15 de agosto de 1950
¡Por una Estonia libre!
Me pregunto qué diablos hace Martin aún aquí, en el campo, si tan bien le va en el Partido… A estas alturas ya debería ser uno de los peces gordos de Tallin. Al menos eso entendí cuando Liide me explicó que todos sus compañeros ocupan ya puestos importantes. ¿Por qué a ella no le resulta extraño? ¿O es que no quiere contarme que están preparándose para marcharse allá? A veces todavía intento preguntarle sobre el hermano de su marido, pero ella se pone rara cuando empiezo a hablar sobre Martin. Es como si yo lo estuviese acusando de algo malo, se queda como abatida y es difícil hablar con ella.
Los arenques salados me dan sed. Ojalá tuviese cerveza hecha por Ingel.
Aquí no se distingue el día de la noche. Echo de menos el amanecer sobre los campos. Oigo a los pájaros andar por el tejado y echo de menos a mis chicas.
¿Seguirá vivo alguno de mis amigos?
Hans Pekk,
hijo de Eerik,
campesino de Estonia