INTRODUCCIÓN

1. LAS DOS ELEGÍAS AISLADAS

Elegía 10

Se ha señalado que cronológicamente es la primera, junto con la 1, y que contiene las bases temáticas de todo el libro. El mismo Tibulo debió colocarla al final por su carácter de recapitulación de todos los temas del libro, lo mismo que la Égloga X de Virgilio encerraba los precedentes motivos bucólicos[306].

Su carácter programático se puede resumir en cinco puntos: a) contra la guerra (1-10), b) los Lares (11-28), c) la vida del campesino (29-44), d) la Paz (45-52), e) las batallas amorosas (53-68).

La guerra, y especialmente la paz, son los protagonistas de este poema. Es, por una parte, un lamento por la triste condición de los mortales condenados a muerte; por otra, es una constatación de que la verdadera paz se encuentra en la infancia, bajo la protección de los Lares, y en el campo. El desprecio por las empresas guerreras que siente el poeta y su consagración a una existencia de identificación con la pureza campesina constituyen motivos auténticamente idílicos y elegíacos.

Estos dos temas principales se desarrollan en motivos secundarios, agrupados por semejanza o por contraste. Así, al primer tema enunciado en la primera estrofa (1-7) —horror a la guerra y a la muerte— le sigue por contraste (8-14) la evocación de la Edad de Oro, que aquí es tiempo de sencillez y de seguridad. A continuación, motivos agrupados por semejanza (15-28): súplica a los Lares con evocación de costumbres sencillas y piadosas.

De esta forma, podíamos ir desarrollando el contenido de toda la elegía, pero parece suficiente como una muestra de su estilo.

En cuanto a las fuentes, aparte de una base retórica y filosófica helenística que impregna todo el conjunto, podemos señalar algunos pormenores concretos. El elogio de la paz está, además de en el coro 1127-1190 de la Paz de Aristófanes, en Baquílides, fr. 4, concretamente en los versos 45-50. En Baquílides está también el tema de la herrumbre de las armas en período de paz, que por otra parte es homérico: Od. XVI 284 y XIX 4 y ss. En Calimaco, fr. 110, 48-50, se encuentra una maldición para los cálibes, que, según él, fueron los primeros que trabajaron el hierro. Aquí está el origen de los dos primeros vérsos de esta elegía[307].

Elegía 7

Éste es un poema dedicado a Marco Mesala Corvino con motivo de su triunfo sobre los aquitanos, celebrado el 25 de septiembre del 27 a. C., fecha que coincide con su cumpleaños.

El resumen del contenido lo haremos así: a), cumpleaños de Mesala y su triunfo sobre los galos (1-12); b) expedición a Oriente (1326); c) alabanza de Egipto y de Osiris (27-48); d) fiesta del cumpleaños de Mesala (49-64).

Esta elegía encierra elementos de géneros líricos variados: canción de cumpleaños, oda heroica e himno religioso.

El himno al Nilo-Osiris-Baco de los versos 27-48 aparece encuadrado como algo unitario entre estrofas que alternan el tono elegiaco sencillo con el heroico de los triunfos de Mesala, de características semejantes al ditirambo griego. Con todo, el poema queda más cerca de la lírica que de la épica, más abundante en visiones pacíficas y amables que guerreras y heroicas.

Precisamente este himno Nilo-Osiris-Baco, encendido elogio de Egipto, es el tributo que Tibulo paga a su tiempo y a su educación. El toque exótico y el entusiasmo con que Roma acoge las religiones foráneas están aquí presentes junto con el tributo de un poeta romano a su educación; «la marca de su filiación literaria», al decir de F. Caims[308].

Este crítico hace observar también que, cuando Tibulo describe las campañas militares de su patrono Mesala y pasa de la Galia a Oriente, menciona Cidno, Tauro, Cilicia, Tiro y el Nilo. Está recordando parte de la ruta tomada por Alejandro en la primera mitad de su conquista del Imperio Persa. En definitiva, lo que Tibulo trata es de enlazar la figura de Mesala con la potente imagen de Alejandro. Indirectamente, pretende representarle como un semidiós: un Dioniso-Alejandro. Como en otras ocasiones, Tibulo actúa en la misma dirección que Virgilio y Horacio con respecto a Augusto.

2. El ciclo de Delia

Según hemos señalado antes, lo forman los poemas 2, 3, 1, 5 y 6.

