ADVERTENCIA
La Cultura Argentina ofrece hoy a sus lectores la «Revolución del 39 en el Sud de Buenos Aires», por don Angel Justiniano Carranza, en un tomo de 319 páginas, que puede considerarse la edición definitiva de dicha obra; pues el presente volumen ha sido completado con todos los trabajos del autor que posteriormente a su tomo I aparecieron en la «Revista Nacional».
La primera parte de la obra fue dada al público en 1880, en un tomo de 431 páginas, (con larga fe de erratas), por la imprenta del Pueblo, de don Miguel Macias.
La segunda parte empezó a aparecer (dos capítulos) en la «Revista Nacional», tomos I y II, pág. 211 (entonces dirigida por Adolfo V. Carranza), a la cual la dirección de dicha revista colocó la siguiente nota: «Publicamos un fragmento de la segunda parte de esta obra que el autor nos ha cedido espontáneamente, pues, la consideramos una interesante adquisición para nuestros favorecedores. El primer tomo apareció en 1880 y termina donde empieza el presente capítulo». Posteriormente, ya muerto el autor, y dirigiendo la misma revista su hijo Rodolfo Wáshington Carranza, fueron encontrados algunos borradores de su padre sobre el mismo asunto. Enterados don José Juan Biedma (prologuista del libro y actual Arch. Gral. de la Nación); don José Antonio Pillado, autor de varios trabajos históricos, entre ellos el erudito «Buenos Aires Colonial» y director y dibujante de «La Cotorra», (periódico humorístico), y mi padre, don Juan Canter (editor entonces de la Revista Nacional), le instaron a que los publicara con una nota aclaratoria, y así fue cómo aparecieron otros capítulos de la obra en los tomos XL y XLI de la misma revista, precedidos de esta advertencia: «No sin vencer algunas vacilaciones de nuestro espíritu, damos a la publicidad los borradores del segundo volumen de la Revolución del 39; datan de 1880, época en que fueron escritos de primera intención e indudablemente con el propósito de revisarlos y corregirlos antes de darles a la luz pública. Circunstancias que ignoramos demoraron la aparición, y la muerte troncó la existencia del autor cuando sus facultades estaban en pleno vigor y en momentos que el retiro de las tareas administrativas le permitiría consagrarse de lleno a sus estudios predilectos y dar a la estampa este y otros trabajos históricos, a que había dedicado su infatigable laboriosidad. — La dirección».
Como podrá verse, el trabajo quedó trunco, posiblemente; borradores de otros capítulos, sirvieron junto con una riqueza de documentos para rellenar un pozo que había en el fondo de la casa. Lo curioso es que don Angel se apasionó de algunas cosillas interesantes con objeto de «salvarlas», pero parece que un hada maléfica influenció a alguien para que causara semejante catástrofe «histórica». Verdad es que otros legajos del rico archivo fueron al Archivo General de la Nación, la menor parte; y la mayor, al Museo Histórico y a la Biblioteca Nacional.
En el presente volumen, para ofrecer mayor facilidad al lector el extenso apéndice del tomo I (1880) ha sido compaginado al final.
JUAN CANTER (hijo).