Cracovia, abril de
1948
Querida
Ines:
Cracovia seria una
ciudad preciosa si no existiera esta cárcel. Todos los días pienso
en ti y en los niños; espero que seáis capaces de resistir una
época tan terrible. Todavía tengo la esperanza de que un día
aparezca mi ayudante polaco, el que me acompañó durante las
investigaciones ornitológicas en Auschwitz, y hable en mi favor.
Siempre lo traté bien; durante mi servicio en Auschwitz no maté ni
maltraté a nadie. Pero en estos tiempos no cuenta lo que uno
hiciera o dejara de hacer individualmente.
Espero que me liberen
pronto. Cuando eso ocurra, sólo viviré para vosotros y para los
pájaros.