Elegía 2

Por su contenido podemos dividirla en cinco partes: a) refugio en el vino y en el sueño del amante rechazado. La canción o serenata a la puerta cerrada (1-14); b) consejos a Delia (15-24); c) protección de Venus (25-42); d) la magia (43-66); e) contraste entre el guerrero y el poeta amante. Los excesos del amor. Súplica a Venus.

Técnicamente, el poema es un paraclausítiro o canción del amante rechazado ante la puerta cerrada de la amada. Pero lo cierto es que, una vez más, Tibulo mezcla los géneros y va adoptando sucesivos puntos de vista, que unas veces parecen corregir y otras confirmar los adoptados anteriormente. Así, en los versos 1-4, el poeta reclama a su esclavo más vino para borrar sus penas. Con técnica que podríamos calificar de cinematográfica, el poeta nos sitúa en un banquete; el tono es simposíaco, para, en el plano siguiente, enfocar al poeta-amante ante la puerta cerrada, entonando el como o canción de cortejo o de serenata. Nuevo cambio de dirección (15-24): de la puerta pasa a dirigirse a la amada. Como siempre en Tibulo, al tema principal se le van añadiendo motivos secundarios por semejanza o por contraste.

Venus es presentada aquí, al igual que en otras ocasiones, como la diosa protectora del amor furtivo. Ella proporciona seguridad e inviolabilidad a los amantes; es más, es la fuerza nacida «de la sangre y del mar impetuoso». Tibulo no se sirve del mito como un recurso ornamental, sino que saca del mito lo que le interesa. Del mito del nacimiento de Venus le interesa la castración hecha por Cronos-Saturno sobre Urano, cuya sangre caída en el mar hace nacer a Venus. Este símbolo de fuerza que renace de las aguas lo necesita para hacer de Venus una fuerza misteriosa, inquietante y protectora; se nos presenta como una de las leyes de la Naturaleza, que protege lo furtivo, pero nunca llega a satisfacer. La Venus de Tibulo es, en resumidas cuentas, una figura compleja, equívoca, perturbadora, pero posiblemente la creación poética más original de toda la poesía de Tibulo[309].

La unidad consagrada a la magia es, una vez más, el tributo que Tibulo rinde a su tiempo y a la tradición escolar. Se da también en el ciclo de Márato (I 8) y en el de Némesis (II 4).

En cuanto a las fuentes, queremos detenemos en el tema del paraclausítiro tratado por Asclepíades, V 145, 164, 167, y Meleagro, V 191, autores de la Antología Palatina[310]. Son una de las fuentes que nos quedan, y que inspiraron, además de a Tibulo en esta ocasión, a Plauto, Curc. 147 y ss… Catulo, 67, Horacio, Od. III 10, y Propercio, I 16.

Elegía 3

Por su contenido, dividiremos la elegía en seis partes: a) un viaje con malos augurios (1-22); b) Isis (23-34); c) el reino de Saturno (35-48); d) el reino de Júpiter (49-56); e) el Elisio. El Hades (57-82);/) la espera de Delia (83-94).

La elegía comienza con un motivo de propémptico o canto de despedida a los que parten de viaje[311], sigue con una expansión del tradicional tema excusatorio por no acompañarles: la enfermedad del poeta, que acaba convirtiéndose en un lamento de Delia y del propio poeta por el nefasto viaje (5-22). Del episodio de Isis nos parece destacable que el poeta asocie a Delia con Isis, mientras que él se asocia con los Penates y su antiguo Lar. Después llega el contraste entre Edad de Oro / Edad de Hierro, y como colofón de este episodio, su propia inscripción mortuoria, centro del poema, resaltando el enlace de su destino con el de Mesala. Una nota de esperanza se encuentra en la evocación del Elisio, adonde el poeta es conducido por la propia Venus. Al contraste Edad de Oro / Edad de Hierro sucede el de Elisio / Hades. A la felicidad que hubo en la tierra en la época de Saturno sucede la del Elisio de los enamorados tras la muerte, donde el poeta tendrá su morada, lugar que le corresponde por su culto a Venus[312]. A las desgracias de la Edad de Hierro, época de viajes y de guerras, se sucede el Hades, el infiemo de los que pecaron contra el amor. Esta nota está específicamente señalada en el primer personaje, Ixión, y en los últimos, las Danaides. De los dos personajes centrales, Titio y Tántalo, no se dice expresamente nada a este respecto. Se sabe, por el mito de Titio, que cometió faltas amorosas. Por otra parte, y después de la investigación de Caims[313], es claro que también Tántalo está condenado por delito amoroso.

