LA GUERRA CIVIL DE 1936-1939

 

En principio, el alzamiento se pensó que fuera exclusivamente carlista. El plan consistía en iniciar la sublevación en la Sierra de Aracena (Huelva) con el requeté andaluz, en la de Gata (Cáceres) con el de Castilla, en el Maestrazgo con catalanes, valencianos y aragoneses, y, finalmente, Navarra, donde confluirían todos los requetés vascos. Estos cuatro núcleos, bajo la dirección del general Sanjurjo, se dirigirían a Madrid y constituirían un Gobierno Provisional de Restauración Monárquica, con la proclamación de don Alfonso Carlos como rey.

El príncipe Cayetano de Borbón Parma, hermano de don Javier, paseando en Pamplona, después de resultar herido en 1937, en la Guerra Civil española. Le acompaña su madre.

 

Pero este proyecto se aplazó para empalmarlo con otro similar que paralelamente se estaba gestando entre los militares. El general Mola toma contacto con los carlistas navarros, a cuyo frente está el conde de Rodezno, e inicia las gestiones para conseguir la adhesión de la Comunión Tradicionalista. Por otro lado, Fal Conde continúa sus contactos con Sanjurjo, para condicionar la entrada de los carlistas en la conspiración.

El 19 de abril, don Alfonso Carlos, en un intento de coordinar las distintas gestiones, constituye el Estado Mayor carlista bajo la dirección del general Musiera y designa a don Javier como representante suyo en este organismo.

En el Círculo Carlista de Pamplona funciona una academia militar en la que se preparaban cabos, sargentos y oficiales. Se dan clases todos los días, incluso festivos, y fingiendo excursiones deportivas se efectúan ejercicios de tiro y maniobras a campo abierto en la falda del monte San Cristóbal, y en los pueblos de Marraquiaín, Escaba y otros. El coronel de artillería Alejandro Utrilla se hace cargo de la jefatura militar de la academia y concede despachos de tenientes y capitanes, que firma en nombre de don Alfonso Carlos.

El 14 de julio, el general Mola envía a las autoridades carlistas, instaladas en San Juan de Luz, la siguiente nota en Historia de la Cruzada Española (Madrid: Ediciones Españolas, vol. III, tomo XIII, l941, págs. 442 y ss.):

 

Conforme con las orientaciones que en su carta del día 9 indica el general Sanjurjo y con lo que el día de mañana determine él mismo como jefe del Gobierno.

 

Esto significaba que Rodezno y Fal Conde habían vencido a Tomás Caylá, jefe regional carlista de Cataluña, que se había manifestado contrario al alzamiento al lado de los militares. La base popular del partido, ante el hecho consumado, no tuvo otro remedio que ir a remolque de los acontecimientos que, con inusitada rapidez, se fueron precipitando. A tenor de ello, Fal Conde distribuye a todos los carlistas la orden de alzamiento (Historia de la Cruzada Española, ob. cit.):

 

La Comunión Tradicionalista se sumó con todas sus fuerzas, en toda España, al movimiento militar por la salvación de la patria, supuesto que el excelentísimo señor general director acepte como programa de Gobierno el que en líneas generales se contiene en carta dirigida al mismo por el excelentísimo señor general Sanjurjo, de fecha 9 último, lo que firmamos con la representación que nos compete. San Juan de Luz, 14 de julio de 1936.

 

Pero ¿cuál era el auténtico plan de Fal Conde? El general Mola ha dejado escrito unos comentarios sobre los carlistas, en el que narra el citado plan de sublevación (en ob. cit.):

 

Lo que proponían los carlistas era una insurrección realizada exclusivamente por sus partidarios; Sanjurjo la secundaría y al frente de los requetés navarros avanzaría sobre Madrid. Para estudiar este proyecto fue a Estéril (residencia de Sanjurjo) el príncipe don Javier de Borbón Parma, nombrado regente de la Comunión Tradicionalista por su tío don Alfonso Carlos, quien al ser designado para que le representase en las presidencias de los trabajos del alzamiento con un grupo de carlistas y militares (que se enumeran), recaudó fondos, trazó normas y, en fin, fijó los primeros jalones del alzamiento de carácter popular y carlista. En el acuerdo que discutían el general Sanjurjo y el príncipe se estipulaba que si el alzamiento lo hacían sólo los carlistas se proclamaría rey a don Alfonso Carlos, dejándose para más adelante el pleito de la Sucesión, y si era obra de los militares se crearía un Gobierno Provisional de Restauración Monárquica. En la frontera hispano-francesa, y más concretamente en San Juan de Luz, funcionaba una Junta de Guerra que preside el príncipe. Cuando el proyecto se hallaba en gestión, la Junta de Generales de Madrid se puso en contacto con Sanjurjo, quien nombró representante suyo en la península a Varela (militar carlista), pero al ser confinado este en Cádiz, le sustituyó Mola, encargándose el príncipe Javier de transmitirle la propuesta.

 

En el nuevo plan, Sanjurjo comunicó a Fal los fines del alzamiento militar:

 

[…] cuyo futuro gobierno había de estar integrado por militares, sería apolítico y sus asesores sólo podrían ser personas que hubiesen colaborado de una forma decisiva con el movimiento; tarea primordial y primera de tal gobierno habría de ser «la revisión de todo cuanto se ha legislado especialmente en materia religiosa y social hasta el día, procurando volver a lo que siempre fue España».

 

Militares carlistas de las brigadas navarras en la Guerra Civil de 1936-1939.

 

Estas vaporosas intenciones, por absurdo que parezca, fueron aceptadas por Fal no sin antes imponer como única condición de los carlistas la utilización de la bandera bicolor monárquica.

El día 17, y desde Bayona, se impusieron los telegramas aprobando la insurrección militar y el día 19 de julio la plaza del Castillo de Pamplona amanecía repleta de requetés, uniformados y armados, a las órdenes del general Mola. La guerra era ya un hecho.

La aportación de los requetés en la primera hora de la Guerra Civil fue masiva. Dieron carácter popular al alzamiento de los militares. Se calcula que en los primeros días se integraron cerca de cuarenta mil voluntarios. Pero no todos estos voluntarios eran carlistas: a los tercios de requetés fueron a parar monárquicos alfonsinos, miembros de las juventudes de Acción Popular de Gil Robles y legionarios de Albiñana, ya que ninguno de ellos poseía unidades con suficiente entidad para formar un tercio. Este dato hay que retenerlo en la memoria, ya que una vez finalizada la contienda, estos individuos volverían a sus lares de origen, pero cuando se considerara necesario esgrimirían su calidad de «carlistas» por el simple hecho de haber pertenecido a algunas de estas unidades del requeté. Algunos de ellos incluso no llegarían a combatir, se limitaron a pasear su uniforme y su boina roja por Burgos y Salamanca, bien pertrechados en una cómoda retaguardia.

El 28 de septiembre de 1936 fallece en Viena, víctima de un accidente de tráfico, don Alfonso Carlos. Fal Conde pone en marcha inmediatamente el mecanismo de sucesión previsto anteriormente: el 1 de octubre da a conocer desde Burgos el decreto por el que don Javier de Borbón Parma es designado oficialmente regente del carlismo.

Toma las riendas dinásticas del carlismo don Javier, que más adelante, en mayo de 1952, el Consejo Nacional del Carlismo, reunido en Barcelona, le proclama rey, bajo la denominación de Javier I.

Breve historia de las guerras carlistas
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