10 El ego que nos limita

A ti, a mí y a todos, naturalmente.

Hemos sido programados de forma deficiente (aunque con la mejor intención) por nuestros padres, nuestros profesores y las personas que nos han rodeado a lo largo de nuestra vida.

Pocas veces se nos ha estimulado de forma correcta y, habitualmente, nos han inculcado miedos y obstáculos en forma de creencias limitadoras. También nosotros hemos contribuido al proceso de autosabotaje.

Las creencias son juicios y valoraciones sobre nosotros mismos, los demás y el mundo que nos rodea. Suelen ser generalizaciones, significados e interpretaciones firmemente instauradas y que configuran el modelo que tenemos del mundo. Las creencias, al igual que sucede con la religión, no son hechos verificables. Son hipótesis que tenemos sobre algo que no se puede demostrar. Es una experiencia generalizada.

Las creencias que la gente tiene acerca de sí misma, de su potencial, de lo bien que puede vivir o de su capacidad para tener éxito, influyen en su estilo de vida. Si decides tomar el control de tu vida, y mirar hacia el futuro, en lugar de volver una y otra vez sobre el pasado, tu vida se convertirá en aquello que realmente deseas. Cuando esto sucede hablamos de creencias potenciadoras.

Llamamos creencias limitadoras a todas aquellas que tenemos acerca de nosotros mismos que impiden nuestro crecimiento y el desarrollo de nuestro potencial. Estas suelen clasificarse en tres tipos:

• Desesperanza («Esto me parece imposible»).

• Impotencia («Yo no podré/sabré hacerlo»).

• Ausencia de mérito («De hecho, no merezco conseguirlo»).

Cualquiera de estos tres tipos de creencias limitadoras tiene sobre nosotros un resultado terrible, ya que minan la autoestima y nos alejan de nuestras metas.3

Otra cosa importante es que el ego también limita los acontecimientos. Si decidimos que no nos puede ocurrir algo bueno, de hecho, difícilmente ocurrirá. Somos muy limitados a la hora de predecir cómo tendremos éxito o cómo conseguiremos algo que deseamos pero que nos parece inalcanzable. En cambio, cuando realmente lo conseguimos, la frase que solemos utilizar es: «No tengo ni idea de cómo lo he conseguido».

Y ahí está la clave: en el cómo.

Lo más importante, tal vez, sea tener un sueño, una meta y un objetivo que nos motive. En realidad, en la Biblia se cita que Jesús dijo que «si tenéis fe podréis mover montañas».

En realidad, hay algo en nosotros que es mágico, algo que nos supera, que supera la mera concepción limitada en la que nos hemos encorsetado. Los humanos hemos escalado el Everest, hemos construido ciudades impresionantes, hemos superado limitaciones de las leyes físicas mediante la tecnología...

Lo que ayer parecía un milagro, hoy es ciencia: el hombre puede volar.

El ser humano es un milagro.

Tú eres un milagro, misteriosamente singular, de una belleza y de un valor incalculables. Nunca habrá nadie como tú, jamás se repetirá tu combinación genética: nunca más en la historia habrá alguien como tú.

Tú puedes cambiar tu historia haciendo algo diferente a lo que ya haces.

La realidad que crees inalterable no es más que tu percepción de la misma.

Ramón y Cajal, Nobel español, dijo que «el cerebro se construye a sí mismo, es una obra de cada ser humano». Ciertamente así es, somos lo que pensamos que somos, o acabamos siéndolo. Por este motivo, es de suma importancia que seamos capaces de reprogramar nuestro cerebro con pensamientos positivos, eliminando las creencias limitadoras y generando creencias potenciadoras.

Vamos a entrar ahora en la segunda parte de este libro. Una parte dedicada a compartir contigo una serie de ejercicios muy sencillos con los que conseguirás el estado que necesitas para alcanzar tus objetivos.