Capitulo 5

 

Iñaki y sus juegos con las damas

Bilbao 2015

 

Ya llevaba unos cuantos meses sin encontrar algo que me llamara la atención, pero ahora que he conocido a Pablo Garcia, conocido como Gitano me lo estoy pasando como nunca. Me ha enseñado el juego del amor. Bueno, el nombre suena a romántico, pero cuando lo explique, la visión del amor va a cambiar de rumbo. Es un club de seducción muy curioso. De hecho, el club lo tenemos puesto como si fuera un club de tabaco y no admitimos a ningún socio que fume. Mejor que lo explique con más detalles.

Primero tienes que tener un mínimo de diez ligues por internet para poder hacerte socio, además de los tres mil euros de cuota anual y del aval de tres socios. Todas las citas han debido hacerse a través de internet y se aceptan todas las páginas de ligues: Amor y Amistad, Meetic, Badoo, Tinder, lovoo, etc... Para el que no sepa lo que estoy diciendo, solo hace falta teclear los nombres en google y saldrán las apps con mas éxito Mucha gente cree que en el siglo XXI se liga en los bares, pero no es así. Antes de tomar la primera copa, han tenido una relación virtual. Y el club del Gitano se basaba en exprimir las posibilidades del amor digital. Si no has conseguido ese mínimo, no te aceptan en el club. Da lo mismo que hayas estado con nueve mujeres y que hayan sido modelos, o que quieras poner más dinero. Tampoco es necesario haberse acostado con ellas. Lo importante es haber tenido un mínimo de diez citas conocidas a través de internet. Por otro lado, el tema económico es más bien para seleccionar a gente con recursos y poder tener un apartamento grande con servicio de camarero y cocinero todo el año. Y por supuesto, que las conversaciones queden en privado. Me contaron que cuando se fundó el club tenían que quedar en un restaurante y contar las historias en voz baja para que nadie de fuera pudiera enterarse. Ahora se dispone de un apartamento en Bertendona, en pleno centro de Bilbao. No se puede utilizar para traer a las citas, pero siempre hay habitaciones disponibles para pasar la noche, si alguien quiere quedarse a tomar una copa de más y no quiere volver a su casa. El último requisito para poder entrar es no tener una bola negra. Como un solo socio diga que no quiere que entre alguien en particular, se le da una bola negra y ya no podrá hacerse socio hasta que se dé de baja o se muera el socio que le haya puesto el veto.

Una vez te admiten en el club empiezan los retos y se admiten apuestas. En el club somos treinta y el juego consiste en superar lo que haya hecho alguien con la cita anterior. Por supuesto, el seductor tiene que estar convencido de que nadie le va a superar. Mejor se entiende con un ejemplo; supongamos que Gitano, mi mentor y el presidente del club, consigue quedar con una chica, la invita a cenar y no consigue acostarse con ella en la primera cita. Gitano está tan seguro de su técnica y poder de seducción, que cree que si él no lo ha conseguido, no lo va a conseguir nadie, así que ofrece el reto. Cualquiera del club puede aceptarlo y el resto puede apostar por un bando o por el otro. Antes de aceptar la apuesta, se puede ver el perfil de la mujer y por supuesto, el que no ha conseguido conquistarla tiene que compartir la información que tenga. Si después de haber tenido la cita con alguien, la mujer se da de baja de las páginas de internet, las apuestas quedan automáticamente canceladas. Para que todo funcione, lo primordial es la oportunidad de tener la cita. Lo bonito del juego es que todo queda entre caballeros. No hace falta ningún tipo de prueba. Si un socio se presenta diciendo que se ha acostado con una mujer, se le cree la palabra. Tampoco sería buena idea mentirle a los socios. Una parte de la cuota anual esta asignada a detectives y se asignan a random, así que nunca esta nadie seguro si ha sido filmado en secreto. Y siempre queda la alternativa de llamar a la mujer con la que se ha hecho la apuesta. No hubiera sido muy elegante, pero se hubiera conseguido la prueba irrefutable.

