20
Un gruñido devolvió a Kai a su entorno, un gruñido que creó en su cráneo ecos que resonaban con una intensidad que sobrepasaba cualquier aflicción anterior. Fue consciente de otras incomodidades: un calor sofocante, estar empapado de sudor e incapaz de enfocar los ojos. Aquellas incomodidades eran comprensibles, puesto que el sol estaba directamente encima de sus cabezas. Había llovido fuertemente y hacía poco, a juzgar por la fétida humedad y el herrumbroso lodo que rodeaba el deprimido triángulo de seco terreno donde se hallaban. Varian estaba sujetándose a Kai, parpadeando para enfocar los ojos, y Sassinak estaba inclinada sobre Aygar. Encogido en el suelo estaba Cruss, en una actitud tal de abatimiento que Kai sintió piedad por el equipo pesado.
—¡Comandante Sassinak! —el alegre grito de Fordeliton los sacó de su estupor—. ¡Comandante! —corrió hacia ellos, con Lunzie y Florasse inmediatamente detrás de él—. ¿Se encuentran todos bien? ¡Han estado en esa conferencia durante cuatro horas y media!
—¿Conferencia? —Sassinak frunció el ceño.
—¡No espere que razonen sensatamente ahora, Ford! —Lunzie hizo una pausa para mirar rostro por rostro antes de tomar a Varian y Kai por el brazo y hacer una seña a Ford para que ayudara a su comandante—. Saquémoslos de este sol.
—¿Qué le han hecho esos theks? —preguntó Florasse. No miraba a Aygar, sino al patéticamente encogido capitán del transporte.
—Exactamente lo que se merecía, sospecho —respondió Lunzie.
—¿Aygar? —Florasse sujetó al iretano por el brazo, sacudiéndolo levemente—. Está en estado de shock.
—Es muy probable. Sácalo del sol. Probablemente le vaya bien un estimulante, pero volverá a ser él mismo en una o dos horas.
—Pero… ¿qué le ha ocurrido? —Florasse miró con creciente ansiedad al encogido capitán Cruss.
—Ha asistido a una conferencia thek, una experiencia muy poco usual. Aygar te dirá lo que hay que hacer cuando se recupere. Ahora sácalo del sol, mujer. ¡Vamos, Ford! —Lunzie abrió camino hacia la pinaza.
En el alivio proporcionado por la relativamente fresca penumbra de la pequeña nave, los tres parecieron visiblemente relajados.
—¿Debo administrarles algo? —preguntó ansiosamente Fordeliton, mientras hacía girar la pinaza hacia el crucero.
—Lo haré cuando estemos en la nave. Un poco de ese coñac sverulano vendrá de maravilla, estoy segura.
—¿Funcionó el acolchado?
—No me atrevo a comprobarlo todavía.
Ford hizo alzarse la pinaza para el pequeño vuelo de regreso junto al crucero. Cuando volvieron a tomar tierra, Sassinak le dio las gracias, se levantó, salió calmadamente de la pinaza y subió la plancha de entrada al crucero. Con la misma calma y ligeras sonrisas en sus rostros, Kai y Varian la siguieron. Fordeliton se apresuró tras ellos mientras Lunzie, capaz de sonreír ahora que sus amigos se estaban recuperando, cerró la marcha. Sin ninguna vacilación, Sassinak abrió camino hasta sus aposentos. Allá se dirigió directamente a su escritorio, se sentó, e hizo girar su asiento en un fluido movimiento hacia su consola.
—Pendelman… Llame de vuelta a los wefts del transporte de los equipos pesados. Retire todas las patrullas. Esa nave despegará dentro de muy poco.
Luego Sassinak volvió a hacer girar su asiento, parpadeando incierta. Con una exclamación de impaciencia, Lunzie miró a Fordeliton.
—¿Dónde tiene el licor?
Fordeliton abrió un armarito que tenía a su lado, extrajo una botella y copas. Lunzie vertió generosas raciones y las distribuyó. Luego hizo un gesto a Ford para que sirviera bebida para ellos.
—Podemos echar también un trago, tras toda esta excitación —dijo. Alzó su vaso—. ¡Por los supervivientes!
Respondiendo automáticamente, Sassinak, Varian y Kai bebieron, apurando sus copas. El estimulante hizo un efecto inmediato. El color volvió a sus rostros y sus expresiones recuperaron su antigua vida.
