Capítulo 2
El encuentro
María Elena, su secretaria, entra en la oficina, no se sorprende al encontrarlo, sabía de antemano, que antes de las siete de la mañana estaría ahí, saluda dando los buenos días y coloca sobre el escritorio la correspondencia del día viernes, Omar sin prestar atención contesta el saludo y sin quitar los ojos de la pantalla del computador, continúa con su trabajo, la joven señora se retira cerrando a su espalda la puerta, el hombre, luego de finalizar su trabajo, echa un vistazo a los sobres, los va mirando uno por uno hasta que fija su atención en uno de ellos, hace una mueca y piensa:
- Estos señores si joroban, ¿hasta cuándo Dios mío?
Sostiene dicho sobre por unos segundos y lo tira al cesto de basura para luego continuar revisando el resto de la correspondencia, luego, mirando el cesto, se aproxima a ésta y sacando el sobre comenta:
- Bueno, veamos qué es lo que quieren ésta vez.
Lo abre y comienza a leer el texto, era del liceo del sector donde vivía, la directora le pedía que fuera a dar una charla sobre cómo se debía actuar ante una situación sísmica a los alumnos de los últimos años de bachillerato. Omar continúa con la lectura hasta llegar a un párrafo donde se le preguntaba si podía formar parte de la docencia de instituto, se quedó pensativo por algunos minutos hasta que, luego de analizar la pregunta, se dijo así mismo:
- ¿Porqué no?
Llamó a la secretaria y dio instrucciones al respecto, luego continuó con su trabajo y olvidó el asunto.
Pedro Salazar llegó de viaje a casa luego de estar ausente por espacio de quince días, la familia en pleno lo recibe con alegría, al estar en casa, siente que vuelve a ser el mismo, la tensión de su trabajo lo agota, en su hogar, se siente protegido ya que nadie lo perturbará y piensa que la paz que hay en su casa, es la que todos los hombres, deben tener, en cierto modo, es igual a Omar, porque su hogar, más que eso, era como su escondite. Se sorprendió al ver a su hija con moretones en el rostro, piernas y brazos.
- ¡Por Dios!, ¿qué te pasó hija? nuevamente te peleaste en el liceo ¿verdad?
- ¡No papá!
- Entonces… ¿te cayó encima un avión?
- ¡Que no papá!, no.
Pedro, se asustó al principio cuando vio a su hija en esas condiciones y sabiendo el carácter volátil de su pequeño caramelito de arsénico, como llamaba a su hija menor, esperó la explicación, que de seguro, sería muy «lógica».
- Entonces, ¡cuéntame por favor!
- Pues verás papi, yo venía… estaba con mami en el supermercado y me tropecé con un señor ¿verdad mami?
- Bueno, más o menos hija, más o menos.
El hombre sonríe al escuchar a su hija y le pide que continúe:
- Bueno papá, creo que eso fue todo lo que pasó.
- ¿Y los moretones?
- ¡Ah! Eso fue con las latas.
- ¿Latas?
- Si, las latas me golpearon.
- No entiendo, ¿ese señor… te golpeó con las latas, ¡te agredió con las latas en el supermercado?
La madre interviene para aclarar el misterio:
- Saleska, como siempre, estaba…«caminando con demasiada prisa» en el supermercado, prácticamente arrolló a esa persona, uno de los empleados me dijo que ambos cayeron al piso, una torre de concentrados de tomates los cubrió a los dos, pero como ella cayó sobre él, la mayoría la golpearon a ella.
El hombre mira a su hija y pregunta:
- ¿En qué venías pensando cuando chocaste con ese señor?
La chica baja la mirada y responde:
- No me acuerdo.
- ¡No te acuerdas!
La mirada de los padres se fija sobre la joven y después de unos segundos que para ella fueron interminables, el padre le dice:
- Hija, se te ha dicho infinidades de veces que no corras en el supermercado, además, eso de estar corriendo y mirando a otro lado, ¡es muy peligroso!, ahí tienes la prueba, te tropezaste con ese señor y mírate como quedaste.
La joven mira sus brazos sin decir nada, el padre mira a su esposa con una sonrisa de comprensión, luego, abrazando a su hija le dijo:
- Cariño, ten más cuidado la próxima vez ¿te parece? mira que no te quiero ver en el hospital, eso para mí, sería terrible.