Las apuestas mínimas son de mil euros, pero si hay novatos por medio, las apuestas suelen llegar a los cincuenta mil. Los novatos siempre se creen unos genios. Son los típicos yuppies que siempre han conseguido lo que han querido. Normalmente, tienen empresas y han tenido muchas experiencias con mujeres, lo cual no quiere decir que vayan a triunfar. ¿Por qué digo esto? Porque siempre han conquistado el mismo tipo de mujer y con unas características muy parecidas, y en este caso, las mujeres provienen de todo tipo de ámbitos y sus métodos habituales no funcionan tan fácil. Otro punto a tener en cuenta es que los novatos que entran a formar parte del club, aunque tengan cuarenta años, llevan poco tiempo y no han visto a los maestros en acción. Dan por hecho que existen mujeres con valores que jamás se acostarían con alguien en la primera cita. Ellos habrán salido con alguna mujer muy religiosa, se habrán pasado la noche hablando de pájaros y flores para después no tener ni siquiera el valor de darle un beso. Al día siguiente, cuentan lo ocurrido con todo tipo de detalles y creen que nadie lo va a conseguir. Tienen una sensación de seguridad total y creen que es misión imposible, como las películas de Tom Cruise. Yo reconozco que me creía todo un Casanova antes de entrar en el club y me di cuenta después de tres apuestas perdidas de lo equivocado que estaba.

En el club hay todo tipo de personas, desde la nobleza máxima hasta un analfabeto sin ningún tipo de clase. Lo importante es que todos son artistas en el arte de la seducción. Con el que mejor me llevo es con El Olímpico. Es todo un maestro. Tiene justo las características para no ligar: feo, bajo, con una cojera impactante y usa la colonia más apestosa de Europa. Sin embargo, después de perder mi primera apuesta, nunca más apostaré en su contra. Es todavía mejor que Gitano. Un día me contó cómo hizo fortuna y no creo que exista una forma más original. Su historia es la siguiente.

Olímpico era un estudiante modelo de Ciencias Políticas. Él iba para político y quién sabe, tal vez presidente de España, así que su etapa universitaria tan solo era un paso previo. Por supuesto, siendo joven era todo un idealista y más bien izquierdista y según ahora nos cuenta Olímpico, en su clase no había ni una sola persona de derechas. En su último curso, decide hacer un proyecto sobre los Talibán y le dicen que si quiere conseguir la máxima nota y ser el estudiante del año debería escribir el proyecto en Afganistan. Una vez allí, ve todas las injusticias del país. No puede dar crédito a lo que ve. Lo que más le impresiona es que las cabras siempre tienen prioridad sobre las mujeres. No puede aguantar semejante injusticia, así que se le ocurre una idea: quiere seguir a cuatro niñas que son obligadas a casarse con hombres ya mayores. Se involucra de lleno y pide prestados tres mil euros a sus padres para poder escribir una obra maestra. Quiere que el mundo entero se entere de lo que de verdad está ocurriendo. La idea es filmar la vida diaria de las cuatro niñas y ver su felicidad hasta el momento de su boda. A medida que va conociendo a las niñas, se va metiendo más de lleno y empieza a tomárselo como algo personal. Su carrera y su título le importan, pero ya no son su prioridad. Por supuesto, el Olímpico quiere terminar sus estudios como estudiante del año, pero lo que ahora más le importa es ayudar a estas pobres niñas y ofrecer la historia al mundo. Por muy poco dinero consigue convencer a los futuros maridos para poner cámaras en sus casas y así poder grabar lo que sucede por la noche. Es una idea genial para rematar toda la historia. Son muy pobres y cualquier ayuda les viene bien. En el fondo están pensando que muy pronto habrá nuevos miembros en la familia. Al final, consigue cuatro historias con sus respectivas noches de boda, todo filmado y bien documentado. La mayor de las niñas tiene catorce años y la más joven once. Los maridos tienen entre cuarenta y cincuenta, pero parecen ancianos. La vida en Afganistan es dura.

