Querida
Elisa:
He soñado que dormíamos
en la cama con dosel del rey Segismundo. Era muy
agradable.
No debes venir bajo
ningún concepto a este campo de concentración. El guardia de las SS
para el que trabajo dice que quien entra aquí jamás vuelve a salir.
Procuraré ir a verte a Cracovia. Hasta entonces, tendremos que
esperar.
Ayer, el guardia de las
SS me autorizó a ir al cine del campo de concentración. Ponían una
película musical con mucho baile y muchas canciones. Mientras la
veía, caí en la cuenta de que tú y yo nunca habíamos bailado como
es debido; cuando íbamos a empezar a hacerlo, estalló la guerra.
Durante la sesión no paraba de pensar en la horca, que está al lado
del cine y de la que colgaba un hombre menudo de pelo negro. Cuando
la película acabó, el hombre había desaparecido.