La joven se abraza a su padre y le dice:
- ¡Te lo prometo papi!
- Bien hija, ahora, vete y no destruyas el mundo, recuerda que hay muchas personas que quieren disfrutarlo.
Y sale con la prisa como compañera, el padre la mira alejarse y comenta a su esposa:
- Lo que le dije, le entró por un oído y le salió por el otro.
- ¡Jóvenes! Tienen la energía... que tuvimos a esa edad y contra eso, no podemos, nadie puede.
- Y a propósito, ¿quién es esa persona que frenó a nuestra impetuosa hija?
- El Ingeniero Omar Curie.
- ¿El ermitaño?
La esposa se sorprende al escuchar el calificativo y pregunta:
- ¿Por qué lo llamas así?
- ¿Con cuántas personas lo has visto últimamente?
- Bueno, nunca lo he visto acompañado por nadie.
El hombre concluye:
- Misterio resuelto.
El teléfono trae a la realidad a Omar, es su madre que quiere saber de él, ya que tiene varios días sin llamarla.
- Hola mamá, ¿cómo estás?
- Bien hijo y ya que no llamas, me he tomado la molestia de hacerlo por ti, al parecer, como que estás muy ocupado.
- Perdona mamá, pero, aunque no lo creas, si lo estoy.
- ¡Hasta los domingos!
Omar siente que su madre lo ha agarrado con una mentira y enfrentando la realidad le dice:
- Perdona mamá, pero… ¿qué puedo hacer?
- Hijo, sé que has pasado por un mal momento, esa muerte, a todos nos afectó.
- Si mamá, pero… esto tengo que digerirlo yo solo, tengo que esperar que cicatrice mi alma y para eso, se requiere tiempo.
- Hijo, ya van…
- Si mamá, lo sé, pero, yo no soy como los demás, soy diferente, tal vez sea de otro planeta o algo así, por eso soy diferente, la muerte de papá te afectó en una forma diferente, a mí, esa muerte me golpeó más duro, mi mundo interior se derrumbó totalmente y tengo que rehacerlo lentamente, piedra sobre piedra, madero sobre madero.
La madre de Omar, queda en silencio por un momento, luego reconoce:
- Tienes razón hijo, tienes razón, disculpa, no lo había visto desde esa óptica…
- No te preocupes mamá, perdóname por no llamarte más a menudo, pero es como te digo, tengo que asimilar este golpe y no sé cuánto tiempo me llevaré en eso, te prometo llamarte con más frecuencia.
Ella desviando el tema comenta:
- Me dijo Cory que estuviste en el cumpleaños de Miguel.
- Si, estuvo buena la reunión.
La mujer se da cuenta de que su hijo no dará más de lo que tiene y para finalizar la conversación le dice:
- Creo que llegó el pedido que hice, luego nos hablamos.
- De acuerdo mamá, te llamo uno de éstos días.
- Suerte hijo.
- Gracias mamá.
El silencio se apodera de la casa de Omar, se levanta de la silla y al mirar por la ventana se dice así mismo:
- Nada me falta, nada me sobra.
Esperó que fuera más tarde para revisar las plantas y regar el jardín.
Llega el día para la dictar la charla a los alumnos de la escuela, Omar se siente un tanto incómodo, pues al entrar al edificio, recordó los años de enseñanza y hacía algunos que no ejercía la docencia, por espacio de cuatro años se desempeñó como instructor de matemáticas y resistencia de materiales, pero después que el infortunio tocara su puerta, abandonó la facultad y decidió tomarse un tiempo para recoger los pedazos de su vida.
La directora se dirige a los alumnos que ocupan el auditórium del plantel diciendo:
- Queridos estudiantes: esta es una ocasión especial, donde se nos hablará del peligro que corremos cuando somos sorprendidos por un sismo, con nosotros se encuentra el ingeniero Omar Curie, él nos va a explicar lo que debemos y no debemos hacer en una situación como esa.
