ESCENA PRIMERA
LAS luces del teatro se apagan lentamente y se escucha lo que parece el himno nacional de algún país de Europa Central, muy marcial, muy pomposo y muy oficial. Al cabo de unos cuantos compases, la música suena como si la tocaran demasiado deprisa. Al apagarse del todo las luces, se levanta el telón y vemos en el escenario la Embajada de Estados Unidos en un pequeño país de allende el Telón de Acero, en algún lugar de la Europa Oriental. Es una mansión pequeña pero muy pintoresca, deliciosa y anticuada, decorada con la mayor elegancia. Las paredes están bellamente recubiertas de madera y adornadas con espejos. Las lámparas de araña son preciosas.
En el centro del escenario hay dos grandes puertas que dan a la fachada del edificio, o a la parte que lo comunica con la calle. Esta entrada, que vemos ocasionalmente cuando las puertas se quedan abiertas, es un bonito vestíbulo de baldosas blancas y negras, que hace las veces de recepción para quienes entran en el edificio. (Se supone que uno entra, le recibe un caballero sentado ante un escritorio allí dispuesto, el cual le encamina hacia alguno de los aposentos, según la diligencia de que se trate.)
Hay un salón principal, donde transcurre la mayor parte de la obra. Pero hay también otras estancias, como un minúsculo auditorium en el segundo piso, con un amplio y dominante retrato del presidente de Estados Unidos, y otras habitaciones de menor importancia en el primer piso, que sirven de archivo, de despacho al embajador y a su secretario y probablemente un reducido, pero decorado con gusto, salón de fumadores, o salita de conferencias. Pero el núcleo de la embajada es el salón principal. Ahí los dignatarios discuten, charlan, toman copas; se hacen planes, se deshacen negociaciones. Pequeñas fiestas o recepciones se celebran también en ese salón, aunque los invitados se desperdiguen luego por otros aposentos.
El salón principal está amueblado con esa parca elegancia que puede hallarse en ciertas estancias de la Casa Blanca, como el Salón Azul o el Salón Rojo. Hay aquí y allá pequeñas zonas destinadas a la conversación, tal vez para tomar el té o un brandy, un sofá recatado, un pequeño secreter muy antiguo con un teléfono, magníficos suelos de madera encerada, y quizás unas confortables alfombras que den un último toque a este lugar sencillo pero opulento. A causa de su ubicación central, el salón tiene puertas abiertas a derecha e izquierda del escenario.
La época de la acción es el presente. El escenario está vacío.
Por la escalera baja al escenario la silueta espectral, alta, escuálida y ensotanada del padre Drobney, un sacerdote que habla con cierto acento. Se dirige al público y en sus ojos se vislumbra el brillo tenue de la excentricidad.
drobney: Buenas noches. Me llamo Drobney. Padre Drobney. Soy sacerdote en este pequeño y encantador país comunista de cuatro millones de habitantes, 3.795.000 de los cuales son ateos, y unos 24.000 son agnósticos; los mil que quedan son judíos. Quiero decir con esto que no soy pastor de muchas ovejas. Ésta es la Embajada de Estados Unidos en este país. Hace seis años vine aquí con la policía comunista en los talones para pedir asilo. ¡Había ahí fuera cuatro millones de comunistas dispuestos a matarme! Mi opción era simple. O me quedaba aquí al amparo de esta embajada, o salía para intentar la mayor conversión en masa de la historia. Decidí quedarme, y llevo escondido arriba desde entonces. Al frente de esta embajada se halla el embajador James F. Magee. El gobierno de Estados Unidos le destinó aquí por su clara percepción de los acontecimientos mundiales. (Entra el embajador Magee, un cincuentón irascible de porte solemne, un hombre de carrera, organizado, con espíritu de equipo. Se dirige hacia la ventana y echa un vistazo al exterior.) En los últimos cuatro años, cada mañana entra en este salón, observa el ambiente y nos favorece con su discernimiento y sabiduría.
