Capitulo 6
Andoni busca su primer trabajo
Hamburgo 2015
Estoy viviendo en la zona roja de Hamburgo, el Repperbahn. Al aprender el nivel mínimo de alemán, decidí venir a Hamburgo por su semejanza con Bilbao: el norte, el puerto y el clima. ¡Vaya equivocación! No sólo no consigo encontrar un trabajo sino que encontrar una vivienda es poco más que imposible. Al final, he conseguido una habitación en el piso de un turco. El suelo está torcido, así que tengo que hacer equilibrios para no caerme. En la habitación solo hay un colchón en el suelo para dormir. El colchón tiene manchas por todos los sitios; no quiero ni pensar cómo se pudieron formar. También hay una silla con solo tres patas y está llena de chicles pegados. El cuarto no tiene ventanas y el único enchufe tiene los cables sueltos por fuera. De momento no me he atrevido a tocarlo.
Las noches se hacen muy largas. Se escucha todo tipo de ruidos, la mayoría provienen del turco viendo porno. Por eso, para dormir he probado de todo: los pies más altos que la cabeza o viceversa, pastillas, contar ovejitas, una botella de vino, etc.... Consigo dormir tres horas, me despierto y se acabó el sueño. Y luego, durante el día, mientras me pateo todo Hamburgo en busca de trabajo, me caigo de sueño. Ya ha pasado un mes desde que llegué y no he encontrado nada. Todavía me quedan tres mil euros, pero estoy empezando a agobiarme con el tema económico. Me doy dos días más y si no sale nada, empezare a ofrecerme de camarero o de lo que sea. He vuelto la confianza en mí mismo.
Cuando estuve aprendiendo alemán, cada día me encontraba con mas ilusión y ganas de hacer cosas. Me sentía en un estado de felicidad absoluto. Al aprovechar cada minuto me daba la sensación de vivir cada día al máximo. Ahora me ocurre lo contrario. Me pregunto cada media hora que es lo que se me ha perdido por aquí. Si en el fondo, viviendo con mis padres lo tenía todo.
En términos de alimentación, se que sería más económico cocinar en casa, pero cada vez que lo he hecho, he tenido que limpiar la cocina entera antes de poder utilizar una sartén o una cazuela. Mi compañero turco no es precisamente Don Limpio. Al final, he decidido buscarme la vida por la calle. Aunque parezca increíble, a base de recorrer las calles, he descubierto sitios muy baratos.
Esta mañana, paseando por la estación principal (Hauptbanhof) se me ha acercado una mujer mayor de unos 200 kilos de peso y ha dicho que ha visto algo en mí. Según ella, que no podía sentir ningún tipo de energía en mí. Me lo ha dicho en alemán con un acento andaluz tan fuerte que le he contestado en español. Creía que me quería vender algo, pero ha resultado ser justo lo contrario. Ella se ha alegrado de que fuera español y me ha invitado a tomar un chocolate en su cafetería favorita. Me ha dicho que se llama María, pero todo el mundo la conoce como La Bruja del Báltico. Desde pequeña ha poseído unos poderes mentales que la capacitan para poder ver el potencial de cada persona. De la misma, se ha dado cuenta de que yo no creía en nada y que tampoco tenía ningún tipo de objetivo en esta vida. Y una persona sin sueños es una persona muerta. Me ha dicho que lo mejor que puedo hacer es empezar a hablar conmigo mismo. Yo le he preguntado cómo conseguirlo y ella me ha contestado que a base de silencio. Durante los próximos cinco días debería encerrarme en casa y no encender ni la televisión ni la radio. No podría hablar con nadie. No debería ver a nadie. A ser posible, lo mejor sería estar a oscuras. El cuerpo siente tanta necesidad de comunicación que tus ideas más profundas saldrán a relucir. Tu ahora estás encerrado en los sueños de los demás. De hecho, lo único que has hecho hasta ahora es huir de ti mismo. Nunca te has valorado lo suficiente para darte cuenta de que eres especial y único. Solamente te has concentrado en hacer lo que los demás esperaban de ti. Y eso es precisamente lo que te ha estado matando hasta ahora. Desprendes tan poca energía que en el fondo pareces un moribundo. Tu felicidad no la vas a encontrar en hacer feliz a tus padres o tus seres queridos, sino viviendo con ilusión. Ahora es imposible que puedas escuchar tu voz interior. Para eso vas a tener que sufrir un poco. Mi consejo es que te encierres unos días en una habitación y esperes a encontrar las respuestas. Yo te garantizo que vendrán. Si después de esos cinco días no te vienen las soluciones a la cabeza, tú tranquilo que me encontrarás en esta cafetería y buscaremos otra solución. Y después de decirme eso, La Bruja del Báltico se levantó, pagó los chocolates y me dejó allí sentado con cara de idiota.