La profesora cede el lugar a Omar, éste después de presentarse, comienza preguntado que es, un terremoto, algunos alumnos alzan la mano y uno a uno va dando su concepto, Omar, que tiene una facilidad innata para la enseñanza, hace que los alumnos se interesen en la charla y los involucra en la misma, los estudiantes sin darse cuenta intervienen en la exposición, Omar puso en práctica una táctica ideada por él, se sentó entre el estudiantado y pidió a uno de los alumnos a que expusiera sus opiniones sobre el tema, muchos quisieron intervenir, pero cuando terminó el tiempo, los muchachos protestaron por no poder intervenir, la profesora al ver la actitud de los alumnos, muy sutilmente comprometió a Omar para una nueva entrega de conocimientos, éste, en contra de su voluntad, no tuvo más remedio que aceptar, el alumnado al escuchar la decisión del ingeniero, aplaudió a rabiar, esto llamó la atención a la junta directiva del instituto y mientras los alumnos y el ingeniero se retiraban, los profesores presentes en el acto, intercambiaban impresiones, Omar, tratando de huir del sitio donde se hallaba, tropieza con una jovencita, casi va a parar al piso de no ser por una persona que, tomándole del brazo, le ayuda a recuperar su equilibrio.
- Gracias.
Agradece mientras intenta escapar de la edificación.
- Espere por favor señor.
Omar no hace caso al llamado, en su mente lo que importa es salir del lugar, camina lo más rápido que puede, pero la cantidad de estudiantes que se encontraban en el lugar, hacían imposible sus deseos, una mano toca su hombro mientras le llaman por su nombre:
- Señor Curie, por favor espere.
Al oír su apellido, se detiene, lentamente se gira y se encuentra con un hombre de mediana edad, alto y delgado.
- Señor Curie, disculpe usted, pero ya que le veo por aquí, quise aprovechar la oportunidad de agradecer lo que hizo por mi hija.
- No entiendo señor, ¿a qué se refiere?
- En el supermercado, usted…
Omar recordando el incidente exclama:
- ¡Ah!, no fue nada señor.
- Bueno, de todos modos, quería agradecer el gesto, si alguna vez necesitara de algo, por favor, no dude en visitarme.
Se queda mirándolo por algunos segundos, luego piensa en que sería inútil restar importancia al hecho delante de ese hombre, luego señala:
- Me siento alagado señor, lo tendré en cuenta.
Al intentar reanudar el escape, una joven le toma por la mano y le dice:
- Todavía me duelen los golpes, pero de no haber sido por usted, a lo mejor hubiera muerto.
Omar escucha a la joven y al hacerlo, llegan a su mente muchos recuerdos que estaban comprimidos en lo más profundo de su memoria, al oír la palabra muerte, siente en el aire la presencia de ese espectro, lo conoce muy bien, sabe de su trabajo y de lo bien que lo realiza, entonces, mirando los azules ojos de la hermosa chica le dice:
- Señorita, no hable de muerte, en sus labios y pensamientos, solo debe haber espacio para la vida y la esperanza, no para la pena ni el dolor.
Le guiñó un ojo y despidiéndose de ambos, tomó la calle y desapareció de la vista del padre y su hija.
En la tranquilidad de su casa pensaba en lo que la directora del colegio había sugerido, dar «otra entrega de conocimientos», eso, modificaba sus planes en una forma que no esperaba, tenía su rutina y cambiarla a esta altura de la vida, era como comenzar de nuevo, en realidad no quería comenzar nuevamente una etapa de enseñanzas, eso ya lo había superado, pero por otra parte, Cory rara vez se equivocaba, tenía que reconocer que su trabajo actual, aunque le gustaba mucho, no le daba las satisfacciones que esperaba, se dirigió al mueble bar y sirviéndose una copa de vino se dijo:
- Creo que tendré que consultar esto con la almohada, no quiero tomar una decisión apresuradamente, no me gusta arrepentirme de lo que hago.
Y mirando por la ventana, se distrajo con las aves que frecuentaban su jardín.
- ¡Mamá vimos al ermitaño!
Grita la joven al llegar a su casa.
- ¿Qué manera es esa de llamar a una persona? eso no es lo que te estamos enseñando en casa, de seguro no te gustaría que te pusieran un apodo cuando alguien quisiera referirte a ti ¿verdad?
La adolescente, un poco apenada responde:
- Pero papá lo llama así.
La madre dirige sus ojos a su esposo, éste, incómodo trata de salirse del problema preguntando a su hija:
- ¿Cuándo dije eso?
- Siempre lo haces cuando te reúnes con tus amigos, ¿por qué yo no puedo entonces?
