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Sobredosis varias
Es hora de volver al camino, a los numerosos artistas que, con más o menos historia personal, cayeron de una u otra forma. Hasta aquí hemos visto a la mayoría de leyendas, a los pioneros del infortunio y a los que en los años 60 se escaparon para siempre. Incluso se ha capturado, fuera de tiempo, a Lennon o a Presley, para situarlos dentro de un contexto y unidos a un entorno. Ahora, ya en los 70 y los 80, habrá que ver de cuántas formas un músico puede hacer ese camino final. Los cinco grandes bloques de la crónica negra son las sobredosis, el suicidio, el asesinato y demás fórmulas violentas, los accidentes y las muertes naturales aunque con clara vinculación-relación con la Zona Oscura que genera el rock.
Vayamos por el primero de los apartados que hemos citado: las sobredosis.
El primer caído por la droga en los años 70 fue Al Wilson, autor y guitarra de Canned Head, banda excepcional en los márgenes del rock y el blues blanco en Estados Unidos por su potente carisma y porque por sus filas pasaron músicos de singular peso específico. Los Head nacieron en 1965, se separaron en 1966 y volvieron a unirse este año para alcanzar el éxito con su primer álbum y su actuación en el Festival de Monterrey de junio de 1967. Sus estrellas principales eran Bob «The bear» Hite, un cantante con cien kilos y más de poderío, y Al Wilson, que había nacido el 4 de julio de 1943 en Boston, Massachusetts. Hasta 1970 desarrollaron ascendentemente una renovadora línea en su estilo, pero el 3 de septiembre de este año Al se excedió en el consumo de píldoras y les dejó. Con innumerables cambios y una existencia cada vez más descendente, el grupo fue diluyéndose a través de los 70 y la muerte de Bob Hite por obesidad fue la puntilla final (como se verá más adelante).
El 2 de agosto de 1972 las drogas se llevaban a Brian Cole, miembro del grupo americano Association. Su carrera en los 60 alcanzó la cima con la perfecta conjunción vocal de su mejor éxito, Windy, canción dedicada a una perra y no a una mujer como parecía en un comienzo. La muerte de Cole significó también el fin de Association. El 6 de noviembre del mismo 72 una extraña combinación de drogas y fatalidad acababa con Billy Murcia, un batería de dieciocho años que no iba a ver el futuro. Billy fue miembro inaugural de los New York Dolls, una estrafalaria banda surgida en la cresta del glam rock. Antes de que se dieran a conocer, Billy se excedió con la dosis la noche del 6 de noviembre y en mitad de su agonía a su novia no se le ocurrió otra cosa que echarle café ardiendo por la garganta, tratando de reanimarle. La droga en el cuerpo y el café sofocándole precipitaron un fulminante paro cardíaco que le mató. No fue más que uno de tantos incidentes tristes. Al año siguiente los New York Dolls, vestidos y pintarrajeados como putas baratas, saltaban a la fama, convirtiéndose en un grupo popular y agresivo aunque no triunfal por espacio de un par de años. Luego se separaron y cada uno de los cinco miembro flirteo durante años por la esquina del círculo. El tercer olvidado de 1972 fue Danny Whitten, músico de los Crazy Horses, la banda que solía acompañar regularmente a Neil Young. Danny era un buen guitarra, pero también un excelente autor. Tras su muerte, el 18 de noviembre, Neil Young le dedicó su afortunado LP Tonight’s the night.
El 19 de septiembre de 1973 se produjo una de las muertes más singulares de la historia del rock, y no por la muerte en sí, sino por lo que sucedió a raíz de ella. Fue uno de esos incidentes de leyenda que con el tiempo se han mitificado. En 1975 dieron pie a una novela (La revolución del 32 de Triciembre). El protagonista: Gram Parsons.
