No se van, les echan
Un drama en tres actos
JAVIER GALLEGO
I
Oficina de Marcas y Patentes. Una mañana de 2012. Buenos días, joven. Buenos días, señor presidente del Gobierno, ¿qué les trae a usted y a su plasma por aquí? Pues veníamos a registrar una marca. ¿De qué se trata? De España. ¡¿Quiere registrar España?! Pero, señor presidente, no se puede registrar un país. ¿Cómo que no? Soy el presidente y registrador de la propiedad: si alguien puede registrar este país, ese soy yo. Usted lo está registrando, Don Mariano, pero como si fuera un policía. Le está registrando los bolsillos al país y dejándolo sin un duro. Pero no puede registrar España como si fuera una marca. Se equivoca, joven. Como dice mi buen amigo Margallo, ministro de Exteriores, las personas tienen una imagen, las compañías tienen una imagen y los Estados también tienen una imagen. Así que yo quiero registrar la imagen de marca del Estado español.
Perdone que me meta donde no me llaman pero España no la han creado ustedes, más bien la están destrozando. Efectivamente, te estás metiendo donde no te llaman, muchacho. Como todo el mundo sabe, España desde los Reyes Católicos hasta Manuel Fraga es cosa de los nuestros, así que no me contradigas. Pero no les pertenece, señor presidente, no pueden ustedes registrar el país como si fuera suyo. ¿Cómo que no es nuestro? ¿Pero es que no has visto como gobernamos? Es nuestro. Mío es, tuyo no. Así que calla y procede al registro.
¡Señor, sí, señor! ¿Qué pongo entonces en el nombre de la marca: España? No, no, ponga Marca España para que no haya confusión con el país… Vaya, lo siento, señor presidente, pero se le han adelantado. Aquí me sale que la Marca España ya está registrada por un tal José María Aznar. Sí, sí, bueno, la marca la registró el bigotes en 2001 pero el proyecto se abandonó y yo quiero ponerlo en marcha de nuevo. ¿Y para qué si puedo preguntarlo, señor presidente? Pues para qué va a ser, jovenzuelo, para potenciar la imagen de nuestro país en el extranjero, para vender nuestros éxitos y méritos más allá de nuestras fronteras, para que el resto de naciones del mundo admiren a esta gran nación que presido y se interesen por nuestros productos, creatividad y capital humano.
Como escribió mi buen amigo el ministro de Exteriores en un memorable artículo publicado en el insigne periódico de mi también querido Paco Marhuenda, «el Gobierno del que formo parte tiene un compromiso inquebrantable con la Marca España. Creemos que los poderes públicos tienen la obligación de velar por la imagen de nuestro país sirviendo de altavoz para todos los actores que configuran la imagen de España, facilitando la internacionalización de nuestras empresas, atrayendo inversiones extranjeras, exportando nuestra cultura y defendiendo a nuestros deportistas más allá de nuestras fronteras».
Estremecedor, señor presidente del Gobierno, casi se me abren las carnes de la emoción y se me saltan las lágrimas. Pero hay una cosa que no me cuadra. Dígame, joven, qué es lo que le preocupa. Pues verá. No entiendo por qué quieren defender a nuestros deportistas más allá de nuestras fronteras y no defenderlos aquí dentro donde llevan meses sin recibir el dinero de sus becas que dependen de ustedes mismos. Ni entiendo por qué malgastar el dinero en defender a deportistas de élite que se defienden muy bien solitos mientras aquí dentro ustedes atacan con recortes a estudiantes, investigadores, creadores y artistas que son los que realmente pueden crear un producto que se pueda vender fuera. Los deportistas pueden ayudar a venderlo pero sin aquellos no habría nada que vender. No entiendo que quieran velar ustedes por la imagen del país ahí fuera y dejen que aquí dentro la imagen se vele. La imagen de nuestro país fuera es el resultado de la realidad que tenemos dentro por mucho que un tenista, un jugador de baloncesto y una selección de fútbol maquillen el resultado. Y ese es el problema, señor presidente: que lo único que su gobierno pretende es maquillar el resultado. Ustedes no tienen un producto detrás que avale su marca. Es más, están acabando con el producto. Pretenden vender unos valores ahí fuera que están destruyendo aquí dentro.