Por la mente de Pedro Salazar pasan los recuerdo de cuando se reúne con sus amigos en la sala de su casa, toman una que otra cerveza comentando los resultados del fútbol Brasileño o Argentino y de las peripecias que hacía el Dr. Richard Páez con el equipo Venezolano, algunas veces, comenzaban a desplumar al vecindario y cuando le tocaba al extraño… Lo llamaban de esa forma, por su comportamiento bastante fuera de lo común, entonces la mujer le pregunta:
- ¿Cómo quieres que nuestra hija no tenga esa forma de ser, si tu eres el artífice de su comportamiento?
- ¡Pero yo…!
- No hay pero que valga Pedro, tú lo hiciste, tú lo arreglas, ¿de acuerdo? ahora, tienes un trabajo que hacer.
Y señalando la sala, le pide que se vaya con la joven a hablar con ella. Pedro entiende el mensaje perfectamente y poniendo una mano sobre el hombro de su hija le dice:
- Caramelo, tenemos mucho de que habla, vamos, antes de que tu madre me excomulgue.
- Tus ironías no te ayudarán en nada c a r i ñ o.
El hombre mira a su esposa comprendiendo que cualquier comentario sería incongruente totalmente.
- Creo que tenemos que hablar con él, ¿vieron la actitud de los alumnos? jamás en el tiempo que llevo como docente, había visto tanto interés de éstos muchachos por algo.
Decía uno de los profesores que se encontraban en el cafetín del instituto.
- Sería fantástico tener una persona como él en la plana docente.
- Cierto, pero ¿aceptará estar con nosotros?
Los profesores elucubraban sobre si ese personaje formaría parte del personal docente, la directora quería hablar con el ingeniero para convencerlo de dar otra charla y, eventualmente, contratarlo como profesor del instituto ya que tiene una idea y quiere llevarla a cabo. La tarde cede su lugar a la noche, dando libertad a los espectros y recuerdos, en algunos casos, el dolor acompaña a estos entes fantasmales, que, dependiendo de las personas, son hadas y musas que son bien venidas a las habitaciones, para hacer del sueño del ser humano, algo reparador y placentero, sin embargo, no todos tenían esa suerte, porque la noche, era algo que no era esperada con agrado, pues, al amanecer del nuevo día, estaban tan cansados que no tenían ánimo alguno de enfrentar la vida, Omar era uno de ellos, porque desde hacía tiempo, tenían la misma recurrencia, el mismo hombre que corría al cual, solo le veía la espalda y una mancha de pintura blanca en el cabello, eso, siempre le consumía su energía, siempre era algo agotador. Luego de tomar su baño y acicalarse, se sube a su vehículo y se marcha a su trabajo. La mañana no le bastó para terminar con los asuntos pertinentes a su profesión y para colmo de males, había olvidado que la empresa de fumigación, llegaba a las doce con cuarenta, de mala gana abandonó su oficina y se marchó a la casa, pero en el camino, encontró que la compañía de teléfonos estaba colocando una matriz de fibra óptica, no le quedó más remedio que tomar la vía que llevaba al liceo. Masticando su malestar, tomó la ruta que desde hacía años, había evitado, para calmarse prendió la radio y sintonizó la estación instrumental, la música tenía en él, un efecto tranquilizador, tomó con más calma el retraso ocasionado por los vehículos de los padres que se estacionaban en doble fila para recoger a sus hijos, con pesar se dijo, que la comodidad de un individuo, es la incomodidad de muchos, no se dio cuenta cuando salió del embotellamiento y tarareando la melodía de la radio, se enrumbó a su destino, un pequeño grupo de estudiantes que gritaban y alzaban las manos, cerraban la calle, se vio obligado a detenerse, más, su sorpresa fue mayúscula al ver a un chico y una chica peleándose a puño limpio.
- ¡Esto es lo último!, ahora las mujeres se golpean con los hombres.
Se bajó del vehículo para ayudar a la joven, pues pensó que el muchacho, por ser más alto que ella, la podía lastimar, pero, su asombro no tuvo límites al ver que la chica que había tropezado con él en el supermercado, literalmente... ¡lo estaba matando a golpes!, como pudo, se interpuso entre los contrincantes y gritando les dijo:
- ¡Ya basta!
