37

13 de abril de 23854 a.C.

La cueva de los cristales

Ángela flotaba en un agujero negro que la llevaba atrás en el tiempo. Irrumpió en la coraza de una muchacha llamada Eva, la primera visionaria del ciclo que se cerraba. En el momento de eclosionar ambas personalidades, las dos descubrieron un resplandor en el centro de la laguna donde la serpiente restaba dibujada para atestiguar su presencia.

La luz se colaba por los agujeros abiertos en el techo de piedra e iluminaba los rubíes que brillaban al son de los salmos. Eva se despedía de este mundo con sus dos hijas al lado: dos chicas nacidas en un único parto, físicamente idénticas, pero con personalidades opuestas. Ella sabía que representaban dos bandos enfrentados que lucharían entre sí hasta el fin de los tiempos. También sabía que su deber no era el de decantar la balanza.

Caminó despacio por el agua hasta llegar al centro del rombo. Alzó las manos al techo sin dejar de canturrear en aquel extraño idioma bisílabo, un idioma que aprendió a amar, que domaba la naturaleza y que desataba los poderes ancestrales destinados a su estirpe. Bajó la mirada un segundo hacia sus hijas: María y Ruth esperaban intranquilas en un recodo, con el miedo oprimiéndoles el estómago. Sabían que ese instante marcaría un principio que las dividiría para siempre.

Un rayo rojizo unió a los cristales formando un rombo perfecto que se recortó en la penumbra. Eva bajó los brazos hacia sus hijas, de ellos se escapaban chispas de una energía que se tornó un flujo carmesí. Cuando el rayo alcanzó a las gemelas, las obligó a retroceder hasta la pared. En ese instante el tiempo volvió a detenerse, como si un halo mágico envolviera el universo para dejarlo inmóvil y todo el ahora quedara inmerso en aquella cueva.

La serpiente salió de su escondrijo adoptando una forma tridimensional. El rombo formado por los rubíes se elevó en el aire con su poderosa luz púrpura que brillaba como si los cristales fueran de fuego. Las gemelas observaban la escena con el terror recorriendo sus venas, con el oscuro presagio de que sus vidas tomarían direcciones enfrentadas desde ese instante.

Los símbolos de dos extremos opuestos que dominaban el universo se internaron en el flujo que Eva lanzaba a través de sus manos. Ruth recibió la serpiente en forma de tatuaje en el lugar exacto donde acaba la espalda. María lució un rombo como marca en el mismo lugar.

Cuando la inmovilidad del tiempo se disolvió, Eva se desplomó al pie de la laguna.

Ruth y María se acercaron a su madre con una pena insondable como compañera. Sabían que la enfermedad que llevaba más de un año anidando en su cuerpo acababa de desatarse como un arma mortal.

- Os acabo de otorgar los dones que os pertenecen —susurró Eva, nadando en la inconsciencia—. Ha llegado el momento de separar vuestros caminos y llevar a cabo la misión encomendada a cada una. Representáis dos fuerzas enfrentadas, vuestro deber es asentar las bases para el inicio del ciclo, transmitir el legado de la estirpe a sangre de vuestra sangre y dejar que el libre albedrío decida la forma de cerrar el ciclo de ciclos.

Los ojos de Eva brillaron un instante antes de cerrarse para siempre. Las gemelas se rindieron a las lágrimas al saberse huérfanas.

El secreto de los cristales
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
sec_0031.xhtml
sec_0032.xhtml
sec_0033.xhtml
sec_0034.xhtml
sec_0035.xhtml
sec_0036.xhtml
sec_0037.xhtml
sec_0038.xhtml
sec_0039.xhtml
sec_0040.xhtml
sec_0041.xhtml
sec_0042.xhtml
sec_0043.xhtml
sec_0044.xhtml
sec_0045.xhtml
sec_0046.xhtml
sec_0047.xhtml
sec_0048.xhtml
sec_0049.xhtml
sec_0050.xhtml
sec_0051.xhtml
sec_0052.xhtml
sec_0053.xhtml
sec_0054.xhtml
sec_0055.xhtml
sec_0056.xhtml
sec_0057.xhtml
sec_0058.xhtml
sec_0059.xhtml
sec_0060.xhtml
sec_0061.xhtml
sec_0062.xhtml
sec_0063.xhtml
sec_0064.xhtml
sec_0065.xhtml
sec_0066.xhtml
sec_0067.xhtml
sec_0068.xhtml
sec_0069.xhtml
sec_0070.xhtml
sec_0071.xhtml
sec_0072.xhtml
sec_0073.xhtml
sec_0074.xhtml
sec_0075.xhtml
sec_0076.xhtml
sec_0077.xhtml
sec_0078.xhtml
sec_0079.xhtml
sec_0080.xhtml
sec_0081.xhtml
sec_0082.xhtml
sec_0083.xhtml
sec_0084.xhtml
sec_0085.xhtml
sec_0086.xhtml
sec_0087.xhtml
sec_0088.xhtml
sec_0089.xhtml
sec_0090.xhtml
sec_0091.xhtml
sec_0092.xhtml
sec_0093.xhtml
sec_0094.xhtml
sec_0095.xhtml
sec_0096.xhtml
sec_0097.xhtml
sec_0098.xhtml
sec_0099.xhtml
sec_0100.xhtml
sec_0101.xhtml
sec_0102.xhtml
sec_0103.xhtml
sec_0104.xhtml
sec_0105.xhtml
sec_0106.xhtml
sec_0107.xhtml
sec_0108.xhtml
sec_0109.xhtml
sec_0110.xhtml
sec_0111.xhtml
sec_0112.xhtml
sec_0113.xhtml
sec_0114.xhtml
sec_0115.xhtml
sec_0116.xhtml
sec_0117.xhtml
sec_0118.xhtml
sec_0119.xhtml
sec_0120.xhtml
sec_0121.xhtml
sec_0122.xhtml
sec_0123.xhtml
sec_0124.xhtml
sec_0125.xhtml
sec_0126.xhtml
sec_0127.xhtml
sec_0128.xhtml
sec_0129.xhtml
sec_0130.xhtml
sec_0131.xhtml
sec_0132.xhtml
sec_0133.xhtml
sec_0134.xhtml
sec_0135.xhtml
sec_0136.xhtml
sec_0137.xhtml
sec_0138.xhtml
sec_0139.xhtml
sec_0140.xhtml
sec_0141.xhtml
sec_0142.xhtml
sec_0143.xhtml
sec_0144.xhtml
sec_0145.xhtml
sec_0146.xhtml
sec_0147.xhtml
sec_0148.xhtml
sec_0149.xhtml