Capítulo 15

Lunes 10 de noviembre de 2008

Lo primero que hizo Luka el lunes fue llamar a Dani para avisar de que llegaría tarde, lo segundo, buscar una clínica privada y hacerse los análisis de sangre, lo tercero, comprar una cerradura nueva para la puerta de su casa, lo cuarto, trabajar, trabajar y trabajar.

Cuando por fin llegó a casa eran las nueve de la noche, jugó con sus niñas, cambió la cerradura, cenó y por último miró los correos; no los quería mirar, no quería saber si Alex había cumplido su palabra de escribir. Porque si no escribía significaba «adiós, muy buenas», y eso era bueno porque ella lo interpretaría como el fin de las expectativas afectivas. No es que le hiciera mucha gracia, pero se evitaría complicaciones futuras. Pero… si escribía… ella se haría ilusiones, y cuando la empezara a putear, porque la putearía, acabaría hecha polvo…

Clickeó sobre el icono del Thunderbird.

Correos de sus amigas interesadas por Mar y por saber cómo había ido el domingo, un correo de su madre, seguía en la playa, correos vendiéndole cosas y, medio oculto en toneladas de propaganda, un correo de Alex.

Se lo pensó un buen rato antes de abrirlo, lo leyó y se quedó impactada… era peor de lo que pensaba. No solo se estaba haciendo demasiadas ilusiones, sino que él encima la alentaba… ¡Ay, Dios! Cuando se diera el batacazo iba a ser tremendo.

Estaba molido.

En un solo día se hizo análisis de sangre, consiguió los materiales de Dani, habló con el arquitecto, con el aparejador, con los obreros, y puso en marcha el proyecto de la nave industrial; en un par de semanas podría empezar a trabajar en serio.

Por la tarde había visitado el ático que pensaba alquilar en la calle Retamas. Era impresionante. Totalmente amueblado, tres habitaciones, dos cuartos de baño, cocina con office, salón comedor y, lo más importante… en la parte de arriba, en el ático propiamente dicho, un espacio diáfano con todas las paredes forradas de espejo.

Se puso duro solo con pensar lo que podría hacer allí. Con Luka. Dentro de Luka. Sobre Luka. Las posibilidades eran infinitas.

La dueña le explicó que la anterior inquilina practicaba ballet en ese espacio. A él le daba exactamente lo mismo para qué utilizara el ático, lo que le importaba en esos momentos —a él y a su erección— era para qué lo iba a usar él. Demonios. Firmó el contrato al momento. Alquiler por seis meses renovable por otros seis y con opción a compra.

Al llegar al hotel encargó por Internet sábanas, toallas, mantelería, vajilla… Después habló por teléfono con sus padres contándoles las cuestiones del trabajo e indicándoles que le mandaran las cajas que había dejado embaladas en el sótano a su nueva dirección y, sin saber qué mosca le había picado, les comentó, así como de pasada, que había hecho alguna que otra amistad… Su madre enseguida preguntó de qué sexo, él respondió, su madre le previno, él la ignoró, su madre se preocupó, él le refirió que se hiciera a la idea, su madre se asombró, él le confirmó que Luka era especial y su padre sonrió mientras escuchaba a escondidas desde el teléfono supletorio. Sí, señor. No te acobardes, hijo, que tu madre solo te pica para que caigas aún más profundo, pensó intrigante.

Alex colgó el teléfono, sacó papel y lápiz y comenzó a dibujar detalladamente lo que quería poner dentro del ático. Este era muy espacioso, ocho metros de largo por cinco de ancho con una puerta corredera de cristal que daba a una enorme terraza y una escalera de caracol en una esquina que bajaba al piso inferior. Le cabría todo perfectamente. Investigó por Internet a ver si eran posibles algunas de las cosas que buscaba, y sí, sin ningún problema.

Coloreó la cama de dos metros que iría en el centro, justo enfrente de la terraza, se puso duro imaginando a su chica, es decir, Luka, tumbada sobre ella desnuda, por supuesto… y ya que estaba imaginando, lo hizo a su gusto. Estaba atada con cintas de seda a los postes de la cama, frunció el ceño, borró el cabecero y dibujó unos postes, soltó el lápiz y se desabrochó los botones, la bragueta le estaba apretando considerablemente, y ya que tenía la mano por esa zona, decidió comprobar el tamaño de su erección… diez dedos… no estaba nada mal, pero podía superarse… ¿por dónde iba? Ah, sí… Luka atada a la cama, las piernas y brazos extendidos en forma de aspa, él arrodillado ante ella lamiendo su jugosa vagina. Acarició su polla arriba y abajo, el glande se hinchó ante el contacto. Deslizó la piel desde el frenillo hacia la base a la vez que con el pulgar frotaba el capullo.

Seguía bebiendo de la vagina, sentía el sabor dulce y a la vez salado que emanaba de ella, le introdujo dos dedos, ella los aprisionó, le introdujo un tercero y bombeó, la oía gemir desesperada. Le daría más, pensó a la vez que fuera del sueño se masturbaba más rápido, más fuerte, más apretado sobre su pene.

La imagen cambió, ahora Luka estaba de rodillas sobre la mesa de cristal que pensaba poner pegada a los espejos, con el culo en pompa, tentándolo. Le temblaba la mano mientras se acariciaba la polla, los muslos se le habían puesto duros como rocas. Imaginó sus grandes manos separando el trasero dispuesto de su chica mientras él se lo mordía ansioso, el pulgar trazando círculos sobre el ano, la vagina húmeda y anhelante…

Sus propias nalgas se apretaron en respuesta mientras los dedos que masajeaban la polla subían y bajaban cada vez más rápido. Metió la mano que tenía libre por dentro de los pantalones hasta alcanzar los testículos, estaban tensos, alzados, acarició delicadamente la bolsa que los contenía mientras sentía que los espasmos de placer se elevaban por su pelvis.

La cara extasiada de Luka se reflejaba en los espejos que los rodeaban, se mordía los labios para contener los jadeos mientras él introducía el pulgar en su ano, las tetas se balanceaban delante y detrás con los pezones gruesos y duros como perlas, cogió uno de ellos entre sus dedos y apretó. Oprimió más su polla con movimientos espasmódicos y desacompasados ante el inminente orgasmo, sus testículos ardieron y el placer recorrió su cuerpo hasta escapar fulminante por la abertura de su verga formando un charco de semen sobre su abdomen.

Dejó caer manos y cabeza, todavía sentado en la silla de la habitación de su hotel. Joder. ¿Cuánto tiempo hacía que no se masturbaba? ¿Y que disfrutaba tanto haciéndolo? Ni se sabe.

Se duchó, más para calmarse que por estar limpio, y cogió el teléfono.

—¿Dani? Soy Alex, hemos tenido suerte, mañana tengo reparto por Madrid y he conseguido meter dentro lo que nos hace falta. ¿Dónde lo llevo?… ¿En el Ventorro del Cano? Vaya casualidad, ahí es donde he comprado la nave para mi empresa… Si ya la he apuntado… Oye… te iba a preguntar una cosa que he visto por Internet… ¿es cierto que hay un cristal tan resistente que puede servir como suelo?… Ajá… ¿Y vale también de mesa? Eh… pues lo quiero para ponerlo en el ático que he alquilado… De mesa… Sí, Joder, para comer sobre el cristal… ¡A ti qué coño te importa lo que voy a comer!… Joder… No, no has acertado… ¡Que no!… ¿Cómo que me lo vas a conseguir como regalo para el éxtasis de Luka? ¡No tiene nada que ver con ella! No me la pienso comer sobre él… No es ninguna trola… vale, piensa lo que quieras… tú mismo… Mañana hablamos… Ciao.

Joder con Dani, era un puto vidente.

Por último conectó el portátil y escribió un mensaje a Luka.

De: Drácula6969

Para: C3PO

Asunto: te echo de menos

Hola preciosa.

Siento no haber podido escribir antes pero hoy he tenido un día imposible con los asuntos del curro; al final he conseguido ponerlo todo en marcha y espero que en un par de semanas la nave esté operativa. Me hice los análisis, en un par de días sabré los resultados. Por la tarde he estado por tu barrio mirando pisos para alquilar ¡y ya he alquilado uno! Como estaba por la zona te he llamado al telefonillo pero no estabas en casa, supongo que seguirías en el curro y es una pena, porque me hace mucha ilusión enseñártelo, si te soy sincero me ha fastidiado bastante no poder verte porque te echo mucho de menos. He soñado contigo y ni siquiera estaba dormido, te he visto frente a mí, cada uno de tus rasgos, cada una de tus sonrisas. Echo de menos tu voz y tus risas, tus caricias y tus silencios. Te visitaré esta noche mientras duermas, me introduciré en tus sueños y te acariciaré con mis deseos. Alex.