La joven no se dio por aludida y quiso continuar con el pugilato, no tuvo más remedio que tomarla por la cintura con un brazo y alzarla, y cuando quiso hablar con el joven, éste, caía inconsciente sobre el pavimento, los demás muchachos se burlaban y reían del maltrecho joven, la chica lloraba y chillaba de rabia, Omar la llevó hasta el vehículo, abrió la puerta e invitándola a entrar le dijo con voz firme:
- Señorita, ¡siéntese y espéreme aquí! ¿Me entiende?
Ella con los ojos rojos y la boca encogida, lo miró y moviendo la cabeza mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho, respondió afirmativamente, luego corrió hasta donde se encontraban el resto de los estudiantes, el chico todavía yacía en el suelo, se acercó para ver cómo estaba y vaya que estaba muy mal, le levantó la cabeza para detallar el daño que tenía y al hacerlo, poco a poco el mozalbete abrió los ojos.
- ¿Cómo te encuentras?
Pregunta un poco preocupado.
- Me duele la cabeza y las costillas,
Los estudiantes que rodeaban al caído, se burlaron y rieron, esto molestó a Omar que, con su cara de pocos amigos, los miró, todos al ver a ese hombre con esa expresión, optaron por marcharse, el policía escolar se acercó para ver lo que ocurría y Omar le contó lo poco que vio.
- Vamos a la enfermería muchacho, esta no es la primera vez que esa chica te suena ¿verdad?
El adolescente se fue con el agente si decir nada, Omar se les quedó mirando por unos segundos, luego mira al carro y al no ver a la joven, se asusta y decide ir en su busca, lentamente conduce por la calle mirando por todas partes, hasta que la divisa, ve que su uniforme está bastante sucio y su larga cabellera desordenada, al acercarse con su vehículo le pregunta:
- ¿Te sientes bien? ¿Quieres que te lleve a tu casa?
No contesta, irritada sigue su marcha mirando al frente, él insiste hasta que ella se detiene, le mira con una cara de pocos amigos y responde:
- ¡Estoy bien!
- ¿Y tus libros? de seguro los perdiste.
Ella lo mira nuevamente y responde:
- Le dije señor que estoy bien, ¡nada me falta, nada me sobra!
Ella continúa la marcha y Omar, frena bruscamente al escuchar la frase, hacía casi quince años que la oyó por última vez en labios de una mujer, era parte de un verso que había tratado de olvidar, de hecho, casi lo había borrado de su mente, solo esa línea era la que se había enquistado en sus pensamiento, se quedó de una sola pieza y sin salir de su asombro, vio la chica caminar hasta que se perdió de su vista. No supo cuánto tiempo estuvo en el carro y al ver las luces de la ciudad encendidas se dijo:
- Se me ha hecho tarde, debo organizar mis ideas.
Puso en marcha su vehículo y se dirigió a su refugio. En casa, con una copa de vino, caminaba de un lado a otro, pensando en lo que había escuchado, por un momento duda, mira la botella del dulce licor y piensa:
- ¿Me estaré volviendo loco por tanto vino?
Se rasca la cabeza con intranquilidad buscando alguna respuesta lógica, ¿cómo una joven como ella, podía saber parte de un poema, que fue escrito para él por una persona… que estaba muerta?
- ¿Habré escuchado bien? ¿Cómo puede ser eso posible? ¿Serán familia acaso y yo no lo sabía hasta ahora? todo misterio en esta vida, tiene una explicación razonable, no me debo dejar impresionar por algo normal.
Omar no era de las personas que creían en fantasmas, brujas o cosa que se le pareciera.
- Tengo que pensar con cabeza fría, poner mis pies en piso y ordenar mis ideas.
Salió al jardín con la copa y la botella de vino, comenzó a regar la plantas, luego se sentó en una de las rocas que rodeaban la laguna artificial y dejó que el mosto rojo, se deslizara por su garganta, los grillos y las ranas del estanque, le hacían compañía, alzó la vista y mirando la luna menguante, recordó la frase:
Nada me falta, nada me sobra…
Las lágrimas dificultaron su visión, luego se deslizaron por sus mejillas para caer a la copa, aquello formaba parte de un poema escrito por su esposa, pocos días antes de morir.
- ¡Narada!
Fue apenas un susurro, ese nombre era, lo más sublime en su vida, hacía quince años que se había marchado, nunca más lo pronunció y quiso sacarlo de su vida, de su memoria, de su ser finito.
