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UN DÍA EN LA VIDA DE UN NEANDERTAL

J ¿Quiénes fueron los neandertales?

R Homo heidelbergensis, que es una especie exclusivamente europea. Durante muchas décadas se ha discutido si eran antepasados nuestros, pero hoy en día esta idea ha quedado descartada. No eran nuestros padres sino más bien nuestros tíos.

¿Cómo se sabe que no fueron nuestros padres?

—Los neandertales aparecen en Europa, se desarrollan en Europa y se extinguen en Europa. Por el contrario, los Homo sapiens aparecen en África, donde nunca hubo neandertales. Aparte de esto, las características anatómicas de los neandertales no evolucionaron en dirección a las de los Homo sapiens. Es decir, no hubo una tendencia de los neandertales a parecerse cada vez más a los Homo sapiens. Incluso en las regiones donde conviven neandertales y sapiens, en Europa y en Oriente Próximo, ambas poblaciones se mantienen perfectamente separadas.

¿No hubo cruces entre unos y otros?

Es posible que hubiera cruces puntuales pero, en cualquier caso, no se tradujeron en una descendencia numerosa. Algunos investigadores han encontrado fósiles que, según ellos, y es una opinión muy discutida, son fruto de cruces entre sapiens y neandertales. Pero en cualquier caso los sucesores de los neandertales no son mestizos mitad sapiens mitad neandertales sino invasores cien por cien sapiens.

Todo el mundo ha oído hablar de los neandertales, mientras que no todo el mundo ha oído hablar de los Homo Ergaster, que probablemente sean más importantes en nuestra evolución. ¿Cómo se explica que, sin ser ancestros directos nuestros, haya tanta fascinación por los neandertales?

—Los primeros fósiles humanos que se descubrieron fueron restos de un neandertal encontrados en 1856 en el valle de Neander, en Alemania. El neandertal inauguró toda la investigación científica sobre nuestros orígenes. Y lo hemos convertido en un personaje: es el único homínido que tiene nombre propio. Al Homo ergaster le conocemos por el nombre de la especie y es difícil familiarizarse con él, pero del neandertal hablamos como si fuese el vecino del segundo. Antes del neandertal, cada cultura recurría a sus mitos, como Adán y Eva en occidente, para explicar el origen de la humanidad. Pero el neandertal es un personaje creado por la ciencia, por lo que es un personaje más universal, válido para todas las culturas.

¿El neandertal es el mito de la ciencia?

—Exacto. En él confluyen muchos mitos. No sólo el de Adán y Eva, sino también mitos como el de los yetis del Tíbet, aquellos monstruos mitad humanos y mitad animales que viven en las nieves. Y el neandertal ha acabado siendo un mito más, creado por la ciencia moderna. Es el yeti de la ciencia.

Con la diferencia de que el neandertal existió y el yeti no.

—Sí, pero ¿qué neandertal existió? La ciencia tiene un aura de realidad que engaña aún más que los mitos tradicionales. La imagen del neandertal ha evolucionado desde que se encontraron los primeros restos en el siglo pasado. Al principio se le presentaba como un ser de espaldas anchas, grande, peludo, con un garrote siempre en la mano, una criatura en los antípodas de nuestra imagen esbelta, estética y civilizada, y la gente se lo creía, porque lo decía la ciencia. La imagen del neandertal que tenemos hoy en día, tras cien años de excavaciones, es muy distinta, y la gente también se la cree. Pero ¿hasta qué punto se corresponde esta imagen con cómo eran los neandertales en realidad?

¿Qué imagen tenemos de ellos hoy en día?

—Físicamente los neandertales eran tan altos como nosotros y mucho más corpulentos. Tenían los huesos más gruesos, la dentadura más fuerte y la musculatura más potente. Pero culturalmente eran muy parecidos a nosotros. Inventaron el arte, tenían lenguaje, rendían culto a los muertos. Como nosotros.

¿Las diferencias físicas responden al hecho de que los neandertales se desarrollaron en Europa en una época de glaciaciones mientras que los Homo sapiens se desarrollaron en África?