Martes 11 de noviembre de 2009

Luka estaba sola en la oficina, sentada frente al monitor, aporreando el teclado con los diez dedos y murmurando para sí misma.

¿Crisis? ¿No dicen que hay crisis? ¿Y dónde está ahora la crisis? A ver, que alguien me lo cuente. Presupuestos, albaranes, facturas… todo por hacer y no deja de sonar el maldito teléfono. ¿No hay crisis? Joder, pues que se note, que son las doce y estoy sin desayunar. ¿Y eso a quién le importa?, ¿eh? A nadie. Cuando alguien se digne a entrar para sustituirme ya será tarde, habré muerto de inanición, pero qué más da… así adelgazo y mira tú por dónde si adelgazo seguro que Gabriel se corre de gusto en los calzoncillos… y sería su primer orgasmo en años… Lo mismo así se digna a sustituirme para que pueda ir a desayunar… Pero qué va… ese no tiene un orgasmo ni aunque la meta en el culo de un caballo…

—¡Ejem!

—Hola, Antonio —dijo Luka volviéndose.

—No deberías hablar así del jefazo, si te oye se va a enfadar.

—No digas tonterías, estar enfadado es su estado natural —contestó Luka al «abuelo» de todos sus empleados—. ¿Has venido a sustituirme?

—No. Dani me ha dicho que salgas.

—¿Para qué? ¿Va a sustituirme él? —habló entre los gruñidos de su estómago.

—No creo… me parece que va a salir a tomar algo.

—Joder. Él ya ha salido a desayunar… no es justo, se va a enterar.

Se levantó hecha una furia y miró por la ventana de la oficina, Dani estaba en la puerta de la nave colocando unas cajas… ¿Cajas? Si ellos no recibían cajas, recibían vallares de cristal, pero no cajas… ¿Qué demonios…? Salió de su oficina y esquivó vallares, maquinaria y empleados, con Antonio siguiéndola muy de cerca.

—Niña, vas muy deprisa, te vas a chocar con algo —comentó el «Abuelo». Era el empleado más viejo de la empresa, llevaba su mono azul y su eterno palillo masticado entre los dientes.

—No te preocupes por mí, preocúpate por la «persona» contra la que voy a chocar —respondió mirando a Dani.

Cuando llegó hasta la entrada la furia asesina que sentía se había multiplicado por dos al igual que los rugidos de su estómago. Todos, absolutamente todos habían desayunado menos ella.

—Dani, escucha…

—Mira quién ha venido —cortó sonriendo Dani mientras sacaba cables de una caja tan feliz como un niño con zapatos nuevos.

—Hola, preciosa —dijo Alex dirigiéndose hacia ella.

Luka se quedó clavada en el sitio, estupefacta. ¿Qué carajo hacía Alex allí? Y lo que es más, ¿por qué se dirigía hacia ella con esa sonrisa? ¿Es que no se daba cuenta de que estaba en su puesto de trabajo? Joder.

Cuando la tuvo a su alcance deslizó una mano por su cintura y Luka botó. Literalmente.

—¿Qué haces tú aquí? —dijo alejándose bruscamente de la mano indiscreta.

—He venido a traer las cosas —contestó Alex sonriendo y acercándose de nuevo.

—¿Por qué aquí? —Luka dio un par de pasos atrás.

—Yo se lo dije —se metió Dani; viendo la cara de Luka no estaba seguro de si esta no le daría un mordisco al vampirito.

—¿Tú…?, eh… —Luka señaló con un dedo a Dani—. Ah… Dani, tenemos que hablar, acompáñame a mi oficina —dijo intentando mantener la compostura—, esto… Por favor.

—Pensábamos ir a tomar un café, te he llamado para que vinieras con nosotros —intentó distraerla su amigo.

—Ahora. A mi oficina, por favor. —Luego se giró hacia Alex—. Esto… muchas gracias por traer las cosas… luego te escribo, ¿vale? —Cogió a Dani del codo y lo llevó más o menos a rastras hacia la oficina.

—Ahora vuelvo… —gritó Dani sobre su hombro a un Alex demasiado atónito como para reaccionar.

El portazo al cerrar la puerta de la oficina reverberó en toda la nave. Alex y los empleados miraron hacia las ventanas, tras ellas Luka hacía aspavientos con los brazos mientras Dani se apoyaba en la mesa y miraba hacia las ventanas señalándolas con un gesto de cabeza. Luka se volvió de golpe y bajó las persianas, los trabajadores se miraron unos a otros encogiéndose de hombros y volvieron a sus ocupaciones, todos menos uno. El vejete con el mono azul y el palillo entre los dientes se quedó parado donde estaba mirando detenidamente a Alex.

—Caray —dijo.

—Caray —corroboró Alex.

—Me temo que van a tardar un rato…

—Un rato largo… —asintió Alex extrañado. ¿Qué demonios había pasado?

—¿Un cigarrillo? —ofreció sacando del bolsillo un paquete de tabaco tan arrugado como él mismo.

—Bueno.

—¿Cómo has podido? —preguntó furiosa a la vez que bajaba las persianas.

—¿Cómo he podido qué?

—¿Por qué le has dicho que dejara aquí las cosas? —exclamó señalando la nave.

—Porque era el mejor sitio.

—Podías haberle mandado a Estampa directamente, eso hubiera sido lo más lógico. —Luka se apoyó en la pared y se cruzó de brazos.

—En estampa no podemos entrar a montar hasta mañana. ¿Qué te hace pensar que le hubieran dejado descargar allí el material hoy?

—Pues podías haberlo mandado a otro sitio. —Se separó de la pared y caminó los dos metros de oficina.

—¿Por qué?

—¿Por qué? Pues porque ahora sabe también dónde trabajo. —Se paró de golpe y alzó las manos enfadada.

—¿Y qué?

—Que mi trabajo es sagrado —se llevó las manos a la frente para frotársela con fuerza.

—No digas tonterías.

—No son tonterías. Este es mi… mi lugar, mi sitio. Nadie sabe dónde trabajo. O al menos nadie lo sabía. —Se abrazó a sí misma mientras le miraba.

—¡Por favor! Todos sabemos dónde trabajas. Joder, trabajas conmigo.

—No. Lo saben mis amigos y mi familia. Nadie más. Y ahora lo sabe él —dijo señalando afuera nerviosa—. Has dejado que traspase el límite de lo personal y lo has metido en lo profesional. Sabe dónde vivo y dónde trabajo. ¿Qué será lo próximo? ¿Darle mi teléfono, decirle dónde viven mis padres…?

—¿A qué coño viene todo esto, Luka? ¡Yo no le he dicho dónde vivías, has sido tú sólita! Y además es que no sé qué tiene que ver… joder. ¡Estás perdiendo el norte!

—No lo entiendes. —Dejó caer las manos y se desplomó sobre una silla.

—No. No lo entiendo.

—Déjalo. —Apoyó los codos en la mesa y hundió la cara entre las manos.

—No. Cuéntamelo.

—¿Qué pasara cuando todo se vaya a la mierda? —Le miró por entre los dedos.

—¿Qué?

—Ya sé que yo lo metí en casa, pero aún tenía mi trabajo y quería mantenerlo aparte. —Ahora miraba a la mesa—. ¿Dónde iré si también conoce el lugar donde trabajo?

—Dónde te esconderás, querrás decir. Vamos, no seas tonta, no va a pasar nada.

—Tienes razón —contestó desalentada—, no va a pasar nada porque no va a haber nada que pueda pasar. —Inspiró hondo y sacudió los hombros—. Perdona por haberte gritado. Tengo hambre y ya sabes que eso me enfurece.

—Pues entonces vamos, vente a desayunar con nosotros.

—No puedo, tengo mucho que hacer —dijo levantándose distante y dirigiéndose a la puerta.

—Ya lo harás luego, venga, le diré al abuelo que coja el teléfono y tome las notas, luego las pasas al programa y listo.

—Déjalo, tengo mucho que hacer. —Abrió la puerta—. Tráeme un bocadillo cuando vengas.

—Luka… vamos, te estás pasando tres pueblos.

—No —dijo firmemente plantada con la mano en el tirador de la puerta.

—No seas así, venga, que te está esperando para decirte hola —sonrió enarcando varias veces las cejas—. No puedes dejar al pobre vampiro sin su dosis de sangre.

—Prefiero seguir aquí con mi trabajo. —Le sostuvo la mirada, seria.

—Vamos, ha hecho esto por ti, ha conseguido los materiales por ti y ha venido hasta aquí en persona en vez de mandar a un transportista por ti.

