entenderá. Cuando sea adulta, se dará cuenta de que lo que hice, lo hice por amor.

Pedro las estaba esperando, al llegar, notó que su hija estaba algo diferente, más alegre tal vez, eso le hizo feliz al pensar que Saleska, había disfrutado de la visita a la capital, al verla en esa forma, no se dio cuenta del cambio de actitud de Margarita, ya que para él, sus ojos estaban solo para ver a su caramelito de arsénico.

 

- ¡Buenos días!

Saluda Saleska al sentarse a la mesa a desayunar, Alberto la mira de reojo y pregunta:

- ¿Cómo te fue con el tío?

- Bien, supongo, ¿por qué?

Margarita lo mira y casi lo fulmina con la mirada, él comprende y responde:

- Eh… no,  por nada, solo quería saber.

Margarita al ver la reacción de su hija, respiró aliviada, estaba pensando en lo que últimamente le había dicho Saleska; al parecer, la vida que tenía su hijo era muy cómoda y en verdad, para ella, su hijo se estaba convirtiendo en un ente perturbador, le gustaba molestar a Saleska y ésta, no era de las que se dejaban poner el pie en el cuello. Transcurrió el desayuno en santa paz y cada uno, tomó el rumbo que debía.

Omar sin querer, había echado de menos a la joven que le intrigaba, al verla caminar por la acera le pregunta:

- ¿Quieres que te lleve?

Ella le sonríe y cortésmente le responde:

- No gracias, hoy prefiero caminar.

- Nos vemos entonces.

Omar continuó la ruta al liceo y mientras escuchaba el canal clásico, pensaba en las notas de su esposa, no había tenido tiempo para seguir con la lectura de las mismas, pues, no quería hacerles un desaire a su hermana y su cuñado. Ya en el instituto, Omar se reúne con el grupo de estudiantes que indican alguna cualidad científica y les pone como reto, el desarrollo de una herramienta a partir de una ya existente, cada uno de ellos da su opinión mientras Omar las va descartando, esto hace que la presión se eleve entre los alumnos, hasta que uno de ellos pregunta:

- Profe, ¿por qué nos reúne a buscar una idea y usted, sin escucharla del todo, nos la rechaza?

Él sonríe y expone:

- Señor Corzo, eso que acaba de hacer, es lo que estoy buscando, que alguien se revele ante lo restrictivo; y con su lógica, vea más allá de sus limitaciones, es así que se consiguen soluciones a los grandes problemas y retos que encontraremos en el camino. Nada en esta vida es fácil, ¡nada! y hay que luchar con garra y colmillo para poder conseguir lo que se persigue, pero, más que garra y colmillo, hay que utilizar la inteligencia y el ingenio con un elemento que no todos poseen, ¿sabe usted cuál es? la perseverancia, la unión de esos tres ingredientes es más que suficiente para poder lograr los resultados deseados en la vida, si puede dar forma a sus ideas, fácilmente las llevarás a cabo, ¿ahora entiende lo que estaba haciendo?, no se la estaba  poniendo fácil, porque siempre habrá alguien que se opondrá a su idea y tiene que prepararse para eso, no lo olvide.

El joven estudiante se le queda mirando, sonrió y dijo:

- Gracias profe, mis lentes de rebeldía, no me habían dejado ver eso.

El timbre gritó que la hora había finalizado y Omar dijo:

- Para el miércoles quiero ver los resultados de sus proyectos.

Salió a su próxima clase y se encontró con la joven, la saludó diciéndole:

- No te vi en todo el fin de semana.

Ella con la característica forma de ser responde:

- Estuve con mi mamá en Caracas.

- ¿Y eso?

- Fui a visitar a un tío.

- ¿Y cómo te fue?

- Bueno, creo que bien, aunque…

Se queda pensando por unos momentos y agrega:

- Ahora que lo veo a usted, creo que se me quedó algo.

Omar sonríe y pregunta:

- ¿Te hago recordar…  algo que se te quedó?

Ella cambia la expresión de su rostro y lo mira intensamente, Omar siente una especie de frío al ver esa mirada de azul profundo y pregunta:

- ¿Te sientes bien?

No responde, solo lo mira hasta que nuevamente el timbre anuncia la nueva clase y Omar le dice:

- Luego me cuentas, tenemos clases.

La dejó con sus pensamientos mientras sentía que sus entrañas, se contraían por lo intenso de su mirada.