La evocación final tiene las características del poema de viaje de vuelta; es un cuadrito espléndido de idealización y de deseo amoroso. Como es característico en Tibulo, esta escena —la vuelta repentina del amante a casa, mientras la amada se entrega a tareas domésticas hasta altas horas de la madrugada con el ruego final del poeta de que esto así suceda— tiene una doble lectura: una literal, romántica, y otra humorística, irónica. El poeta amante parece no estar tan seguro de la castidad que se desea expresamente en el v. 83, y amenaza velada— mente con una llegada repentina que le pueda sorprender.

A lo largo del poema, los dos protagonistas auténticos, Amor y Muerte, se han ido entrelazando, unificándose al pasar de contraste en contraste.

Elegía 1

Podemos dividirla en las siguientes partes: a) Propuesta: rechazo de las riquezas y amor por la vida sencilla (1-6); b) elogio de la vida del campo (7-50); c) la vida amorosa: Delia (51-74); d) exhortación final (75-78).

En primer lugar, debemos destacar el carácter programático de esta elegía, seguramente elegida por el propio Tibulo como prólogo del libro. Presenta grandes analogías con la 10, que cierra el volumen.

Como dijimos ya a propósito de esta última, el poema contiene base retórica y filosófica, popular y helenística, presente en los dos libros.

En esta elegía, como en muchas otras, no es la narración lo que importa, sino las emociones que se presentan y la forma de presentarlas. En la propuesta inicial, rechaza la guerra y las riquezas y opta por la vida sencilla. La unidad siguiente es una elaboración de aquello por lo que ha optado, gozo sereno por la vida del campo, piadosa reverencia ante sus dioses: objetos sencillos como un tronco y una piedra, Príapo, los Lares, Pales, etc., con especial énfasis en su antigüedad.

Con su proverbial técnica de contrastes, surge una información nueva: a partir del v. 25 se nos informa que el poeta ha sido soldado, conoce la guerra. El lector comprende ahora por qué se complace tanto en la evocación campesina y en la nostalgia por un pasado ideal. El v. 46 ofrece una nueva información: el poeta ama; ha sido soldado y ahora es un campesino enamorado. La mención de Mesala en el v. 53 completa el cuadro. La consagración de Tibulo al amor y al campo no es desprecio hacia la otra forma de vida posible, representada por su patrono Mésala. Es sincero cuando le dice a Mesala, en los VV. 53-54, que es conveniente que él se dedique a la guerra por tierra y mar. Los dos estilos de vida están en la línea de moralidad que la política de Augusto promueve. Sin embargo, hay un guiño irónico, como tantas veces, en los VV. 73-75, cuando se proclama general y soldado en las peleas amorosas.

Elegía 5

Podemos dividir el poema de esta elegía, atendiendo a su contenido, en las siguientes unidades: a) lamento del poeta (1-8); b) recuerdo de sus afanes por la curación de la enfermedad de Delia (9-18); c) evocación de Delia como mater familias (19-36); d) intento de olvidarla con otra (37-46); e) maldición contra la lena (47-58); f) ventajas del amante pobre (59-66); g) advertencia del amante rico (67-76).

Por los versos 67-68 nos damos cuenta de que esta elegía participa del paraclausítiro o canción ante la puerta cerrada del amante, y de que en la tradición del género del como o canción de serenata se dan los dos típicos temas: el del rival, el dives amator, introducido en el v. 17 y repetido en el 47, y el de la maldición de la lena, introducido en el 48.

La nota predominante es la del contraste entre la realidad desgraciada del poeta en presente y la felicidad evocada y soñada en pasado y futuro, en constante intercambio de los dos planos. Esta estructura temporal coexiste con una estructura temática circular o anular (RingKomposition). Para poner en evidencia este extremo tenemos que recurrir de nuevo a nuestra división por unidades de contenido. La relación sería así: A (1 y 7), B (2 y 6), C (3 y 5) y D (4). A esta estructura temática corresponde la siguiente temporal: A-pasado: actitud adusta del poeta y de falsa conformidad (v. 1); B-presente: su arrepentimiento (2-10); A-pasado: servicios a Delia (11-16); B-presente: el diues amator (17-18); A-pasado: recuerdos a Tibulo (19-20); C-futuro: sueños de Tibulo (21-34); B-presente: fin de estos sueños (35-36); A-pasado: falsa pretensión de Tibulo de olvido de Delia (37-47); B-presente: la lena (47-48); C-futuro: maldiciones a la lena (49-58); B-presente: el rico rival (59-60); C-futuro: el amante pobre (61-66). B-presente: el rico admitido y Tibulo pobre rechazado (67-74); C-futuro: advertencias del poeta para el futuro, aunque todavía es presente (75-76).

