Las flacas mujeres

Las flacas mujeres de los metalúrgicos

siguen pariendo en casa o en el tranvía.

Los niños van algunos a las escuelas municipales

y se aprenden los ríos porque es cosa que gusta.

Las niñas van a las monjas que enseñan labores

a rezar.

De la ciudad se va borrando poco a poco

la huella de los morteros.

¡Han pasado tantos meses!

He visto en sueños que hay varios señores

hablando, en una mesa, de divisas,

de barcos, de aviones, de cornisas

que se van a caer, cuando las bombas.

Y yo pido perdón al Gran Quien Sea

por desearles una buena caja

con cuatro cirios de los más curiosos.

(En: Leopoldo de Luis, Poesía Social. Edic. Júcar. 1982)