—No necesariamente. La evolución se produce gracias a que los genes mutan de un modo aleatorio. La selección natural, que es la que diseña los organismos, más que seleccionar las mutaciones útiles, elimina las nocivas. En consecuencia, muchas de nuestras características físicas no aparecieron porque fueran útiles sino por azar. En el caso de los neandertales, no hay ningún argumento convincente para afirmar que su robustez fuera una adaptación al frío.

¿Eran peludos?

—No se ha encontrado ningún resto de pelo de los neandertales. Todo lo que pueda decirse acerca de este tema es especulativo. No sabemos si se afeitaban o no, pero sabemos que se vestían para protegerse del frío. Probablemente eran bastante peludos, pero no hay ninguna razón para pensar que lo fueran más que los Homo sapiens que vivieron en la misma época.

¿Se movían como monos?

—En absoluto. La estructura de las piernas, de los brazos y de la columna vertebral era idéntica a la nuestra. Caminaban exactamente igual que nosotros.

¿Si vistiéramos a un neandertal con vaqueros, le reconoceríamos?

—Sería un hombre que, siendo más o menos tan alto como nosotros, tendría unos hombros el doble de anchos. Nos parecería una especie de tanque, todo músculo. Además, su cara y la forma de su cabeza nos sorprenderían. No tendría barbilla, tendría la nariz ancha y prominente, la frente oblicua, en vez de vertical como la nuestra, y el cráneo alargado. De modo que sí que le reconoceríamos. Pero pensamos que, en lo que se refiere al comportamiento, los neandertales podían hacer más o menos lo mismo que nosotros y habrían podido integrarse en nuestras sociedades.

¿Cuánto podía pesar un neandertal?

—Los individuos medianos, que medían entre 1’60 y 1’70 metros de altura debían pesar unos 85 o 90 kilos. Eso sin estar gordos, porque no serían kilos de grasa sino de hueso y músculo. Los individuos grandes, que podían llegar casi a los dos metros de altura, debían alcanzar los ciento treinta kilos.

¿Su cerebro era muy distinto del nuestro?

—El cráneo era muy distinto. Nosotros lo tenemos más o menos esférico y ellos lo tenían más alargado, más en forma de proyectil. También lo tenían más grande. El nuestro mide unos 1.300 centímetros cúbicos por término medio y el suyo medía entre 1.400 y 1.500. Pero está por ver hasta qué punto estas diferencias anatómicas se traducen en diferencias de aptitudes.

¿Se llegará a descubrir si había diferencias de aptitudes?

—Se están realizando estudios del interior de los cráneos, que son moldes donde queda grabada la forma del cerebro, para ver si los neandertales y otros homínidos tenían desarrolladas determinadas áreas neurológicas. Por ejemplo, las áreas de Broca y de Wernicke, donde nosotros tenemos las neuronas que controlan el lenguaje. Por otro lado, el cerebro se puede conocer no sólo por cómo es sino por lo que hace. Las investigaciones actuales sobre los neandertales tratan de entender cómo vivían, cómo eran sus sociedades, cómo se dividían el trabajo, una serie de cuestiones que ayudarán a entender cómo era su cerebro.

Esta es la línea de investigación que ustedes, los arqueólogos de la Universidad Rovira i Virgili, están desarrollando en el yacimiento del Abric Romaní en Capellades, ¿verdad?

—Sí, el Abric Romaní es importante porque allí se acumularon quince metros de sedimentos a lo largo de 30.000 años. Esto significa que, si dos grupos de neandertales ocuparon el Abric en épocas distintas, sus restos se preservan en niveles distintos del sedimento y los podemos distinguir. Por lo tanto, podemos saber cómo eran estos grupos, si eran grandes o pequeños, si estuvieron muchos días en la cueva o sólo pernoctaron en ella. Es un yacimiento único en el mundo para investigar el estilo de vida de los neandertales. Los demás yacimientos de neandertales, por el contrario, suelen tener diez o veinte mil años de historia acumulados en dos o tres metros de sedimentos y es imposible distinguir cómo vivía cada grupo.

¿Cómo era España en la época de los neandertales?

—Tenía las mismas montañas y los mismos ríos que ahora, pero era mucho más fría. Una de las épocas glaciales más duras que se conocen se produjo precisamente hace entre 70.000 y 50.000 años. Los inviernos eran rigurosos, los veranos frescos y las temperaturas medias unos cinco grados más bajas que las actuales. La temperatura en Capellades debía de ser parecida a la que hay hoy en día en Dinamarca.