embajador: ¡Santo cielo, hay que ver cuántos comunistas!
drobney: Ésta es una observación típica de su habilidad para definir una situación con brillantez. (El embajador Magee se acerca a su mesa y llena su maletín de documentos para salir de viaje. Entra Kilroy con lápiz y cuaderno, y se sitúa junto al embajador. Kilroy es el clásico chivato puntilloso, algo que se puede oler a un kilómetro.) Míster Kilroy es el brillante y eficaz secretario del embajador Magee.
kilroy (al público): Soy el único funcionario del Servicio Diplomático que se sabe la letra de la segunda estrofa de Barras y Estrellas.
drobney: Todas las importantísimas notas internas del embajador son transmitidas por Míster Kilroy.
embajador: Míster Kilroy, transmita una importantísima nota interna: A todo el personal de la embajada: mientras no se disponga de un nuevo edificio para esta embajada, hemos de idear nuevos procedimientos de aprovechar al máximo el espacio disponible en esta pequeña mansión. Es lamentable que, cuando Dean Rusk visitó el país la pasada semana, no se le pudiera facilitar alojamiento para pasar la noche. Y es igualmente lamentable que ningún miembro de este personal le reconociese. Esto no debe volver a ocurrir.
(Kilroy sale con presteza. Entra Axel Magee, de unos veintiocho años, un joven agradable y bienintencionado cuya carrera en el Servicio Diplomático suma toda una serie de desastres. Procura siempre hacerlo todo bien, pero invariablemente le sale todo mal.)
drobney: Y éste es el otro secretario del embajador Magee. No es exactamente brillante ni precisamente eficaz. Digamos que es el único funcionario en la historia del Servicio Diplomático que, por equivocación, envolvió el sándwich en un tratado de paz.
magee (al público): He trabajado en diecisiete embajadas de Estados Unidos. He llegado a pasar hasta tres semanas en alguna de ellas.
drobney: Este joven lleva trabajando en esta embajada seis meses. Nunca había trabajado en ninguna un período tan largo. ¿Por qué? Porque es agradable, porque es activo y porque es el hijo del embajador.
magee: ¿Me has hecho llamar, papá?
drobney: Y aquí es donde empieza todo. Yo mejor me vuelvo a mi cuarto.
(Se va escalera arriba.)
embajador: Axel, gracias a mi magnífico historial, los líderes de mi partido querrían discutir conmigo la posibilidad de presentar mi candidatura a gobernador de nuestro estado en las próximas elecciones.
magee: Papá, creo que serías un gobernador ideal. Tu amplitud de miras puede atraer tanto a los liberales psicópatas como a los fascistas militantes. Habría algo para cada uno.
embajador: Como es natural, en mi ausencia, esta embajada ha de funcionar con la misma brillante eficacia que cuando estoy yo aquí.
magee: Éste es un puesto avanzado muy tranquilo. No habrá el menor problema.
embajador: Seré franco contigo, Axel. Me tienta dejar a Míster Kilroy a cargo de todo, pero sería malo para la imagen de la familia.
magee: Papá, el Servicio Diplomático es la razón de mi vida. Dame una oportunidad y demostraré lo que valgo de una vez por todas. ¿Qué puede salir mal en dos semanas?
embajador: ¡Estuviste dos semanas en el Brasil y acabaron importando café!
magee: Papá, sé muy bien lo que ese cargo de gobernador significa para ti y haré que esta embajada permanezca digna de tu historial.
embajador: El único invitado importante que tendremos en las dos próximas semanas es el sultán de Bashir.
magee: Haré que el sultán sea recibido como un rey.
embajador: Ya lo creo, Axel. Estoy a punto de cerrar un acuerdo petrolífero con el sultán que me convertirá en un hombre muy importante en el próximo noviembre. Axel, la mayoría de los padres dejan que sus hijos empiecen desde abajo y que suban poco a poco. Tú empezaste en la cumbre, y te has abierto paso hasta el suelo. Esta embajada es tu última oportunidad de volver a empezar. Si no la llevas a la absoluta perfección, te despediré. Y ya sabes que, cuando tu propio padre te despide, es definitivamente el fin. Adiós.
