Capítulo 11
Durante algo más de una semana, Alexis se debatió entre echar tanto de menos a Logan que le dolía y sentirse furiosa con él por haberlo estropeado todo. Había repasado la escena cientos de veces durante los días siguientes a su conversación, pero no conseguía recordarlo todo, no sabía cómo se les podía haber escapado de las manos. Sí se acordaba de que Logan había estado a punto de hablar de matrimonio.
Ella tenía que admitir que había sentido pánico. Tanto miedo, que después de decirle a Logan que lo suyo se había terminado, casi no había podido volver a hablar. Sabía que su rechazo lo había puesto furioso. Quizás hasta le hubiese hecho daño, aunque, probablemente, más a su orgullo que a su corazón. Lo superaría.
Con respecto a ella, no estaba tan segura.
¿Cómo era posible que se hubiese enamorado de él? ¿Cómo había podido ser tan tonta, si llevaba casi toda la vida pensando que no existía el amor a largo plazo?
Gimió, apoyó los codos en el escritorio y enterró el rostro entre las manos, incapaz de concentrarse en el trabajo. Eso también era culpa de Logan.
Como ya había hecho muchas otras veces, Alexis se aseguró a sí misma que había hecho lo correcto al terminar con él antes de que las cosas se les fuesen de las manos. Había esperado terminar con él de manera más amistosa, pero siempre había sabido que lo suyo se tenía que acabar. Si ella no hubiese dado el paso, se habrían seguido dejando llevar. Habrían ido juntos a aquella fiesta. Y lo habrían pasado genial. Él la habría presentado como su acompañante, o tal vez incluso como su novia. Habrían continuado disfrutando de un sexo increíble, y lo habrían pasado muy bien haciendo otras cosas juntos, y sus amigos y familiares habrían empezado a verlos como a una pareja. Logan y Alexis. Alexis y Logan. Tal vez incluso habrían llegado a convencerse de que lo suyo podía funcionar.
Eso era lo que había ocurrido con Harry. Hasta que se había estropeado todo.
Si le dolía tanto haber terminado con Logan tan pronto, no quería ni pensar cuánto tenía que dolor terminar como sus padres, o como su hermano y sus dos mujeres. Ella misma lo había sufrido con su ex, y menos mal que no había llegado a casarse con él.
Aunque lo que había sentido por Harry no tenía nada que ver con lo que sentía por Logan, otro motivo más para terminar con él.
Esta bajó los brazos y miró a su ayudante.
—Claro. Solo un poco desesperada con las ocurrencias de Ellie Reid para la fiesta de cumpleaños de su hija.
—Ah. Es que te he notado un poco baja de ánimos esta última semana y pensaba que tal vez estuvieses poniéndote enferma.
—Estoy bien. Solo un poco cansada.
—Tenías que haberte quedado más días en Seattle después del seminario.
—Eso sí que no —respondió Alexis.
Gretchen arqueó las cejas, pero no dijo nada.
—¿Has podido firmar la carta que he dejado encima del escritorio?
—Sí, aquí está.
El teléfono sonó y Gretchen corrió hacia su escritorio, pero Alexis ya había descolgado. Le dio a Gretchen la carta firmada y respondió a la llamada en tono profesional.
—Hola, Alexis, soy Kinley.
Le dio un vuelco el corazón y entonces se recordó que seguía trabajando con la hermana de Logan y que aquella llamada no podía tener nada que ver con él.
—¿En qué puedo ayudarte?
—Solo quería decirte que te voy a mandar por correo electrónico el presupuesto para la fiesta de jubilación con catering que me pediste.
—Muchas gracias, seguro que a mis clientes les parece bien. Siempre son cantidades sensatas.
—Gracias, eso espero. Siempre se puede ajustar un poco y bajar el precio si hace falta.
—Lo hablaré con ellos. ¿Qué tal todo por la posada?
—Sin parar, con la llegada del verano, pero supongo que ya sabes cómo es esto.
—Sí.
—Todavía no hemos tenido la oportunidad de comer juntas. ¿Estás libre la semana que viene? ¿El jueves, tal vez?
Alexis no sabía si estaba preparada para comer con la hermana de Logan, así que, aunque se sintió como una cobarde otra vez, le dio largas.
