LA PERSPECTIVA KANTIANA
Quizá lo radical de la nueva perspectiva kantiana no encontró las condiciones adecuadas para su recepción por la psiquiatría, con más motivo si pensamos que ésta se encontraba en su proceso de autonomización con respecto a la filosofía y podía encontrar en ella un obstáculo a la naturalización de la locura.
El Ensayo y la Antropología constituyen en conjunto un excepcional ejemplo de la profunda repercusión en la clasificación y comprensión de la enfermedad mental que tiene el trasfondo epistemológico (y filosófico en general) subyacente. Pero Kant no es sólo un ejemplo histórico de las estrechas relaciones entre psiquiatría y filosofía, puesto que sus planteamientos siguen estando en el núcleo de muchas de las principales cuestiones que atañen a la teoría y práctica psiquiátrica. Incluso en relación con el propio quehacer descriptivo de la disciplina. Es fascinante encontrar trabajos recientes (Spitzer, 1988 y 1990; Hundert, 1990) en los que se explora la comprensión de las psicosis[38] mediante el recurso a la filosofía trascendental kantiana. En resumen, lo que proponen estos autores sería considerar a la esquizofrenia como un «trastorno categorial», en el sentido de una grave perturbación de la estructuración de la experiencia. En ella, no se seguiría el sistema intersubjetivo de categorización que Kant presentó como modelo. Estos autores piensan que mediante esta teoría se obtiene un marco más adecuado para comprender y relacionar una variedad de fenómenos característicos de la esquizofrenia, no conectados en principio, como son los síntomas que en la psicopatología clásica europea se denominan «trastornos del yo» o de «los límites del yo».[39] Prácticamente se trata del enfoque que —sin ulterior desarrollo— plantea Kant en la Antropología y que había quedado previamente apuntado en el Ensayo. Lo que en los intentos actuales sí aborda alguno de los autores es aquello que, como se señaló anteriormente, Kant relegó:[40] el puente entre la estructura (mental) de la que él habla y su desarrollo en la naturaleza. Esto implica, claro está, un enfoque naturalizador de las categorías, tal como hace la teoría evolucionista del conocimiento en el plano filogenético (Klein, 1990).
La riqueza de esta perspectiva para la psicopatología y la psiquiatría es más patente si pensamos que estas disciplinas requieren una mayor clarificación de su estatuto epistemológico dada su aspiración a la cientificidad y su peculiar objeto de estudio, a caballo entre las ciencias naturales y humanas. Este aspecto doble no es reconocido por todos los miembros de la comunidad científica, entre quienes en ocasiones predomina una visión excesivamente empirista (Rosenberg, 1991), con una raíz teórica en el trasfondo continuadora de Locke.[41] Aquí está una de las áreas donde la influencia kantiana puede ser clave: la crítica al empirismo. Quizá en este campo sea de urgencia aplicar el adaggio kantiano según el cual «teorías sin datos son vacías, datos sin conceptos son ciegos».