—Yo no quiero que haga nada por mí, no quiero que venga aquí por mí y sobre todo no quiero que se introduzca más en mi vida. No te das cuenta, Dani, pero yo sé de lo que hablo… Empiezan así, poco a poco, hacen favores que luego no puedes devolver, entran en tu vida susurrando palabras de amor, aparecen de repente en el trabajo para ver cómo te encuentras y, cuando menos te lo esperas, zas —chasqueó los dedos—, te echan en cara los favores, te controlan en casa y te vienen a buscar al trabajo para que no puedas escapar. Y luego… —negó con la cabeza—. Estoy en mi horario de trabajo, tengo que trabajar y no permitiré que nadie cambie eso.

—Luka… no es él quien te dice que salgas a desayunar, soy yo quien te lo ordena, tu jefe. Nadie te va a controlar ni te va a imponer nada. Solo es un desayuno, café, churros… ya está, nada más.

—No. Le dije el domingo que no debería venir a mi trabajo y mira tú por dónde se ha buscado la vida para saber dónde trabajo… —Tenía los dedos blancos de tanto apretar el tirador.

—No ha hecho nada de eso, yo le dije que viniera aquí en cuanto mencionó que tenía las cosas.

—Me parece muy bien —dijo sarcàstica—, y como ha sido tan sumamente amable creo que lo mínimo que puedes hacer es ir al bar e invitarle a un café.

—Sabes que no tienes razón. ¿Te vas a poner cabezota?

—Sí.

—Vale, tú misma, tía, pero estás siendo más estúpida de lo normal —contestó Dani enfadado saliendo por la puerta.

—Y que lo digas, he sido verdaderamente estúpida, pero esto se acaba, aquí y ahora —dijo entre dientes cerrando la puerta.

No tenía razón y lo sabía, pero no podía evitarlo. Después de leer el correo de Alex le había estado dando vueltas al asunto toda la noche… se estaba metiendo demasiado, le importaba demasiado… y ahora esto. Había que cortarlo de alguna manera.

Alex estaba hablando —más bien escuchando— con el abuelo que, por lo que parecía, tenía que haber sido como poco miembro de la CIA. ¡Demonios! Este anciano sabía todo de todos… era una enciclopedia parlante. Le contó sobre el «amable» Gabriel y su trato despótico hacia los empleados y hacia Luka, sobre el hijo del cuñado del amigo del cortador que estaba estudiando en la misma clase que la amiga de la hermana de no sé quién del gobierno, sobre la máquina de cortar cristal que había costado chorrocientos millones y se atascaba por culpa del montador, que era primo del jefe y había conseguido el trabajo por «dedo» y así iban las cosas… Cuando vio aparecer a Dani suspiró aliviado…

—Nos vamos a tomar algo, abuelo, vigila que todo marche bien. —Se introdujo Dani en el descanso para respirar de la conversación del arrugado personaje.

—Sí, sí. Claro. Le iba a contar a tu amigo cómo eran las cosas antes, cuando…

—Sí, abuelo, «ningún tiempo pasado fue mejor» —dijo dándole unas palmaditas en la espalda—. Vamos, Alex.

—Alex se apresuró a seguir a Dani. Salieron en silencio de la nave y se dirigieron a la cafetería de la esquina.

—¿Y Luka? ¿No viene?

—Me ha dicho que está muy liada y no puede.

—Aps. ¿Se ha enfadado?

—¿Te dijo expresamente que no vinieras a la nave? —Le miró Dani con el ceño fruncido.

—Mmh, cuando le pregunté la dirección mencionó que te preguntara a ti… y no sé, quizá dijo que este no era el mejor lugar… ¿Por qué?

—Está enfadada. No le gusta que se mezcle el trabajo con su vida personal.

—¿Su mejor amigo es su jefe y no quiere mezclar el curro con su vida privada? No me jodas.

—No te jodo… solo te lo cuento.

—Vale.

Una vez en la cafetería pidieron sus respectivos cafés y el bocadillo de Luka. Hablaron sobre la mejor manera de montar la exposición hasta que Alex se ofreció a ayudarles y Dani se negó en rotundo.

—¿Por qué no? Entiendo de «cables», no es por nada y tengo tiempo libre por las tardes. —Más o menos… no es que le sobrase mucho tiempo pero ya lo conseguiría.

—Porque esto es algo que tenemos que hacer nosotros, tú ya has hecho mucho consiguiéndonos los materiales, pedirte más sería demasiado.

—Y una mierda. Ofrezco mi ayuda, no me la pides. Así que venga.

—Mira, si quieres ayudar a mí me parece perfecto, cuanta más gente mejor, pero, a ver… es que no sé si a Luka le va a hacer gracia, ella no quiere que te metas en su trabajo y, sinceramente, no sé cómo se lo tomaría si te metieras más en este proyecto… ella es… —Buscó las palabras adecuadas— muy celosa de su intimidad. Cuando hicimos la lista no creo que se diera cuenta de todas las cosas que nos ibas a proporcionar, si se hubiera coscado no lo hubiera permitido… Lo cierto es que a mí también se me fue un poco la mano con el entusiasmo… y, bueno, los dos te estamos muy agradecidos, pero… a Luka no le hace gracia deber favores a nadie —comentó con los hombros caídos.

—Nadie me debe nada —protestó Alex enfadado.

—Ya lo sé. —Dani se mesó el pelo nervioso—. Es algo largo de contar y, bueno… de verdad es que te agradezco muchísimo lo que estás haciendo, lo cierto es que va a tener otro aspecto con todo este material. —Intentó llevar el tema hacia otros derroteros.

—Seguro que la exposición es un éxito. ¿Imagino que podré visitarla cuando esté abierta al público, no? —preguntó a la defensiva, entre irónico y enfadado.

—Claro que sí, seguro. —¿Seguro? Había oído las últimas palabras de Luka, y no auguraban nada bueno.

Alex leyó en el lenguaje corporal de su compañero que no estaba seguro de nada y decidió apostarlo todo a una carta.

—A ver si me aclaro, Dani, porque te juro que ahora mismo estoy perdido —dijo Alex masajeándose el puente de la nariz—. Luka y yo pasamos un fin de semana perfecto y yo, ingenuamente o precipitadamente, no te lo niego, me he hecho algunas expectativas. —Alex movía las manos dando énfasis a cada palabra—. Y hoy me ve y no solo no me habla, sino que te llevas tú una bronca.

—Eh, yo no me he llevado ninguna bronca.

—¿No? Pues no parecía estar dándote las gracias en la oficina.

—Solo hemos tenido un intercambio de opiniones.

—¿Con gritos incluidos? No. ¿Sabes lo que pienso, Dani? Pienso que algo ha pasado, pero no sé el qué. Creo que no os caigo mal, ni a ti ni a los demás, así que imagino que lo que sea que se le pase por la cabeza a Luka no tiene nada que ver con la opinión que os hayáis formado de mí. —En ese momento tiró el anzuelo—. Pienso que a ella le ha pasado algo hace tiempo, algo que no tiene nada que ver conmigo, pero que no sé por qué se está metiendo en medio.

—Eso son chorradas. —Dani se puso alerta.

—Cuéntame qué pasa —presionó Alex.

—No pasa nada. —Dani hizo ademán de pagar la cuenta.

—¿Es por el tal Vinagres? —Viendo que se le escapaba el pez, Alex quemó sus naves.

—¿Tú qué coño sabes de eso? —respondió Dani crispado.

—Nada —mintió—, Luka mencionó su nombre un par de veces unido a la palabra controlar… y yo solo estoy atando cabos.

—Joder. Eso no es asunto mío, ni tuyo, ya puestos.

—Échame un cable, Dani.

—Mierda. —Dani lo miró fijamente intentando leer en su cara—. Mira… —suspiró y tomó una decisión—. No le preguntes qué va a hacer, ni dónde va a estar, ni a qué hora va a llegar; de hecho jamás le pidas explicaciones sobre nada, no digas ponte este pantalón o aquel vestido, no coloques los trapos de cocina, ni las toallas del baño ni nada según tamaños y colores, ni hagas planes para nada, lo que surja que sea en el momento. Jamás catalogues nada de lo que tiene y sobre todo no la llames por teléfono. Jamás.

—¿Por qué?

—Querías un cable, bien, te lo estoy echando, pero no me pidas explicaciones.

—Es que no lo entiendo —mintió, no lo comprendía todo, pero sí se hacía una pequeña idea—. A mí jamás me ha dado por preguntar, pedir explicaciones u ordenar lo que no es mío, es cuestión de sentido común y educación, pero lo del teléfono es absurdo. Se lo pedí el otro día y no me lo quiso dar y ahora tú me adviertes de que no la llame jamás…

—A Luka no le gusta el teléfono, nada más… ten en cuenta que se pasa el día colgada al auricular en su trabajo, a lo mejor es por eso… —excusó Dani mintiendo rotundamente, casi todos los pedidos entraban por e-mail—. Si quieres comunicarte con ella hazlo por e-mail. Me caes bien, creo que eres un buen tipo, pero las cosas de Luka son suyas, de nadie más. —Dani pagó la cuenta, cogió el montado de Luka y salió de la cafetería.