—Te llamaré para decírtelo más adelante, si te parece bien.
Kinely no pareció sentirse ofendida por su respuesta.
—Por supuesto. Mira tu agenda y llámame.
—Lo haré.
—¿Y tú, qué tal estás?
A Alexis le sorprendió la pregunta.
—Bien, gracias. Muy ocupada, pero eso es bueno, ¿no?
—Por supuesto. Aunque Bonnie y yo estamos a punto de estrangular a nuestro hermano.
—¿Y eso? —preguntó ella—. ¿No está funcionando bien el nuevo protocolo?
—Sí, hemos conseguido que Logan se mantenga alejado de los clientes, pero está insoportable con nosotras. Y con sus hombres también, me parece que el único que lo soporta es el perro.
—Ah.
—Supongo que es solo una mala racha.
—Imagino que sí —respondió Alexis—. Seguro que se le pasa pronto.
—Eso espero. Llámame para la comida de la semana que viene, ¿de acuerdo?
—Lo haré. Gracias por tu llamada.
Después de colgar el teléfono, Alexis volvió a intentar concentrarse en el trabajo, pero volvió a terminar con el rostro entre las manos, gimiendo.
Era martes, casi de noche, y había pasado más de una semana desde que Logan se había marchado de casa de Alexis cuando su hermana se quejó del comportamiento que había tenido durante los últimos nueve días.
—¿Cuándo vas a dejar de lamentarte y hacer algo? —inquirió Kinley, fulminándolo con la mirada y con los brazos en jarras.
Logan se puso recto. Le dolía la espalda de haber estado echando abono en varias zonas del jardín y la cabeza porque no había comido a mediodía. Había estado trabajando tanto durante los últimos nueve días que le dolía la pierna.
—¿Cómo que haga algo? ¿No has visto todo lo que he hecho esta semana?
—No me refiero al trabajo —respondió Kinley con impaciencia—. Te estás matando a trabajar, pero no te está sirviendo de nada, ¿verdad?
—No sé de qué me estás hablando.
—Te estoy hablando de Alexis —le explicó ella—. ¿La vas a dejar marchar sin luchar por ella?
Hubo un silencio, hasta que Logan encontró las fuerzas necesarias para contestar.
—¿Te ha contado algo?
—Por supuesto que no, idiota. Ha sido tan discreta como tú, pero soy tu hermana. Y, junto con Bonnie, no hay nadie que te conozca mejor. Has estado saliendo con Alexis, ¿verdad?
—Sí —admitió él—, pero se ha terminado.
—¿Por qué?
Lo primero que pensó Logan fue en decirle que no era asunto suyo. Si no lo hizo fue porque sabía que Kinley no desistiría hasta que se lo contase, así que respondió:
—A ella no le interesa.
—No me lo creo. Os he visto juntos cuando pensabais que nadie os estaba mirando. Y he oído cómo te habla. Claro que le interesa. Has debido de meter la pata en algo.
—Lo único que he hecho es pedirle que viniera conmigo a una fiesta —le contestó Logan, indignado con su hermana por haberlo culpado a él—. ¿Eso es meter la pata?
—Se lo has debido de preguntar mal.
Él se quitó los guantes de trabajo y los tiró al carretillo que tenía al lado.
—No lo entiendes.
—Entiendo que estás sufriendo —dijo su hermana, apoyando una mano en su brazo—. Y odio verte así.
—Lo superaré.
—¿De verdad quieres superarlo? ¿No prefieres intentar arreglarlo?
Él suspiró.
—Lo que yo quiera no importa. Ya te he dicho que a ella no le interesa.
—Tal vez esté asustada. Y la entiendo. Cuando me di cuenta de que estaba enamorada de Dan, sentí pavor. No quería que me volviesen a romper el corazón.
Él pensó en la noche en la que Kinley se había presentado en su casa llorando porque había discutido con Dan. Su primer impulso había sido ir a buscarlo y darle un puñetazo.
—Es posible que alguien le haya hecho daño antes y que le dé miedo volver a arriesgarse. ¿Por qué no se lo preguntas? Sé que hay que ser muy valiente para arriesgarse a ser rechazado por segunda vez —añadió sonriendo—, pero si la dejas marchar sin luchar por ella, jamás te lo perdonarás.
Él se pasó una mano por el pelo.