Gram nació el 5 de noviembre de 1946 en Winterhaven, en el soleado Estado de Florida. Excelente músico, talento innovador, atractivo y con dinero, la vida cabe considerarla fácil dentro de su entorno. Su padre era el millonario Con «Dog» Connor, aunque él tomase el apellido de su padrastro, el no menos rico Robert Parsons. En 1962 y con sólo dieciséis años fue uno de los pioneros en electrificar el folk; es decir, antes de que Bob Dylan lo hiciera en 1964 y lo institucionalizara en 1965, Gram avanzó las bases del llamado folk-rock. En 1962 dio vida al grupo Shilon y en 1965, siendo estudiante de Harward con diecinueve años, formó la International Submarine Band. Un LP y su total dedicación a la música le llevaron hasta California, donde en 1968 pasó a formar parte de los Byrds, el legendario grupo que versionó el Mr. Tambourine man de Dylan convirtiéndolo en número 1 en 1965 y consolidando el folk-rock como género. En 1968 los Byrds necesitaban un urgente cambio de orientación y Gram se lo dio, realizando el trasvase puro al country-rock con un impecable álbum tras el cual su inquietud le llevó a dar vida a su propia banda, la Flying Burrito Brothers Band. Para el mismísimo Dylan, éste fue el mejor conjunto de country-rock jamás surgido. Por desgracia Gram seguía dando muestras de su inquietud y en abril de 1970 escogió el camino final, convertido en una estrella: cantar en solitario. Los Flying se separarían en 1971 y renacerían de nuevo a fines de 1974. Entre tanto, la historia de Gram ya había dado el insospechado giro de su último destino.
A poco de grabar su segundo LP en solitario (que ya no vería editado), Gram se excedió en la sobredosis. La inquietud perenne de su vida (tenía veintiséis años y una densa carrera tras de sí) también solía manifestarla en su adición a toda clase de píldoras, estimulantes y drogas. El 19 de septiembre de 1973 la mujer de la limpieza le encontró en el suelo de la habitación del motel que ocupaba, en Los Ángeles. Cuando la ambulancia le llevaba al hospital más cercano dejó de respirar.
Al día siguiente la muy católica familia del músico reclamó el cadáver para enterrarle en el panteón familiar de Winterhaven. La familia ignoraba un pequeño detalle: Gram había manifestado a un grupo de amigos, entre los que se encontraba Phil Kaufman, su road-manager, el deseo de ser incinerado a su muerte. Poco podía imaginar (o quizás…) que esa muerte sería tan inmediata. La noche en que el ataúd con su cadáver reposaba en el depósito de carga del aeropuerto de Los Ángeles, Kaufman y los amigos de Gram robaron el cuerpo y tras viajar el resto de la noche llegaron al Joshua Tree National Monument (un Parque Nacional, próximo a Los Ángeles) donde cumplieron con su última voluntad, quemándole a la salida del sol, para esparcir luego sus cenizas por el aire. En ese mismo sitio se levanta hoy un pequeño monumento, una simple piedra, que ha terminado siendo un centro de culto lo mismo que la tumba de Jim Morrison en París, un lugar donde los peregrinos del rock acuden para recordar lo que posiblemente aún sea la más bella historia de amor fraterno jamás imaginada, al margen consideraciones más o menos legales en torno al singular hecho de que su cuerpo fuese robado, burlado a la justicia y a los inciertos «propietarios» familiares, ignorantes de que Gram ya no les pertenecía por haber pasado a formar parte de La Más Grande Historia Jamás Cantada.
Menos poéticas e igualmente sórdidas por su especial entorno de soledad, fueron las cuatro bajas de 1974.
Vinnie Taylor fue el primero, el 17 de abril. Una sobredosis de heroína terminó con la carrera de uno de los miembros de la muy versátil banda Sha Na Na, practicantes del rock and roll espectáculo y especialmente divertidos por sus parodias (que les llevaron a tener su propio show en TV). El 15 de septiembre del 74 se incorporaba a las huestes del Más Allá el exbajista de Uriah Heep, Gary Thain. Gary entró en el grupo en 1971 y vivió lo mejor de la etapa estelar de los Uriah. En 1974 estuvo a punto de morir en Dallas, Texas, al recibir una potente descarga eléctrica en una actuación.
Este incidente provocó una furibunda ruptura entre el conjunto y él, puesto que Thain acusó al resto de ser los responsables de querer actuar en malas condiciones climatológicas. Los Heep le despidieron y sin que llegase a determinarse una posible relación o no con este hecho, el 15 de septiembre su cuerpo fue encontrado en la bañera de su casa, víctima de la habitual sobredosis.