Después de seis meses viviendo en esa aldea, es aceptado como un miembro más de la tribu y termina hablando el dialecto local perfectamente. A pesar de sus ideales y de detestar la mentalidad de los talibanes, se gana la confianza de todos y en ningún momento deja ver sus verdaderas intenciones. Al volver a Europa intenta convencer a varias ONG para que vean uno de sus vídeos y ayuden a la niña. Se guarda tres videos en reserva, ya que si no ayudan, siempre le quedan otros videos para ofrecer a otras organizaciones. En vista de que ninguna ONG hace nada, al final opta por una segunda opción. Vende los videos por internet a pederastas y con el dinero conseguido, crea su propia ONG. El no puede dar crédito a las cifras que la gente está dispuesta a pagar por cada uno de sus vídeos. El primer vídeo lo vende por diez mil euros y le parece mucho, pero a medida que se mete en el mundillo de los pervertidos, ve que puede llegar a conseguir diez veces más. Al principio, pone todo de su parte y quiere cambiar las cosas, pero viendo el poco apoyo político que tiene, pierde toda la ilusión y decide ir a lo suyo. Ahora solo tiene que viajar una vez al año a Afganistan, asistir a una boda, dar un buen regalo al matrimonio y volver con su vídeo. Ha invertido buena parte del dinero en cámaras GoPro y la calidad de los vídeos es excelente. Por menos de medio millón de euros no los suelta. Para quedarse tranquilo, la mitad de sus ganancias la dona a gente de Kabul que de verdad está ayudando con el tema de enseñanza a las niñas afganas. Piensa que lo que hace es política en estado puro: por hacer un poco de mal, aumenta el bien. De algo le ha servido la carrera.

También está Jorge, conocido como Poloman (por su afición a los polos helados, no al deporte). Poloman es como Jason Statham, bajito, pero con muy buena pinta. Siempre lleva trajes a medida y sonríe todo el rato. Según Poloman, el secreto de la seducción es impresionarlas y para ello, conoce todos los trucos de magia. Por supuesto, el nunca reconocerá que su magia tiene trampa. Según el, todo se basa en el control mental. A mí me hizo un truco hace un par de días genial. Me pidió que le dijera el nombre de alguien de mi lista de contactos y en cuanto se lo dije en voz alta, me llamaron por teléfono y era él, justo el contacto que le acababa de decir. Por supuesto, con esa magia impresionar a una chica es más fácil que invitándola a una copa.

Otro maestro que es necesario mencionar es Juantxo, el prototipo de vasco duro. No creo que exista una persona más bruta. Pesará unos cien kilos de puro músculo y encima habla con un acento muy fuerte. Da la sensación de no haber salido de las montañas, pero una vez se le conoce, se nota que es todo cuento. De pequeño fue uno de los mejores jugadores de mus del mundo. De hecho, ha hecho una fortuna y ha recorrido muchos países jugando a las cartas. Pero mejor que cuente una anécdota para definir mejor cómo es Juantxo. Dos semanas después de entrar en el club, llegó un novato muy guapo y con mucha labia diciendo que había pasado la noche bebiendo con una mujer muy guapa, pero que no había ocurrido nada. Se le puso el apodo de Lica como diminutivo de Alcohólica. El novato preguntó al resto de los socios a ver si había algún voluntario para intentarlo. Estaba claro que era un reto interesante. Juantxo no se lo pensó dos veces y ofreció cinco mil euros para cubrir las primeras apuestas. Fue la primera vez que me fijé en Juantxo y me dio la sensación de que se trataba de un bruto, un pedazo animal. Si el novato con aspecto de Marlon Brando no había conseguido nada, este personaje con aspecto de troglodita lo iba a tener mucho más difícil. No me lo pensé dos veces y puse dos mil euros en su contra. Me pareció la apuesta más segura del mundo. ¡Qué equivocado estaba! Juantxo quedó con ella para esa misma noche y tardó una hora en conquistarla. Sí. En menos de una hora consiguió llevarla a un hotel y en menos de dos ya había ganado la apuesta. ¿Cómo? Según Juantxo, la mujer lo estaba pidiendo a gritos. Lo único que tuvo que hacer fue contarle un par de chistes y hacerla reír. La mujer lo único que quería era reírse. Se estaba volviendo una alcohólica por la presión que tenía en el trabajo y lo que buscaba era desahogarse. La mayoría de las citas que había tenido por internet no salían bien porque los hombres hablaban de sí mismos, de lo machos que eran y la aburrían. Y ella, cuando se aburría pedía alcohol y por supuesto, dejándole pagar al hombre por aburrirla. Con Juantxo, ocurrió todo lo contrario. Para empezar, yo me imaginé a Juantxo, por su tamaño, emborrachándola. En lugar de eso, Juantxo pidió agua para los dos y le dijo que cerrara los ojos y que con la suficiente fuerza mental se imaginara que era ginebra. La empezó a hacer control mental durante cinco minutos diciendo: <<ginebra, ginebra, ginebra pero de la buena, ginebra de lujo>>

Por fin, cuando Lica se bebió el vaso de agua, notó que era agua sin más y se empezó a reír. A partir de ese momento, todo fue fácil.

