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La tribuna del Instituto Americano de Pekín está llena de espectadores, en gran parte estudiantes que animan al equipo de Timothy. Pero tendrán que gritar muy fuerte para cubrir los golpes del gong de Carlos, que dirige los cánticos del grupo de vacaciones organizadas Cebolletas.

Nico, que se ha llevado el manual de fútbol de Sun Tzu, está sentado entre Eva y Chen. Junto a ellos se encuentra el pequeño periodista Tino, dispuesto a recoger en su bloc la crónica del partido, que publicará en el Matu-Tino.

Chen le da información sobre el equipo rival:

—En la portería hay un compañero de clase, Liu Ming. No es muy alto, pero es de lo más ágil, entre otras cosas porque practica judo. Los dos gigantes de la defensa son Manfred y David, uno es alemán, y el otro, escocés. En el centro, con Timothy, juega Jaap, un holandés que parece tener un resorte… No se detiene nunca. Al pequeño atacante ya lo conoces…

Es Li Tien, que, antes de que piten el inicio del partido, hace la ronda de los Cebolletas y los saluda uno a uno, chocándoles la mano con una sonrisa alegre.

—Villa, Iniesta, Sergio Ramos, Llorente, Xavi,…

—Esperemos que no repita la retahíla durante todo el partido o nos dará dolor de cabeza… —dice Sara a Lara.

—Pues sí —concuerda su gemela—. Li Tien habla más que Pavel e Ígor juntos…

A primera vista, el equipo de Halcón parece mucho más poderoso físicamente, pero los Cebolletas han memorizado bien la alineación «flecha» y la pelota corre veloz entre sus pies, como ayer en el parque Jing Shan, cuando se la pasaban con las manos. Los adversarios se ven obligados a correr mucho para intentar recuperar el balón.

—¡Muy bien, Cebolletas! —vocifera Champignon al cabo de unos minutos de juego.

El gato Cazo se ha dormido en el banquillo, entre Augusto y Dani.

Pero el buen juego de los Cebolletas no se materializa en goles, porque el alemán y el escocés someten a Tomi a una vigilancia despiadada. Por eso, cuando el balón sale del campo, el capitán aprovecha la pausa, llama a sus compañeros y les propone una jugada.

—En cuanto una de las gemelas salga de la defensa con la pelota al pie, haré la señal de «chocar la cebolla» y lo intentamos.

El juego se reanuda.

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El portero bloca también de un salto el saque de esquina y pasa enseguida a Sara, que echa a correr. Tomi enseña el puño con el pulgar levantado y va corriendo hacia la gemela, seguido por Manfred y David, que abren así un hueco en el centro de la defensa. Becan y João lo aprovechan para abalanzarse hacia el centro, uno desde la izquierda y el otro desde la derecha. En ese momento Sara lanza el balón al área.

Manfred y David, sorprendidos, no logran retroceder a tiempo. João es el primero en llegar al balón. Lo detiene, espera a que el portero salga de entre los postes y hace un pase lateral a Becan, que empuja la pelota dentro de la portería: ¡0-1!

El gong de Carlos vuelve a retumbar y hace temblar los huesos del pobre Socorro, que está sentado a su lado. También los estudiantes chinos aplauden deportivamente la hermosa jugada de los españoles.

El International Tim se lanza al ataque en busca del empate y, con el paso del tiempo, se vuelve cada vez más peligroso, porque tiene más resuello y más músculos que los Cebolletas, que han perdido la costumbre de jugar en campos pequeños y esprintar una vez tras otra.

—El número ocho es un verdadero perro de presa —comenta Tino—. Parece un Sergio Ramos con trenzas…

El pequeño Jaap, el mulato holandés, con las trenzas de la cabeza bamboleándose constantemente, presiona todas las posesiones de balón y desbarata todos los intentos de contraataque de Becan y João.

El International Tim empata tras un potente tiro raso de Halcón, que tiene una derecha verdaderamente asesina, y se pone por delante tras un cabezazo de Manfred, que ha subido para un saque de esquina.

—¡Ánimo, chicos, no tiremos la toalla! —grita Fidu desde la portería.