(Sale.)
magee: Que tengas buen vuelo, papá. (Mira a su alrededor y se endereza, seguro de sí mismo.) ¡Míster Kilroy!
kilroy: ¿Me llamaba?
magee: Durante las dos próximas semanas estoy al frente de esta embajada. El procedimiento seguirá como de costumbre, y significaría mucho para mí saber que cuento con su completa colaboración.
kilroy: Se le podría haber ocurrido a su padre algo mejor que confiar la embajada a un hombre que tuvo que irse de África.
magee: Eso no es justo. Algunos de los mejores funcionarios del Servicio Diplomático han tenido que irse alguna vez de un país.
kilroy: África es un continente. Y tuvo usted que irse de todo un continente, y del Japón, ¿qué me dice usted? ¿Y de la Unión Soviética? Consiguió usted echar tierra sobre eso también.
magee: Usted sabe que he tenido malos momentos en mi carrera.
kilroy (acusatoriamente): ¡Y en Panamá le quemaron en efigie!
magee: ¡Sí, es verdad!
kilroy: ¡Sí, pero se le olvida decir que lo hizo el personal de su propia embajada! (Suena el teléfono. Los dos van a descolgar. Pero Kilroy se acuerda de quién es el jefe y deja que lo coja Magee.)
magee (al teléfono): ¿Sí? Sí, aquí es la embajada norteamericana... Oh, no, el embajador Magee no está. Ha regresado a Estados Unidos. Axel Magee al habla. Yo le sustituyo durante su ausencia. (Se oyen disparos fuera de la embajada.) ¿Qué demonios es eso?
(Cuelga violentamente el teléfono.)
kilroy (va hacia la ventana): ¡Es la policía comunista! Están persiguiendo a tres personas... parecen turistas. ¡Míster Magee, están subiendo las escaleras de la embajada!
magee: ¡Lo mejor será abrir la puerta principal inmediatamente!
(Corre y abre las puertas. Míster y Mrs. Hollander y su hija Susan irrumpen precipitadamente. Míster Hollander es un típico turista, con su llamativa camisa floreada de manga corta y un sómbrenlo verde. Tiene una cámara. Su mujer lleva una bolsa de viaje de la TWA. Los Hollander son un matrimonio de Newark, en vacaciones. Andan por los cincuenta y, pese a su cómica apariencia, tienen una bonita hija de unos veintitrés años. Pero cada cosa a su tiempo. Ahora mismo se hallan en un estado de histeria y de pánico.)
marión hollander: ¡Socorro! ¡Somos turistas norteamericanos! ¡Los comunistas nos persiguen! ¡Se creen que somos espías!
(Suenan disparos.)
walter: ¡Somos americanos! ¡Lo juro! ¡Willie Mays! ¡Hershey Bars! ¡Kate Smith! ¡Prometo lealtad a la bandera!
marión: ¡Y a la república que representa!
(Más disparos.)
susan: Es la policía comunista.
walter: Vaya vacaciones... ¡Corred!
(Los Hollander salen corriendo, Susan separada de sus padres. Walter y Marión se esconden en una oficina adyacente. Un guardia comunista armado entra en su busca, seguido de Krojack, el ominoso y cruel jefe de la Policía Secreta. Va vestido de paisano y esgrime una automática.)
krojack: ¿Dónde están? ¡Entréguenoslos!
magee: ¿A quiénes? ¿Y por qué? ¿Qué han hecho?
krojack (con voz tonante): ¡Fueron sorprendidos en flagrante delito de espionaje!
magee: ¿Cómo?
krojack: Tomaban fotografías en una zona prohibida.