—Bien. Ahora, amigos, ¿cuál es vuestro informe? —preguntó Lunzie, marcando mucho la última palabra.
Sassinak frunció ligeramente el ceño, mirando con sorpresa la copa en su mano y luego a los demás sentados frente a ella. Kai permanecía profundamente hundido en su asiento, casi a punto de dejar caer su copa de coñac, mientras Varian, reconociendo lo que tenía en su mano, acabó de apurarla de un trago y miró a Fordeliton con una clara petición de más. El hombre pasó rápidamente la botella. Luego todos empezaron a hablar a la vez, recordaron bruscamente sus modales, y guardaron silencio hasta que Sassinak dejó escapar una risita.
—¿Debo suponer por vuestras reacciones que el acolchado funcionó? —preguntó Lunzie.
—Lo hizo, naturalmente, mi respetada tatara-tatarabuela —dijo Sassinak—. Recordé las patrullas y los wefts, ¿no es así, Ford? Bien, esa fue, creo, mi primera orden. ¿Sobrevive Cruss?
—¡Apenas!
Sassinak dejó escapar una risita.
—Recibió una buena paliza. —Sus dedos se posaron suavemente en sus sienes—. Todos la recibimos.
—Pese a nuestras claras conciencias y nuestros puros corazones —añadió Varian con una tímida sonrisa a Lunzie.
Sassinak pulsó el botón de comunicaciones.
—Pendelman, pídale al capitán Dupaynil que se una a nosotros. Conseguimos exactamente la información que necesitábamos. Cruss vació el buche, aunque no puedo culparle por ello.
—Entonces, ¿se sabe quién está detrás de la piratería?
—Oh, sí. —Sassinak sonrió beatíficamente—. Aguardaré hasta que Dupaynil llegue aquí. Y Kai y Varian se han visto llenos de gloria. Pero era justo que así fuera.
—Sí, al parecer rescatamos a Ger de la muesca del tiempo. —Kai tomó el hilo del relato, sonriendo ampliamente—. Ger era el thek dejado aquí como guardián…
—Este planeta es un zoológico, Lunzie. Un refugio para los dinosaurios. Los theks los han estado almacenando aquí durante milenios… incluso antes del cataclismo —interrumpió excitadamente Varian—. Trizen, y todos los demás entusiastas, tenían razón: los animales proceden de la Tierra del mesozoico.
—Ger fue atrapado por un enorme terremoto —dijo Kai—, y enterrado tan profundamente que fue incapaz de pedir ayuda. Había agotado casi su sustancia cuando los theks empezaron a buscarle.
—¿Entienden? —siguió Varian—. Los theks observaron la vieja Tierra, hace eones, y quedaron prendados por los dinosaurios. Mucho antes de que los animales se vieran amenazados con la extinción a causa de un cataclismo climático, los importaron a Ireta, que sabían iba a proporcionarles permanentemente un entorno adecuado. Los theks trajeron incluso la hierba del valle de la hendidura para los dinosaurios, puesto que Ireta no posee vitamina A natural. Los dinosaurios son los animales de compañía de los theks.
—Una combinación adecuada, diría —observó Lunzie—. Ambos tienen un apetito insaciable.
—Dimenon tenía razón cuando dijo que los theks estaban atiborrándose. ¡Lo estaban haciendo! —dijo Varian con una estentórea risa.
—Originalmente Ireta fue registrado como un punto de alimentación para los theks —dijo Kai, reanudando de nuevo el relato—, debido a toda la energía que es liberada después de cada buen terremoto o desplazamiento tectónico. Por eso fueron plantadas esas viejas sondas. Ger se hallaba en el proceso de plantarlas cuando ocurrió todo. Por una extraña coincidencia, la vieja sonda que desenterramos primero era la que estaba al lado de Ger cuando el terremoto lo atrapó. Hay un dispositivo fechador thek en esas sondas; cuando los theks las digerían, eso era lo que buscaban. Pero los buscadores se estaban dando una comida gratis al mismo tiempo. Los theks jóvenes, especialmente, tienen que ser supervisados de cerca o en poco tiempo asolarían un planeta…
—¿Qué? —Lunzie se medio levantó de su asiento mientras los tres que habían soportado la conferencia Thek le dedicaban complacidas expresiones—. No es posible que…
—Ésa es mi interpretación, Lunzie —admitió Sassinak—. Recibimos explicaciones comprensibles, thekianas, que se suponía no íbamos a recordar, aparte las relativas a nuestra implicación personal en esta aventura. Parte de la explicación fue una buena tajada de historia thek. —Dirigió a Fordeliton una seria mirada—. Que, si valora usted su papel como Discípulo, Ford, será mejor que quede encerrada dentro de su cabeza.