Ella, en su hora de química, está ausente, su mente trata de acomodarse al nuevo patrón de ideas, pero algo en su interior, le dice que falta una pieza clave en sus pensamientos, eso lo nota la profesora al ver que no intervino en toda la clase. Al finalizar, la profesora Aurora le pregunta:

- ¿Algún problema?

Ella sorprendida responde:

- No, ninguno profesora.

- Entonces estoy hablando con una extraña.

- ¿Por qué lo dice profesora?

- Bueno, solía tener una excelente alumna que casi no me dejaba exponer mi clase, ahora, encuentro a una chica taciturna ocupando su espacio. ¿Algún homínido está conquistando tu corazón?

Saleska con la mirada en el vacío responde:

- No lo sé profesora.

- ¡Caray! Ese chico si te dio duro ¿verdad?

- No profesora, no es lo que usted piensa, me siento como si hubiera olvidado algo importante.

- ¡Saleska!

Sonríe con un sentimiento de soledad y agrega:

- No profesora, no estoy ebria ni nada por el estilo.

- ¡Uf! ¡Qué alivio!

La profesora se da cuenta de que lo que dice la chica es serio, la mira y tratando de ser lo más discreta que puede le dice:

- Creo que debes decirle eso a la Psicóloga del instituto ¿no crees?

Saleska al escuchar la palabra, reacciona y le dice:

- Sí, creo que lo haré.

Algo dentro de ella le dijo que tenía que irse y mirando a la profesora le dijo:

- Gracias por su ayuda, ¡hasta luego!

Apuró el paso con un torbellino de imágenes y pensamientos y cuando se dio cuenta, estaba sobre Omar en un mar de libros y cuadernos.

- Oh, ¡Disculpe usted!, ¡no lo vi! ¡Créame que no lo vi!

Omar se incorpora para ayudar a la joven y en broma le dice en voz baja:

- Vamos a tener que inventar otro tipo de paso, ¡este es muy difícil para mí!

Ella en el mismo tono le respondió:

- Ay profesor Curie, ¡qué pena  con usted!

La mira y le dice:

- No te preocupes, esto ocurre hasta en las mejores familias.

Él comienza a recoger los libros y cuadernos y en ese momento, Armando Serrano se acerca y les dice con tono de reproche:

- A ustedes como que les sale hotel.

Saleska lo mira y le pregunta:

- ¿Tu mamacita nos podría servir de colchón? Digo, si es que de algo puede servir esa señora, ya que lo que trajo al mundo, fue a un monigote envidioso.

El valentón se dirigió a la joven con intención de golpearla, Omar al ver la actitud del bravucón, soltó los libros y enfrentándolo le dijo en voz baja:

- ¡Tóquela! Y le juro, ¡que no podrá escribir por lo que resta de año! Ahora, como usted es muy amable y servicial, recogerá los libros y nos los entregará mientras sonríe, de lo contrario, ¡nos veremos detrás del estacionamiento del instituto! y le prometo, que seré el padre que no tuvo en toda su cochina y repugnante vida ¿entiende lo que le digo?

Los ojos de Omar, estaban inyectados de sangre, su rostro se transfiguró y había tanta fuerza en sus palabras, que asustó al rufián, éste, al ver la actitud del profesor, no tuvo más remedio que obedecer.

- Gracias joven, ahora, ¡márchese! Puede ser muy peligroso para su salud.

Armando Serrano se fue lo más rápido que pudo, esa mirada le asustó de verdad y mientras «caminaba» evitó mirar atrás. Saleska le mira y abrazando los libros acompaña a Omar a la salida del liceo, él, no decía nada y ella, sin saber por qué, se sintió protegida con su compañía.

- ¿Te encuentras bien Narada?

Ella lo mira y responde:

- Si profesor, pero… mi nombre no es Narada.

Él sintió que estaba fuera de lugar, reaccionó al lapsus y con vergüenza le dijo:

- Discúlpame he... tenía mi mente en otro lugar.

Y para desviar la atención de la joven preguntó:

- ¿Vas a casa? yo voy a la mía.

- Si, ¡vamos!

Fueron al estacionamiento en busca del vehículo y no hablaron en el trayecto, ella tenía en su mente la idea de que había un elemento que faltaba, una sensación de haber perdido algo y sin saberlo, estaba muy cerca de ella. Llegaron y apenas se despidieron, Saleska entra a la sala y se sienta a pensar en lo ocurrido, Margarita, al ver a su hija pensativa, le entra una especie de temor y con los nervios a punto de romperse pregunta:

- ¿Qué te pasa mi amor?