Antes de entrar a formar parte del club, yo creía que tenía talento, pero después de perder las primeras apuestas, estaba claro que me quedaba mucho por aprender. El club llevaba dos años funcionando en la clandestinidad y sólo se podía acceder a través de otro miembro. No estaba anunciado en ninguna parte y no necesitaba ningún tipo de financiación ya que los socios fueron mejorando el club a medida que entraban más socios. A mí, me divertían las citas, pero lo mejor era escuchar los relatos de los novatos en sus primeras apuestas. Por ejemplo, ayer nos contó Eneko, un joven de 26 años, su primera apuesta. Eneko tenía que mejorar la cita del Olímpico. Olímpico había invitado a cenar a una ejecutiva agresiva de Bilbao. La típica chica moderna con dos carreras, dos masters y tres idiomas. Olímpico había utilizado todas sus armas y tan sólo había conseguido un beso en la mejilla al despedirse. Según Olímpico, que la chica era virgen, religiosa y que aceptaba cualquier apuesta a que ninguno del club conseguiría acostarse con ella. La bautizó con el nombre de Opus Night. La historia que contó Eneko no tuvo desperdicio. Se fueron a cenar a un restaurante muy bueno y a pesar de que la comida que trajeron estaba perfecta, la tal Opus Night se quejaba por todo. De hecho, pidió que le trajeran la carne menos hecha y que cambiaran el vino. A Eneko, se le estaban quitando las ganas de acostarse con ella, pero una apuesta es una apuesta, así que después de aguantar lo inimaginable, al terminar la cena pasó a la acción. Le dijo que que era una mujer increíble y que por favor estuviese quieta y que cerrara los ojos un minuto. Le dio un beso muy suave en la frente y dijo que no se atrevía a más. En ese momento, los diez que estábamos escuchándole a Eneko, todavía no sabíamos si había conseguido ganar la apuesta, así que nos dejo a todos boquiabiertos esperando que continuara. Eneko se quedó un minuto callado mirándonos una a uno, y por fin, continuó con su historia:

<<Entonces, ocurrió lo que menos os hubierais imaginado. Después del beso en la frente, me dio la mayor torta que me habían dado nunca. Y encima, me dijo que cómo me había atrevido.>> Todos nos pusimos a reír lo que no estaba escrito ya que los demás no solo la hubiéramos besado en la boca sino que encima hubiéramos puesto la mano en algún lugar delicado y por supuesto, por debajo de la blusa. Si la torta que recibió Eneko fue brutal, todavía estoy imaginando cómo hubiera sido la que nos hubiera dado al resto.

Con las primeras diez citas que tuve, nadie quiso cogerme una apuesta. Yo pensaba que era porque eran demasiado guapas y todos estaban asustados. No podía estar más equivocado. Todos ellos eran auténticos profesionales y no les pareció suficiente el reto. ¡Increíble! Nunca había estado con gente profesional del ligue. Si alguien ha visto la película American Gígolo y se imagina a alguien así, mejor que cambie de idea. En este club, la mayoría eran hombres normales, pero le hubieran dado mil vueltas a Richard Gere. Se sabían todos los trucos para seducir a una mujer. No, no estoy hablando de palabras cariñosas al oído y tonterías por el estilo. No. Estoy hablando de hipnosis al más alto nivel, como en la película Nueve semanas y media. Le tuve que ver a Gitano en acción para que me diera la primera lección. Y en buena hora, el primer mes que estuve en el club no aposté demasiado. Me hubiera arruinado.

La primera regla que aprendí es no coger nunca una apuesta con una fea. Y no estoy hablando de cogerla por las pocas ganas que pueda tener de seducir a una fea. No. En el club de los seductores tenían claro que acostarse con mujeres guapas era más fácil. Las feas reaccionan siempre de una manera mucho más impredecible.