Ocho días después, el 23 de septiembre, fallecía por una brutal mezcla de cocaína y heroína el batería de la Average White Band Robbie Mclntosh. Una vez más la suerte fue esquiva con una de sus víctimas, porque Robbie estuvo en los Average en los tiempos difíciles, interviniendo en la grabación de los dos primeros LPs, para morir justo en la antesala del éxito. Tanto el segundo álbum del grupo, Average White Band como el single Pick up the pieces, serían número 1 en Estados Unidos poco después de su muerte. Finalmente, un mes y dos días más tarde, el 25 de octubre de 1974, desaparecía Nick Drake, un carismático, excéntrico y misterioso guitarra. Nick había nacido en Birmania en 1948, pero la familia se trasladó a Inglaterra en 1954. Ashley Hutchings, miembro de los Fairport Convention le descubrió a fines de los años 60 y le presentó a su compañía discográfica. Manteniendo una personalidad estrictamente musical, estudiosa y de alta técnica, Nick grabó tres LPs que con el tiempo y su muerte se han convertido en objeto de culto y búsqueda para mitómanos. Sin embargo en Drake se observó inmediatamente la habitual dicotomía del artista que anhela el éxito pero no sus consecuencias. Deseaba triunfar como guitarrista, buscaba la depuración máxima de su técnica, pero odiaba el entorno del rock, las entrevistas, la pérdida de un valioso tiempo que él prefería dedicar a lo que le gustaba, no a promocionar unas obras que, según sus palabras, bastaban con ser escuchadas. A raíz de la publicación de Pink moon, su tercer LP, desapareció por completo, hundido por la falta de éxito pero negándose a colaborar como parte del star system en su propio lanzamiento. Tuvo que ser sometido a tratamiento psiquiátrico y en 1974 inició los trabajos del que iba a ser su cuarto LP. Lamentablemente para él necesitaba ayudas externas para superar su miedo ante el retorno y éstas acabaron con su vida en forma de sobredosis el ya citado 25 de octubre.
Tim Buckley fue siempre una esperanza del folk, uno de los artistas de segunda fila, a la caza y persecución del cometa Dylan. Nació el 14 de febrero de 1947 en Washington DC y en California formó varios grupos de música country hasta que en 1965 el manager de Frank Zappa, Herb Cohen, le descubrió y se ocupó de su carrera. A partir de 1966 grabó una buena serie de LPs capaces de mantenerle en la citada élite de artistas sobrios aunque sin masivo éxito y el 29 de junio de 1975 una poca digerible mezcla de heroína y morfina le sentenciaron eternamente.
Tommy Bolin sí fue una estrella. Debutó como guitarra solista del James Gang en 1973 por recomendación directa de Joe Walsh, exmiembro de los Gang convertido en solista (y más tarde en decisivo elemento de la última etapa de los Eagles). Joe le descubrió en una oscura banda llamada Zephyr y le recomendó para que sustituyera a Domenic Troiano, que se iba a Guess Who (Troiano había sido el sustituto de Walsh en noviembre de 1971). Bastaron dos LPs con James Gang para que Bolin diera el salto a la fama y a comienzos de 1975 fue reclamado por Deep Purple, pionera del heavy metal, para sustituir a su héroe de la guitarra, Ritchie Blackmore. El paso de Tommy Bolin por Deep Purple fue fugaz, en primer lugar porque el grupo ya se hallaba en los estertores de su potencial, y en segundo lugar porque el guitarra tenía ideas bastante claras sobre su futuro inmediato. Bolin grabó un único álbum, Come taste the band, en 1975, y poco después formó su propia banda, la Tommy Bolin Band, publicando dos LPs, Teaser en 1975 y Private eye en 1976.
Invitado por Jeff Beck como telonero de su gira americana de 1976, fue hallado muerto en la habitación del hotel de Miami donde habían actuado por su novia. La autopsia reveló un envenenamiento de la sangre, colapso y otras menudencias, aunque la causa directa fue una sobredosis de heroína. Era el 4 de diciembre de 1976.
El 78 fue otro año masivamente trágico, con cuatro muertos por sobredosis no citados anteriormente. De ellos, tres son «víctimas menores». El cuarto fue uno de los grandes de la historia: Keith Moon, batería de los Who. En enero murió Gregory Herbert, uno de los últimos saxos de Blood, Sweat & Tears. En marzo seguía sus pasos Rick Evers, manager y también marido de Carole King, una de las autoras y cantantes de mayor éxito de la primera mitad de los años 70, líder de la canción intimista. Otro manager caía, el 5 de agosto, Peter Meaden, primer inductor de la carrera de los Who entre 1963 y 1964, y autor de algunos de sus primeros discos, como I’m the face.