(El guardia se pone en posición de firmes y espera órdenes.)
magee: Eso no les convierte en espías. Son turistas norteamericanos. ¿No vieron la camisa que llevaba ese hombre? ¿Qué fotografiaban?
krojack: Emplazamientos de misiles e instalaciones de cohetes... Han visto demasiado, tienen que morir.
burns (entra, asustado): Míster Magee, están poniendo reflectores y ametralladoras alrededor de la embajada.
magee (a Krojack): Estoy convencido de que no lo hicieron con mala fe... Mire, voy a entregarle la película. Mejor dicho, le daré la cámara.
krojack (cruelmente): ¡Entréguenoslos o los sacaremos de aquí y los fusilaremos!
magee (con actitud firme): Esta embajada es territorio de los Estados Unidos. No se puede sacar a nadie de aquí y fusilarle sin autorización escrita del gobierno norteamericano.
kilroy (a Krojack): Abandone este local inmediatamente. Su comportamiento constituye una violación extrema de las normas internacionales.
krojack (mira a Kilroy, luego a Magee): ¿Quién es usted?
magee: Soy Axel Magee. Estoy al frente de esta embajada en ausencia de mi padre y le ordeno que salga inmediatamente. Con armas o sin ellas, si no se marchan, Míster Kilroy les echará.
(Entra el chef, un excéntrico temperamental, muy nervioso.)
chef: ¡Míster Magee! ¡Está pasando algo!
magee: Sí, Hatami, ya lo sé...
chef: Hay soldados que rodean la casa. ¡Están vigilando la cocina!
magee: No le harán nada.
chef (con un pronto de «artista»): No puedo guisar si se me vigila. Yo soy así.
krojack: ¿Quién es usted?
chef: Soy el chef personal del embajador Magee, antes chef del rey de Noruega, antes chef de la Casa Blanca, antes chef de la reina de Inglaterra. Antes de todo eso yo guisaba muy poco.
magee: ¡No intimide a nuestro personal!
chef (con fanfarronería): ¡Tenía una tarta en el horno! ¡Con sus tiros la han estropeado!
(Sale muy enojado.)
kilroy: Míster Magee, manténgase firme. Voy a presentar una protesta formal.
(Sale.)
magee: Manténgase firme usted, yo... presentaré... (Magee está solo ahora frente a los fusiles.) Mire..., ustedes nos espían, nosotros les espiamos a ustedes... Lo sabe todo el mundo. ¿Por qué de pronto lo consideramos tan extraordinario?
krojack (agarrándose a eso): ¿Ustedes nos espían?
magee: ¿Eh?
krojack (interesado): ¿Con cuánta frecuencia?
magee (conciliador): Constantemente. No es ningún secreto. Hay espionaje entre nuestros dos países todos los días. ¿Para qué vamos a ser hipócritas sobre eso?
krojack: Claro. ¿Y son espías ellos?
magee: No... Quizá... Lo ignoro...
krojack: ¿Cómo sabe que no son espías? ¿Nunca les había visto antes?
magee: ¿Pretende decirme que su país no manda a Estados Unidos espías disfrazados de turistas?
krojack (apremiándole): ¿Admite entonces que son espías?
magee (intentando ser civilizado): ¿Y qué pasa si lo son? Eso no les da derecho a entrar ilegalmente en este edificio. Va usted a provocar un incidente internacional. Esto no es simplemente un atropello, es un ataque cruel y perverso contra todo el mundo libre. No me sorprendería que Francia se ponga de nuestra parte.
(Entra Kilroy.)
kilroy: Míster Krojack, tengo al teléfono a su oficina de Asuntos Exteriores. Quieren que se presente usted inmediatamente para presentar un informe.
krojack: Ha confesado que son espías.
kilroy (asombrado): ¡No es posible, Míster Magee!
macee: Ah, bueno... yo... ah...
krojack: Lo ha confesado. Y está todo grabado aquí.
