Capítulo 24

31 de octubre de 2009

Estaban celebrando su primer aniversario juntos, por cuarta vez aquella noche… Alex jadeó rendido, Luka había cabalgado sobre él y en ese momento reposaba sobre su pecho con él aún en su interior. La notaba relajada, casi adormilada… era el mejor momento para lo que tenía en mente.

—Estoy pensando…

—No, cariño, no lo pienses ni por un segundo… No soy capaz de tener otro orgasmo hasta mañana… así que, por favor, cierra los ojos y duérmete —le interrumpió ella besándole la mandíbula y moviéndose sinuosa sobre él… Pues para no tener fuerzas, con esos movimientos le estaba haciendo revivir.

—Déjame acabar —sonrió mientras se endurecía—. Estoy pensando que me estoy haciendo viejo.

—¿Viejo? Los viejos no son capaces de «reaccionar» cuatro veces en una noche —movió un poco las caderas—, mmh, cinco veces en una noche.

—No me refiero a eso… —Bueno sí, qué coño. Alzó las caderas tentando… no iba mal la cosa, un par de minutos más a lo sumo y estaría listo de nuevo—. Me refiero a que tengo más de treinta años y se me está pasando el arroz…

—¿Qué? —preguntó Luka riendo—. Tienes treinta y uno recién cumplidos… y no hay ninguna paella puesta en el fuego… —¡Ay, Dios!, no querría Alex decir «eso», ¿verdad?

—Sabes perfectamente lo que estoy intentando decir… Me gustaría ser padre, a ser posible de una niña preciosa, intrigante y traviesa que sea tu viva imagen —dijo retirándole un mechón de la cara.

—Bueno… no tenemos prisa… —comentó Luka—, y de todas maneras yo preferiría un mocoso burlón y divertido… las niñas somos muy complicadas.

—Sea pues. Un niño. Decidido. —Alzó de nuevo las caderas, perfecto, su pene estaba en su punto, ni muy duro ni muy blando, un par de empujones y vuelta al trabajo.

—Ey, yo no he dicho que sí —protestó ella apretándose más contra él.

—Tampoco has dicho que no. —Pasó una mano entre sus cuerpos y comenzó a acariciarle el clítoris, cualquier ayuda era buena cuando había que tratar con esa testaruda.

—Pero… —jadeó al sentir cómo la acariciaba.

—Podemos probar… —se acomodó sobre un codo, acercó la cabeza a sus pechos y comenzó a mamar de ellos como si fuera un bebé—, como bien has dicho: no hay prisa —dio un lametazo haciendo que el pezón se irguiera—, muchas parejas tardan años en conseguir un embarazo… —los frotó contra sus mejillas para luego mordisquear los pezones delicadamente—, yo solo digo que dejes la píldora y vayamos probando… —comenzó a levantar las caderas rítmicamente para embestir contra ella—, por si las moscas… —la sintió cada vez más húmeda y excitada mientras le dibuja el clítoris con la yema de un dedo—, quiero ser padre, no abuelo. —La besó apasionadamente.

—Mmh, probaremos —gimió en sus labios.