¿Cómo se adaptaban al frío?

—En el Abric Romaní hemos encontrado dos tipos de comportamiento. Unos grupos ocuparon la cueva durante periodos largos, como mínimo de diez o quince días. La limpiaron, se instalaron en ella y desde allí organizaron cacerías y recogieron vegetales en un radio de cuatro o cinco kilómetros. Otros grupos la utilizaron como motel de carretera. Estuvieron en ella una o dos noches, comieron los alimentos que acababan de recoger y volvieron a marcharse.

¿Un motel mientras iban de dónde a dónde?

—El desfiladero de Capellades es un paso a través del valle de la comarca de Anoia entre la depresión central catalana y la costa, que son zonas con climas distintos y con recursos alimentarios distintos en las distintas épocas del año. Los neandertales hacían migraciones estaciónales, pasaban parte del año tierra adentro y parte del año junto al mar, porque en cada estación iban allí donde la vida les era más fácil. Una prueba de estas migraciones es que en Capellades hemos encontrado herramientas hechas con minerales que no son originarios de la zona sino que vienen de veinticinco kilómetros más al norte herramientas cortantes de siete u ocho centímetros que llevaban encima como quien hoy en día lleva la navaja suiza cuando va a la montaña.

¿Cómo se puede llegar a saber el tiempo que pasaron los distintos grupos de neandertales en el Abric Romaní?

—Por la cantidad de restos de alimentos que hay. Si hay el esqueleto entero de un caballo o de un ciervo en el yacimiento, eso significa que lo cazaron cerca de allí y que se quedaron por lo menos una semana o diez días, que es el tiempo que un grupo de diez o quince personas puede tardar en comerse un animal grande. Pero si sólo encontramos las patas del caballo, o sólo las costillas, es señal de que se quedaron poco tiempo. Es probable que lo cazaran lejos, que lo trocearan y que lo fuesen consumiendo a lo largo de distintos campamentos. Además, si un grupo sólo ocupa seis metros cuadrados de la cueva, es que el grupo es pequeño y se queda poco tiempo. Pero si ocupa un espacio de ochenta o cien metros cuadrados, y en un rincón hace una hoguera, y en otro fabrica herramientas, y otra zona la acondiciona para dormir, es señal de que, desde el momento en que llega, tiene planes para quedarse unos cuantos días.

¿Qué uso hacían del fuego los neandertales?

—El Abric Romaní, y éste es otro de sus aspectos importantes, es el yacimiento con más hogares prehistóricos del mundo. Estas hogueras demuestran que los neandertales controlaban perfectamente la tecnología del fuego. Sabían encenderlo, sabían mantenerlo y sabían usarlo para lo que querían. No sólo para cocer alimentos o para protegerse del frío, sino también para fabricar herramientas mejores o para limpiar la cueva. Hemos descubierto que los pequeños fragmentos de minerales que se desprendían de los cantos de río cuando fabricaban herramientas, y que podían ser peligrosos si se los clavaban en los pies, los tiraban al fuego. Los restos de comida como trazos de huesos, también. En resumen, no eran pobres desgraciados que vivían en cuevas miserables como se pensaba hace unos años, sino gente pulcra que limpiaba la casa donde vivía.

Si pasaban parte del año en la depresión central, donde no hay cuevas, ¿dónde pasaban la noche?

—Se ha difundido la idea de que los hombres primitivos siempre vivían en cuevas, pero no es cierto. Podían vivir perfectamente al aire libre, a veces durmiendo sin techo junto al fuego y a veces en campamentos de cabañas.

¿Ya sabían construir cabañas?

—Se han hallado cabañas de hace más de 30.000 años construidas por Homo sapiens con colmillos de mamut. Hay cabañas rectangulares, cabañas circulares, cabañas que pueden tener desde cuatro hasta diez metros cuadrados. Es muy probable que los neandertales hicieran lo mismo, quizá utilizando ramas para sustentar la cabaña y pieles para las paredes y para el techo, o quizá hacían las paredes mezclando hierba y barro.

¿Cómo era el menú habitual de un neandertal?