Hablan ustedes de servir de altavoz de los actores que configuran nuestra imagen pero están dejando la película sin reparto. Los actores de esta tragedia en paro o se marchan fuera porque ustedes les han suprimido del guion y su gobierno no tiene argumentos para darles un papel en esta sociedad. Así que déjese de películas fantásticas y fantasiosas, señor presidente. Si quiere que registremos la Marca España, hagamos una descripción sincera y veraz del país que nos están dejando ustedes. Hablemos de la España real, no de la que quieren vender por el mundo. Como decían los Who, hablemos de mi generación, señor presidente.
II
Hablemos de la generación que está por encima del 50% de paro, que ya en 2008 estaba en el 30% y que en su legislatura ha llegado casi al doble, señor presidente. Hablemos de la generación del millón de parados de menos de 25 años, la generación más castigada por el desempleo en toda la Unión Europea a excepción de Grecia. Eso es la Marca España: subcampeones europeos en paro juvenil.
Hablemos también de los casi 880.000 jóvenes de 25 a 29 años que también están en paro. O de los casi 900.000 desempleados que tienen entre 30 y 34. Son casi 3 millones de los más de 6 millones de parados de nuestro país, señor presidente. Casi la mitad. Y hablemos de la precariedad de muchos de los que trabajan y de las condiciones de explotación en las que son contratados. Hablemos de cómo los anteriores gobiernos lo propiciaron y el suyo ha perpetrado una reforma laboral que está acabando de esclavizarlos. Eso es la Marca España: la marca del látigo en la espalda de los más jóvenes.
Digámoslo todo, señor presidente. Digamos que más de la mitad de esos jóvenes con trabajo, un 54%, tiene un contrato temporal y que su sueldo medio anual es de 13.000 euros, un 42% por debajo de la media española. Hablemos también de que la mitad de esos jóvenes asalariados tienen trabajos que requieren mucha menos preparación que la que tienen. Hablemos de la generación con más títulos, másters, idiomas y cursos de nuestra historia que, sin embargo, trabaja en puestos de repartidor, telefonista, servicio de limpieza, camarero o dependiente para los que apenas se precisa cualificación. Hablemos de que ustedes y la Patronal nos proponen los minijobs a la alemana como solución mágica para acabar con nuestro calvario. ¡Pero si los miniempleos los inventamos en España hace mucho más tiempo, señor presidente, solo que aquí los llamamos «becarios»! Eso es la Marca España: jóvenes sobradamente preparados y sobradamente explotados.
Hablemos, señor presidente, de que casi todos estos jóvenes menores de 30 años, el 80%, viven todavía en casa de sus padres porque el alquiler supone casi la mitad de su sueldo y para comprar una casa se tendrían que gastar más de la mitad de su salario. Explíqueles a sus amigos extranjeros que muchos han tenido que volver humillados con el rabo entre las piernas a la casa familiar en la treintena porque aquí no tenemos ninguna ayuda a la primera vivienda ni a la emancipación. Explíqueles que hay cientos de miles de jóvenes que siguen estudiando hasta los 30 porque no tienen esperanza de trabajar. Explíqueles que los jóvenes españoles no pueden tener casa, ni formar una familia, ni encontrar un empleo, ni entrar en la madurez, ni hacer planes de futuro porque no tienen futuro. Eso es la Marca España: Jóvenes Sin Futuro.
