LA CULTA LATINIPARLA. CATECISMA DE VOCABLOS PARA INSTRUIR A LAS MUJERES CULTAS Y HEMBRILATINAS
Lleva un disparatario (como vocabulario) para interpretar y traducir las damas jerigonzas que parlan el Alcorán macarrónico, con el laberinto de las ocho palabras. Compuesto por Aldrobando Anathema Cantacuzano, graduado en tinieblas, docto a escuras, natural de Las Soledades de Abajo. Dirigido a doña Escolástica Polyanthea de Calepino,[441] señora de Trilingüe y Babilonia.
DEDICATORIA
Siendo vuesa merced más conocida por los circunloquios que por los moños, de tan lindas sinédoques y cacofonías, y tan airosa de hipérboles y tan nebrisense[442] de palabras que tiene más nominativos que galanes, y siendo la dama de más arte (de Antonio)[443] que se ha visto, más merlincocaya que Merlín,[444] obligación le corre al más perito (y no es fruta) de encimarla en los precipicios inaccesos de otra, si no tan sidérea, estimación aplaudida, si bien de menos trisulca pena (Plauto[445] sea sordo), dirigiéndola este candil para andar por las prosas lúgubres.
Es vuesa merced adevinanza perene, y tiene enigma lluvia,[446] y pueden a su menor visita examinar ordenantes. Es vuesa merced más repetida por su estilo que «el susodicho», aquel hidalgo que no deja descansar renglón en los procesos. Son vuesa merced y la algarabía[447] más parecidas que el freír y el llover. Un papel suyo leímos ayer yo y un obispo armenio y dos gitanos y casi un astrólogo y medio dotor: íbamos por él tan a escuras como si leyéramos simas y nos hubimos de matar en un obstáculo y dos naufragantes que estaban al volver de la hoja. No bastó construirle[448] ni estudiarle y así le conjuramos y a poder de exorcismos se descubrieron dos medios renglones que iban en hábito de Pacuvios,[449] y le lanzamos los obsoletos como los espíritus. Mil Tucídides eché a vuesa merced como bendiciones, que discurre tan a matar candelas que la podemos llamar discreta paulina.[450] Si vuesa merced escribiendo tan a porta inferi[451] acaba de lobreguecerse, dirá que su lenguaje está como una boca de lobo con tanta propiedad como una mala noche y que no se puede ir por su conversación de vuesa merced sin linterna.
Aurore Dios a vuesa merced y la saque de princesa de las tinieblas, que es relativo del demonio, pues es príncipe dellas.
Vale, en culto,[452] no en testado de escribano. Pridie idus.[453] Ya entiende vuesa merced; y si no, haga cuenta que se oye.
Licenciado Cantacuzano
AL CLARO, DIÁFANO, CHIRLE, TRANSPARENTE Y MERIDIANO LECTOR DE LENGUAJE TAPIDO[454] Y A BUENAS NOCHES
Doliéndome de ver aporreada la blandura de los requiebros en conchas de latines de acarreo, y los ruegos enamorados con el silicio[455] de gramaticales cerdas, y considerando con el pujo[456] que los enamorados en romance deletrean lo culterano de las damas, que ahora hablan nublado y retazos de quis vel qui,[457] y compadecido de que a las hermosuras legas, por justos juicios se les haya revestido en el cuerpo tan extraña jerihabla, y viendo que los clamistas de noche, al son de campanilla, dicen: «Acuérdense, hermanos, de los que están en pecado mortal, y de los que andan por la mar, y de aquellos y aquellas que están en poder de culteros»; por todas estas cosas he resuelto de fabricarte este lampión[458] contra palabras murciégalas[459] y razonamientos lechuzas. Todo debajo de la corrección de los clarísimos[460] de Venecia, y no es pulla.
LAMPIÓN
Es conveniente que las que siguen esta dotrina y chirrían confusiones, lo que antes, cuando eran legas, fue: «Cierta persona dijo esto», «González dijo estotro», «Bien dijo don Juan», hoy sea: «Platón enseña», «Dogma es del Estagirita»,[461] «Así lo razona Homero». En las visitas, al levantarse, echará menos un Plutarco que se le cayó de la manga; tendrá críticos de faltriquera como güevos,[462] y autores de falda como perrillos; y enviará a pedir por la vecindad prestado un Tertuliano para cierta advertencia. Idiotas y plagiarios y magistas son otro tanto oro para decir mal de los modernos. Y cuando las otras digan que hacen vainicas,[463] si la preguntaren qué hace, diga que comentarios, notas y escolios,[464] y sean a Plinio, si fuere posible. Tenga achaques de varias lecciones,[465] y si estuviere preñada se le antojen Escalígeros crudos. Y a las joyeras pregunte si tienen cintas de Musato o tocas de Casaubón,[466] que son buenos nombres. Alabe sin qué ni para qué la fatiga de los ultramarinos[467] cuando en las visitas traten las otras del mal de madre. Y si la preguntaren que con qué se lava responda que con algo de la Vaticana, que aunque no es a propósito, es culto. Cada momento ha de hundir la casa a voces y gritos que alborote el barrio sobre que ha de parecer el Quintiliano si se hunde el mundo, que no piensen que ha de ser como el Macrobio[468] (y aquí se ha de desgañifar); que con esto, Dios delante, no la entenderá nadie, ni aun ella se entenderá, y gastará lenguaje hermafrodito. Y si dijeren: «Ya te entiendo», será Santantón[469] y no culta.