- ¡Casi lo logro mi Dios!, casi lo logro.
Su cuerpo se convulsionaba por el llanto al recordar todos los acontecimientos. Una nube, lentamente oculta la luna, como queriendo dejar a solas al hombre en el jardín, las ranas y los grillos, como si entendieran su dolor, hicieron silencio y la noche, se hizo más oscura, tomó lentamente el contenido de la copa y dejó que sus recuerdos viajaran por los pasillos del tiempo, una a una, las escenas desfilan por su mente mientras mecánicamente, se servía otra copa, el efecto del alcohol, le hace creer que lo que está viendo es cierto, es entonces cuando trata de llamar a la mujer que camina ante sus ojos, su desesperación se intensifica al no obtener respuesta alguna y tal como apareció, se pierde entre el velo de negra noche, en su mente, todo es confusión, aunque haya pasado el tiempo, todavía no ha encontrado la explicación a lo que pasó. Quiso servirse nuevamente, pero la botella estaba vacía, al verla, trata de sonreír, pero, más que una sonrisa, es una mueca lo que se dibuja en su rostro, mira al cielo nocturno y cerrando los ojos, pronuncia nuevamente el nombre de la mujer que se había adueñado de su alma y su corazón.
- ¡Narada!
El travieso duendecillo de la botella, irrumpe en todo su cuerpo, dominándolo por completo hasta dejarlo inmóvil, pero su cerebro se mantiene activo con el recuerdo de la mujer ausente, lentamente un sopor va dominando su conciencia para sucumbir ante la fuerza del dolor. Nuevamente se encuentra en la calle acompañado de Narada, caminan tomados de la mano hablando del jardín que han diseñado, les ha costado su tiempo, esfuerzo y dinero, pero ya es una realidad.
- ¿Me prometes que cuando tenga que viajar, cuidarás de nuestro jardín?
- ¿Viajar? ¿A dónde irías?
- No sé, a algún lugar..., supongo.
- Esa pregunta me parece necia, ¡por supuesto que lo haré mi amor!
Ella sonríe al escuchar al hombre que por primera vez, ha llevado el amor a su vida, cuando son interrumpidos bruscamente por una persona que corre desesperadamente con un bolso de mujer, detrás, viene otro sujeto con un arma en la mano amenazando:
- ¡Detente!
El ladrón corre a lo que dan sus pies, la pareja se recuesta a la pared al ver el arma del perseguidor, éste vuelve a advertir:
- ¡Alto o disparo!
La voz es ignorada por el fugitivo, en el ambiente se oye un estampido, Omar al escucharlo, se sorprende y siete como su amada se abraza fuertemente a él y tratando de calmarla le dice:
- No te asustes, esto pronto pasará y nos iremos a casa.
En ese momento, siente como la chica se va deslizando por su pecho.
- Omar… me voy.
Él no entiende lo que pasa pero en su interior, sabe lo que ha ocurrido, mira el rostro de su mujer y ve reflejado el miedo, la desesperanza y el dolor.
- ¡Narada!
Él se deja caer con ella hasta el pavimento, todo ocurre demasiado rápido, ve con horror como la sangre escapa con la vida de la que es la luz de su ser, su pecho, al igual que el de ella, están bañado de escarlata, trata de mantener la calma, pero es imposible, mira a su alrededor buscando ayuda, pero solo ve a un hombre correr, él sabe que fue ese individuo el que había disparado, trató de incorporarse al sentir el animal de la ira que todos los humanos esconden en lo más profundo de su naturaleza, quiso perseguir al criminal que había disparado a la humanidad de la mujer que amaba, ¡lo quería matar!, ¡destruirlo con sus propias manos! pero ella lo detiene para decirle:
- Tengo frío Omar, ¡abrázame por favor!
- ¡Aquí estoy Narada!, no temas, yo te cuidaré.
Ella alza la mirada y fija sus ojos en los de Omar, sonríe y le dice:
- Fue bueno estar contigo vida mía.
Omar siente un escalofrío recorrer su espalda al escucharla y para darle ánimos le dice:
- ¡Siempre estaremos juntos mi amor! ¡Siempre!
Él grita pidiendo ayuda y ella, poniendo su mano en la boca suplica:
- No grites, quédate junto a mí.
Omar tratando de no llorar le suplica:
- ¡No me dejes por favor!