Cuénteles a sus amigos en las cumbres internacionales que en este país hay un 25% de ninis, jóvenes de menos de 30 que ni estudian ni trabajan, una media diez puntos por encima de los países de la UE y comparable a los porcentajes que tienen en Grecia, Chile, México o Turquía. Explíqueles que el porcentaje de ninis ha aumentado un 70% durante la crisis y luego cuénteles que su gobierno ha subido las tasas de matriculación, que ha recortado 3.000 millones en Educación pública en los presupuestos autonómicos y que ha echado a profesores para aumentar el número de alumnos por clase. Le tomarán a usted por un necio porque a ningún gobernante con dos dedos de frente se le ocurriría reducir la inversión en educación y poner trabas económicas al estudio cuando las cifras de fracaso estudiantil, abandono escolar y paro juvenil son tan críticas. Eso es la Marca España: un gobierno nini, ni da estudios ni da trabajo.
Dígales que la subida de tasas universitarias ha provocado que 30.000 alumnos estén en riesgo de perder su matrícula este curso por impago y que en ciudades como Madrid ya hay 7.000 alumnos que han sido expulsados por sus deudas. Puede usted presumir si quiere de que ha aumentado un 20% la dotación en becas pero no se olvide de decir también que su gobierno ha endurecido los requisitos para obtener becas por lo que las disfrutarán muchos menos alumnos. No se olvide de decir que unos 20.000 alumnos se quedarán sin ayuda según estimaciones de los rectores. Ni se olvide de contarles que 1.600 estudiantes han perdido su Erasmus en este año por el recorte de becas. Tampoco se olvide de mencionar que 600.000 niños han perdido su ayuda para libros y material escolar por la reforma de su ministro de Educación, el señor Wert, que quiere españolizar a los niños pero no quiere educarlos. Al menos, no a los que no tienen dinero. Ni quiere dar igualdad de oportunidades a todos los españoles como reza la Constitución. Eso es la Marca España: una marca que señala a los pobres para diferenciarlos de los ricos.
Dígales también a sus amigos extranjeros que su gobierno considera la educación pública y la cultura un gasto, no una inversión. Dígales que en 2013 le metió un tajo al presupuesto en Enseñanza Pública del 14% y que a la universidad le recortó un 18%. Cuénteles que la universidad pública ha sufrido un recorte de 1.200 millones desde 2010 y que no hay ninguna universidad española entre las 200 mejores del mundo, según el ránking Shanghái, el más prestigioso en este ámbito. Y no se olvide usted de explicar que ha dado un golpe mortal a la cultura con una subida del IVA hasta el 21% mientras las revistas pornográficas solo tienen un 4%. Eso es la Marca España: un gobierno que sodomiza a la educación y la cultura.
Léales la carta que han hecho pública los rectores de cincuenta universidades de todo el Estado español denunciando la asfixia económica en la que se encuentran. Le recomiendo el párrafo en el que dicen que los recortes en Educación Superior y en I+D+i «llevarán a nuestro país a la pérdida del tren del desarrollo tecnológico» y la frase esa que dice que «sin conocimiento, no hay progreso». Léales también la encendida y emocionante carta del profesor de Bioquímica y Biotecnología molecular de la Universidad de Murcia, José Manuel López Nicolás, en su blog Scientia, en la que cuenta cómo uno de sus mejores alumnos, un joven apasionado por la ciencia, había tenido que dejar los estudios porque su familia no tenía recursos para pagarle una matrícula que subió más de un tercio en el último curso. Léales las dos últimas frases: «Esto es una mierda. Es una puta mierda». Eso es la Marca España: una puta mierda, señor presidente, una puta mierda.
España se ha convertido en una puta mierda que ocupa el patético 18.º puesto de la UE en inversión en I+D+i y será un país aún peor porque su gobierno casi la ha congelado hasta 2020 y recortó un 25% el presupuesto en I+D en 2013. Es una puta mierda de Estado que trata como si también lo fueran a los miles de jóvenes investigadores españoles que podrían sacar a este país del vertedero. Es una puta mierda que ustedes hayan congelado los créditos a la investigación para 2014 pero los aumenten en un 39% para la investigación militar. Enséñeles a sus amigos extranjeros cómo acaban ustedes con la ciencia de este país a cañonazos. Enséñeles a sus amigos extranjeros la foto de los jóvenes científicos que tuvieron que salir a la calle a poner un top manta de la ciencia porque ni siquiera cobran sus exiguas becas. Eso es la Marca España: un top manta y un Todo a 100 para la investigación, un país en el que la ciencia está por los suelos.
