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Buddy Holly, 3 de febrero de 1959
El rock de los años 80, o incluso el de los 70, no tiene nada que ver con el rock, o mejor decir el estilo de vida impulsado por él, de los años 50. En la actualidad las grandes estrellas programan sus giras con minuciosidad, y por extenuantes que sean, siempre se permiten el don final de la flexibilidad. No son menos duras, pero sí mucho menos sangrantes en energías y esfuerzo físico. En los años 50, siguiendo el modelo de los 40, los 30 y un largo etc, hacia el pasado, los artistas no viajaban en lujosos aviones privados, ni realizaban una gira cada dos o tres años, o anual. Su subsistencia dependía de las actuaciones diarias, quedando el disco y las ventas como un soporte importante pero no decisivo. Solían viajar en «paquetes» artísticos, que incluían media docena de estrellas, y en autobús, rodando de noche casi siempre para llegar a la siguiente ciudad, ofrecer el show y continuar ruta hacia otro sitio. La carretera, que tan esencial es en la historia de la música, se ha convertido en ocasiones en la espina dorsal de su página más cruel.
Buddy Holly fue una víctima «de la carretera», aunque no muriese en ella. La historia rápida, fugaz y contundente de Buddy Holly, resume en sí misma todo lo que es el rock y la circunstancia final de morir por él. El día 3 de febrero de 1959 cuando el Beechcraft Bonanza N-3794-N se estrelló con sus cuatro pasajeros a bordo, no sólo desaparecía «la gran esperanza blanca» del rock and roll, sino que también se inauguraba esa crónica negra que página a página se irá ofreciendo aquí. Buddy Holly tenía veintidós años.
Su verdadero nombre fue el de Charles Hardin Holley y era tejano, de Lubbock, donde nació el 7 de septiembre de 1936. Nadie es capaz de recordar su infancia sin un instrumento de música al lado.
Comenzó aporreando un piano y desgranando maullidos con un violín, para acabar con una guitarra en bandolera acompañando su aguda voz. Su origen también es el determinante de su estilo, porque la zona sur de Texas recibía entonces el fuerte influjo de los cálidos sonidos mexicanos en contraposición con los toques de folk y de country que unidos al western sound conducirían al rock and roll por fusión directa con el rhythm & blues. Años después, a la música del sur de Texas acabaría denominándosela Tex-mex. El hijo natural del Tex-mex y el rock and roll fue el genuino rockabilly que Buddy Holly impulsó internacionalmente.
En 1954 Buddy formó su primer grupo, The Three Tunes, con Larry Welborn y Bob Montgomery.
Un disc-jockey de la emisora de radio local, la KDAV, Dave Stone, le introdujo en el negocio musical presentándole a los dos elementos clave de toda carrera: un agente y un editor. El primero, Eddie Crandall, un habitual de Nashville, aceptó el riesgo de ser su manager. El segundo el riesgo aún mayor de aprobar sus canciones, aparentemente irrelevantes y divertidas. Mientras uno y otro buscaban una compañía que se atreviese a grabarlas Buddy ya había deshecho a los Three Tunes para formar The Crickets, con el batería Jerry Allison. Los primeros guitarristas fueron Welborn y Niki Sullivan, para entrar finalmente Joe Mauldin, que tocaba el bajo, ya que la guitarra solista quedó a cargo del propio Buddy.
Durante dos años, 1954 y 1955, Buddy cantó en la emisora local, fogeándose y consolidando su peculiar estilo, una técnica interpretativa limpia y sugerente y un sonido de guitarra que posteriormente sería imitado y desmenuzado por los Beatles y otros grandes del pop. En 1956 Decca le firma un contrato porque en ese año el rock and roll, de la mano de Elvis Presley, ya se ha convertido en el mayor fenómeno musical del siglo. Las distancias entre Presley y Holly sin embargo son enormes, salvo por el hecho de que los dos sean blancos y jóvenes en un mercado dominado por los artistas negros o por algún blanco poco magnético. En 1957 la auténtica carrera de Holly y los Crickets se dispara, con la habilidad de actuar y grabar juntos y por separado. That’ll be the day y Peggy Sue se convierten en dos de los hitos más representativos de este tiempo.
En 1958 Buddy Holly viaja a Inglaterra y allí remueve los cimientos de la música rock. Elvis, que nunca llegó a actuar en Europa, casi fue barrido por la fresca savia de aquel muchacho con negras gafas de concha y aspecto de universitario. En plena histeria y arropado por el fervor de un público que le consideraba «el nuevo Presley» y cosas por el estilo, llegó la separación, y Holly continuó sin los Crickets, que ya le venían pequeños y con los que mantenía no pocas diferencias de criterio.
Buscando una mayor fuerza, un nuevo estilo que le permitiese competir con lo que él intuía que iba a ser el futuro del rock and roll, comenzó a trabajar con importantes músicos de la talla del guitarrista Tommy Allsup o el saxo King Curtis, y se casó con una secretaria de origen latino, María Elena de Santiago. Se instaló en Nueva York y sólo la presión de su agente, para que realizara una gira, le arrancó de su tenso período de reciclaje y maduración. Al despuntar 1959 se publicó el single Heartbeart y Buddy, en unión de otros artistas, volvió a la carretera, para actuar hoy aquí y mañana allá, interpretando las canciones que constituían el eje de su fama, aunque su cabeza estuviese ya llena de otros sonidos.