Regresaron en silencio a la nave. Alex fue casando los escasos datos obtenidos con lo que había visto en casa de Luka y leído en el diario. Recordó el jacuzzi enano con toallas de colores imposibles, ninguna hacía juego con otra, con el suelo o con los azulejos, el dormitorio sin cabecero y con una mesa moderna para ordenador que no pegaba ni con cola, rodeada de cuadros a punto de cruz. Y todo eso sin contar la mezcla de muebles del comedor. La caja de madera que hacía de mesa de centro, la mesa de metal blanco que sostenía la tortuguera, el terrario construido a partir de un mueble rústico sobre el aparador clásico de cerezo, los sillones casi hundidos en el suelo y tapados con tela naranja y el tablero de corcho enorme que ocupaba toda la pared con fotografías de su gente pinchadas con chinchetas al tun tun. Lo había achacado a falta de fondos, a muebles reciclados de amigos y familiares, pero quizá no era solo eso. Lo cierto es que una distribución tan caótica y a la vez tan acogedora, tan llena de recuerdos de la gente querida no era tan fácil de conseguir como en un principio parecía.

Cuando entraron a la nave Alex no se lo pensó dos veces, arrancó el bocata de Luka de las manos de Dani y se encaminó a la oficina. Entró dejando a propósito la puerta abierta, lo último que quería es que se enfadara por lo que pensarían los trabajadores que «podían hacer» tras una puerta cerrada.

Estaba concentrada escribiendo algo que leía en el ordenador, encorvada sobre la mesa y con el pelo tapado con una gorra de baloncesto de la que sobresalían algunos mechones naranjas. Alex golpeó la puerta con los nudillos para indicar su presencia y ella se volvió de golpe con un bolígrafo medio comido en la boca…

—Hola, preciosa, te traigo el bocadillo. ¿Andas muy liada? —Comenzó a acercarse a ella mientras hablaba, esperando que no lo echara de la oficina.

—Sí, tengo bastante jaleo. —Se tiró a por el bocadillo, lo abrió y le dio un buen mordisco—. Gracias por el bocata, estoy hambrienta —comentó con la boca llena, sentándose de nuevo.

—Ya lo veo —dijo sonriendo al verla comer con tantas ganas—. ¿Has oído alguna vez el dicho «el mundo es un pañuelo»? Pues es totalmente cierto, ¿a que no adivinas dónde está la nave que he comprado para mi empresa?

—Ni idea —dijo Luka alerta.

—Justo al final de la calle. Cuando me dio Dani la dirección me quedé alucinado.

—¡Vaya coincidencia! —comentó mirando el monitor, intentando hacerle entender que estaba ocupada. Mierda, mierda, mierda, tenía la tentación al lado.

—Eso pensé yo. —Alex vio cómo daba un gran bocado al bocadillo y en vista de que tenía la boca llena y no le podía decir que se fuera siguió hablando—. ¿Nos vemos esta tarde?

—No —tragó Luka—, voy a la pelu.

—Aps. Una gran idea —comentó mordiéndose la lengua para no preguntar por el nuevo color de pelo que pensaba ponerse.

—Me he cansado del naranja radiactivo —dijo desafiante a ver si se atrevía a meterse de nuevo con su pelo.

—Ajá. —Esperó a ver si decía algo más pero ella seguía concentrada en su bocadillo y el monitor, apuntado galimatías en un papel—. ¿Y mañana?

—¿Mañana? —Ni siquiera levantó la cabeza del papel en el que escribía.

—¿Tienes algo planeado para mañana? —preguntó mirando por encima del hombro lo que escribía… estaba tachando un cuadro sí un cuadro no en un cuaderno cuadriculado.

—Sí. Voy a Estampa a empezar a montar la exposición. —Ahora estaba dibujando una cruz.

—Si quieres os echo una mano —probó.

—No, gracias. Ya nos las apañamos. —Varios tachones, rayajos y vuelta a empezar con las cruces.

—Vale. —Miró fijamente la nuca de Luka, y atacó—. ¿Algún problema?

—No. ¿Por qué?

—Porque aún no me has mirado a la cara.

—Es que estoy haciendo cosas…

—Ya veo —dijo él ojeando de nuevo el cuadro abstracto que estaba creando.

—Mira —Luka dejó de un golpe el bolígrafo sobre el block y se levantó para mirarle—, estoy en mi puesto de trabajo y no me gusta que venga nadie aquí y que los demás piensen que me estoy escaqueando o algo parecido. No lo tomes a mal, pero es así.

—Entiendo.

—Perfecto. Luego te escribo, ¿vale?

—Como quieras.

Alex echó una mirada a las ventanas, las persianas estaban subidas de nuevo y la gente los miraba de reojo. Consciente de la incomodidad de Luka se dio media vuelta para marcharse pero acto seguido se lo pensó mejor y, antes de que tuviera posibilidad de reaccionar, se acercó a ella y le asestó un beso rápido y casto en la frente.

—Te escribo esta noche. Ciao.

Ciao —contestó Luka atónita.

Miércoles 12 de noviembre de 2008, 23.30

De: Drácula6969

Para: C3PO

Asunto: ¿Qué tal la expo?

Hola preciosa, ¿qué tal va el montaje? ¿Algún problema? Yo estoy instalándome en el nuevo piso, me han mandado desde Barcelona mis cosas y estoy empezando a colocarlo todo. También he encargado un par de muebles que estoy seguro te van a sorprender en cuanto los veas. En especial uno que mide dos por dos metros… ¿imaginas lo que es? ¿Y lo que voy a hacerte en él…? Lo dejo a tu imaginación.

Mañana empiezo a recibir material en la nave, por lo que estaré en el polígono toda la mañana, pasaré a buscarte hacia las dos y comemos juntos, ¿te parece? Un beso.

PD: Cuando esta noche sientas que alguien te observa en tus sueños, cuando caricias ocultas recorran tu cuerpo, no te asustes, seré yo, acariciándote con mis pensamientos.

De: C3PO

Para: Drácula6969

Asunto: La expo bien, gracias

Ningún problema con el montaje. Me alegro de lo de tu piso nuevo y tus imponentes muebles… ¿Dos por dos metros? ¿Una pecera gigante para meter cocodrilos? Otra cosa no se me ocurre.

No te molestes en pasar por mi empresa, no puedo salir a comer, tengo trabajo y me llevo la comida al curro. Te escribo mañana.

PD: Ni se te ocurra visitarme en mis sueños, necesito dormir… y ver aparecer a Drácula de repente colmaría mis pesadillas. Pujff…

De: Drácula6969

Para: C3PO

Asunto: ¿Cocodrilos?

¿Para qué quieres una pecera con cocodrilos? Y lo que es más grave… ¿qué crees que te podría hacer en una pecera con esos bichos?

Lástima que no puedas salir a comer… estoy deseando ver tu nuevo pelo. Te echaré de menos. Besos húmedos y largos.

PD: Ya que no me dejas visitarte en sueños, tendré que convertirme en murciélago y observarte desde la ventana…

De: R2D2

Para: C3PO; Pasodestarwars

Asunto: ¿Cómo va la expo?

Hola, guapas, ¿cómo va el montaje? ¿Os apañáis u os hace falta un poco de saber decorativo…?

Luka… ¿qué tal vas con tu Drácula particular?

Besos a todas. Pili.

De: Pasodestarwars

Para: C3PO; R2D2

Asunto: No preguntes

Ay, ay, ay… estos artistas están locos… por poco monto un buen lío solo por ayudar… Por lo demás, el montaje va genial… ya están puestos varios puntos de luz…

Luka, ¿sigues tan seria o ya se te ha pasado la tontería? Ains… Pili, nuestra Luka está pensando cosas raras… peligro, peligroso. Saluditos. Ruth.

De: R2D2

Para: C3PO; Pasodestarwars

Asunto: ¿Qué has hecho, Ruth?

¿Qué te ha pasado en Estampa? ¿Alguna catástrofe?

¿Luka, que ha pasado? Contesta niña o te llamo por teléfono y te hago el quinto grado.

Besotes. Pili.

