Epílogo
Un año después.
Soy la más feliz de las madres dentro de la categoría de viudas desconsoladas. El balón de fútbol se convirtió en pelota de baloncesto y luego en bebé. Me gustaría que vieras trepar sus dedos en miniatura por mi vientre e iluminarse sus grandes ojos como dos planetas misteriosos. Aún no tiene cejas, ¡pero ya frunce el ceño igual que tú! También quiero a este pequeño ser por lo que él es y por lo que será, al margen de tu recuerdo. A menudo la alegría entra en cortocircuito con la melancolía. En ocasiones, duele tanto que tengo que apartarme un poco de ti, pero aprendo a encontrar la distancia apropiada para sentir aún el calor.
Hoy es el primer aniversario del día que echaste a volar. He abierto una botella de «Tom Cloudman» reserva para la ocasión. De aquí a nueve meses, quizá tengamos otro aniversario que celebrar.
Victor hace de hermano mayor. Creo que ya le ha contado varios episodios de Spiderman. De vez en cuando, pone unos granos en el saliente de la ventana. Yo los recojo mientras duerme para que piense que tú te los has comido.