Me quedé por lo menos una hora analizando cada palabra que había dicho. En el fondo, no tenía nada que perder. Me daba un poco de miedo que me llamaran de alguno de los trabajos donde había dejado mis Curriculum Vitae y perder la oportunidad de la entrevista. Al final, no tuve el valor de hacerlo, así que volví al día siguiente a la misma cafetería y me pasé toda la mañana esperándo a Maria. Se presentó y no se sorprendió al verme. Le pedí que por favor me guardara el móvil y, en caso de que me llamara alguien para el trabajo, me avisara. Ella se empezó a reír y me dijo que no había entendido nada. La bronca que me echó nunca llegaré a olvidarla. Fue algo así:
<<Me parece que tú ayer no escuchaste ni una palabra de lo que te dije. A ver si me entiendes chaval. Tu ayer estabas más cerca de la muerte que de la vida. ¿Qué importa un trabajo? Si te vas a encerrar a encontrar las respuestas de dentro, lo que necesitas es pura libertad. Esperando encontrar la solución del exterior te hundirá más. Apaga el móvil. No des señales de vida a nadie. Olvídate de todo. Y quizá, dentro de cinco días, la respuesta del interior salga a la luz. Lo ideal sería hacer un retiro en un sitio perdido del mundo y con un maestro que te pueda ayudar a encontrar las respuestas, pero tú no puedes permitirte el prepararlo todo y esperar. Tienes que hacerlo ya. Hazme caso. Es el mejor consejo que puedo darte.>>
Me lo dijo tan claro que no tuve más remedio que obedecerle. Compré seis botellas de agua y frutos secos, volví a casa, me encerré en la habitación y apagué la luz. Intenté dormir, pero todo me daba vueltas. Empecé a sentir cada respiración. El tiempo no pasaba. Al principio, me distraía con todo. Mi cabeza no paraba de atraer pensamientos negativos. Después de un rato, que se me hizo interminable, empecé a tener una conversación conmigo mismo. Me empecé a decir a mí mismo que a partir de ahora iba a hacer las cosas bien, que iba a ser buena persona y mi único objetivo iba a ser ayudar a los demás. Empecé a decir mil cosas que había leído en los libros de autoayuda. En el fondo no me las creía, pero seguí repitiendo una y otra vez:
<<Todo en este mundo está diseñado para que encuentre mi camino, todo en este mundo está diseñado para que encuentre mi camino>> y <<A partir de ahora todo me va a salir bien, a partir de ahora todo va a salir bien>>.
Es curioso, pero cuanto más repetía las frases, peor me encontraba. Me empezó a doler la garganta y me sentí como un perfecto imbécil. Y así pasó mucho tiempo. Cuando alguien te dice que te vas a morir te asustas, pero en ese momento yo solo pensé que la bruja se había quedado conmigo. Me entraron mil dudas, pero por mucho que le daba vueltas a la cabeza no tenía lógica. ¿Qué es lo que ganaba la bruja? No tenía sentido, así que pensé que tal vez la bruja tuviera razón y como estaba tocando fondo, no tenía nada que perder.
No sé cómo, pero terminé por quedarme dormido. Cuando me desperté, decidí seguir encerrado y a oscuras. No salí de la habitación. Empecé a miccionar en las botellas que iba bebiendo. Me había despertado con una jaqueca impresionante. Sentí como si hubiera pasado toda la noche bebiendo alcohol. Seguí intentando repetir frases hechas positivas, pero peor me sentía. Al final, intenté pensar en blanco. Imposible. Pasaban las horas, o por lo menos los minutos, pero se me hacían tan largos que parecían horas y me encontraba cada vez peor. En un momento de lucidez, cambié de estrategia y recordé una frase que me enseñó mi padrino y que hasta ese momento no había llegado a entender:
<<En esta vida solo hay dos cosas importantes, una y dos>>.
La frase era tan simple y a la vez con tan poco sentido que la empecé a repetir y repetir y entré en un duermevela. Era un estado en el que estaba dormido, pero consciente al mismo tiempo. Empecé a sentir una calma increíble. Empecé a tener sueños, pero era capaz de cambiarlos a mi antojo, como si yo fuera el director de una película. Todo era en cuatro dimensiones ya que yo me encontraba también dentro de la película. No sé lo que duró el trance, pero se me acabaron las botellas de agua y la comida. No quería levantarme, no quería moverme, así que empecé a beber las botellas llenas de orina. Y así pasaron varios días. Al final, ya no pude aguantar más y tuve que salir de la habitación. No voy a engañar a nadie. En los sueños no tuve visitas de ningún duende ni ninguna sensación mágica, pero después de pegarme una ducha y vestirme, me encontré lleno de energía.
Todavía era de día y lo primero que quise hacer fue hablar con la Bruja del Báltico y contarle mi experiencia. Me encontraba bien y sentía que caminaba recto, como mirando de frente, en lugar de mirando al suelo como había hecho toda mi vida. Esperé una hora en la cafetería y no vino. Pero no me importó lo más mínimo. Durante la espera, vi un anuncio en una pizarra solicitando clases de español a precio reducido. Y entonces, de golpe sentí esa sensación de ¡Eureka, lo tengo! Hasta ahora estaba esperando que todo viniese a mí, que me ofrecieran un trabajo, que una mujer quisiera conocerme, que la gente viera todo mi potencial, etc... Y estaba totalmente equivocado. Nada ni nadie va a venir hacia mí. El mundo está al alcance de cualquiera y lo único que hay que hacer es cogerlo. Todo está a mi alcance. Soy joven y con toda una vida por delante. ¡Qué tonto he sido! Siempre amargado y sintiendo pena de mí mismo. Siempre con la misma envidia por Iñaki. He nacido con las mismas posibilidades que él y no me había dado cuenta. De golpe, he sentido unas ganas tremendas de comerme el mundo. Todo está a mi alcance y sé que puedo conseguir lo que quiera. He estado ciego hasta este momento, pero he visto la luz. No voy a echar la culpa a nadie ni nada de mis fracasos. Yo soy el responsable de mi vida y quiero hacer mil cosas.