Mi inspiración
Gabriel Celaya era ingeniero industrial y poeta. Yo soy ingeniero industrial y guionista. Ambos somos también zurdos. Hay algo en su poema «Autobiografía» que me engancha hasta la médula y me toca el esófago. Y creo que es porque en ese poema creó su mundo. Su mundo, el «mundo Celaya». No hay nada que me atraiga más que la gente que crea mundos.
Y es que ese poema está compuesto por prohibiciones, prohibiciones que crean una vida. Prohibiciones que marcaron su vida. De alguna manera, si quitásemos esas prohibiciones encontraríamos su mundo. Lo que él piensa que debería ser su mundo. Son un montón de «noes» que excluyen lo que no desea para encontrarnos con un montón de «síes». Me gusta esa manera de ver la vida.
Como hizo él en «Autobiografía», yo intentaré dividir este inicio del libro en: «Para empezar», «Para seguir», «Para vivir» y «Morir». Serán cuatro bloques que, como él predijo, forman lo que es la vida de cualquiera de nosotros.
Por si no conocéis el poema, a continuación podéis gozar de él:
AUTOBIOGRAFÍA
No cojas la cuchara con la mano izquierda.
No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.
Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
Eso, para seguir.
¿Le parece a Ud. correcto que un ingeniero haga versos?
La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.
No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay sí, no respires! Dar el no a todos los «no».
Y descansar: Morir.
GABRIEL CELAYA