—Comían muchos vegetales y pocas proteínas, aunque aprovechaban todo lo que cazaban. Sobre todo caballos y ciervos, pero también rinocerontes y mamuts. Esto se sabe por el análisis de dientes de neandertales, por fósiles de animales que comieron y porque en los cuchillos que usaban para cortar los vegetales han quedado marcas características, que resultan invisibles para el ojo humano pero que se pueden ver con el microscopio electrónico.

¿Pasaban hambre?

—Sí. En los dientes de los neandertales se observa a menudo un déficit de esmalte en épocas de crecimiento, lo que indica una mala alimentación. Eso no les ocurría a sus antecesores, los Homo heidelbergensis, que vivían mucho mejor. Pero muchos neandertales, aun pasando hambre, llegaban a edades avanzadas. Se han encontrado esqueletos de personas que habían perdido todos los dientes, gente que debía tener más de cincuenta o sesenta años y que sólo podía sobrevivir si otros les preparaban papillas o les masticaban los alimentos para que los pudiera comer. Uno de estos ancianos, hallado en Shanidar, en Irak, tenía una artrosis avanzada y no habría podido caminar sin ayuda.

¿Debía ser una persona importante?

—Es probable que fuera importante socialmente, quizás un brujo o un antiguo jefe, para que se tomaran la molestia de mantenerle. Pero en cualquier caso el hecho de que los niños sobrevivieran a pesar de una mala alimentación y el hecho de que algunos viejos sobrevivieran a pesar de ser económicamente inservibles, prácticamente minusválidos, demuestra que los neandertales tenían sociedades complejas, con fuertes vínculos entre los miembros del grupo, y que habían instaurado una especie de seguridad social. Eran sociedades, por lo tanto, muy próximas a las nuestras.

¿Enterraban a los muertos?

—Algunos grupos de neandertales les enterraban y otros no. El entierro más espectacular está en Shanidar, donde se ha encontrado una tumba de hace 50.000 años que tiene el tamaño exacto del muerto. Colocaron el cadáver en posición fetal y lo cubrieron de flores. Es una prueba más de la complejidad de las sociedades neandertales, porque estos entierros no habrían sido posibles sin un lenguaje y unas simbologías elaboradas. Sin embargo, hay otros lugares donde no se han encontrado entierros. Este es un comportamiento cultural que varía de un lugar a otro.

Cuando no enterraban, ¿qué hacían con los muertos?

—En la cueva de Aragó, en el Rosellón, hay pruebas de canibalismo. Allí, en vez de enterrar a los muertos, se los comían.

¿Pero se los comían parque habían muerto o les mataban para comérselos?

—No hay pruebas de asesinatos. No hay ningún indicio de contusión o de herida que revele que les mataran. Además, se les extrajo el cerebro, cosa que en algunas sociedades de Homo sapiens se hace para apropiarse de la energía del muerto. Todo parece indicar que se trataba de personas que habían muerto y que los comieron en ceremonias rituales. Estas diferencias culturales también se observan en nuestra especie, donde unas sociedades entierran, otras incineran y otras comen a los muertos. Pero en cualquier caso, no hay ninguna sociedad actual que abandone a los muertos a su suerte, y seguramente las sociedades neandertales tampoco lo hacían.

¿Creían, entonces, en un más allá?

—Sin duda. La implicación básica de este comportamiento es que hay un pensamiento de supervivencia después de la muerte. ¿Por qué, si no, cubrieron de flores al muerto de Shanidar? Porque creían que, tras la muerte, seguiría viviendo.

¿Tenían religión?

—Por lo menos tenían creencias, mitología y leyendas que aglutinaban las sociedades, que hacían que las personas se sintieran parte del grupo.

¿Hasta cuándo fueron los neandertales los únicos habitantes de Europa?

—Las pruebas más antiguas de la llegada de los Homo sapiens se encuentran en tres cuevas de la península Ibérica y en una del este de Europa y tienen 40.000 años de antigüedad. En la península Ibérica se hallan concretamente en la Cova de l'Arbreda, cerca de Gerona, en el Abric Romaní de Capellades, y en la Cueva del Castillo de Cantabria. No se han descubierto huesos de Homo sapiens, pero sí utensilios propios de los Homo sapiens. Y si llegaron al extremo occidental de Europa hace 40.000 años, significa que debieron entrar por el este quizá 5.000 años antes.