(Saca del bolsillo un magnetófono minúsculo.)
magee: En cierto sentido..., sí... Míster Kilroy. Ya sabe, nosotros espiamos, ellos espían...
kilroy (aúlla al magnetófono): ¡No hacemos nada de eso!
magee (tratando de arreglar las cosas, pero empeorándolas): Lo cierto es que sí, dejémonos de hipocresías y seamos sinceros de una vez...
kilroy (se vuelve hacia él): ¡Ya está bien, Míster Magee!
magee: ¡Nosotros espiamos!
krojack (acerca el magnetófono): Hable un poco más alto, por favor.
magee: Bueno, mire, no tergiverse mis palabras. ¡Entra usted aquí avasallando con fusiles, luego se asombra de que les consideren una dictadura brutal!
krojack: La embajada quedará asediada a partir de este momento. Los espías tendrán que salir, o se pasarán aquí el resto de sus vidas. Pero antes el mundo oirá esta confesión. Adiós por ahora.
(Hace un ademán al guardia. Salen.)
kilroy: ¿Cómo ha podido? ¿Por qué ha dicho que eran espías?
magee: Me asusté. Perdí la cabeza.
kilroy: ¿En qué estaba pensando?
magee: Pensaba: «¡No te asustes! ¡No pierdas la cabeza!».
(Walter y Marión salen de la habitación contigua.)
walter: ¡Usted!
magee: ¿Quién?
walter: ¡Usted, el del chaleco! ¿Por qué les ha dicho que somos espías?
marión: Walter, ten cuidado. (A nadie en particular.) Siempre anda curioseando.
walter: ¿Cómo ha podido decirles que somos espías? Pretenden que somos espías, y él les dice que sí. De repente soy un espía. Pues seguiré jugando a eso... Nunca me pescarán.
marión: ¿Dónde está mi hija?
kilroy: Ahora vendrá. Míster Burns, traiga a la chica del sótano.
magee: Sí, Míster Burns, traiga a la chica del sótano.
walter: ¿Qué es usted, el eco?
marión: Walter, tranquilízate.
walter: Unos lunáticos pretenden que somos espías y este otro lunático les dice que sí.
magee: De haber estado usted atento a la conversación, habría comprendido que trataba de calmarles.
marión: Primero no hay película en el avión... Luego esto.
macee: Es un simple malentendido.
marión: ¿Simple hasta qué punto?
walter (a Marión): Si salimos de la embajada, nos matan. ¿Te parece lo bastante simple?
magee: No se precipite. Habría un juicio primero.
(Ha metido la pata otra vez.)
walter: ¿Quién es ese individuo?
kilroy (a Magee): Será mejor que yo llame a su padre. Tal vez le encuentre todavía en el aeropuerto.
(Se dirige a la oficina próxima.)
macee: No es necesario. Sé hacer frente a una crisis.
kilroy: Pues empiece ya. La crisis es usted.
(Sale.)
walter: Un hombre se lleva a la familia de vacaciones... quiere que lo pasen bien... y eso es lo que tenemos trabajando en nuestro gobierno. Luego se preguntan por qué yo no voto.
magee: Tengo que redactar un informe.
(Empieza a buscar torpemente formularios sueltos en el escritorio.)
marión: Ya ves lo que has conseguido por sacar fotografías.
walter: Estoy de vacaciones. Y mi nuevo hobby es la fotografía. ¿A mí qué me importan sus misiles y sus cohetes? Yo lo único que quiero es hacer unas cuantas fotos.
magee: Me pregunto si tendrán algún valor sus fotografías.
marión: Pone la cámara al revés. Lo único que ha fotografiado es su nariz.
walter: Debería visitar a un psiquiatra. Cada vez que te hago caso, me acaba ocurriendo alguna catástrofe.
marión: Ya empezamos.
walter: Si me hubieses hecho caso a mí, habríamos alquilado una cabaña en Atlantic Beach.