El día 2 de febrero de 1959 no había sido bueno. Diversos problemas, pésimas condiciones (nadie se preocupaba de ver los lugares donde los artistas iban a actuar) y el mal tiempo que azotaba la región, hicieron que el show en Mason City, Iowa, acabase muy tarde. A las estrellas del «paquete», Buddy Holly, Ritchie Valens, Big Bopper y Waylong Jennings (este último un descubrimiento del propio Holly) no les seducía la idea de pasarse una noche de perros en el autobús del show. Alguien les informó de que cerca había un pequeño aeropuerto y que allí se alquilaban avionetas. Mejor gastar unos dólares, llegar en un par de horas a Fargo, Carolina del Norte, y dormir para recuperar las fuerzas, ya mermadas por la extenuante gira. Encontraron una avioneta, pero además del piloto sólo cabían tres pasajeros. Holly era fijo así que de los otros tres uno debía quedarse en tierra y hacer el viaje en autobús. La leyenda aquí ofrece dos versiones para un mismo hecho. Una versión dice que Waylong Jennings se jugó su puesto con Richie Valens y perdió. La otra que Big Bopper tenía un fuerte resfriado y le pidió, por favor, que le cediera su asiento. Fuere como fuere Waylong Jennings se quedó… y pudo contarlo.
La avioneta se estrelló ya comenzado el día 3 de febrero entre la nieve y la oscuridad de la cornisa de Arnes, cerca del mismo lugar de donde habían salido.
La desaparición de Buddy Holly fue un shock. El síndrome de la estrella de rock adquirió con su rápida ascensión y su súbita muerte un auténtico sentido. Visto y no visto. Más allá de las conclusiones sociológicas que puedan derivarse de lo que en sí fue un simple accidente… motivado eso sí por la constante número uno del rock: la velocidad con que todo sucede, lo cierto es que con la desaparición de Buddy el rock and roll se quedaba huérfano y decapitado. Elvis era un excepcional intérprete, pero nunca fue un creador. Buddy Holly sí fue el primero en impulsar la formación tipo, más tarde empleada con el auge de los Beatles y el pop, es decir: una o dos guitarras, un bajo y un batería, prescindiendo de elementos que antes se consideraban esenciales como el saxo o el piano. Fue el primer innovador, tanto en estética como en sonido, de la evolución del rock and roll. Ningún artista blanco hasta llegar él había creado nada tan sólido, claro, fresco y decisivo.
Una gira impuesta, cuando lo único que quería era estar con su mujer y madurar, y el hecho de ser, todavía, carne de mercado, acabaron con un sueño y… lo que pudo ser y nunca fue.
Sería injusto citar únicamente a Buddy Holly al hablar de aquel 3 de febrero de 1959. Sin ser tan importante como él, Ritchie Valens y Big Bopper también eran dos sólidas estrellas de nuevo cuño.
Valens tenía ascendencia latina y su verdadero nombre era Richard Valenzuela. Nacido el 13 de mayo de 1941 había debutado discográficamente en 1958. En tan sólo unos meses consiguió dos hits: Come on, let’s go y La bamba, y tomó parte en la película Go Johnny go. Murió con tan sólo diecisiete años y medio. Big Bopper tenía en cambio veintiocho, pero no por ello triunfó antes. Su nombre verdadero era J. P. Richardson y, como Holly, procedía de Texas, donde nació en 1930. Fue locutor de radio y sus innumerables dotes acabaron llevándole al campo de la animación, el show-business y la música. En 1958, un año después de su primer lanzamiento, consiguió situar en las listas de popularidad los temas Chantilly tace y The Big Bopper’s wedding. En 1956 logró establecer un hito en la radiodifusión al permanecer ciento veintidós horas y ocho minutos delante de un micrófono, hablando sin parar a través del programa Jape-a-thon (Jaypee & Marathon).
Superó en ocho minutos el anterior récord mundial.
La figura de Buddy Holly, eternamente joven por la mitificación de su prematura muerte, ha superado todo tipo de distancia en el tiempo. Sus discos han sido reeditados constantemente y en los 70 Paul McCartney compró los derechos de todas sus canciones, siendo asimismo el inductor de innumerables homenajes y festivales destinados a recordarle periódicamente. En 1973 That’ll be the day inspiró una película que protagonizó Billy Fury (otra muerte joven aunque no prematura), y en 1986 Peggy Sue fue la base de una historia de ciencia ficción diseñada por Francis Ford Coppola.
La vida del propio Buddy fue llevada a la pantalla al cerrarse la década de los 70. Título: The Buddy Holly story.
Y es que el rock, tanto da decirlo ahora como en otro capítulo porque es intemporal, es la máquina devoradora de procesos más feroz que existe. En unos pocos años se pasó de la guitarra eléctrica, el instrumento rock por antonomasia, a los sistemas de teclados y sintetizadores capaz de reproducir cualquier sonido existente… o crearlo si no lo está. Y se pasó de los llamados «discos de piedra», que giraban a setenta y ocho revoluciones por minuto, al LP y al… compact disc de los 80, pasando por el single, el EP (4 canciones) y los maxi-singles o mini-LPs. La primera rueda, o mejor decir, el primer giro de ella, lo impulsaron los pioneros de los años 50, que pagaron con accidentes, escándalos… o la muerte, caso de Holly, el desatino de ser los que rompieron con el sistema y se rebelaron para acercarnos… el futuro.
Es el momento de hablar de los cuatro jinetes del Apocalipsis.