De: C3PO

Para: R2D2; Pasodestarwars

Asunto: Ruth Avestruz, no seas tan alarmista

Pues a Ruth le ha pasado que no entiende de arte… A ver… estábamos en Estampa montando las luces cuando ha visto en un rincón un lienzo con un chicle pegado y no se le ha ocurrido otra cosa que quitar el chicle… y resulta que el chicle era la «obra de arte», y bueno… al artista que lo ha hecho por poco leda un yuyu y ha montado la marimorena, pero al final, como no lo ha despegado del todo, lo hemos vuelto a pegar y la cosa ha quedado en un susto, pero Ruth, preciosa, para la próxima no toques nada, guapa.

Y, por otro lado, a mi no me pasa nada…

Un besote. Luka.

De: Pasodestarwars

Para: C3PO; R2D2

Asunto: ¿A quién se le ocurre pegar un chicle y decir que eso es arte?

No fastidies, tía, los «artistas» están como cabras… voy a pegar yo chicles en mis cuadros a ver si me los pagan tan caros como al esmirriado ese… grr…

Luka… que parecías un muerto viviente, no vengas con chuminadas. Cuéntanos qué pasa.

Saludos. Ruth.

PD: Luka, como vuelvas a mencionar el fastidioso sobrenombre que me puso «cara de asco» te corto la cabeza. YO NO tengo el cuello de avestruz.

De: C3PO

Para: R2D2; Pasodestarwars

Asunto: Lo siento

Siento haber mencionado a «cara de asco», no sé qué me ha pasado por la cabeza. Un besote. Luka.

De: R2D2

Para: C3PO; Pasodestarwars

Asunto: No te escaquees, Luka, que te veo venir

Ruth, no hagas caso, se le ha ido la pinza… seguro que no quería mencionar a ese indeseable… ¿qué ha pasado con Draculín?

A ver, Luka, cobardica…

Besitos. Pili.

Jueves 13 de noviembre de 2008, 23.30h

De: C3PO

Para: Drácula6969

Asunto: hola

Siento no haber contestado ayer, pero no he visto el mensaje hasta ahora mismo.

Me gustan los cocodrilos, son buenos chicos… y lo que podríamos hacer con ellos… pues darles de comer, por supuesto. Tú les darías de comer, y yo vería cómo te devoran… Mi pelo ahora es castaño claro… como siempre… Ciao. Luka.

De: R2D2

Para: C3PO; Pasodestarwars

Asunto: Luka, niña, estamos esperando…

Y conspirando… que sepas que he hablado con Ruth y me ha contado sus intuiciones… si no contestas iremos mañana a tu casa a ver qué pasa… y ya sabes, el quinto grado irá incluido.

Besos. Pili.

De: C3PO

Para: R2D2; Pasodestarwars

Asunto: No vengáis a casa…

Hola guapísimas, está a punto de venirme la tía de Rusia, me duelen las tetas y los ovarios y no estoy para bromas. Y no pasa nada… solo que todo está escapando a mi control y no me gusta un pelo. A ver, ¿no se supone que un polvo esporádico es eso exactamente, esporádico? Lo he buscado en el RAE. Y pone esto: «Ocasional, sin ostensible enlace con antecedentes ni consiguientes». Bueno, pues Draculín no debe saber buscar en los diccionarios porque lo está haciendo justamente al revés. Me escribe todos los días, ha venido al curro el martes, ha pasado el fin de semana conmigo… y joder, eso no es lo que yo quiero, que luego se lían las cosas y se arma la de Dios es Cristo. A ver, ¿no se supone que todos los tíos van a lo que van, es decir a meterla un rato y pasarlo bien…? ¿Pues por qué este no hace eso y listo? Leches… de todas maneras… como ya digo, me baja la regla este finde, así que en cuanto vea que «Aquí hay tomate» y no «ñaca ñaca» imagino que se largará con las de Villadiego y me quedaré otra vez «soltera y sola en la vida»… ¡Hombres! Un besote. Luka.

De: Pasodestarwars

Para: C3PO; R2D2

Asunto: Mi niña, que no te aclaras

Por un lado te quejas de que te hace demasiado caso, lo cual es relevante sobre su carácter y compromiso y por otro te enfadas pensando que como no va a tener relaciones sexuales contigo este fin de semana no va a querer verte… Eres como el perro del hortelano, ni comes, ni comer dejas. Además, digo yo que mejor que vayas viendo lo que pasa en vez de preocuparte por lo que pueda pasar… EN TODOS LOS SENTIDOS… cada persona es distinta ergo las situaciones también serán distintas… asimismo, y sin que sirva de precedente, debo poner en tu conocimiento que a mí Alex me parece una buena persona aunque tenga despistes insalubres. Creo sinceramente que deberías abrirte un poco y ver qué pasa… nada pierdes. Si va bien, genial, si va mal, llamamos a Javi y que le parta en dos. Anímate y tómate un ibuprofeno, lo mismo te quita un poco los dolores. Saluditos. Ruth.

De: R2D2

Para: C3PO; Pasodestarwars

Asunto: AMEN

Luka, cielo, haz caso a Ruth, que ya sabes que tiene la cabeza muy bien puesta. Además suscribo todo lo dicho por ella. Por cierto, deberías ir al ginecólogo, que tanto dolor no es normal… Besitos. Pili.

De: C3PO

Para: R2D2; Pasodestarwars

Asunto: Ya fui…

Hola, preciosas, ya veré lo que hago con Draculín, ahora tengo las hormonas en pie de guerra y no estoy muy coherente que se diga… ains. Pili, recuerda que ya fui al ginecólogo (puag) y me dijo que no me pasaba nada, solo es un puñetero mioma… Me voy a meter en la cama que toy que me muero… mañana os escribo. Un besote. Luka.

De: Drácula6969

Para: C3PO

Asunto: Comida para cocodrilos…

¿YO? No creo que me guste mucho… la verdad. Hoy he tenido un día bastante ajetreado, ya tengo la nave medio llena de cosas y se supone que mañana llegan más… Por otro lado, jamás pensé que fuera tan difícil rellenar los huecos vacíos de una casa… pero no hay modo, por mucho que lo intento mi nuevo piso se ve desangelado, frío e impersonal… Estoy seguro de que a ti se te ocurrirán mil cosas para que parezca más una casa y menos un hotel… ¿Mañana te veo cuando vuelvas de casa de Pili? Un beso largo, profundo y húmedo…

PD: Ayer te vi dormir desde la ventana, estabas preciosa acurrucada en tu cama, mis brazos me dolieron por no poder abrazarte…

De: C3PO

Para: Drácula6969

Asunto: Pues si te duelen los brazos date un masaje con réflex

¿Cómo sabes que voy los viernes a casa de Pili? Creo que no lo he mencionado nunca… ¿?

De todas maneras, mañana no voy a casa de mi amiga, me está bajando la regla y me duele todo el cuerpo así que pretendo pasarme toda la tarde del viernes metida en la cama y, para tu información, el sábado y el domingo seguiré con la regla, así que estaré igual.

Ya nos escribimos para la semana que viene.

Ya está hecho, pensó Luka mientras apagaba el ordenador y se metía dolorida en la cama. Tal cual iban evolucionando los dolores imaginaba que al día siguiente, viernes, le bajaría la regla con todas sus fuerzas. Menos mal que tenía un bote entero de ibuprofeno y otro de buscapina para ir tirando… aunque tampoco es que le fuera a servir de mucho. De todas maneras qué más daba…

Viernes 14 de noviembre de 2008, 13.55h

Por fin, tres minutos y fuera. No se lo podía creer, se le había hecho la mañana eterna. Los dolores, tal y como estaba previsto, fueron subiendo durante la noche y a las siete de la mañana, totalmente desesperada, no le quedó otra que tomarse una buscapina. La pastilla había calmado, que no eliminado, parte del sufrimiento permitiéndole personarse en el trabajo, pero hacia las once los dolores habían vuelto a tomar las riendas de su cuerpo y, en vista de que aún le quedaban tres horitas para acabar su turno, se había tomado un ibuprofeno. Lo malo es que el efecto calmante le duró escasamente dos horas y, para colmo de males, ya no solo le dolían los ovarios y el pecho, sino que su estómago estaba bastante resentido. Había pasado la última hora acurrucada en la silla con las manos rodeándose la tripa y rezando para que nadie se diera cuenta de que NO estaba trabajando, ni poco ni mucho. Nada. Dani, por supuesto, lo notó a primera hora y ordenó que se fuera a casa, pero cómo no, justo después entraron Gabriel y su peluquín clamando al cielo.

