Unas palabras a modo de introducción…
Siempre he entendido la creación literaria como una especie de terapia. No sé cuáles son sus efectos exactos, ni siquiera estoy seguro de que sean muy buenos para la salud mental (eso de dejar salir los monstruos y que corran libres por tu imaginación), pero escribir es una forma de vivir y de organizar tu mundo interior, estoy seguro. Y por eso, al volver sobre lo que he escrito, me pregunto qué esconden esos personajes, esos temas, incluso esos nombres que vinieron a mí como espíritus salidos de la nada. ¿Eran algún tipo de mensaje desde las profundidades del lago?
Siempre he pensado que el protagonista de Historia de un Crimen Perfecto nació de la figura de mi padre. Un ejecutivo frío que es capaz de matar por salvaguardar su carrera. ¿Es una especie de reproche a un padre que quizás no estuvo presente todo el tiempo que yo hubiese querido? Es posible. Lo mismo que ese espectro monstruoso que persigue a Daniel en Noche de Almas ¿puede ser un mensaje sobre la culpabilidad y las personas a las que dañamos en la vida? Hay varios fantasmas persiguiéndome a mi también, al igual que la psicópata vengativa de Escorpio. El Problema de Darby podría representar una cura «ideal» para todos esos traumas y complejos que yo —como el 90 % de la población— llevo arrastrando toda mi vida.
Sean lo que sean, tengan o no un simbolismo profundo, debes saber que estos relatos son el producto de un espíritu puro y auténtico de buscador. He abierto mi cabeza y he escrito exactamente lo que he encontrado ahí dentro, nunca he dejado de hacerlo. Ni cuando escribía relatos a entregas en mi blog semanal, para catorce lectores asiduos, ni ahora, que mis historias llegan a algunos más.
Así que ahí los dejo, libres y salvajes, esperando que toquen una tecla también dentro de ti. Que te produzcan un pensamiento, un sueño… O incluso una buena pesadilla.
¡Feliz lectura!
Mikel Santiago
Junio 2019