En este país que ustedes quieren vender al mundo, les regalamos nuestros mejores cerebros a otros países. En este país le denegaron una beca por «falta de liderazgo» a Diego Martínez Santos, elegido mejor físico joven del año por la Sociedad Europea de Física. De aquí se tuvo que ir Nuria Martí, que ahora forma parte del equipo estadounidense que ha tenido un éxito mundial en el campo de las células madre. La echaron de un hospital de Valencia por un ERE en 2011. De aquí han echado a miles de científicos, médicos, jóvenes y profesionales preparados. Les han echado las obtusas políticas de recorte y la ceguera de un gobierno que atropella a su bien más preciado, los jóvenes cerebros. Pero ustedes solo están preocupados por el músculo de esos atletas de élite que han triunfado sin que ustedes muevan un dedo. Por méritos propios, no por los méritos que ustedes se quieren apuntar. Se apropian del valor ajeno y desprecian el valor que ustedes pueden ayudar a despuntar. Eso es la Marca España: desprecio hacia lo que tiene valor.
Hoy los científicos se ven obligados a huir y no quieren volver. Hoy les echan de aquí y se llevan su talento a otros países. Hoy inventan y descubren para otros. Hoy no solo inventan ellos, los de fuera, también inventan los de aquí, pero lo hacen fuera de nuestro país. Hemos pasado del «que inventen ellos» de Unamuno al «que inventemos para ellos». Por utilizar un título unamuniano tengo «un sentimiento trágico» con nuestra ciencia, señor presidente. Y con la juventud de este país. Eso es la Marca España: el sentimiento trágico de la vida que tienen los jóvenes de este país.
Es tan trágico que se van de aquí para tener la esperanza que se les niega, señor presidente. Es trágico que se hayan ido alrededor de 700.000 españoles desde que empezó la crisis en 2008, según cálculos de septiembre de 2013 de la Fundación Alternativas, basados en datos de los países de acogida. Son medio millón más que los que muestran los registros oficiales. Son muchos más que los que ustedes creen y cada año más que el anterior. La mayoría son jóvenes entre 18 y 34 años. La mayoría cualificados. Se van los jóvenes en los que hemos invertido tantos años de educación. Es un trágico desperdicio. Es patético que la ministra de Trabajo se ría de esta tragedia llamando «movilidad exterior» a este éxodo masivo y forzoso. No es la movilidad exterior, es la inmovilidad interior la que les obliga a marcharse en muchos casos. Esa es la Marca España: un país del que se fugan los cerebros y los músculos, la mano de obra y los jóvenes más formados.
Y no vuelven. Según los datos de flujos migratorios de Alternativas, cada vez se van más españoles y cada vez vuelven menos. Antes retornaban 10 de cada 11. Ahora solo 4. No quieren volver a su propio país donde vive su familia. Es trágico. Cada vez se van con más edad, cada vez menos para estudiar. No se van para adquirir fuera conocimientos que traerán de vuelta, se van para que otros aprovechen la formación que les dimos. No se van por el «impulso aventurero» propio de la juventud como decía la Consejera de Inmigración y Emigración, Marina del Corral. No es impulso aventurero, es un empujón traicionero. No se van, les empujan a marcharse a la mayoría. «No nos vamos, nos echan», como dice la plataforma estudiantil Juventud Sin Futuro. Escapan de un país sin futuro. Desde 2011 se van más personas de España que las que vienen. Huyen de un país en el que no tienen futuro. Huyen despavoridos de un país que les ha abandonado, que les ha traicionado, que les persigue. Eso es la Marca España: un país que se deshace de sus jóvenes.