—Me ha dicho Daniel que te vas, sí, claro, ¿y qué más? ¡Mujeres! Un pequeño dolorcito y ya estáis por los suelos. Si lo sabré yo. Cuentos nada más. Que si me duele esto, que si me duele lo otro, que si ahora me viene la regla y falto al trabajo, que si luego me quedo embarazada y cuatro meses de maternidad, que si estoy con depresiones y tengo baja médica. ¡Así va el país! Si os quedarais en casita cuidando de la familia en vez de andar ocupando puestos de trabajo habría muchísimo menos paro. Pero no. Queréis trabajar, pues entonces demostrad que valéis para el trabajo. Pues tenlo muy clarito, bonita, si te largas te descuento el día entero del sueldo. Que no está el horno para andar pagando a quien no trabaja.

—Tranquilo, Gabriel, que ya le he dicho a Dani que no me pasa nada, solo me duele un poco la tripa, pero vamos, en media hora se me pasa. —Bastante mal iba ese mes como para que encima le quitaran dinero por faltar tres puñeteras horas del trabajo, porque los viernes se cerraba a las dos y no era justo, NADA JUSTO, que le quitara el día entero. Maldito Gabriel.

—Eso espero, pero que no te vea remolonear, que aquí se viene a currar, no a pasar el rato. Vamos, como si no os conociera. Todas iguales, todas cortadas por el mismo patrón.

Gabriel salió de la oficina gruñendo, Dani se acercó a él enfadado y Luka vio desde la ventana que empezaban a discutir, como siempre. Por ella. Mierda. Cuando Dani volvió a entrar en la oficina Luka compuso su mejor cara y su sonrisa más radiante y le aseguró que no pasaba absolutamente nada. Bastante tenía Daniel con soportar a su hermano a diario como para encima tener que discutir por ella. Así que lo convenció como pudo de su buena salud y aguantó como una jabata toda la mañana.

Ahora le dolían no solo los ovarios sino también la mandíbula de tanto apretar los dientes, sentía débil todo el cuerpo y solo pensaba en llegar a su casa, tomarse otra pastillita con un yogur o algo para aliviar el dolor de estómago posterior y meterse en la cama.

Dos minutos. Apagó el ordenador, cogió su bolso, se refrescó la cara con una toallita húmeda, cuadró los hombros, esbozó una sonrisa y salió de la oficina.

Un minuto. Atravesó la nave despidiéndose de todo el mundo, esquivó la cara enfadada de Gabriel cuando este miró el reloj y vio que aún faltaban algunos segundos para las dos, rechazó el ofrecimiento de Dani de llevarla a casa y abrió la puerta a la libertad.

Las dos en punto. A la mierda. Salió de la nave, hundió los hombros, dejó caer la cabeza hacia delante y se abrazó el estómago. Demonios. Solo tenía que llegar al coche, ponerlo en marcha y en media horita estaría en casa. ¡Aleluya, hermanos!

Llevaba una media hora apoyado en su Carnival a la entrada de la nave con un cabreo monumental. El último mensaje de Luka no dejaba lugar a dudas: le estaba dando largas y encima con la excusa más tonta y manida posible. ¿Pensaba que era tan idiota de tragársela? Llevaba toda la semana respondiendo a sus e-mails con una de cal y otra de arena, jugando y mostrándose cortante dentro del mismo mensaje, bromeando para a la frase siguiente darle un corte de mangas. Pero con el último definitivamente había colmado su paciencia. ¿No quería verle? Pues bien, que cerrara los ojos porque le iba a escuchar quisiera o no. Entendía más o menos lo que pasaba por la mente de Luka, pero eso era una cosa y otra muy distinta era que él tuviera que comerse la mierda de su anterior relación. Para una vez que sabía lo que quería —más o menos—, no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados esperando a que ella se decidiera. Ni tampoco a seguir mandando mensajes cursis para nada. Quería hablar cara a cara y lo haría.

Esos eran los pensamientos que cruzaban de un lado a otro y a la velocidad del rayo por la cabeza de Alex cuando la puerta de la nave se abrió y apareció Luka, erguida y con la sonrisa más forzada que había visto en su vida para al segundo siguiente desmadejarse y esbozar una mueca de dolor a la vez que ponía las manos sobre su estómago. No había mentido. Se la veía pálida y con ojeras, con el pelo lacio y sin vida cayendo a ambos lados de su cara haciéndola parecer una zombi, vamos, para echarse a correr y no parar.

Justo detrás de ella salió Dani preocupado, ambos hombres se miraron mientras Luka rebuscaba algo en su bolso totalmente distraída.

—¿La llevas tú a su casa? —preguntó Dani.

Luka alzó la vista sorprendida, no se había dado cuenta de que la había seguido.

—Sí —contestó Alex viendo la cara de su amigo. Que ese tarambana estuviera preocupado no auguraba nada bueno.

¡Demonios! Luka giró sobre sí misma y allí estaba el que no sabía interpretar diccionarios. En vez de desaparecer tras las revelaciones del día anterior se había presentado en el trabajo.

—No hace falta que nadie me lleve a casa, ¿pero de qué vais? ¿De súpermachomen? —preguntó irritada. Le dolía todo el cuerpo y no tenía ganas de tonterías.

—Vamos, bonita, ¿cuántas pastillitas de las tuyas llevas? —dijo Dani pasándole un brazo por la espalda y cogiéndole el bolso.

—¿Y a ti qué narices te importa? Y dame el bolso. Ya —ordenó, pero sin hacer mucha intención de recuperarlo.

—Que nos conocemos, niña. Veamos… ¿Dos? ¿Tres? Y además no has comido nada en toda la mañana, no hija, no. Tú te vas a casa de copiloto —dijo Dani posando una mano en la espalda de Luka y guiándola hacia un perplejo Alex.

—Pero, bueno, ¡¿tú eres gilipollas o solo lo aparentas?! —dijo revolviéndose—. No me toques, y devuélveme el bolso de una vez. ¡Ya!

—¡¡Por favor!! ¿Qué vocabulario es ese? Vamos, anda y no te quejes, más quisiera yo que me llevaran en ese supercochazo. —La agarró del codo hasta la puerta del coche.

—¿Pero tú eres idiota o sordo? Léeme los labios: que me dejes en paz.

—A ver, preciosa. ¿Te has mirado al espejo esta mañana? Estás que das pena, pálida y con las manos temblorosas. Te has tomado mínimo un par de pastillas y sabes que a tu estómago le sientan fatal. ¿Para qué vas a conducir en ese estado si te podemos llevar a casa? —Se inclinó para susurrarle al oído—. Si no quieres que te lleve él, te llevo yo, pero sola no te vas, que la última vez ibas haciendo eses con el coche por mitad de la carretera… ¿Recuerdas? ¿No? Pues yo iba justo detrás y te juro que lo tengo grabado en mí retina. Así que vamos, no lo pongas difícil, ¿vale?

—Joder. —Luka miró a ambos hombres. Alex perplejo y Dani determinante. Lo cierto es que se encontraba fatal. Llevaba dos pastillas en siete horas, tres si contaba la primera que se tomó a las dos de la madrugada, y su estómago estaba de todo menos tranquilo… Y mejor no hablar del cuerpo serrano que tenía en esos momentos, así que se tragó su arranque de furia—. Vale. Llévame a casa, le dijo a Dani. —Pero… ¿Cómo hago para recuperar mi coche y venir el lunes a trabajar?

—El lunes te traigo yo, trabajo doscientos metros más abajo, así que no hay problema —dijo Alex acercándose a ella y tomando el mando. La abrazó por la cintura, abrió la puerta del copiloto y dejó que se metiera ella sola resistiendo las ganas de ayudarla.

—Come algo y a la camita —le dijo Dani cerrando la puerta, y girándose hacia Alex bajó la voz—: Mira a ver cuántas pastillas se ha tomado, le destrozan el estómago. Que se coma un par de yogures y se tome el omeoprazol o acabará vomitando por la noche. —Dudó un momento—. Dile que esta tarde la llamo y que si eso, mañana me paso por su casa a ver qué tal va… soy su enfermera particular.

—Se lo comento, pero sabes que me voy a quedar con ella todo el fin de semana. —No era una pregunta, era una aseveración—. Sabes que pasaré a ver cómo está. —Alex marcaba su territorio, perfecto. Pero él era amigo de Luka antes que nada.

—Pondré unas Grimbergen a enfriar para ti.

—Perfecto —contestó Dani sonriendo. Alex se había fijado que era la cerveza que bebió «donde ayer». Atento el vampirito. Sí, señor. Una buena pieza para la niña si esta acababa por abrir los ojos de una vez.

Alex se metió en el coche y arrancó. Luka tenía la cabeza apoyada en el reposacabezas y los ojos cerrados. Las manos volvían a reposar sobre su estómago.

—¿A qué ha venido esa escenita? —preguntó ella con la boca seca y la voz apagada.

—¿Qué escena?

—Esa en que parecíais dos perros rabiando por ser el primero en mear en las esquinas y marcar su territorio.

