DENTRO DE MUCHÍSIMOS CIENTOS DE AÑOS
POR los lechosos pasillos de la niebla, paisaje sin estrellas, los escombros del aliento del océano, esa figura solitaria que pasea, congregando en torno suyo y sin pudor una pequeña inundación de daños, concesiones a una flaqueza que era suya mucho antes de saber lo que debía hacer o lo que debía ser, y ahora, con la mano extendida como si saludara al futuro, se acerca y me transmite efusivamente la sutileza de su significado y yo lo veo, mi tío perdido hace tanto tiempo, grandioso y dorado bajo la súbita luz del sol, quien predijo que él llegaría remontando los años y que yo le estaría esperando.