»En su juventud como especie, los theks fueron empujados al espacio por su insaciable apetito, con el fin de descubrir planetas que llenaran su necesidad de energía en estado bruto. Encontraron los transuránicos especialmente suculentos. Incluso entonces, afortunadamente, no dejaron de considerar a las especies en desarrollo. Pero un planeta sin formas de vida en emergencia se veía reducido en poco tiempo a roca desnuda por los hambrientos theks.
—Los mismos theks son los Otros —jadeó Lunzie.
—Ésa es la ineludible conclusión —admitió Sassinak—. Los theks son eminentemente lógicos. Se hizo evidente en el lapso de un milenio que, si no podían dominar sus apetitos, corrían el peligro de expulsarse ellos mismos de la galaxia por puro afán devorador.
—No es extraño que sientan cierta afinidad por los dinosaurios —exclamó Fordeliton con una carcajada.
—Puede que todos debamos sentirnos agradecidos de que los dinosaurios no evolucionaran en viajeros espaciales —respondió Sassinak.
—Y agradecidos también de que los theks los hayan conservado. Pero ¿qué ocurrirá ahora?
Varian radió.
—Puesto que nosotros somos efímeros, de corta vida y vulnerables, no cometeremos el error que cometieron los theks, dejando solamente un guardián…
—Quieres decir, un cuidador del zoológico —rectificó Kai.
—Así que tengo la opción de quedarme en Ireta —y la expresión de Varian estaba teñida de éxtasis— como protector planetario. Puedo estudiar a los giffs, a todos los dinosaurios, e incluso a los flecos si quiero. Puedo tener tanto personal como necesite. —Se volvió hacia Kai, con ojos expectantes—. Dales tus buenas noticias, Kai.
Kai sonrió modestamente.
—Ireta es un planeta restringido, por supuesto, en lo que a transuránicos se refiere, pero yo, y mi «familia», como lo dijeron, tenemos derecho a explotar los transuránicos durante… ¿es durante el tiempo que vivamos? No estoy seguro de si el límite es el límite de mi vida.
—No —dijo Lunzie—. Por «familia», los theks es probable que entiendan a la ARCT-10, y el tiempo que sobreviva como nave. Te lo mereces, Kai. Realmente te lo mereces.
—Es curioso —dijo Sassinak en la respetuosa pausa que siguió— que los theks aprecien el hecho de que habéis perdido un tiempo irreemplazable. Haciendo esto, por supuesto, establecisteis las circunstancias que permitieron recuperar al perdido Ger y al planeta olvidado. La justicia thek es poco usual.
—¿Qué hay de Aygar y los otros iretanos?
Varian lanzó una breve mirada a Kai, cuya expresión era de resignada desaprobación.
—Los theks englobaron a todos los humanos en un solo grupo de supervivientes. En cierto sentido, eso es correcto. Aygar planea quedarse.
—Ha dejado eso muy claro: con theks o sin theks. —El tono de Kai contenía un reacio respeto.
—Y los theks permitirán un limitado grupo de apoyo para nosotros y para aquéllos de los iretanos de Aygar que planeen quedarse.
—Me pregunto si algunos de ellos no preferirán alistarse en la Flota —murmuró Sassinak—. Los wefts son excelentes guardias, pero Ireta produce algunos tipos físicamente soberbios. Ford, mira si podemos reclutar a algunos…
—¿Y Tanegli? —preguntó Lunzie.
—El amotinamiento no puede ser disculpado, ni los amotinados exonerados —respondió Sassinak, con expresión seria—. Va a ser llevado al cuartel general del sector para ser sometido a juicio. Los theks fueron tan severos en esto como yo.
—¿Y Cruss va a ser devuelto también? —preguntó Ford.
