Los Cebolletas dan un salto y se abrazan contentos:

—¡Nico, qué bien nos has representado, capitán!

Gaston Champignon sonríe y se atusa el bigote por el extremo derecho.

—Felicidades, Nico —dice otra vez el presentador—, pero eso no basta para llegar a la semifinal, que se disputará en Barcelona. Tendrás que contestar a tres preguntas sobre tu tema favorito. Entra en la cabina y ponte los cascos. ¡Chicas y chicos, por fin hemos llegado al «Tres en Raya Decisivo»!

Mientras el grupo de música entona una canción, Nico se coloca los cascos en la cabeza y se prepara, concentradísimo.

En el estudio vuelve a hacerse el silencio.

—En solo un minuto —explica el presentador— tendrás que decirme dónde nace y desemboca el Nilo, el nombre de las tres pirámides más famosas de Egipto y la capital de Burkina Faso.

—¿Qué es Burkina Faso? —pregunta Fidu.

Los Cebolletas le mandan callar otra vez.

La pantalla refleja el rostro de Nico en primer plano. Piensa con los ojos cerrados y las manos sobre los cascos. El cronómetro va marcando el paso del tiempo.

—Faltan pocos segundos —le avisa el presentador.

—Ánimo, capitán, estoy segurísima de que lo sabes… —susurra Lara, que se mordisquea las uñas como su gemela.

Cuando faltan cinco segundos para el gong, el número 10 abre los ojos y responde:

—El río Nilo nace en el Lago Victoria y desemboca en el Mediterráneo. Las pirámides más famosas son la de Keops, Kefrén y Mikerinos. La capital de Burkina Faso es Uagadugú.

—¡Respuestas correctas! —confirma el presentador—. Nuestro querido Nico ha alcanzado la semifinal de Barcelona, ¡que se retransmitirá a primera hora de la tarde! ¡Un fuerte aplauso para él!

Nico sonríe y da las gracias, mientras los espectadores se ponen en pie en el estudio para aplaudir. El grupo entona esta vez una canción triunfal.

Los Cebolletas saltan y cantan a coro:

—¡Un capitán… solo hay un capitán!

Gaston Champignon observa atentamente a Tomi. Él también está radiante de alegría por su amigo, pero quizá con una punta de envidia. Hace algún tiempo el capitán era él.

Fidu se le acerca y le pregunta:

—Pero ¿dónde está Uagadugú, Tomi?

El entrenador del Real Madrid habla con sus jugadores, que están sentados en círculo en el centro del campo de fútbol.

—Como sabéis, algunos periódicos nos han criticado por haberle endosado cuarenta goles a los Ángeles de Villamejor —dice Julián—. Estos días probablemente os habrán reprochado, en la escuela o fuera, que no hayáis tenido en consideración a nuestros rivales, que podían deprimirse por una derrota tan aplastante. Pero nadie ha pensado en vosotros. También os podían sentar fatal todas las críticas que habéis recibido sin haber hecho nada. Pero no os preocupéis, que en vosotros pienso yo…

Los jugadores se miran y sonríen.

—No tenéis que sentiros culpables de nada —continúa Julián—, porque en ningún momento les faltamos al respeto a los Ángeles: les hemos considerado un rival digno de respeto y hemos dado lo mejor de nosotros hasta el último segundo; hemos intentado divertirnos, como ellos; hemos jugado respetando las reglas y, al final, les hemos esperado para estrecharles la mano. Así que no debéis tener ningún remordimiento.

Tomi levanta la mano:

—Yo tal vez podría haber metido algún gol menos, pero mi exentrenador me ha dicho que un chico que juega y se divierte no le hace daño a nadie.

—Tiene razón —aprueba Julián—, así que olvidémonos de esta historia y vamos a divertirnos con el juego del túnel. Dentro de un par de semanas jugaremos en el magnífico estadio del Bernabéu. Será una fiesta estupenda. ¡Pensemos en ese partido y no en las críticas injustas!

Mientras los dos porteros van a entrenar aparte, Julián divide a los doce jugadores en dos grupos: los primeros se colocan en círculo con las piernas abiertas. Los otros seis se disponen a entrar en ese círculo uno por uno, con la pelota pegada al pie. En un minuto tendrán que hacerla pasar el mayor número posible de veces entre las piernas de sus compañeros.

—Yo mediré el tiempo y contaré los túneles —explica Julián con el cronómetro en la mano—. Vencerá el equipo que más túneles haya hecho, sumando todos los de sus miembros.

El entrenador toca el silbato. Tomi sale, hace pasar el balón entre las piernas de Iván, lo recupera, hace un túnel a Juan, con un solo toquecito lo cuela entre las piernas de Julio y Drazen…

El juego es muy útil para practicar regates y controlar la pelota en espacios pequeños. El concurso entre los dos equipos hace que además sea divertido.