marión: Cada año hay que ir a Atlantic Beach. ¿Para qué? ¿Te necesitan para mejorar las mareas?
walter: No, teníamos que ir a Europa. Tres mil quinientos dólares por tres semanas de diarrea ininterrumpida.
marión: ¿Y qué tiene de particular? Mi hermano sugirió que visitáramos Europa. Él se lo pasó estupendamente.
walter: Estoy harto de que tu hermano me organice la vida. (A Magee:) Su hermano tiene que organizarme la vida. Es el colmo.
magee: Comprendo que estén un poco alterados... Si pudieran darme unos cuantos datos...
marión: Somos Míster y Mrs. Hollander, de Newark, Nueva Jersey.
walter: ¿Quiere unos cuantos datos? Pues los datos son que tengo tres semanas de vacaciones. Yo digo: alquilemos una cabaña en Atlantic Beach..., hay sol, se puede jugar al pinacle, tienen minigolf. Pues no, su hermano dice que vayamos a Europa. Y al otro lado del Telón de Acero nada menos. Me hacía la misma falta que un aumento de sueldo.
marión: ¿Y no te interesa conocer cómo vive la otra mitad del mundo? Contigo fuimos al Folies Bergére en París.
walter: ¿Vas a comparar el comunismo con aquellas chicas?
marión (a Magee): Como si le gustara algo de Europa. Le llevamos a la abadía de Westminster, y le dolían los pies. Le llevamos a la basílica de San Pedro, en Roma, y le mareó mirar hacia arriba. Le llevamos al Louvre... no quiera usted saber lo que pasó.
walter: Se pronuncia Louv-re, Louv-re... Tú tendrías que saberlo y no yo.
marión: En el Louv-re quiso encender un cigarrillo raspando el fósforo en un Van Gogh. Creí que me moría.
magee (intentando llenar los formularios): ¿Ha padecido alguno de ustedes afecciones respiratorias? Oh, me equivoqué de formulario.
marión (a Magee): Tengo un hermano, ¿sabe? Es un hombre maravilloso.
walter: Es un nazi.
marión: ¿Sabes lo que dices?
walter (a Magee): Le doy mi palabra..., tendría que llevar esvástica.
magee (buscando el formulario adecuado): Aquí está..., petición de asilo.
walter: Oiga, que yo no pido asilo. Yo no he hecho nada. Soy un caterer de Nueva Jersey.
magee: Necesitaré sus pasaportes y alguna información.
marión: Pues ahí va la información. Todo empezó con mi hermano, una persona encantadora.
walter: Tendrían que haberle ahorcado en Núremberg.
magee (consultando el formulario): ¿Han hecho alguna vez compras a crédito?
(Comprende que se ha equivocado nuevamente, y busca otro formulario.)
marión: Mi hermano estuvo en Europa el año pasado. Y se lo pasó estupendamente. Me sugirió que lleváramos a nuestra hija... por la cosa de la cultura. Mi hermano es un intelectual.
walter: Muy intelectual. Tanto como Sonny Liston.
magee: Y usted no es más que un caterer. Nadie le ha pagado por fotografiar nada, ni nada parecido...
walter: Hollander y Blackwell... lo mejor de Newark. Aquí tiene mi tarjeta.
magee: ¿Trabaja usted, Mrs. Hollander?
marión: No, señor. Soy una ama de casa normal.
walter: Sí, sí, ama de casa. Es una peligrosa profesional del mah-jong. No se va de viaje sin sus fichas.
magee: Y se metieron por accidente en una zona prohibida. No lo hicieron con mala intención, quiero decir...
marión: Yo le dije que parecía una propiedad privada, pero él se empeñó en hacer una foto. Preguntó: «¿Por qué? ¿Por qué hay guardias, y perros, y alambradas?». Y yo le contesté: «Pues sí, porque hay guardias, y perros, y alambradas». (Se vuelve hacia Walter.) ¿Qué te creías que era, una rebaja de guardias, perros y alambradas?
magee: Entonces les persiguieron y se les ocurrió la feliz idea de venir aquí...
marión: Mi hija tuvo mucha presencia de ánimo.
magee: Hizo lo que debía, Mrs. Hollander.
walter: Claro, para que luego les dijera usted que somos espías. Mi esposa no tenía que haber pasado por esto. Ya no es una mujer joven.
