Introducción

Si practicamos las instrucciones que se presentan en este libro, podemos transformar nuestra vida, de un estado de sufrimiento a uno de felicidad pura e imperecedera. Estas instrucciones son métodos científicos para mejorar nuestra naturaleza humana. Todos necesitamos ser buenas personas y tener un buen corazón, porque de este modo podremos solucionar nuestros propios problemas, así como los de los demás, y disfrutar de una vida llena de sentido. Todo ser sintiente tiene el mismo deseo básico –ser feliz y evitar el sufrimiento–. Lo tienen incluso los recién nacidos, los animales y también los insectos. Este ha sido nuestro deseo principal desde tiempo sin principio y lo sigue siendo en todo momento, incluso cuando dormimos. Dedicamos toda nuestra vida a trabajar duramente para satisfacerlo.

Desde los orígenes de este mundo, los seres humanos han dedicado la mayor parte de su tiempo y energía a mejorar las condiciones externas, buscando felicidad y soluciones para sus problemas. ¿Cuál ha sido el resultado? En lugar de ver cumplidos sus deseos, el sufrimiento y los problemas de los seres humanos han ido en aumento, mientras que sus experiencias de paz y felicidad han disminuido. Esto muestra con claridad que hasta ahora no hemos encontrado un método correcto para reducir los problemas y ser más felices. El método verdadero y correcto para hacerlo es cambiar nuestra actitud de negativa a positiva. Lo debemos comprender a través de nuestra propia experiencia. Si analizamos con detenimiento por qué tenemos problemas y somos infelices, comprenderemos que esta situación la ha creado nuestro propio deseo incontrolado de querer ser feliz en todo momento. Si refrenamos este deseo y, en cambio, deseamos que los demás sean felices en todo momento, no tendremos ningún problema ni seremos infelices. Si cada día realizamos con sinceridad la práctica de refrenar el deseo de ser feliz en todo momento y, en cambio, deseamos que los demás lo sean, comprenderemos por propia experiencia que con este adiestramiento, que evita que surja el apego a que se cumplan nuestros deseos, no tendremos ninguna experiencia de problemas ni de infelicidad. Así pues, si realmente deseamos felicidad pura y duradera y liberarnos del sufrimiento, debemos aprender a controlar nuestra mente, en particular el deseo.

Con sabiduría podemos comprender que nuestra vida humana es muy valiosa, difícil de encontrar y entraña un gran sentido. Debido a las limitaciones de su cuerpo y mente, aquellos que han renacido, por ejemplo, como un animal, no tienen la oportunidad de comprender o practicar las enseñanzas espirituales que son los métodos para controlar los engaños, como el deseo incontrolado, el odio y la ignorancia. Solo los seres humanos están libres de estos obstáculos y disponen de las condiciones necesarias para recorrer los caminos espirituales, que son los únicos que conducen a la felicidad pura e imperecedera. Esta libertad y poseer las condiciones necesarias son las características especiales que hacen que nuestra vida humana sea tan preciosa.

Aunque hay muchos seres humanos en este mundo, cada uno de nosotros dispone solo de una vida. Una persona puede tener varios coches y casas, pero ni siquiera la más rica tiene más de una vida, y cuando esta llega a su fin, no puede comprar otra, tomarla prestada ni fabricarla. Cuando perdamos esta vida humana, nos resultará muy difícil encontrar otra tan cualificada en el futuro. Por lo tanto, la vida humana es muy rara y difícil de encontrar.

Si utilizamos esta vida humana para alcanzar realizaciones espirituales, adquirirá un gran significado. Al utilizarla de este modo desarrollaremos por completo nuestro potencial y progresaremos del estado de una persona ignorante y ordinaria al de un ser totalmente iluminado, el más elevado de todos los seres; cuando lo hayamos logrado, podremos beneficiar a todos los seres sintientes sin excepción. Por lo tanto, si utilizamos nuestra vida humana para alcanzar realizaciones espirituales, podremos solucionar todos nuestros problemas y colmar nuestros deseos y los de los demás. ¿Hay acaso algo más significativo que esto?