Escena II
Dichos y MANOLITO, por la derecha.
MANOLITO.
—¡Señor Ramón!
RAMÓN.
—¿Tú aquí?
MANOLITO.
—No, no me ponga usted esa cara. Vengo de paz. No soy un enemigo. No le guardo a usted rencor por aquello de la secretaría. Vengo, por el contrario, a ofrecerle a usted mi ayuda. ¡Vengo indignado! Soy un hombre educado, al fin, bachiller en artes, y me repugnan estas salvajadas. ¡Qué vergüenza!
EL MAESTRO DE ESCUELA.
—Eso estábamos diciendo, ¡qué vergüenza!
RAMÓN.
—
(Bajo.)
¡No le haga usted caso, que viene sólo a divertirse a costa nuestra!MANOLITO.
—¡Qué vergüenza lo que ha pasado esta mañana y qué vergüenza lo que va a pasar esta tarde!
RAMÓN.
—¿Y qué va a pasar?
MANOLITO.
—¡Que va a haber toros!
RAMÓN.
—¡Toros!
MANOLITO.
—Sí, señor, a pesar del bando. ¡De qué sirven aquí los bandos! ¡Ande usted y escriba usted bandos! ¡Qué cosa más triste!, ¿verdad?
RAMÓN.
—(¡Dios mío, dame paciencia!)
MANOLITO.
—Pues sí, señor; los mozos están atrancando las calles con carros y con tablones, y ya está la plaza llena de gente y la música en su puesto. ¡Va a haber toros, y como vive usted a dos pasos va usted a oír los gritos, los aplausos, los silbidos, las peripecias de la lidia...! ¡Lo va usted a oír todo, va usted a asistir a esa fiesta brutal! ¡Es triste, es muy triste! ¡Qué pueblo, qué atraso! ¡Y qué animación hay ya en la plaza, y qué alegría y qué mujeres! ¡Y todos contra usted! ¡Sea usted bueno! Todos cantándole a usted el trágala.
¡Trágala, trágala, trágala,
trágala, trágala tú, Verderón,
tú que prohíbes
esta función!
RAMÓN.
—(¡Yo le mato!)
MANOLITO.
—Pero, ¡qué anomalías y qué cosas pasan en la vida!
EL MAESTRO DE ESCUELA.
—¿Qué cosas pasan?
MANOLITO.
—¿A que no saben ustedes en qué caballo va a picar el Melones chico?
RAMÓN.
—¡Y yo qué sé!
MANOLITO.
—¡En el caballo del cabo de la Guardia civil!
EL MAESTRO DE ESCUELA.
—¡Qué atrocidad!
RAMÓN.
—¡Pero ese cabo!...
MANOLITO.
—¿Y a que no saben ustedes lo que han hecho con el poeta?
EL MAESTRO DE ESCUELA.
—Algo parecido a lo que han hecho conmigo.
MANOLITO.
—¡Mucho peor! ¡Son zulúes, señor Ramón, son zulúes!
RAMÓN.
—¡Pobre poeta!
MANOLITO.
—Pues al Poeta le han cortado las melenas, y le han afeitado, y le han vestido de blanco, y quiera o no quiera va a hacer de Don Tancredo.
EL MAESTRO DE ESCUELA.
—¿De Don Tancredo?
MANOLITO.
—¡Y en vez de subirse al pedestal va a ejecutar la suerte metido en el cisne!
RAMÓN.
—¡En mi cisne! ¡Que me traigan los máusers!
MANOLITO.
—¡Pero ha visto usted!
RAMÓN.
—Bueno, bueno, ya he visto. Se agradece y hasta otra. (¡Vámonos, que yo no le puedo sufrir!)
(Mutis izquierda.)