Cabe destacar el carácter patético y trágico de la obra, que enfatiza el señalado contraste entre la dulzura bucólica de los sueños (con Delia como madre de familia en el campo —la amada y el campo son los dos amores constantes del autor—, presentada con detalles de una frescura y de una gracia irrepetibles) y los tormentos desesperados que le ofrece la realidad presente. Hay que destacar también que este carácter trágico se da con personajes de comedia palliata: la puella, la lena y los tres enamorados (el amante rico, el poeta pobre y un quidam, que la corteja dispuesto a sustituir al amante rico).

Una vez más hay que destacar también la nota irónica final: la puerta de Delia excluye al poeta y admite al rico. Pero cuidado con la rueda de la fortuna, que es veloz; ya está preparado quien lo puede sustituir. Así, los consejos últimos resultan ya sarcásticos.

En cuanto a las fuentes, en esta ocasión quiero hacer resaltar que la figura de la alcahueta imaginada por Tibulo en sus deseos persecutorios está más cerca de las brujas de Horacio —en Sat. I 8 y Épod. 5— que del leno de la comedia latina. Y dentro de las canciones de serenata de la literatura helenística, el modelo del como entonado por Polifemo en el Idilio XI de Teócrito puede muy bien haber inspirado el de esta elegía 5. También el cíclope desea que Galatea pastoree con él, ordeñe la leche, etc[314]..

Elegía 6

Podemos dividir este poema en las siguientes unidades: a) las enseñanzas amorosas de Tibulo a Delia en sus primeros tiempos (1-14); b) el esposo crédulo (15-36); c) la vigilancia de Delia (37-42); d) la profecía de Belona (43-56); e) la madre de Delia (57-68); f) la esperanza de envejecer juntos (69-86).

El último poema de Delia tiene como nota más destacada su ironía, y esta característica se resalta ya desde la misma ars amandi que constituyen los versos de la primera unidad: lo que Tibulo le enseñaba a Delia para burlar a su marido, ahora lo está aplicando con otros. El erótico maestro está siendo burlado por su propia discípula. Que el mismo Tibulo le aconseje al marido que tenga cuidado y que se ofrezca él precisamente para vigilarla constituye una pintura genial de un maestro del humor. Pero estos toques humorísticos sirven para destacar el perpetuo debatirse del autor entre amor y odio, esperanza y desesperación. Precisamente la esperanza aparece en los versos últimos como un contraste violento frente al tono desesperado que domina a lo largo de todo el poema.

La figura de Delia, idealizada en los primeros cantos de su ciclo, empieza a concretarse en la elegía 5 y en la 6 toma ya un tono de crudeza, que debió de estar muy cerca de la realidad. Me parece que ha sido L. Alfonsi[315] el primero en darse cuenta de que «en este artístico juego de abandonarse al pasado como una penosa realidad hay un signo premonitorio de un espíritu nuevo en el arte tibuliano». Efectivamente, este nuevo espíritu tibuliano es el que va a predominar en el ciclo de Némesis del Libro II.

La unidad dedicada a la sacerdotisa de Belona demuestra que Tibulo está también aquí en la línea de erudición propia de los escritores helenísticos. Belona tiene atributos de la diosa capadocia Ma[316], a la que se le concede el epíteto de magna como a la diosa Cibeles. Lo primero que llama la atención es el naturalismo en la descripción de las torturas previas a la profecía de la sacerdotisa de Belona, crudeza unida al erotismo místico constante en la literatura universal. El hecho de que la erudición moderna haya descubierto que el templo de la diosa Ma debía de estar servido por prostitutas justifica que Tibulo haya acudido a esta sacerdotisa para que le profetice el destino de Delia y explica que en la profecía se contengan doctrinas amorosas. Con lo que todo el poema está dentro de la orientación del género erótico didáctico.

3. Ciclo de Márato

Está formado por los poemas 4, 8 y 9.

Elegía 4

Podemos dividirla en las unidades siguientes: a) Tibulo se dirige a Príapo (1-6); b) consejos homoeróticos de Priapo (7-72); c) destino de estas enseñanzas (73-74); d) brillante magisterio de Tibulo (7580); e) constatación de lo inútil del magisterio amoroso (81-84).