Un mes después, el 9 de septiembre de ese 78, Keith Moon, el batería de aquellos Who y uno de los personajes más locos y vitales de la historia del rock, se convertía en la última leyenda muerta de los años 70.
Keith Moon llegó a los Who cuando aún se llamaban High Numbers, en 1964. Había nacido el 23 de agosto de 1946 en Wembley, Londres, y contaba únicamente diecisiete años por entonces.
Cuando en 1965 los Who se convirtieron en estrellas, por detrás de Beatles y Rolling Stones, su poder destructivo y el liderazgo de los elegantes Mods eran la clave de un éxito que inmediatamente se vio avalado por una ingente carga de buenas canciones, modélicas en el pop de los 60. Una de ellas, My generation, se sitúa cerca de Satisfaction en la auténtica definición de lo que la música representó en este tiempo. En directo los Who desarrollaron la mayor violencia visual y escénica jamás imaginada, siendo auténticos precursores del espectáculo total. De hecho todo comenzó muy casualmente: una noche Pete Townshend, guitarra, líder, compositor y poeta iniciático del pop, estrelló su guitarra contra el techo del local en que actuaban. Fue debido a que ese techo estaba muy bajo y él no se dio cuenta, pero la respuesta del público fue apoteósica y masiva. Corrió la voz: «Ahí hay un tipo que rompe su guitarra cada noche». Así que Towshend empezó a romper guitarras, aunque apenas si tenían dinero para comer. Muy pronto, además de la guitarra, se pasó a destruir parcialmente la batería, porque Keith Moon la emprendía a patadas y puñetazos con ella.
Los Who pasaron por varias etapas de refinamiento y maduración. La opera rock Tommy les situó en la cúspide y años después su segunda obra-total, Quadrophenia, demostró que su puesto en la historia, completando la terna Beatles-Rolling, era justo. De los cuatro miembros, sin embargo, Keith Moon seguía siendo el loco irreductible y tan contagioso como amenazador. Su fama de «arrasador de hoteles» hizo que a mitad de los 70 se publicase un chiste en un periódico inglés en el que, a la entrada de un hotel de lujo, se veía un cristal y detrás un hacha. Al pie un letrero que rezaba: «Rómpase en caso de que aparezca Keith Moon». Muy gráfico y expresivo. Y es que además de sus demenciales orgías (Kim, su esposa, le abandonó en octubre de 1973 cansada de la pasión de su marido por todas las chicas que no fuesen ella), sus borracheras y sus tumultuosas noches, Moon era capaz de protagonizar una esperpéntica miscelánea de incidentes a cual más divertido o más espectacular, en la medida con que fuese recibido por su entorno. Por ejemplo, en una rueda de prensa de presentación de su único álbum en solitario, Two sides of the moon (mayo de 1975), se bajó los pantalones y mostró su trasero como definición de su estilo y de lo que hacía.
A la venerable prensa no le sentó nada bien, pero a su público sí. Los descarriamientos del salvaje Keith podrían llenar algunas páginas pintorescas del insólito mundo de los famosos más que de la crónica negra del rock, pero el colofón final forma parte de ella. En verano de 1978 el batería anunció su inminente boda con Annette Walter-Lux, una preciosidad que tenía la sana intención de hacerle sentar la cabeza… o perderla ella siguiendo a su «lunático Moon». Todo parecía a punto cuando el 9 de septiembre Paul McCartney ofreció una fiesta para celebrar el estreno de la película The Buddy Holly Story (Paul era el primer fan de Buddy, y tenía ya comprados los derechos de todas sus canciones, así que la película era, además, un negocio para él). Poco después de la fiesta, en el Peppermint Park Club de Londres, un Keith Moon completamente borracho aterrizó en su habitación dispuesto a dormir. En ayuda de su deseo se tomó medio frasco de somníferos que entraron rápidamente en combate con el alcohol de su sangre. Las consecuencias fueron fulminantes. Con él desaparecía una buena parte de la historia de la Década de Oro.