—Esa… no ha venido a nada. Solo sentábamos las bases de nuestra amistad.

—Chorradas… los hombres solo hacéis chorradas.

El resto del viaje transcurrió en silencio con Luka acurrucada sobre el asiento, las piernas pegadas al pecho y las manos abrazadas a las rodillas. Alex no podía evitar mirarla una y otra vez preocupado, no recordaba que su madre y su hermana lo hubieran pasado jamás tan mal con la regla. Pero bueno, no todas las mujeres eran iguales, ¿no?

Al llegar a casa lo primero que hizo Luka según entró por la puerta fue ir corriendo al baño y vomitar sonoramente. Alex intentó entrar pero ella le cerró la puerta en las narices con un tremendo portazo.

Cuando salió lo encontró apoyado en el pasillo mirándola fijamente. Luka suspiró, se había lavado la cara y los dientes y aunque se encontraba fatal, compuso su mejor sonrisa (o eso pensaba) y de dispuso a despedirse del vampirín. Lo último que le apetecía era tener un miembro del sexo opuesto rondando por su casa feliz y dicharachero mientras ella se moría poco a poco.

—Bueno, ya estoy mejor, son las pastillas que no me sientan bien al estómago, voy a comer algo y me meto en la cama. Gracias por haberme traído hasta aquí. Uff… a veces soy un incordio.

—Nunca serás un incordio, Luka —contestó Alex acercándose a ella y pasando un brazo por su espalda a la vez que la besaba en la frente—. Vamos a ver qué tienes en la nevera.

—Poca cosa, ya sabes… algún gusano que otro —bromeó.

—Siempre se pueden freír y comer con palillos como si fueran tallarines —respondió él.

Luka le miró estupefacta. ¿De dónde había sacado esa idea? ¡Qué asco!

En la nevera solo había un par de yogures, algo de fiambre y gusanos. Luka miró a Alex compungida.

—Bueno, no es mucho, pero lo cierto es que no tengo nada de hambre, me como los yogures, doy de comer a mis niñas y me meto en la cama. Gracias de nuevo por haberme traído.

—No te molestes en echarme, no me voy a ir.

—¿Eh? No te estoy echando, es solo que me parece estúpido que te quedes aquí para ver cómo duermo. Por si no lo has notado estoy de un humor de perros y no es que tenga muchas ganas de «hacer» nada, la verdad. —A ver si cogía la indirecta.

—Pues mira tú qué bien, porque «por si no lo has notado» no tengo ningún interés por acostarme contigo en estos momentos. Estas hecha una piltrafa. No es por nada —contestó enfadado y sin pensar.

—¿Por qué no te vas un ratito a la mierda? No soy ninguna piltrafa. Nunca lo he sido y nunca lo seré. —Joder, ni él ni nadie la iba a insultar en su cara ni en su casa, creía que había dejado eso claro la última vez.

—No lo interpretes mal. No te digo que seas una piltrafa. Te digo que estás hecha polvo. Mira, Luka, estoy aquí y me preocupo por ti, ¿vale?

—Vale. Me parece perfecto que te preocupes por mí, pero es que no me pasa nada distinto a lo que les pasa a millones de mujeres una vez al mes. Joder. ¿Qué os pasa a los hombres con la regla? Es oírla mencionar y os volvéis cromañones. Así que aire.

—¿Sabes lo que te digo? Que me importa un bledo si quieres o no que me quede, porque me voy a quedar, te vas a meter en la cama y cuando te levantes vamos a hablar como personas civilizadas. Ahora come mientras doy de comer a tus bichos.

—No son bichos.

—Vale.

Alex cogió el pienso de las tortugas y la verdura de la iguana y se largó al comedor. Estaba bastante enfadado pero iba a hablar con ella costara lo que costara. Punto.

Luka consiguió tragar un yogurt y luego sacó una buscapina y se la tragó junto al protector de estómago, al instante se fue al dormitorio ignorando totalmente a su huésped no deseado, se quitó la ropa, se puso su camiseta de la regla, una de colores vivos que se suponía tenía que animarla y se metió en la cama. En cuanto le hizo efecto la pastilla se quedó dormida.

—Pues sí que está atacada vuestra dueña —dijo Alex a los bichos.

—Shh… —Le sacó la lengua la iguana.

—No es nada racional… en vez de tanta pastilla, debería tomarse un Valium.

—Shh… —Le soltó Laura un latigazo con la cola.

—¡Ay! Pues qué bien. Hala, ahí os quedáis sólitas.

Jodida iguana, hembra tenía que ser, pensó yendo hacia la cocina. La nevera seguía igual de vacía que hacía media hora y él tenía hambre. Buscó en la encimera las llaves. No estaban. Abrió el bolso de Luka y lo único que vio fueron unas llaves normales y corrientes, no las que había usado en días anteriores de vivos colores. Frunció el ceño, las probó en la cerradura, que por cierto era nueva. ¡Demonios! La muy tarada había cambiado la cerradura… Joder, estaba ligeramente neurótica. Se metió las llaves en el bolsillo, bajó a la calle y se compró un bocadillo en el bar de la esquina. Cuando regresó comprobó que siguiera dormida, colocó las llaves en el bolso otra vez —si se enteraba de que se las había cogido de nuevo, lo mismo volvía a cambiar la cerradura—, se acomodó en el salón y comenzó a comer. La cuestión es que se aburría. Mucho. La tele era un devenir continuo de famosotes insoportables que contaban su vida mientras que a él, le gustase a Luka o no, quien le preocupaba era su chica y no el famoso de turno.

Al terminar de comer decidió ponerse cómodo y tumbarse un rato. Fuera zapatos, calcetines y camisa. Se quedó con la camiseta y los vaqueros más que nada porque no fuera a acusarle la señora de querer contactos ilícitos.

Estaba adoptando la quinta posición incómoda en el sillón cuando la oyó gemir, se levantó de inmediato y se acercó al dormitorio.

Estaba acurrucada en la cama, abrazándose el estómago y doblada sobre sí misma en posición fetal, con los labios apretados y los ojos cerrados. De repente se movió, encogiéndose más aún a la vez que dejaba escapar un sollozo. Alex olvidó su enfado, el mal genio y las palabras que nunca debieron decirse y se tumbó a su lado. Pegó el pecho contra la espalda femenina y la acarició desde el hombro, bajando por el brazo, hasta la mano con la que se apretaba el estómago, buscó el final de la camiseta e introdujo los dedos bajo esta, subiéndola hasta el abdomen y apoyando la palma justo debajo del ombligo. Comenzó a trazar círculos lentos y suaves.

Luka relajó un poco el cuerpo y permitió el ligero masaje suspirando aliviada. Alex no pudo evitar besarle la nuca para a continuación pasarle el brazo por debajo y acomodarle la cabeza sobre su hombro la vez que continuaba acariciando suavemente donde pensaba que estaban colocados —más o menos— los ovarios. Sintió cómo ella se relajaba completamente y extendía las piernas hasta juntarlas a las de él.

Era la primera vez en su vida que estaba así con una mujer. Como amigo en vez de cómo amante. Inmerso en un cerco de ternura, amistad y devoción por alguien a quien conocía hacía apenas dos semanas, un cerco del que ni quería, ni le era posible salir. Sentía la conexión entre ellos pulsando al ritmo del latido acompasado de sus corazones, hermanados en ese preciso momento, los cuerpos de ambos tocándose en armonía, acoplados perfectamente el uno en el otro; supo que si la dejaba escapar se arrepentiría para siempre, por el resto de sus días… y ese era un periodo muy largo de tiempo.

No supo cuántas horas habían pasado cuando la sintió moverse contra él. Imaginó que al final se había quedado dormido, seguía abrazándola cariñosamente y no pensaba separarse de ella, dijera lo que dijera, así que abrió la boca para preguntar cómo se encontraba cuando la oyó susurrar y su corazón dio un bote en el pecho.

—Me lo estás estropeando, ¿sabes? —dijo ella con voz ronca y casi inaudible.

—¿El qué? —contestó Alex apretándola más contra él, cerrando los ojos, rogando haber entendido bien, deseando que fuera el diálogo que él pensaba que era[1].

—El estar sola.

Luka se giró entre sus brazos hasta quedar frente a él, la expresión de su rostro decía claramente que se acababa de dar cuenta de la «inconsciencia» que había soltado. Alex sonrió. La había pillado in fraganti y no iba a permitir que lo olvidara. La abrazó de nuevo y sin apartar la mirada de sus ojos la besó.