Este poema está entre el mimo y la poesía didáctica. Humor, erotismo y parodia del lenguaje solemne y heroico son sus notas características. Tibulo pone en boca de Priapo, el dios itifálico y pintado de rojo minio, una auténtica ars amandi que a veces es un ataque a los amantes que se mueven por el interés económico y hasta un elogio de la poesía que no deja de resultar cómico en sus labios. El factor sorpresa lo maneja el poeta aquí con gran habilidad. Todos los preceptos amorosos resulta que Priapo se los dicta a Tibulo en beneficio de Ticio, cosa que a su mujer no le gusta: de nuevo la nota humorística. Otra rectificación en seguida: realmente, el discípulo de Priapo es Tibulo. Tras una visión de un futuro magisterio amoroso lleno de gloria, la estrofa última encierra un contraste genial, frente al contenido de todo el poema, las enseñanzas amorosas no sirven de nada: Márato se le resiste a Tibulo.

Elegía 8

En cuatro partes podemos dividirla: a) un amor juvenil (1-26); b) apología de Márato (27-53); c) Márato dirige reproches a Fóloe (5466); d) el castigo del desprecio del amor (67-78).

Esta elegía es como un segundo acto de la anterior. Tibulo se ocupa del amor de Márato por Fóloe, siguiendo las pautas marcadas por el amor efébico griego, La doctrina de este sentimiento se encuentra en el Banquete y en el Fedro de Platón, donde amor efébico y amor heterosexual coexisten sin provocar celos ni resentimientos. Jamás el poeta ha jugado con la ambigüedad y con la técnica de retención de información como en esta elegía. Quien la traduce por primera vez experimenta mejor que nadie las sorpresas a las que te va sometiendo el poeta, en calidad de magister amoris, empieza con un alarde de conocimientos de esta materia que la propia Venus le ha enseñado. Se dirige a alguien, de quien ignoramos su sexo; por un momento parece dirigirse a una mujer por su cuidado en arreglarse. Después, en el comienzo del v. 15, aparece un illa, que contribuye aún más a la confusión. Por fin, los nombres propios vienen a aclararlo todo: es Márato quien sufre de amor por Fóloe, pero a Márato se le nombra en el v. 49, y a Fóloe, en el 69. La cita de Márato se hace de la siguiente forma: neu Marathum torque, cuando en I 4 se había dicho: quam Marathus me torquet. De ahí la ironía: Fóloe está vengando a Tibulo. La misma ironía de Tibulo es la que hace a Márato dirigirse a Fóloe como otro magister. Márato es buen discípulo de Tibulo, que se dirige a Fóloe con enseñanzas erótico-didácticas en el mismo sentido que Tibulo lo ha hecho siempre. La unidad última hace portavoz al poeta para que Fóloe no desprecie a Márato y así no le pasará lo que a él; él, Márato, despreciaba y ahora sufre. Fóloe debe servirse de este ejemplo para que la diosa Poena no haga recaer sobre ella su cólera. Hay, además de mucha ironía, bastante doctrina moral.

Elegía 9

La podemos dividir en cinco unidades: a) la traición (1-16); b) el castigo (17-30); c) las promesas (31-38); d) la rival (39-52); e) el rival (53-84).

Para quienes sostienen que el episodio de Márato es mera retórica, este poema contiene tal precisión en sus detalles, tal realismo en sus descripciones, que lo alejan del juego retórico más evidente en algunos poemas del ciclo de Delia. Así, p. e., los hechos concretos aquí descritos están lejos de la dulce divagación soñadora de otras elegías.

Éste es el tercer acto del ciclo, el poema de la ruptura, el del triunfo de Tibulo sobre la sordidez que encierra la vida amorosa de Márato. Así, Márato simultáneamente ama a una chica y tiene relaciones con un diues amator. Como hemos visto en la 8, el que Márato ame a una chica es algo natural, pero en esta ocasión su falta es que tenga amores venales con un hombre.

En su táctica dilatoria de las explicaciones sobre lo bajo de su caída moral surgen dos nuevos personajes: la mujer del diues amator y su hermana. Son dos personajes depravados. Su mujer tiene amores con un joven. F. Caims[317] identifica al joven con Márato, y la puella, con la que tiene amores Márato, con la mujer del diues amator. Para él, la elegía 9 no es más que una explicación más detallada de la 8. Allí, el puer Marathus ama a la puella Fóloe, que tiene amores con un hombre rico y viejo. En la 9, Márato cae en las redes de este mismo viejo rico, que tiene como concubina a la misma puella. Es un retrato de grupo, sórdido y depravado. La renuntiatio amoris —que es este poema— supone un triunfo para Tibulo, cuya palma de victoria a Venus está más que justificada.