—No le digas nada de esto a Alexis, ¿de acuerdo?
En esa ocasión fue Kinley la que se mostró indignada.
—¡Por supuesto que no! ¿Cómo voy a hablar con ella de algo tan personal?
Logan pensó que, no obstante, no le había importado hablar con él de algo tan personal, qué ironía.
—Lo pensaré —le dijo a su hermana—, pero hoy no me apetece hablar del tema, ¿de acuerdo?
—No lo volveré a mencionar —le aseguró ella—, pero ya sabes dónde estoy si necesitas hablar.
—Lo sé. Y gracias.
Le dio un beso a su hermana y luego se dispuso a recoger las herramientas.
Se preguntó si de verdad habría sido él el que lo había estropeado todo con Alexis. De camino a su casa, intentó recordar la conversación que había tenido con ella. Quizás había sido demasiado insistente. Era posible que Alexis hubiese pensado que él había querido tomar decisiones acerca de su futuro sin contar con ella, aunque él había pensado que la invitación a la fiesta le daría pie a una conversación más importante, pero tal vez se hubiese equivocado.
Se dio cuenta de que cuando había hablado a Alexis de avanzar en su relación lo había hecho de manera muy fría, sin ningún romanticismo, e hizo una mueca. ¿Había sido demasiado pragmático?
Se preguntó si cambiaría algo si le decía lo mucho que la había echado de menos durante los últimos días. ¿Serviría de algo que le dijese a Alexis lo mucho que estaba sufriendo al pensar que jamás volverían a estar juntos?
Pensó en los buenos momentos que habían pasado juntos, en los momentos especiales, en cómo se sentía cuando estaba con ella, y se dijo que tal vez Kinley tuviese razón. Tenía que intentarlo una vez más. Y, por aterradora que le resultase la idea, en esa ocasión tendría que poner sus sentimientos al descubierto.
Hablaría con ella al día siguiente.
Abrió la puerta del jardín y entró en él con la carretilla. Silbó para llamar a Ninja, pensando que un buen paseo le iría bien.
Dejó el carretillo y miró a su alrededor.
—¿Ninja? Vamos a dar un paseo.
Le resultó muy raro que el perro no hubiese acudido nada más oírlo.
—¿Ninja? ¿Dónde estás?
El silencio del jardín lo puso nervioso. Lo recorrió entero y miró por todas partes, pero no lo encontró, lo único que vio fue un agujero debajo de la verja.
Se sacó el teléfono del bolsillo y llamó a Bonnie.
—Solo quiero que sepas que Ninja se ha escapado del jardín. Tal vez quieras decir a tus huéspedes que es inofensivo antes de que aterrorice a alguien.
—Mandaré a Paul a buscarlo, por si decide jugar al escondite contigo.
No habría sido la primera vez.
—Gracias.
Logan salió del jardín y fue hacia la fuente, ya que Ninja solía ir por allí cuando se escapaba. Silbó, lo llamó, pero no obtuvo respuesta.
Veinte minutos después seguían sin encontrarlo. Estaba demasiado oscuro para adentrarse en el bosque, pero Logan había recorrido parte del camino llamando al animal.
Bonnie, que también había salido a ayudarlos, comentó desanimada:
—¿Dónde puede estar? Nunca había desaparecido así. Siempre quiere estar contigo.
—No sé —admitió Logan—. Supongo que se ha escapado y se ha alejado sin darse cuenta.
—Volverá, ¿verdad?
—Por supuesto. Seguro que me despierta en mitad de la noche.
—Eso espero. Espero que no le haya pasado nada —comentó Bonnie.
—Volverá —le aseguró Paul, abrazándola.
Logan estaba preocupado, pero no quería pensar que había perdido a su perro para siempre, sobre todo, cuando todavía se estaba tambaleando por la pérdida de Alexis.
El jueves, Alexis volvió a casa tarde, después de haber cenado en familia para celebrar el cumpleaños de su padrastro. Su madre había vuelto a darle una charla acerca de por qué debía estar casada y teniendo hijos, y ella había hecho todo lo posible por ocultar el duro momento emocional por el que estaba pasando.
Aparcó el coche y abrió la puerta. Sin querer, se vio en el espejo retrovisor y se dio cuenta de que había tristeza en su mirada.