Pero nada, usted siga como si aquí no pasara nada. Sigan ustedes tomándose su relaxing café con leche mientras los jóvenes más preparados se lo sirven como camareros. Sigan ustedes convirtiendo a este país en una puta mierda mientras los jóvenes más preparados de España se ganan la vida limpiando la mierda ajena, como Benjamín Serra, que es premio extraordinario de fin de carrera en sus dos titulaciones, tiene un máster y limpia aseos en «una famosa cadena de cafeterías en Londres». Siga usted bebiendo su relaxing café con leche mientras lee el mensaje que colgó en internet contando cómo limpia retretes en una cafetería londinense porque nadie le ha dado una oportunidad de trabajar en España. Siga usted bebiendo tranquilamente mientras él cuenta que los británicos le dicen que los españoles «son una plaga» en la capital del Reino Unido. Beba mientras Benja se avergüenza de que le miren por encima del hombro a pesar de su formación y lamenta que «esos títulos solo sirvan para limpiar MIERDA en los aseos de una cafetería». Beba sin atragantarse si es usted capaz. Yo no podría. Eso es la Marca España: un joven con dos carreras y un máster que limpia la mierda que ustedes dejan.
Como escribía Miguel Hernández, «¿Y la juventud? / En el ataúd». Eso es la Marca España: un ataúd para la juventud. Esa es la banderita que usted agita, una mortaja con la que enterrar a los más jóvenes. Esa es la Marca España: una generación perdida. No lo digo yo, señor presidente, lo dice su amado Fondo Monetario Internacional. El mortal austericidio que están perpetrando ustedes con la excusa de esta estafa de la crisis se está llevando a una generación por delante. Una generación que se pierde y no encuentra el camino de vuelta. Una generación que puede perderse para siempre. La generación más preparada para el éxito a la que nadie preparó para este estrepitoso fracaso. Mi generación.
III
Escribió su buen amigo Margallo en el rimbombante artículo que publicó en el panfleto de su buen amigo Marhuenda que la Marca España «se trata del sueño de conseguir que, por una vez, la realidad y la imagen de Platón coincidan la una con la otra y hagan justicia a la compleja unidad que es España». Pues ya le he contado la realidad: hemos vuelto a la Caverna de Platón, sí, somos los hombres que viven encadenados en esa cueva a los que no se permite ver la luz que proyecta sus sombras sobre la pared. Somos sombras nada más y nos han condenado a no ver la luz del sol. Nunca estuvo más lejos el sueño de la realidad. Esa es su Marca España: el sueño de un gobierno que quiere esconder la pesadilla que viven sus jóvenes.
Pero no se puede vender lo que no se tiene. No se pueden vender los sueños de un país al que le han quitado el sueño. Ustedes quieren vender la moto al mundo pero le han quitado las ruedas y el motor. Quieren empezar la casa por el tejado y están echando de casa a una generación de jóvenes. Venden humo. El humo de una hoguera que han encendido con los expedientes académicos, los títulos y preparación de los que pueden apagar el fuego. Si no tenemos a los ingenieros que diseñan la moto, no tendremos la fábrica para construirla, ni habrá trabajo para los mecánicos que tendrían que montarla y, por tanto, nunca tendremos una moto para competir en la carrera con el resto de países. Tienen la marca pero no tienen moto ni motorista a los que patrocinar. Es de locos. Es de risa, solo que la broma no tiene gracia.
