De: laurasumisa@hotmail.com
Para: maestroyuko@wanadoo.es
Enviado: Viernes, diciembre 13, 2002, 18:10
Maestro, me ha pasado algo muy divertido en una de esas fiestas a las que estoy obligada a asistir por motivos de trabajo. Había unas cien personas. La mayoría hombres. Ejecutivos bien empaquetados, encorbatados. Serios, inmersos en su papel de gente importante para la sociedad. Bueno, yo estaba allí y me presentaban a estos hombres. Todo muy protocolar. Apretones de mano, besos en las mejillas. Frases corteses. En un punto, se me ocurrió cambiar el protocolo. En mi mente, claro. Imaginé que los desconocidos, en vez de extender la mano para saludarme, extendían la polla. Llegaban frente a mí, se bajaban la cremallera, sacaban sus cositas y yo las estrechaba, las sopesaba y decía: Hola, mucho gusto, un placer conocerlas.
Fue muy divertido, Maestro. Estar allí, tan compuesta, profesional y domesticada en el exterior, y tan libre y desfachatada en el interior.
Incidentes de este tipo están relacionados, supongo, con mi fantasía de la Mujer Primitiva. De las cavernas. La fantasía comenzó después de ver un documental en la televisión que recreaba la vida de una tribu de australopitecos. Tropezaban con una hembra solitaria de otra tribu o manada. La hembra se mantenía a distancia del grupo. Un macho se acercaba a ella y la olía un poco. El sexo, sobre todo. Después la ponía a cuatro patas y la penetraba. El jefe de la tribu, al notarlo, acudía belicoso, lo apartaba a mamporros, y procedía a montar a la hembra. Para demostrar su autoridad.
La hembra se dejaba hacer.
Yo, que siempre he visto el sexo de manera extremadamente natural, siento envidia de esa hembra. La idea de que un macho pueda llegar, ponerme a cuatro patas y follarme sin mediar palabra siempre me ha resultado extremadamente excitante.
Me masturbo con este tipo de fantasías.
De ahora en adelante incorporaré a mi repertorio de fantasías la de una fiesta en la que varones desconocidos sacan las vergas cuando llegan frente a mí. Yo las estrecho, las sopeso, evalúo sus posibilidades, a manera de saludo: ¡Hola! ¿Cómo está? El placer es mío…
Otorgo a la imaginación un papel muy importante, sexualmente hablando. El noventa por ciento de la vida sexual transcurre en el cerebro, tal y como lo veo.
Maestro, he perdido peso en las últimas semanas, me arreglé el pelo (cortando las puntas, lo mínimo). He regresado al gimnasio. Quiero músculos. Estoy muy atractiva; lo dicen todos y mi rostro rezuma soberanía y ganas de vivir.
Sí, llevé las marcas con mucho orgullo. Duraron varios días; Amo soltó el brazo con ganas. Los verdugones en mis nalgas y muslos eran condecoraciones. Miré con lástima a mis compañeras de trabajo. No tienen ni idea de lo que unos buenos azotes en el culo podrían hacer por ellas.
Me sentí superior.
Maestro, mi coño se siente muy depravado.
Sumisa Laura