Siempre había sabido que enamorarse sería un error. Que sufriría. Y, no obstante, había sido ella la que había tomado la decisión de romper con Logan.
No pudo evitar pensar en lo que Kinley le había dicho el día anterior, que Logan llevaba unos días de muy mal humor. ¿La estaría echando de menos? ¿Le habría hecho realmente daño al rechazarlo o solo estaba enfadado porque las cosas no habían salido como él había planeado?
¿Le habría resultado muy difícil dar el paso que había dado? ¿Pedirle que saliese con él y que hiciesen pública su relación?
¿De verdad pensaba Logan que lo suyo podía convertirse en una relación seria? ¿De verdad creía que podían terminar casándose, por mucho que rechazase aquella institución?
Alexis pensó que tal vez debían haber hablado de todo aquello antes de haber dado el paso atrás, tal y como Logan le había dicho. Cada vez estaba más convencida de que se había comportado como una idiota, pero ya era demasiado tarde para cambiarlo. ¿Cómo iba a verlo y tener con él una conversación racional acerca de su futuro?
Salió del coche y cerró la puerta. El porche de la casa estaba iluminado con una luz tenue y Alexis se sobresaltó al acercarse y ver en él una sombre oscura.
Entonces se dio cuenta de que era Ninja. Miró a su alrededor. ¿Dónde estaba su dueño?
—¿Logan?
Ninja se acercó a ella y Alexis se dio cuenta de que tenía la respiración entrecortada.
—¿Dónde está Logan?
No podía estar dentro de la casa, porque nunca le había dado la llave. Además, Logan nunca habría dejado a su perro fuera. Y tampoco era posible que Ninja se hubiese escapado y hubiese ido solo hasta allí.
Abrió la puerta y el animal entró con ella. Ambos saludaron a Fiona, que se puso muy contenta de verlos. Alexis llenó un cuenco con agua para Ninja y lo dejó en el suelo de la cocina. Al verlo beber, vio más factible la posibilidad de que se hubiese escapado.
—Algo me dice que has sido un chico malo —le dijo, sacando el teléfono.
Dudó un instante antes de marcar el número de Logan, pero lo hizo. Seguro que estaba muy preocupado con la desaparición del animal.
Logan no respondió, así que Alexis decidió dejarle un mensaje:
—¿Logan? Hola, soy Alexis. Acabo de encontrar a Ninja en la puerta de mi casa, lo voy a llevar a la posada y lo dejaré con Bonnie y Paul si tú no estás allí. He pensado que estarías preocupado por él.
Terminó la llamada y volvió a sacar las llaves del coche.
—Vamos —le dijo a Ninja—. Y prepárate, porque vas a estar castigado sin televisión ni videojuegos por lo menos una semana.
El perro respondió con un sonido parecido a una risa, pero la acompañó al coche.
Logan seguía en el jardín mucho rato después de que Bonnie y Paul se hubiesen marchado, esperando a que el perro volviese. Se había metido en casa, pero estaba tan nervioso que había vuelto a salir.
Acababa de decidir volver a entrar cuando oyó el particular gruñido de Ninja y suspiró aliviado. El perro se acercó a él corriendo y meneando el rabo.
—Ninja, me has dado un susto de muerte. No vuelvas a hacerlo, ¿entendido?
Entonces vio algo más.
—¿Alexis? —por un instante, creyó ver una figura pálida a su lado, pero entonces Alexis siguió avanzando y él se dio cuenta de que estaba sola.
—He intentado llamarte, pero no has respondido al teléfono.
Él se tocó el cinturón y se dio cuenta de que se lo había dejado en casa.
—Me lo he dejado dentro. ¿Qué estás haciendo aquí?
—He venido a traer a Ninja. Me lo he encontrado en la puerta de casa al volver de cenar de casa de mi madre.
—¿Y cómo ha llegado hasta tu casa? —preguntó Logan sorprendido.
—Supongo que andando. Estaba jadeando y muy sediento. Y no ha protestado cuando lo he hecho subir al coche para volver aquí.
Logan miró a su perro y le preguntó:
—¿Te has vuelto loco?
Ninja bostezó y luego se acercó a frotarse contra la pierna de Alexis.
—Siento las molestias —le dijo Logan—. Tenías que haber llamado a Bonnie para que fuésemos a buscarlo.