Sassinak tabaleó sobre la mesa, con una sonrisa satisfecha asomando en las comisuras de su boca.
—No sólo devuelto, sino varado en tierra de por vida. Ni él ni su tripulación, ni siquiera los pasajeros criogenizados, podrán volver a abandonar su planeta. Ni su transporte podrá volar de nuevo.
—Los theks no hacen nada a medias, ¿eh?
—Han estado aguardando —prosiguió Sassinak— a que nosotros hiciéramos algo constructivo respecto a la piratería planetaria. La pretendida ocupación de Ireta les ha obligado, con hondo pesar por su parte, a interferir. —Una suave llamada en la puerta la interrumpió. Dupaynil abrió la hoja y miró rápidamente al grupo—. Pase, porque tengo noticias para usted, capitán. Nombres, de los que solamente uno me resulta familiar. —Indicó al oficial de Inteligencia que tomara asiento mientras se inclinaba hacia delante para teclear información en el terminal—. Parchandri se halla tan convenientemente situado para este tipo de operación…
—¿El inspector general Pachandri? —exclamó Fordeliton, con expresión impresionada.
—El mismo.
Lunzie dejó escapar una risita cínica.
—Tiene sentido el tener a un conspirador bien situado en los altos rangos del cuerpo explorador, evaluador y de colonización. Sabe exactamente qué bombones planetarios están maduros para ser expoliados.
Kai y Varian la contemplaron sorprendidas.
—¿Quién más, Sassinak? —preguntó Lunzie.
La comandante alzó la vista del display con una taimada sonrisa.
—El jeque de Fomalhaut es un consejero de asuntos internos de la Federación. Una comprende ahora cómo ha conseguido su fortuna privada. Lutpostig parece que es el gobernador de Diplo, un planeta de los equipos pesados. ¡Qué conveniente! Paraden, no resulta sorprendente descubrirlo, es el propietario de la compañía que proporcionó el transporte…
—E indudablemente muchos otros que correrán la misma suerte —dijo Lunzie.
—Nunca hubiéramos podido descubrir duplicidad a ese nivel, comandante —fue la suave afirmación de Dupaynil. Frunció ligeramente el ceño.— Me sorprende que un hombre del nivel de Cruss conociera esos nombres.
—No los conocía —respondió Sassinak—. Tan sólo era vagamente consciente de que el comisionado Paraden estaba implicado. Los theks extrapolaron de lo que podía decirles de los procedimientos de reclutamiento, proveedores, y todo lo que evidentemente extrajeron del banco de datos del transporte.
—¿Y cómo podemos utilizar la información que obtuvieron?
—Con gran cautela, igual duplicidad y más astucia que ellos, Dupaynil, e indudablemente algunas largas y acaloradas discusiones con la oficina de Inteligencia del sector. Afortunadamente, debido a mi naturaleza hipersuspicaz, conozco al almirante Coromell desde hace años y confío plenamente en él. Sin embargo, sabiendo dónde buscar los culpables, tenemos ganada más de media batalla, incluso ante aquellos situados muy alto.
—¿Nos mantendrá informados de sus progresos? —pidió pensativamente Varian.
—Por cápsula sellada, por supuesto —respondió Sassinak, pero su sonrisa se desvaneció rápidamente en una expresión de pesar—. Yo también he dado órdenes de partir. Así que, Fordeliton, utilice toda su elocuencia y vea a quienes puede reclutar de entre los iretanos. Kai, Varian, Lunzie, si necesitan más pertrechos para mantenerse hasta que llegue la ARCT-10, me sentiré complacida de dejárselos. Simplemente hagan que sean cargados en la pinaza. Haré que Borander les lleve de vuelta a su campamento.
»Sólo una cosa más… —Sassinak hizo girar su silla, manejando la cerradura digital de un armarito que tenía a sus espaldas. Extrajo primero una, luego, con un alzarse de hombros, otras dos botellas característicamente cuadradas de coñac sverulano.
—Copas limpias, por favor, Ford. Tengo un brindis que proponer.
Fueron traídas nuevas copas y llenadas generosamente con coñac. Sassinak se puso en pie, y los demás la imitaron.
—¡Por los valientes, ingeniosos y honrados supervivientes de este planeta! ¡Incluidos los dinosaurios!