Ella relata el incidente a su madre, ésta, escucha sin decir nada y a medida que Saleska narraba lo sucedido, sus temores comenzaban a hacer estragos en su organismo.

- Pero lo que más me extrañó, ¡fue que me llamara Narada!, no sé qué quiso decir con eso; y tú, ¿qué piensas al respecto?

No supo que decir, pues a su memoria, llegaron las palabras de su hermano.

-         ¡Familia, estoy en casa!

Dice en alta voz Pedro al llegar, Saleska salta a su encuentro y Margarita, salvada por la campana, se queda sentada pensando en lo ocurrido.

 

 

Omar se preguntaba mientras salía del vehículo:

- ¿Qué carajo me pasó? ¿Por qué la llamé de esa manera? ¡Si ni siquiera se parecen! Mi Narada… ¡mi Narada era la negra más bella del universo…!

- ¡Hola Omar!

Saluda Cory al ver entrar a su hermano trayéndolo al mundo de los mortales.

- Te estábamos esperando.

- ¿Y eso?

Pregunta Omar olvidando repentinamente lo que traía en la mente.

- Bueno, Miguel y yo tenemos que continuar el viaje, tengo varios meses que no veo a mamá.

- ¡Pero si apenas llegaron el viernes!

- Si pero tenemos pocos días libres y queremos aprovecharlos al máximo. Te quiero pedir un favor.

- ¿Y qué será?

- ¡Que me cuides las plantas! ¿Sí? De regreso me las llevo ¿te parece?

- No hay problema.

- ¡Gracias!, tu almuerzo está servido, disculpa que no te hayamos esperado, pero…

- ¡Tranquila flaca! Ve y por favor ¡cuídense!

Se abrazaron y así se despidieron, Miguel estrechando su mano le dijo:

- Te dejé un regalito en la sala, espero que te guste.

- Gracias cuñao, por favor, cuídame a mi flaca.

- ¡Te lo prometo!

- Llamen cuando lleguen a Mérida.

- ¡Así lo haremos cuñao!

Partieron y Omar, nuevamente quedó solo en su mundo, y con la soledad como compañera, se sentó en la butaca de la sala a analizar lo ocurrido, pero por más que le daba a su cabeza, no lograba dar con una respuesta lógica a su actuación.

- ¡Cosas que ocurren!

Se dijo como para justificarse, pero él no sabía, que su reacción se debía al sentido de protección que todas las personas tienen al ver a un ser amado en peligro, algo en su fuero interno le decía, que ella estaba a su lado, pero la contaminación del mundo, hace que el hombre olvide… Mira el paquete que su cuñado le había dejado, al abrirlo, encontró una colección de discos de Buddha-Bar, sonríe al verlos, se dispuso a colocarlos en su equipo musical y al escucharlos, la imagen de Saleska, se coló por una de las fisuras de su mente.

La cena fue para Margarita algo diferente, su esposo lo nota al ver que está como en otro lugar y discretamente, espera que se levante la mesa. Ya en la cama, Pedro pregunta:

- ¿Qué ocurre cariño?, te he visto distante en la cena.

Ella tratando de aparentar normalidad responde:

- ¡Nada!, no pasa nada.

Pedro la mira y ella se da cuenta, de que no le ha creído.

- Margarita…

Objeta mientras busca los lentes para la lectura nocturna.

- Dime que es lo que te pasa.

- Nada Pedro, ¡nada!

- Te conozco como si te hubiera parido y no te creo ni letra, por favor, dime qué es lo que ocurre.

Ella se siente indefensa ante la insistencia de su esposo y sabe que de una u otra forma, tendrá que contarle lo ocurrido, lo mira como queriendo pedir perdón por lo que ha hecho y tragando grueso confiesa:

- Te mentí; y a Saleska también.

Pedro sin quitar la vista del libro pregunta:

- ¿Sobre qué?

Margarita mira a la ventana como buscando fuerzas para poder continuar y dice:

- ¿Recuerdas los cambios de carácter de Saleska?

- ¿Qué con eso?

