Notas
[1]Casi nunca en este estudio me he referido a las memorias del duque de Otranto, publicadas en 1824 en París, porque sin duda alguna fueron redactadas por mano ajena, en todo caso con un material en parte auténtico. Hasta qué punto este hombre siempre lleno de doblez participó en su preparación es cosa que sigue ocupando en vano a la Ciencia, y sigue siendo válida la alegre frase de Heinrich Heine, que escribía del «conocido falsario» Fouché que «había llevado tan lejos su falsedad como para publicar unas falsas memorias después de su muerte». <<