Los años 80 se abrieron con otras dos víctimas de segundo orden en el escalafón de la fama y dentro del apartado de las sobredosis varias. El 14 de julio de 1980 Malcolm Owen, cantante de The Ruts, expiraba sumergido en la bañera de su casa a causa de su última inyección de heroína. Fue la que le mató, pero mil dosis anteriores habían ya minado lo suficiente su cuerpo como para situarlo en la cuerda floja desde hacía meses. Las crónicas de muertes anunciadas no han dejado de faltar en las vidas de muchos candidatos a cadáveres bien parecidos. Tim Hardin también caía el 29 de diciembre de 1980 por una indigesta unión de heroína y morfina en su sangre. Mientras los Ruts no pasaron de ser un minoritario y oculto grupo post-punk, Hardin era un buen autor que siempre quiso y no pudo ser un buen cantante. Nacido en Oregon en 1940 y descendiente del famoso forajido John Wesley Harding, en el cual se inspiró Bob Dylan para componer el LP con el cual reapareció tras su accidente de moto, tuvo una vida aventurera, que incluyó su pase por la Marina americana, hasta darse a conocer en clubs del área de Boston, siempre como artista folk. En 1966 publicó su primer LP y ya no dejó de grabar hasta su muerte, pero ninguno de sus álbumes tuvo la menor resonancia, en cambio sus canciones, interpretadas por otros artistas, fueron fácilmente hits de indudable repercusión, caso de Reason to believe en voz de Rod Stewart o If I were a carpenter que versionaron decenas de cantantes. Con cuarenta años cumplidos, Tim ya prometía visitar la frialdad de cualquier tumba desde hacía tiempo, víctima de la constante frustración que le producía la incapacidad de triunfar por sí mismo, aunque sus canciones lo hicieran al margen.
Mike Bloomfield cayó el 15 de febrero de 1981 en San Francisco, a los treinta y ocho años de edad. Nacido en Chicago en 1942 estuvo considerado durante muchos años como el mejor guitarra del blues blanco de Estados Unidos, y su influencia es más decisiva en la obra de otros que en la de sí mismo, pues salvo en contadas ocasiones, siempre prefirió acompañar a un gran número de artistas que promocionarse él o grabar en solitario. Durante la primera mitad de los años 60 hay que destacar su vital aportación en la electrificación de Bob Dylan, culminada en 1964 y 1965. Luego Mike se unió a la Paul Butterfield Blues Band y en 1967 formó una banda insuperable pero de corta vida, la Electric Flag. En sus años más erráticos grabó con Stephen Stills y Al Kooper el magnificente Supersession (1968) y con Kooper de nuevo el tridimensional y aperturista The Uve adventures of Mike Bloomfield & Al Kooper (1969). Cuando decidió grabar en solitario, a raíz del éxito de estos dos discos, hizo dos álbumes desprovistos de fuerza y volvió a las jam-sessions hasta que en 1973 formó con John Paul Hammond y Dr. John el grupo Triunvirate, también de corta vida.
Reformó Electric Flag, volvió a deshacer la banda, pasó dos años trabajando comercialmente en TV, creó otra explosiva agrupación, KGB, y a pesar del calificativo de supergrupo tampoco consiguió mantenerlo a flote el tiempo necesario para recoger alguna recompensa por el esfuerzo. En la segunda mitad de los años 70 lograría cierta estabilidad con varios LPs muy versátiles, pero su leyenda de gran guitarra, en contraste con su perenne falta de un éxito que le equiparase a otros músicos menos importantes pero más triunfales, le acabó arrastrando hacia la soledad compartida con los estimulantes. El 15 de febrero de 1981 fue encontrado en su coche, muerto, con un frasco de Valium vacío a su lado. Su muerte apenas si tuvo el eco que su calidad merecía.