Los Cebolletas lo están pasando mal.

—Champignon tendría que cambiar de alineación —observa Tino—. No aprovechamos lo suficiente las bandas. Becan y João se ven obligados a quedarse en medio del campo para detener el empuje de Timothy, y no pueden pasar a Tomi.

Nico hojea el libro que tiene apoyado sobre las piernas y comenta:

—Tienes razón, lo mismo piensa Sun Tzu…

—¿Quién es Sun Tzu? —pregunta el pequeño periodista.

Nico no responde, porque se ha levantado y está bajando los escalones del graderío, en dirección al vestuario.

—En el segundo tiempo tendremos que cambiar algo, estamos sufriendo demasiado en el centro del campo… —comenta Gaston Champignon atusándose el bigote por la punta izquierda.

Lara abandona la defensa y se dirige hacia Halcón, que se ha deshecho de João y avanza amenazante. Antes de que la gemela se lance deslizándose a sus pies, Timothy pasa a Li Tien, que supera a Sara con un túnel, hace caer a Fidu con una finta y entra en la portería con el balón.

Un gol precioso: International Tim 3 - Cebolletas 1.

El árbitro pita el final del primer tiempo. Los jugadores salen del campo entre los aplausos de los espectadores, que están asistiendo a un encuentro muy entretenido.

Los Cebolletas están debatiendo sobre los cambios que tienen que hacer durante la reanudación y, cuando abren la puerta del vestuario, se topan con una escena inesperada: Nico, con la camiseta número 10 de los Cebolletas, está moviendo los brazos y las piernas muy lentamente, como si bailara solo.

Nadie se atreve a decirle nada. Nadie lo interrumpe, entre otras cosas porque sus movimientos transmiten una placentera sensación de paz y tranquilidad, como sucede cuando se observan las olas mansas del mar.

Nico está tan absorto que no ha reparado en los espectadores y, cuando los ve, no se avergüenza.

—¿Puedo jugar en la segunda parte en el puesto de Lara? —se limita a preguntar.

—¡Encantado! —exclama Gaston Champignon, acariciándose el bigote por el lado izquierdo.

—¡Por supuesto! —exclama Lara, feliz de dejar su puesto al reaparecido número 10.

—También me gustaría formular algunas propuestas tácticas, si me lo permite, míster —añade el número 10.

—Explica todo en la pizarra, como si fueras el entrenador —responde el cocinero—. Te dejo hasta el cucharón.

—Yo creo que tendríamos que jugar así —dice Nico, tras dibujar un rombo en la pizarra.

—¿Como una cometa? —pregunta Fidu.

—Exactamente, es la alineación «cometa» —confirma Nico, que escribe los nombres de los jugadores en los cuatro vértices del rombo y uno en el centro de la figura.

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—Así podremos tratar de superar a los rivales por las bandas —prosigue Nico— y Tomi recibirá más balones. Lo dice el propio Sun Tzu. Escuchad.

El número 10 hojea El arte del balón y lee: «Se ataca con la fuerza frontal, pero se vence con la lateral».

—¿Quién es ese tal Sun Tzu? —pregunta Dani.

—Fue un gran entrenador de escuadrones —responde Champignon—. Y nos está dando un buen consejo.

—Sí —aprueba Tomi—, pero con esta formación Nico estará solo en el centro del campo, contra Timothy y Jaap, que son tan fuertes como Aquiles y Bruno…

El número 10 apoya el cucharón de madera contra su nombre escrito en la pizarra y continúa:

—Ya me las apañaré solo. Otro consejo: ellos están más entrenados que nosotros. Cuando tengan el balón no les persigamos hasta su defensa. Esperémosles en el medio campo, así ahorraremos energías. Dice Sun Tzu: «No te opongas al enemigo cuando vuelve a casa». ¿Está claro? Bien, ahora ¡salgamos al campo!

Los Cebolletas observan incrédulos a Nico salir del vestuario con paso decidido. ¿Qué le habrá pasado? Había dejado el equipo porque se sentía demasiado débil y ahora está dispuesto a luchar contra un americano fuerte como un toro y a tomar el mando…