Narada esboza una sonrisa, acaricia el rostro de su hombre y le dice:
- Trataré de estar cerca de ti, te lo prometo.
Omar no puede aguantar más y llorando, vuelve a pedir ayuda, la mujer, sabe que su fin está muy cerca y le pide:
- ¡Bésame!
Omar la besa suavemente como si en ese beso, le transmitiera su vida, ella entiende el gesto y acercando sus labios a su oído y con voz entre cortada nuevamente le repite:
- Trataré de estar cerca de ti, de alguna forma, de alguna manera, por algún medio, ¡créeme mi amor!, lo haré, te lo prometo.
La respiración de la mujer se altera, siente que las fuerzas le abandonan y apretando la mano del ser que hasta ese momento, compartió su vida le pidió:
- No me olvides amor, recuerda tu promesa, cuida nuestro jardín, ahí pasamos buenos momentos...
En el centro clínico todo era confusión, los médicos giraban instrucciones mientras se preparaba el quirófano, las enfermeras corrían de un lado a otro mientras Omar trataba de mantenerse en calma y buscaba la forma de entender lo ocurrido, no supo que la sangre que cubría su camisa, era la de él hasta que un médico se dio cuenta de ello, tenía incrustada en el pecho, el proyectil que había herido gravemente a su pareja. Nunca recordó el momento exacto cuando le extrajeron la bala ni cuando le hicieron las curas, fueron días de zozobra, no durmió ni probó bocado alguno mientras ella estaba en la UCI, en su alma albergaba la esperanza de que se salvara, pero no, se fue, dejando un vacío tan grande y aún, hoy día, permanecía igual.
El canto de las aves le devuelve la conciencia lentamente, es ese el momento que más teme en las mañanas, pues, no sabe si es una realidad, o una pesadilla, pero a la larga, se da cuenta de que ambas son la misma cosa, ninguna de las dos, le devolverá la vida de su amada, todos los días es la misma historia.
El temor a encontrarse con la dura realidad, le ha convertido en un ser diferente. Lentamente se incorpora y mira a su alrededor, todo está ordenado, la verde grama alegraría la vista de cualquier persona, los rosales, las begonias y las margaritas daban brillo al lugar junto con las orquídeas y las bromelias, las violetas africanas tímidamente aportaban colorido al hermoso jardín junto al resto de las flores, mientras que las fragantes azucenas, impregnaban de un agradable aroma el aire del lugar, los nenúfares parecían delicadas pinceladas sobre la superficie del agua, todo era hermoso, pero para él, nada de eso tenía sentido, al mudarse de su antiguo hogar, se trajo consigo, todas las plantas y las replantó nuevamente en la nueva casa, el jardín podría ser muy hermoso, pero para Omar, esa hermosura no la veía, no la sentía, no le agradaba, recogió la copa y la botella y se dirigió a la casa y mientras caminaba rumbo al baño, se despojó de su vestimenta, se introdujo a la ducha y abrió la llave de agua fría para despabilarse, pero no obtuvo el resultado deseado, permaneció por un largo rato bajo la regadera con la frente pegada a la pared, mecánicamente toca la herida de bala en el pecho mientras pensaba en ella y en ese momento, se dio cuenta de que hacía tiempo que no lo hacía, que ni siquiera, había pronunciado su nombre y de no haber sido por esa liceísta, no la estaría recordando ahora.
Luego de vestirse, se sentó en la cama a analizar lo que había pasado con esa jovencita, no sabía nada de ella y de su familia, menos, lo único que si sabía era que la había rescatado de un montón le latas y que peleaba como un muchacho.
- ¿Quién será esa chica? ¿Será familia de Narada?
Las preguntas se agolpan en su cabeza y a ninguna le encontraba una respuesta lógica, se levanta de la cama para dirigirse a la cocina, ese lugar para él era algo incómodo, pues, no se había acostumbrado todavía a preparar comida para una sola persona, inconscientemente servía todo doble, y al hacerlo, con pesar tenía que botar la preparación «extra» y reponiéndose al lapsus, consume su desayuno, pensando en la joven.
- ¿Cómo puede saber ella una parte de un poema que fue escrito con tanto sentimiento por una mujer tan especial?