- Bueno, verás que todo se debe a…

Y comienza el relato, Pedro escuchaba mientras leía, pero, a medida que la historia comenzaba a intrincarse, su interés fue mayor que la lectura, echa a un lado el libro y la mira con interés. El tiempo no opuso resistencia a lo que ella relataba, que más que un relato, era como una explicación para excusar su comportamiento, él la mira con sorpresa e incredulidad y cuando la mujer finaliza, se la queda mirando fijamente, ella, con vergüenza y miedo a la vez, espera que entienda lo que ha hecho, él, no sabe que decir, ésta es la primera vez que escucha sobre el tema, bueno en realidad, ya había escuchado algo, pero, no creía en eso, porque estaba convencido de que eran puras mariqueras, pero al saber que su cuñado la había hipnotizado… Se encontraba en una de esas situaciones en que no sabía que decir; por un lado, la ida a Caracas no había sido lo que él había creído, ella le había mentido y con eso, había demostrado la poca confianza que le tenía, por otro lado, está ese extraño caso de su hija; y tenía que reconocer que, la existencia de otra vida, lo había escuchado como un tema religioso, pero, existía algo que lo había agarrado fuera de base, Saleska estaba involucrada en ese lío con una personalidad diferente, eso, comenzó a darle dolor de cabeza y levantándose de la cama le dijo a su esposa:

- No sé en qué creer, esto es demasiado para mí.

Camina por la habitación como un león enjaulado y siente que la rabia se instala en su ser, se detiene bruscamente y mirando a Margarita le reclama:

- ¿Qué carajo crees que soy? Me ocultas la verdad sobre mi hija y ahora… ¿quieres que te comprenda?

Más que molesto, estaba confundido, su hija es la luz de sus ojos y la ha visto crecer, pero ese cuento, de que en una vida pasada se llamara Narada… Se sienta nuevamente en la cama a pensar en lo que ha escuchado, no comprende bien lo que le ha entrado en su limitada cabeza y la frustración que siente, es igual a la que sintió cuando descubrió, que el niño Jesús, eran sus propios padres.

- ¡Coño! Esto no puede ser, ¿te has puesto a pensar cómo se sentirá nuestra hija cuando lo descubra?

No respondió a la pregunta, su estado de ánimo, no se lo permitía, pero Pedro la hizo sentir aún peor cuando le dijo:

- Ella confió en ti; ¡y mira lo que has hecho!

Nuevamente se levanta de la cama y con cierta culpa dice:

- ¡Ahora, entiendo lo del vino! Si esa vaina de la reencarnación es verdad, ella reconoció o recordó el vino que consumía con él y como no sabíamos eso, reaccionamos como lo hicimos.

Margarita se sintió mal al recordar el incidente y al hacerlo, se dio cuenta de que había cometido un grave error.

- A lo hecho, pecho.

Se dijo tratando de espantar el remordimiento, Pedro la mira sin entender y camina hasta la ventana y desde ahí, ve a un hombre regar su jardín, lo observó y a su mente, llegaron las burlas que le hizo durante tanto tiempo, mueve su cabeza negando lo que había hecho en el pasado, se sintió sucio y bajo; y por primera vez, en quince años, le saluda y ésta vez, lo hace con respeto.

- Vamos a ver qué pasa, si ella recuerda, no sé cómo vamos a salir de este peo, pero una cosa si te digo, esto, lo vas a resolver tú sola.

Para Omar, es rutinario ver a su vecino asomarse a la ventana, contesta el saludo con extrañeza, ya que es la primera vez que lo hace, sonríe y se imagina que la honradez y educación de esa familia, debe ser algo difícil de encontrar hoy día. Se termina su café y se introduce al interior de la casa pensando en Narada, apaga las luces, de la sala de estar y se encamina a su habitación se despoja de su ropa y toma su rutinaria ducha. Notó el silencio en la casa, mientras su hermana y su cuñado estuvieron de visita, no había notado el peso de éste y la soledad. Se metió en la cama y en ese momento le llegó la imagen de Saleska, se quedó pensativo por un rato y se dijo:

- ¡Mierda!, si llegara a contar esta vaina a alguien, ¡diría que soy un aberrado sexual!