—No pasa nada.
Logan se metió las manos en los bolsillos y respiró hondo. Casi al mismo tiempo que Alexis, dijo:
—Iba a llamarte mañana.
—¿Sí? —preguntó ella—. Espera. ¿Has dicho que ibas a llamarme?
—Habla tú primero.
Ella se humedeció los labios.
—Sentí pánico.
—Lo sé.
Su rápida respuesta la sorprendió.
—El viaje a Seattle había sido tan perfecto. Y tus hermanas están recién casadas y felices, estás rodeado de bodas y de parejas de luna de miel todo el tiempo. De repente, me dio miedo que me estuvieses idealizando y no poder estar a la altura. Supongo que, por experiencia, siempre pienso que el amor es algo que no puede durar. He visto fracasar muchas parejas que se casan locamente enamoradas. Y de repente me di cuenta de que me podías hacer mucho daño. Me importabas demasiado y… sentí terror. De repente, querías que nuestra relación fuese pública. E incluso estuviste a punto de hablar de… ya sabes.
Ni siquiera podía decir la palabra.
—Matrimonio —dijo él.
—Sí —susurró Alexis, girando el rostro para no mirarlo a los ojos.
Ambos guardaron silencio unos segundos, hasta que Logan lo rompió en voz baja:
—No te tengo idealizada, Alexis. Sinceramente, algunas veces eres tan pesada como mis hermanas.
Ella no pudo evitar sonreír y morderse el labio inferior.
—Sé que tienes defectos, lo mismo que yo. Soy gruñón, testarudo e inflexible. Tengo cicatrices… dentro y fuera. Y a muchas personas le causan rechazo.
—¿No pensarás que me ha ocurrido a mí?
—No serías la primera en alejarte de mí al saber que he tenido un cáncer —admitió él—. Esa es una palabra que se queda contigo para toda la vida. La gente se pregunta si vas a volver a sufrirlo, digan lo que digan los análisis médicos.
Ella se acercó otro paso más a él y lo miró a los ojos.
—Venga, Logan, me conoces bien. Me quedé sorprendida cuando me lo contaste, pero eso no tiene nada que ver con mis dudas acerca de tener una relación más seria contigo.
Él suspiró.
—Yo también tengo cicatrices internas causadas por mi niñez —añadió Alexis—, pero supongo que forman parte de lo que soy hoy, lo mismo que las tuyas te han convertido en un hombre gruñón, testarudo e inflexible, pero yo no cambiaría nada en ti.
Él alargó la mano para tocarle el rostro con ternura.
—La primera noche que estuvimos juntos, después de que nos hubiésemos encontrado en la cafetería, fue la mejor experiencia de mi vida —murmuró—. Hasta entonces. Después solo ha ido a mejor. No te preocupes porque la magia desaparezca, porque yo no me imagino cansándome de ti.
—Aun así, tengo miedo —admitió ella, apoyando las manos en su pecho.
—Yo también.
—No me rompas el corazón —le advirtió Alexis, poniéndose de puntillas.
—Te entregaré el mío en garantía —murmuró Logan contra sus labios.
—De acuerdo —aceptó Alexis justo antes de que la besase.
Unos segundos después, Logan se apartó solo para decirle:
—Te quiero, Alexis. Te he querido casi desde el principio, a pesar de haber intentado no enamorarme de ti.
—Yo también. Y, de repente, tengo la sensación de que nos va a ir muy bien.
—Por supuesto. Mis hermanas aseguran que este lugar es mágico.
—Pues estoy empezando a creerlas —dijo Alexis antes de volver a besarlo.
Siguieron besándose y solo se apartaron al oír a Ninja gimotear a unos metros de allí. Se giraron hacia él y lo vieron con una flor blanca entre los dientes. A su lado, un hilo de bruma que casi tenía forma de mujer se disipó en la oscuridad.
Alexis miró a Logan, preguntándose si habría visto lo mismo que ella, pero este negó con la cabeza.
Logan le dio otro beso y Alexis se olvidó de cuentos y viejas leyendas. Estaba mucho más interesada en el presente y en el feliz futuro que tenía por delante.
Sin duda alguna, sus probabilidades de ser felices eran mucho mayores allí, en la posada Bride Mountain.