Y es un timo, señor presidente del gobierno. La Marca España es el timo de la estampita. Nos están devolviendo a los tiempos de la picaresca del Lazarillo de Tormes. Ustedes son el ciego tramposo y quieren que nosotros seamos el niño que le ayuda. A este paso vamos a volver a ser un país de charlatanes y vivillos. De pícaros y buscavidas, en lugar de pensadores, ingenieros y currantes. Margallo habla de vender en el extranjero el país de Velázquez y Picasso pero Velázquez y Picasso están muertos y si hoy vivieran se morirían de hambre o de asco. Venden ustedes a pintores muertos porque no tienen nada vivo que vender. Venden ustedes la nada y el vacío. Están ustedes vendiendo el marco de un cuadro de Velázquez sin el lienzo. Su marca es un marco vacío. No vale nada. Es una tomadura de pelo. Nos lo quieren tomar a nosotros y creen que se lo van a tragar ahí fuera. ¿Para qué iban a querer comprarnos nada a los españoles si ya tienen nuestro potencial humano trabajando para ellos? O ustedes son muy necios o son unos caraduras.
Están regalando a los que tienen algo que pintar en el futuro de este país y todavía pretenden hacerle creer al mundo que somos un país fiable que está construyendo un porvenir. ¿Cómo se lo van a tragar ahí fuera si ellos mismos pueden ver a nuestros jóvenes creadores, ingenieros, médicos, profesores, científicos, trabajando en sus países? Es más: incluso pueden ver a esos titulados y doctores limpiando su mierda en los aseos y sirviéndoles los relaxing cafés con leche. Esa es la imagen de España que estamos vendiendo fuera. La imagen de una plaga de profesionales poco cualificados. La imagen de un país de camareros y empleados de la limpieza. La imagen de un país que ha despreciado lo mejor que tenía. La imagen de un país del que los cerebros salen corriendo.
Se han apuntado ustedes a una carrera para la que no tienen zapatillas. Tienen el logotipo pero no el calzado. ¡El rey va descalzo, el rey va desnudo! Su Marca España es una bota, señor presidente. Es una bota con tacos como las de fútbol para pegar puntapiés. La Marca España es la huella de una bota en el trasero de los jóvenes a los que este gobierno está dando la patada. No se van, les echan. Les echan del trabajo, de su piso, de las calles, del país, del presente y del futuro. Esa es la Marca España que tendrían ustedes que registrar: no se van, les echan. ¿Todavía quiere usted registrar la Marca España?
Por supuesto, joven. El que no ha entendido nada eres tú. No has entendido nada de lo que mi gobierno quiere hacer. Os echamos para que conquistéis el mundo por nosotros. Practicad la movilidad exterior y conseguid la formación que nosotros no estamos dispuestos a daros. Dad buena imagen del país. Demostrad que somos gente trabajadora y enviad dinero de vuelta a casa que aquí nos hace buena falta. ¡Y no os quejéis tanto que os estamos salvando del desastre! Vais a estar mucho mejor ahí fuera que aquí. Aprovechad vuestro impulso aventurero cuando aún sois jóvenes y no lo malgastéis armando tumultos en las calles que dan mala imagen en el exterior. Mira, nosotros no estamos capacitados para solucionar esto, pero si somos menos, podremos flotar hasta que lleguen las próximas elecciones que es nuestra única prioridad. Así que registra esa marca.
Perdone pero como joven no puedo aceptarlo, señor presidente del gobierno. No voy a registrar una marca que oculta lo que están ustedes haciendo con la gente de mi edad. Antes me voy. No te confundas, muchacho: no te vas, te echo yo. Coge tu carta de despido y movilízate hacia el exterior del país. Vuela lejos donde no se te volverá a ocurrir hablarle así a tu presidente. No se lo he consentido al pequeñín del bigote, tampoco se lo voy a consentir a un perroflauta. Si no estuviera dentro de este plasma, ya te hubiera dado una azotaina por subversivo. De esa te has librado, chaval. Del despido no te libras.
Pero si me echa no podrá registrar la marca, señor presidente del gobierno. No te preocupes por eso. Tengo a miles como tú esperando en la puerta, dispuestos a hacer el trabajo por la mitad que tú. No creo que puedan hacerlo por la mitad, señor presidente. ¿Y eso por qué, listillo? Porque soy becario y hago este trabajo sin cobrar.