A su mente llegan las dos figuras, la de Narada y la de Saleska y comienza a buscar semejanzas entre ellas, una era de piel obscura, la otra es blanca, Narada tenía el cabello largo y negro, ésta lo tiene igual de largo pero es rubia, los ojos de aquella eran de un negro intenso, los de ésta son de un azul profundo, aquella era de baja estatura, en cambio ésta, es muy alta para su edad, Narada tenía las manos pequeñas, ésta, tiene las manos ideal para una pianista y reconoce que sus manos, son uno de sus atractivos, Narada tenía una figura de diosa, en cambio ésta, ésta tiene…¡huesos de sobra!, sonríe al darse cuenta de ello, por eso es que pega tan duro, su mejor defensa son sus huesos, aunado a la fuerza que posee. Pensando en ellas, el sueño le vence al fin sin darse cuenta, mientras murmuraba el nombre de la esposa ausente.

Saleska en su cama, lee una revista mientras escucha el disco de Engelbert Humperdinck, el artículo versa sobre la vida de Mahondas Karamchad Gandhi y a medida que iba leyendo su biografía, se dio cuenta de que le era familiar, demasiado familiar.

- ¿Lo habré escuchado anteriormente?

Se preguntó mientras se acomodaba en su cama, trató de recordar dónde había leído o escuchado del personaje en cuestión, pero al no recordar, buscó otro artículo y olvidó el asunto. El sueño la vence finalmente, apaga la lámpara y el disco continúa con la melodía, hasta que se duerme.

 

 

Los días van pasando con total normalidad, estos se transforman en meses. Desde que regresó de Caracas, no ha vuelto a soñar con el hombre misterioso, ya que lo ha olvidado totalmente, Margarita ha recobrado su calma, ahora está convencida de que su hija, ha olvidado «su pasado», la relación que tiene con Omar es de alumna profesor, pero eso no lo puede evitar y está segura, de que el peligro no llegará a pasar de un punto que ella no pueda controlar.

Omar agradece el no haber vuelto a tener las pesadillas. Al principio, lo relacionó al hecho de no haber vuelto a leer las notas de su esposa y no era porque no quisiera hacerlo, pero su trabajo era tan fuerte, que cuando llegaba a su casa, no veía la hora de acostarse a descansar.

Todo marchó sobre ruedas durante la mayor parte de año lectivo y parecía que la paz y tranquilidad, también estudiaban en el liceo, a excepción del accidente sufrido por el joven Luis García, el cual perdió el brazo derecho en un accidente de tránsito, cosa que impactó en la comunidad estudiantil, Saleska se ofreció a ayudarle a utilizar la mano izquierda, ya que ella era zurda, el resto de los compañeros de curso en solidaridad, comenzaron a escribir con la mano izquierda también, eso explicaba el por qué los alumnos tuvieron repentinamente una caligrafía espeluznante y al percatarse de ello, Omar se sintió orgulloso de sus alumnos, el único que no se dio cuenta de la actitud de los estudiantes, fue Armando Serrano, pero… las cosas no siempre son lo que aparentan ser, en su mente resentida, se estaba cocinando la idea de una venganza y cada vez que Armando veía a Saleska y al profesor hablar o marcharse juntos, sentía un odio indescriptible, no sabía a cuál de los dos odiaba más, pero los odiaba, hasta con la médula de sus huesos, a él, por haberle desarticulado su pandilla y haberla hecho partícipe en el proyecto de desarrollo de ideas e inventos, dejándolo en ridículo con sus poses de machote de pacotilla, a ella, por no haber entendido que la deseaba y haber rechazado sus insinuaciones de llevarla a una cama. Algo tenía que hacer, no podía permitir, que un «profe» le desplazara de su lugar de líder, tampoco podía permitir que una carajita le hubiera rechazado por andar con un viejo melenudo de la vieja ola. Eso le había roto el average de chicas que tenía en su haber. En su casa, ve la colección de armas que posee su padre. Piensa en las noticias que ha visto en los canales internacionales, en donde se reseñan las acciones de estudiantes armados matando a sus compañeros y profesores en los colegios de los Estados Unidos de Norte América. La idea le gusta, pero reconoce que no tiene las bolas suficientes para hacer algo tan extremo, eso lo hubiera hecho bien el pendejo de Isaías, ya que siempre hacía lo que se le mandaba, pero se dejó convencer por el profe y se dedicó a la estúpida idea de desarrollar una máquina para recuperar el oro de los circuitos integrados de equipos electrónicos en desuso. Maldice el día en que llegó ese mal nacido y se sienta en la banqueta a mirar todo el armamento.

- Algo se me ocurrirá, ese coño’e madre, me las tiene que pagar algún día, esto no se queda así.

Y pensando en Saleska, se acaricia los genitales.