(Marión hace un gesto de sorpresa.)
magee: Por una parte, deseamos protegerles; por otra, queremos proteger también los intereses de Estados Unidos.
walter: Siempre he creído que estaban unidos.
marión: ¿Que soy una vieja?
walter (afectuosamente): No quería decir vieja. Quise decir entre joven y vieja.
magee: No hay por qué preocuparse.
walter: Desde luego, porque soy un caterer, no un espía. Nuestra especialidad es la alimentación creativa. Fuimos los primeros en hacer figuritas de novios con ensalada de patata.
marión: Hace un trabajo precioso, si se me permite decirlo.
walter: El mes pasado servimos un banquete de bodas. El cuerpo de la novia lo hicimos de gelatina, la cabeza era una almeja muy bonita, con un rabo de pera que le salía de la garganta. Una cosa elegantísima.
magee: Dejaré este asunto resuelto en pocos días.
walter: ¿Cómo ha dicho? ¿Qué se ha creído que pienso hacer, vivir aquí?
magee: Requerirá algún esfuerzo, pero les demostraremos a esos comunistas que su estrategia policiaca no lleva a ninguna parte. Haré que Míster Kilroy vea si nos sobran algunos catres.
walter: ¿Catres? No pienso dormir en un catre. Soy una persona digna con una hernia.
magee: Es un caso de emergencia, Míster Hollander, y nos arreglaremos lo mejor que podamos.
walter: Tengo un negocio. Sam Blackwell no puede llevarlo solo. Él es el hombre de puertas para adentro. Yo soy el hombre de puertas para afuera. Hace falta personalidad.
kilroy (entra bruscamente): Míster Hollander, ¿tenía usted algún libro de notas dentro de la maleta en el hotel, con alguna clase de lista o relación?
walter: No... Oh, sí. El plan de la boda de los Levine.
kilroy: ¿Y eso qué es?
walter: La boda de los Levine..., la previsión de invitados por parte de la novia, de los invitados por parte del novio, las raciones de rosbif, el número de pomelos.
kilroy: La policía comunista dice que ha trabajado con ella y ha descubierto la clave.
walter: ¿Qué clave?
kilroy: La de información sobre suministros y movimiento de tropas.
walter: ¿Movimiento de tropas? No son más que los Levine y los Wasserman. Los Levine son más, porque son los que pagan y porque comen como un ejército, aunque sean civiles.
magee: Pues ese maldito Krojack pretende colgarle un muerto.
walter: Yo no puedo quedarme aquí. Estamos en temporada alta. Tenemos que servir bodas, recepciones, fiestas de despedida. Sam Blackwell no puede hacerse cargo de todo él solo. Le falta mi atractivo personal.
marión: Por eso llamará a su hijo para que le ayude. Ya ha cumplido veintiún años.
walter: ¿Su hijo? ¿Y quién lo va a aliñar?
magee: Su negocio tendrá que arreglárselas sin usted unos días.
walter: ¿Usted cree? Bueno, pues si me disculpa usted, yo me marcho a América. ¿Dónde está mi sombrero?
(Se dirige hacia la puerta.)
marión: ¿Qué cree usted que va a pasar, Míster Magee?
walter: Deje que me capturen. Soy un caterer.
kilroy: Esto es absurdo.
(Sale.)
walter: ¿Que quieren información? Les contaré cómo se hace un centro de toronjas.