Se preguntó mientras seguía pensando en ese instante cuando a su mente llegó una frase: Trataré de estar cerca de ti, de alguna forma, de alguna manera, por algún medio, ¡créeme mi amor!, lo haré, te lo prometo. De su mano escapó la taza de café para estrellarse en el piso, un frío recorrió su espina dorsal al recordar esas palabras, cuando estaba en la ceremonia de cremación, las recordó y pensó, que Narada estando tan cerca de la muerte, las dijo en una forma metafórica, el viento, la lluvia, la luz y el canto de las aves, podrían ser un medio para estar a su lado, pero, lo que estaba pasando por su cabeza, ¡era descabellado!, ¡los muertos no regresaban!.
Se sentó a pensar en lo que había dicho Narada, luego de unos momentos se preguntó:
- ¿Será posible que…? ¡No!, no puede ser, ¡ella está muerta! y yo… en parte… también.
El solo pensar que Narada hubiera «regresado», le asustaba, su mente no estaba preparada para semejante situación y no es que fuera de mente cerrada, al menos eso creía ya que no era un religioso como el resto de su familia, él, tenía sus propias creencias. Algunas veces, se hacía preguntas sobre la vida y la muerte y esas preguntas, traían más interrogantes que respuestas. Se levantó para recoger los rozos de la taza y luego de limpiar el piso, se dirige a su oficina y por primera vez en muchos años, miró hacia la casa de la chica, ella, en ese momento salía rumbo a la escuela, la mira y al hacerlo, siente un escalofrío recorrer su cuerpo, ella se gira como si la hubiesen llamado, lo mira por unos segundos y le saluda, Omar se queda paralizado sin saber qué hacer y venciendo sus pensamientos, responde el saludo, ella le sonríe y se marcha, el corazón de Omar, casi se rompe por los latidos y reponiéndose a la situación, se encaminó a su trabajo.
La mañana se fue tan rápido como vino, tanto fue el trabajo que confrontó, que no le alcanzó el tiempo para pensar en nada que no estuviera relacionado con su profesión, quiso pasar por la calle del liceo para ver a la chica y tratar de sacarle información sobre esa expresión, pero se vio obligado a atender una visita «inesperada» de la directora del liceo donde había dado la charla sobre seguridad y sismo.
- Señor Curie, usted pensará que somos unas necias, pero queremos hablar con usted sobre la posibilidad de que…
La directora mira a su colega y acompañante y luego de tomar aire continúa:
- …Usted pudiera ayudar en nuestro instituto, creemos que…
Omar no presta atención alguna a lo que le están exponiendo y mentalmente, se burla de las «viejas cacatúas» que interrumpieron sus planes y aparentando una compostura de interés a lo que le planteaban, se preguntaba de donde rayos iba a sacar tiempo para atender semejante pedido. Las señoras hablaban mientras Omar pensaba en la forma de sacarse de encima tamaño problema, pero de repente, le vino una idea, esa sería una forma de indagar sobre la personalidad de la joven que le había sorprendido con una expresión basada en un poema y viendo la posibilidad de «desentrañar» el misterio, dijo:
- Señoras mías, ¡Cuenten conmigo!
La alegría de las damas no se hizo esperar, los tres hablaron sobre la materia que podía escoger y de otros temas relacionados con la educación y sin darse cuenta, ya eran las tres de la tarde, Omar las invita a comer en un restaurante cercano a la oficina, pero ellas declinaron su invitación y esperando reunirse próximamente, se despidieron.
Mira por la ventana de su oficina y sus pensamientos vuelan a los días en que esperaba a Narada a la salida de la Facultad de Medicina de la Universidad Arquidiocesana donde estaba terminando un doctorado, luego caminaban por la avenida hasta llegar a la panadería a tomar café y hablar de los planes que tenían para el futuro, seguidamente marchaban a la plaza a continuar con sus sueños, que, finalmente lograron; después llegó la muerte de su padre, estaba preparado para eso, él le había confesado que le quedaban pocos meses de vida y le había hecho prometer que no se lo diría a su madre ni a su hermana, pero la partida inesperada de Narada, lo sorprendió totalmente, nadie se lo esperaba, no hubo un médico que le dijera que ella se iría, le había tomado tiempo asimilar ambas muertes, pero ahora, tenía que realizar una investigación, ¿quién era esa muchacha?, ¿cómo se llamaba? y lo más importante, ¿de dónde venía?.