Cuando ha pasado el minuto, Tomi sale del círculo y pasa el balón a Dudú, que se dispone a hacer sus túneles. De la tribuna llega un grito:

—¡Bravo, Tomi!

No es Eva. Es una chica de trenzas rubias que lleva un monopatín bajo el brazo. Kasi.

Tomi sonríe, sorprendido, y la saluda de lejos. A pesar de la distancia, tiene la sensación de distinguir sus hermosísimos ojos verdes.

Los Cebolletas llevan días bombardeando a Nico a preguntas sobre su experiencia en la tele, pero ahora que se acerca la cuarta jornada del campeonato, las conversaciones vuelven a girar sobre el tema del balón…

Los chicos estudian los resultados y la clasificación delante del tablón de anuncios de la parroquia.

—Los Diablos Rojos han vuelto a ganar —dice Sara—. Ahora están solos en cabeza y tienen todos los puntos posibles.

—Y el Dinamo Azul nos ha alcanzado en el segundo puesto —observa João.

—Sí, pero el domingo no tendremos problemas —comenta Becan—. El Virtus B ha vuelto a perder y es el único equipo que todavía no tiene puntos. Tengo la impresión de que han vuelto a inscribir al equipo de pequeños.

—El año pasado pensábamos lo mismo, pero luego esos diablillos nos derrotaron en el partido de ida y nos arrancaron un empate en el de vuelta —recuerda Nico—. No lo olvidemos.

—Bravo, capitán —aprueba Gaston Champignon—. Subestimar al adversario es peligroso, como os demostramos los Cebollones este verano… Además, tendremos que prescindir otra vez de Pavel e Ígor, que todavía no se han curado de la gripe. Dani tendrá que jugar en la portería en lugar de Fidu, así que estaremos los justos: siete, ni uno más ni uno menos.

—¡Pero si me las puedo apañar perfectamente, míster! —exclama el portero enseñando su muñeca vendada—. Además, los chiquillos del Virtus B disparan muy flojo…

—¡Ni hablar! —replica Champignon—. Solo volverás a entrenarte cuando la muñeca no te haga daño y estemos seguros de que estás completamente curado. Ahora vamos a cambiarnos, chicos. Si no queremos que los Diablos Rojos se nos escapen, esta tarde tenemos que entrenar con muchas ganas.

—Tiene razón el míster —añade Tomi—, me han dicho que los Diablos Rojos están realmente en forma.

—¿Quién te lo ha dicho? —pregunta Sara, llena de curiosidad.

—La portera del Rosa Shocking, que se enfrentó a ellos el domingo pasado y encajó cinco goles —contesta el excapitán.

—Esa portera, ¿no es una rubia muy guapa apodada Kasi? —interviene Fidu, de lo más interesado.

—Sí —confirma Tomi.

—¿Y dónde te la has encontrado? —pregunta también el portero.

—Fue a verme al Real Madrid —responde Tomi.

—¡Caramba, caramba! —exclama Sara.

—No tiene nada de raro —se justifica Tomi—. Fue a ver cómo entrenan nuestros porteros.

—Si no tiene nada de raro, se lo podemos contar a Eva, ¿no te parece? —pregunta Lara.

—Bueno… en realidad… quizá sea mejor que no… Ya sabéis cómo se las gasta Eva…

Los Cebolletas se alejan entre carcajadas en dirección al vestuario, mientras Tomi y Fidu se sientan en el banquillo. Seguirán el entrenamiento de sus amigos sentados.

Pedro se presenta con retraso, cuando los Cebolletas ya llevan corriendo cinco minutos alrededor del campo.

Entra en el vestuario, se cambia y se pone a correr solo, lentamente, mientras sus compañeros de equipo se detienen en medio del terreno de juego para hacer ejercicios de gimnasia.

Pedro aprovecha que, mientras explica los ejercicios, Champignon le da la espalda y deja de correr y se pone a caminar. Pasa delante del banquillo donde están Tomi y Fidu.

—Si entrenas siempre con tanto ahínco —le comenta el portero—, me parece justo que el míster te deje en el banquillo.

—No te preocupes —replica Pedro con una risita—. Gracias a tu luxación de muñeca el domingo seremos exactamente siete, ¡así que jugaré por fuerza como titular!

Gaston Champignon se da la vuelta y Pedro vuelve a echar a correr de inmediato.

—Parecía que había cambiado, pero sigue siendo el mismo de siempre —comenta Tomi, sacudiendo la cabeza.

—Pedro no será jamás un auténtico Cebolleta —coincide Fidu.