(Sigue caminando hacia la puerta.)
magee: Míster Hollander, no puede salir de aquí.
marión (descubriendo el farol): Deje que se vaya. Adelante, gran hombre. Aquí estaremos por si nos necesitas. Vamos. Ahí está la puerta.
magee (cogido en medio): Oiga, mire...
walter (a Marión): ¿Crees que no me voy a atrever?
marión: Venga, no hables tanto y hazlo.
magee: Míster Hollander, no nos cree más problemas.
walter: ¿Crees que me asustan esos tipos?
marión: No. ¿Por qué iban a asustarte? No son más que policías secretos. Te detendrán y te torturarán. ¿Qué te puede asustar?
walter: ¿Crees que me asusta salir?
marión: No. Vamos, deja que te laven el cerebro..., en tu caso es probable que te haga bien.
magee: Le advierto firmemente que no cometa ninguna temeridad...
marión: Deje que se vaya. Vamos..., lárgate.
walter (llega hasta la puerta, se detiene, y vuelve precipitadamente junto a Magee): ¿Sabe usted si alguno de esos individuos de ahí fuera es masón?
(Marión hace un gesto con la mano, como diciendo que sabía que era un farol. Entra Susan.)
susan: Me había escondido en el sótano.
marión: Míster Magee, ésta es mi hija Susan. La tuve de cesárea.
susan: ¿Cómo está usted, Míster Magee?
magee (está visiblemente impresionado. Es una chica excéntrica, de aspecto bohemio, pero realmente atractiva): A-Axel Magee...
susan: ¿Podemos volvernos a casa ya?
magee (un poco confundido): ¿A casa?
walter: Claro que podemos volvernos a casa. ¿Te das cuenta de lo que nos puede pasar gracias a ese tipo? Pues igual quedarnos aquí tres, cuatro días.
magee (a Susan): Lamento sinceramente todas estas molestias. Comprendo que es terrible.
susan: A mí me parece divertido.
magee (encantado por su actitud): Puede ser divertido. Hay personas que considerarían esto una emocionante experiencia.
walter: Hay personas que compran optalidones.
susan (a su padre): Podría ser peor. Esta casa es preciosa.
walter: ¿Y qué haremos con Seth?
marión: ¿Seth? ¡Oh, Dios!
walter: Perdonadla. En su pánico se ha olvidado por completo de que dio a luz dos veces.
marión: Seth no me preocupa. Está en el campamento.
walter: El campamento se termina mañana. Si no regresamos para que vayas a casa, ¿qué pasará? Nadie le vigilará. Vivirá en la calle. Se convertirá en una fiera. Robará y violará. Ya conoces a nuestro hijo. Es el vivo retrato de tu hermano.
marión: Yo pensaba en otra cosa. Susan se casa la semana que viene.
walter: Es verdad. Pagué un depósito al hotel.
magee (visiblemente disgustado): Va a casarse, ¿eh? Comprendo que esté ansiosa por salir de aquí.
susan: Es una larga historia, Míster Magee.
walter: No discutamos. La fecha está fijada.
marión: Bueno, pues tendremos que retrasarla. Será mejor que llames al dueño del Renaissance Luau y que te devuelva el depósito.
walter: Mejor llamas tú a Donald. Le sentará como un tiro.
susan: Yo le llamaré. Míster Magee, ¿cuál fue el periodo más largo de tiempo que estuvo alguien refugiado aquí?
magee (incómodo): Eh, hemos dado asilo a un sacerdote que lleva viviendo arriba... bueno... un tiempo.
walter: ¿Cuánto tiempo?
magee: Oh, bueno, ya sabe..., tiempo.
marión: ¿Cuánto?
magee (tras muchas vacilaciones): Seis años.
walter (anonadado): ¿Seis años? Yo decía: vayamos a Atlantic Beach... podremos bañarnos, jugar al pinacle... No, su hermano dijo: id a Europa..., que descanse en paz...
marión: No se ha muerto.
walter: ¡Debería morirse!
(Las luces se apagan.)