John Belushi era un todo-terreno del mundo del espectáculo en Estados Unidos, y como actor muy posiblemente hubiese alcanzado cotas aún más importantes de las logradas antes de su muerte, puesto que con su especial forma de actuar y la línea cómica que creó, marcó un hito que la nueva generación de jóvenes estrellas del desmadre han seguido y copiado fielmente. En la segunda mitad de los años 70 Belushi cantaba rock y blues en Chicago, aunque su aspecto, regordete, bajo y fornido, no era precisamente el de una futura rock-star. Su paso por el programa de televisión Saturday night live representó para él la gran oportunidad, aunque para entonces ya no sólo cantaba, sino que actuaba en divertidas parodias con un amigo llamado Dan Aykroyd. La película Desmadre a la americana fue su rampa de lanzamiento, pero musicalmente constituyeron todo un «boom» cuando, vestidos de negro y como Jake y Elwood, formaron los Blues Brothers, un grupo sensacional en el que se incluían exmiembros de Blood, Sweat & Tears y session-mens como Lou Marini, Steve Cropper, Tom Scott y Donald Dunn entre otros. Su primer LP, Briefcase full of blues, fue número 1 en Estados Unidos a fines de 1978, un caso insólito para el álbum-debut de una pareja de actores cómicos, aunque ciertamente se tratase de un formidable ejercicio de rock. El éxito de los Blues Brothers pasó al cine con la película de su mismo nombre, con James Brown, Ray Charles y Aretha Franklin entre los invitados. En 1980 el LP Made in America continuó la buena racha, imparable asimismo en el cine, hasta que el 5 de marzo de 1982 John Belushi fue encontrado muerto víctima de una sobredosis de drogas. El caso nunca fue demasiado claro y entre sus muchas perspectivas (las investigaciones acabaron diluyendo el tema central a lo largo de muchos meses) se habló de asesinato. Bob Woodward, el hombre que junto a Carl Bernstein desencadenó el Watergate y motivó la caída del presidente Nixon, escribió más tarde un vitriólico libro titulado La trepidante y breve vida de John Belusthi, que despertó un tremendo escándalo y levantó ampollas en Hollywood. Lo que ocurrió la noche del 5 de marzo de 1982 en la habitación de John en el hotel Hollywood Hills, sigue siendo un misterio, una complicada trama que parece demostrar que existió una presumible conspiración (palabra abierta a todo tipo de valoración, sugerencias y razonamientos). Tras la muerte de Belushi, su socio Dan Aykroyd se haría famoso como guionista y actor en películas del tipo de Ghostbusters y Spies like us.
Con diez meses de diferencia, y víctimas fatales de sendas sobredosis, murieron dos de los cuatro miembros de los Pretenders, la banda de la inquietante Chrissie Hynde. El grupo había nacido a fines de los 70 y cuando triunfaron lo formaban Chrissie a la voz solista, Pete Farndon al bajo y voz, James Honeyman Scott a la guitarra, teclados y voz, y Martin Chambers a la batería. Chrissie Hynde había sido periodista del «New Musical Express», militante punk y voz de coro en diversas grabaciones a ambos lados del Atlántico, aunque era natural de Estados Unidos. Con sólo dos LPs los Pretenders lograron convertirse en objeto de culto de una gran masa de rockeros que veían en su temple, sencillez y claridad de ideas y sonidos, una recuperación de los primitivos valores del rock, y en manos de una mujer que despertaba una morbosa admiración por su fuerza interior y cierto alucine intuitivo tras su forma rápida de vivir (maridos Kleenex, usados y tirados, la botella como aliado, etc). Todo esto quedó frenado el 16 de junio de 1982 cuando Honeyman Scott fue encontrado muerto a causa de las drogas, pero con un veredicto final bastante diferente al de la mayoría: intolerancia fue la palabra clave. Los Pretenders ni siquiera tuvieron tiempo de recuperarse porque a los diez meses, el 15 de abril de 1983, Peter Farndon seguía los pasos de su amigo, pasándose en la dosis y muriendo (uno más) en la bañera de su casa. La morbosidad de las bañeras o los cuartos de baño algún día será debidamente estudiada en la Zona Oculta de la Crónica Negra. Chrissie Hynde tardó más de dos años en reformar a los Pretenders y volver a presentarse en otoño de 1986.
Wells Kelly ni siquiera llegó al baño. Ex miembro del grupo Orleans entre 1975 y 1980, fue batería de alquiler para muchos artistas, entre ellos Ian Hunter, Bonnie Raitt, Todd Rundgren, Al Kooper y un largo etc. En 1984 acompañaba al gordo Atila del rock, Meat Loaf, cuando en Londres celebró su última fiesta. Era el día 29 de octubre y contaba treinta y cinco años de edad. Un taxi le dejó en la puerta de la casa donde vivían durante la gira y al subir las escaleras su corazón no resistió el esfuerzo, aunque el corazón no tuviese la culpa de nada, sino lo que llevaba en el cuerpo.
Su propio vómito le ahogó.