Viernes 14 de noviembre de 2008, 20.35h

¡Ay, Dios! ¿Qué había hecho? ¿A santo de qué había dicho esas palabras? En menudo berenjenal se acababa de meter. Despertarse rodeada por el calor de Alex le había hecho olvidar todas sus reservas, al menos durante unos segundos, segundos que su estúpido cerebro había utilizado para jugársela bien. Observó la cara de Alex, ¡socorro! Estaba claro que un friki del cine como él —como ella— no había pasado por alto ni el diálogo ni el significado del mismo. ¡Demonios! ¿Y ahora qué?

En ese momento lo supo. Ella no lo había dicho estando consciente. Pero a él le daba lo mismo. Lo había dicho y se iba a valer de esa información para su propio provecho, para el de ambos. La vio morderse el labio y supo exactamente qué estaba pensando. Estaba ideando la manera de dar marcha atrás y convencerle de que no había dicho nada. Pero ¡ah! Lo había dicho.

La abrazó más estrechamente. Tumbados en la cama frente a frente, con las piernas enredadas y las manos largas y finas de Luka sobre su pecho cubierto por la camiseta se sentía en el mismísimo paraíso.

—¿Te encuentras mejor? —le preguntó recorriéndole la cara con los dedos para acabar enredándolos en su pelo— castaño por fin.

—¿Te refieres a si ya he dejado de ser la bruja mala del Este?

—Mmh… a eso también. —Sonrió.

—Estoy bien. Ya no me duele nada y no tengo ganas de matar a Totó. Así que tranquilo.

—Me alegro, ya me veía buscando el camino de baldosas amarillas para encontrar al mago de Oz y que te devolviera a tu estado normal.

Luka soltó una carcajada, para luego estirarse como una gata y alejarse de su abrazo. Alex gruñó y la devolvió a su posición anterior. Es decir, entre sus brazos.

—¿Ya no te duele nada?

—No. Estoy algo molesta y tal, pero nada del otro mundo. —Él la miraba interrogante y ella supuso que requería más explicaciones—. ¡Dios! Me he comportado como una verdadera bruja, ¿verdad?

—Sí.

—Bueno… los peores días son el anterior al que me venga y el día de su llegada. Es cuando más me duele y no me suelo mostrar muy racional. Pero en cuanto me empieza a bajar «en serio» los dolores comienzan a remitir. Ahora estoy algo dolorida, pero vamos… nada comparado con esta mañana y seguro que el sábado ya estaré perfectamente, desangrándome, pero de maravilla.

—Me alegro, he estado a punto de matarte un par de veces, ahora me quedo más tranquilo, lo cierto es que no me apetece nada ir a la cárcel.

—¡Idiota! —Le golpeó en las costillas riendo, para luego ponerse seria—. Nadie te pidió que vinieras.

—¿Vas a empezar de nuevo? —Enarcó una ceja.

—Es solo que me das miedo. —Allá vamos, pensó ella.

—¿Yo? ¿Por qué? —contestó perplejo.

—Porque no actúas como se supone que tienes que actuar.

—Me he perdido. —Completamente.

—A ver —Luka se deshizo de sus brazos y se sentó en la cama con las rodillas encogidas y pegadas al pecho—, se supone que echamos un polvo esporádico, uno de esos de «hola y adiós», y en vez de «adiós» tenemos un «hasta mañana», en lugar de desaparecer y si te he visto no me acuerdo, nos hemos seguido viendo con más o menos regularidad, escribiéndonos mensajes, ¡Dios! Si incluso trabajas a mi lado y según me has contado has alquilado un piso en mi misma calle. Y… eso no es lo que yo había pensado.

—¿Habías pensado conocerme y tener una aventura? —dijo irritado. Joder, lo estaba arreglando la señora.

—¡NO! No había pensado conocer a nadie. Ni tener una «aventura» con nadie… Mira, mi vida es como es… mía. Y de repente ya no es estoy sola, estás tú y, para ser sincera, no tengo ni la más remota idea de lo que quiero —dijo recordando las palabras de Ruth.

—Ah… entiendo. No. No entiendo absolutamente nada. Tu vida sigue siendo tuya, yo no voy a hacer nada para cambiarla. Nada en absoluto —reafirmo él—, pero eso no significa que puedas jugar conmigo, que pasemos juntos el fin de semana y luego me ignores y me des cortes de manga toda la semana.

—¡Yo no he hecho eso!

—¿Ah, no? ¿Y cómo llamarías tú a lo que ha pasado esta semana?

—Tenía trabajo que hacer —contestó bajando la mirada.

—¿No tenías siquiera un minuto para decirme una sola palabra agradable? —Alex se sentó en la cama y apoyó la espalda en la pared—. No sé qué ha pasado, ni lo que piensas, pero a mí me gusta lo que tenemos cuando no te da por ser la «reina de hielo». No entiendo qué hay de malo en vernos a menudo, la verdad.

—¿A menudo? —Cambió su posición acurrucada, ahora estaba de rodillas en la cama con las manos en forma de garra alzadas a la altura de su pecho—. Ha sido acoso y derribo. Has escrito a diario, me viniste a ver el martes, querías quedar el miércoles y el jueves y hoy me has venido a buscar al trabajo. Eso no es a menudo. ¡Eso es todos los días!

—¡Y qué! —Alex se había levantado de la cama y ahora estaba recorriendo los dos metros escasos de habitación como un león enjaulado—. ¿Qué hay de malo? Explícamelo. ¿Te has sentido acosada realmente? Mírame a los ojos y dime que no te ha agradado mi atención, que no has esperado mis mensajes, que te han defraudado mis visitas.

—Joder. —El muy cabronazo tenía razón, se volvió a sentar abrazándose las rodillas—. ¡Estás desbaratando mi mundo! No puedo vivir pendiente de que me escribas o no, de que vengas o no. No puedo esperar verte siempre, ni dormir contigo todas las noches.

—Es que no vas a necesitar estar pendiente ni esperando porque yo no lo voy a permitir. Antes de que te dé tiempo a echarme de menos, estaré ahí, a tu lado. —Y en cuanto te despistes estarás viviendo conmigo. A diario. Aunque claro está, esto no pensaba decirlo en este preciso momento.

—¡JA! ¿Y luego qué? ¿Te implantarás en mi vida? ¿Tomarás mis decisiones? ¿Vivirás mi vida? —Ya no hablaba, gritaba de pie sobre el colchón—. Y cuando no sea como tú quieres que sea, entonces será culpa mía y yo tendré que volver a mi vida. Para eso mejor sigo como estoy. O mejor dicho, como estaba antes de que aparecieras.

—¡NO! ¿Por qué iba a hacerlo? —¿Era eso lo que pasaba? Lo había imaginado, pero no quería dar crédito. Mierda. Mataría a ese puto tipejo—. Te quiero como eres, sin cambiar ni un ápice. Y no tengo ninguna intención de implantarme en tu vida. Tengo la mía propia, por si no te has dado cuenta.

Luka no respondió, algo de toda esa parrafada le había llamado la atención. ¿Me quiere? ¿Cómo soy? ¿Sin cambiar ni un ápice? Bajó de la cama y se acercó a él, tanto que casi se tocaban.

—¿En serio? —Atinó por fin a contestar, con la cabeza ladeada y los ojos entrecerrados, como queriendo ver a través de él…

—Sí. Estamos bien juntos, nos divertimos y nos compenetramos. Ambos somos adultos y mal que bien sabemos lo que queremos y lo que ofrecemos. Yo no te voy a pedir nada y estoy seguro de que tú tampoco vas a hacerlo. No digo que nos casemos y tengamos hijos, al menos por el momento —aclaró él al ver su mirada, nunca se sabía por dónde podía saltar Luka, mejor tener todas las salidas cubiertas—, pero sí te digo que demos tiempo al tiempo, que vayamos viendo cómo nos va, cómo nos sentimos juntos… —pensó un momento antes de continuar… quizá si le diera una salida viable…—, además, piénsalo, los dos tenemos nuestros trabajos, nuestros pisos, somos económicamente independientes. Si la cosa no fuera bien, no habría problemas en que tú retomaras tu vida. —La suya quedaría claramente destrozada, pero no iba a decírselo, al menos por ahora—. Me conoces, sabes que no soy una persona posesiva —no mucho, al menos— ni dominante. Si te hartas, me mandas a la mierda y ya está.

—¿Seguro? ¿Adiós y ya está, sin llamadas para pedir explicaciones ni nada por el estilo? —No se fiaba ni un pelo.

—Adiós y ya está. Tienes mi palabra —prometió él muy a su pesar, no es que pensara perseguirla en caso de que le mandara a freír espárragos, pero con este trato conseguir una segunda oportunidad en caso de problemas iba a ser complicado.

—Vale. —Alzó la mano esperando que él la estrechara.

—Trato hecho —selló Alex la promesa… esperaba no arrepentirse.