El primer punto del partido es para las liebres.

Después del entrenamiento, Tomi y Eva vuelven a la parroquia de San Antonio de la Florida. Han quedado con los Cebolletas.

—Mañana te toca a ti acompañarme, no te olvides —dice la bailarina.

—Cómo me iba a olvidar —responde Tomi.

—No nos encontraremos en la escuela de danza, sino en la piscina que hay en Atocha —le recuerda Eva.

—Claro. Como vuestros ballets hacen agua, habéis decidido entrenaros en una piscina —se burla el delantero centro.

—Qué gracioso… —rebate Eva con una mueca—. La verdad es que vuelve a visitarme Jordi y quiero organizarle una fiesta por sorpresa. Una hermosa «fiesta de espuma» como la de este verano en Mallorca.

Tomi ha dejado de reír. Se para en seco y mira a Eva a los ojos para intentar adivinar si está bromeando.

—Has mordido el anzuelo como un pez… —sonríe la bailarina—. ¡Así aprenderás a burlarte de mí! Es verdad que hay una sorpresa, pero te la revelaré mañana.

Pero Tomi también ha tenido una sorpresa hoy, una de esas sorpresas que le dejan a uno boquiabierto. El excapitán de los Cebolletas se ha enterado nada más cruzarse con Pedro, que salía de la parroquia con una sonrisa de oreja a oreja.

—Hola, Tomi, ¿qué tal te va con el Real Madrid? —le ha preguntado.

Tomi se ha quedado atónito ante la amabilidad de Pedro, que nunca ha sido un dechado de simpatía.

—Bien, gracias —ha contestado el excapitán de los Cebolletas—. ¿Y tu tobillo? Veo que ya vuelves a correr.

—Sí, el esguince era menos de lo que parecía —explica Pedro—. Estaré listo para el primer partido. No te preocupes: ¡mantendré bien alto el pabellón de los Cebolletas! ¡Tu camiseta está en buenas manos!

Tomi no lo entiende. Mira a Eva, que extiende los brazos como diciendo: «Yo no sé nada».

Pedro, que ha comprendido la situación, pregunta:

—¿Todavía no lo sabes? ¡Los Cebolletas me han aceptado en su equipo! Seré su nuevo delantero centro. ¡Llevaré tu número 9!

Tomi entra a grandes pasos hasta alcanzar a sus amigos, que están jugando al Mundial en el campito.

—¿Le habéis dado mi camiseta a Pedro? —les pregunta antes de saludarles.

Fidu detiene la pelota. Los Cebolletas dejan de jugar y se miran unos a otros, sintiéndose culpables.

Nadie se atreve a hablar. Tomi se echa el bolsón del Real Madrid al hombro, se da la vuelta y se encamina hacia su casa, seguido por Eva, que repite sin cesar:

—¡Espera, párate un momento!