Solo en el pedir han de gastar vuesas mercedes claridad infinita, porque el dar es rudo y no traduce ni gasta otro comento que el de Noé.[470]
SÍGUESE EL DISPARATARIO
Con que en muy poco tiempo, sin maestro, por sí sola, cualquier mujer se puede espiritar[471] de lenguaje y hacerse enfadosa, como si toda su vida lo hubiera sido, que los propios diablos no la puedan sufrir; y es probado.
CULTIGRACIA
A su marido, por el hastío que causa el tal nombre, le llamará «mi quotidie», mi siempre; y a él se le deja su «sempiterna» a salvo para cuando nombre su mujer.
Si se ofreciere decir que despabilen las velas, dirá: «Suena catarro luciente, excita esplendores, pañizuela de corte».
Cuando llamare a las criadas, no diga: «¡Hola, Gómez!, ¡Hola, Sánchez!», sino: «¡Unda, Gómez!, ¡Unda, Sánchez!», que unda[472] y ola son lo propio, y ellas, aunque no lo entienden en latín, lo obedecen en romance, pues lo hunden todo.
Si hubiere de mandar que la compren un capón, o que se le asen, o que se le envíen (que es lo más posible), no le nombre, por excusar la compasión de lo que le acuerda; llámele «desgallo» o «tiple de pluma».
Para decir caldo sustancial, dirá «licor quiditativo».[473]
A las rebanadas de pan llamará «planicies». Y porque la palabra «gota» es muy facinorosa y para los oyentes abunda de cosquillas, si se ofreciere decir: «Denme una gota de agua» o «Denme dos gotas de vino», diga: «Denme una podagra[474] de agua» o «Denme dos podagras de vino».
Al nudo ciego llamará «nudo rezante».[475]
Al queso «cecina de leche».
Al escudero llamará «manípulo».
Para no decir: «Estoy con el mes» o «con la regla», se acordará de que las fiestas de guardar se escriben con letra colorada, y dirá: «Estoy de guardar»; y si el interlocutor es graduado, dirá: «Tengo calendas purpúreas».
Cuando la preguntaren: «¿Cómo va vuesa merced?», por no responder (con nota de ¡agua va! y la palabra fregona)[476] «Al servicio de vuesa merced», dirá: «Estoy a vuestra merced oficiosa y afecta». Y si se quisiere encarnar más en el latín, diga «adiecta».
La riña llamará «palestra»; al espanto, «estupor»; «supinidades», las ignorancias; «estoy dubia» dirá, no «estoy dudosa».
Al arrope llamará «crepúsculo de dulce» o «abrigue sabroso», que «arrope» y «abrigue» todo es uno, y dígalo en invierno.
«Dame vino» no lo dirá; sino, cultivando la embriaguez, dirá: «Dame llegó», que «llegó» y «vino» todo es uno y no se disfama el gaznate, y una dama pide taberna en buen hábito, que yo conozco búcaros que sirven al tragazo de carátulas de Portugal[477], con poco temor de los empegados.
Al moño, en culto llamará «herencia», pues queda de las difuntas;[478] y en pluscuamculto dirá: «Traigo el eco del malo[479] rizado» o «el enemigo sin di» (pues dimoño es el enemigo y, en quitándole el di, es moño, diablo mudo); y también le llamará «el casidiablo», y advierta no resbale y le llame «el cachidiablo de pelo».
A la olla llamará «la madre meridiana»;[480] y para decir «No como olla», dirá: «Estoy desollada» y podrá acertar con dos verdades.[481]
Al ruido llamará «estrépito»; a la hoguera «pira».
Para decir «Yo gusto de beber con nieve», dirá: «Bebo con armiño del frío», «con requesones de agua», «con vidrieras de diciembre», «con algodón llovido», «con pechugas de nubes», que poder remudar frasis es limpieza.
Ninguna culterana de todos cuatro vocablos ha de llamar al coche «coche»,[482] porque no la respondan los regüeldos o los cochinos. Debe decir: «Auriga, pon el pasacalles», que aunque va a riesgo de una arrebatiña de barberos,[483] es mejor voz, a pagar de mi prosa.[484]
Si la culta fuere vieja, como suele suceder, para no decir a la criada que la afeita: «Macízame de pegotes de solimán[485] estas quijadas y los carcabuezos[486] de las arrugas», dirá: «Jordáname estas navidades cóncavas».[487] Y si hubiere de mandarla que la tiña la greña de canas, la dirá: «Peléame esos siglos cándidos, escuréceme esas albas».
Si llegare a mandar que por falta de dientes la llenen la boca de chitas forasteras, dirá: «Fulana, empiédrame la habla, que tengo la voz sin huesos».
Si fuere moza, aunque tenga una cara bruja que de puro untada vuele por las chimeneas, no ha de decir que se afeita; dirá: «Vengo bien mentirosa de facciones».
Y para decir que se pone mudas[488] en las manos, dirá: «Yo traigo con calladas los diez embelecos».
A los chapines llamará «posteridades de corcho», «adiciones de alcornoque», «tara de la persona», «ceros de la estatura».[489]
Si se ofreciere decir: «No vengo apercibida», dirá: «Vengo inerme», y encomiéndese a Vegecio.[490]
El burlar llame «frustrar».
A las dueñas llame «funestas», y si al epíteto pusieren pleito los cipreses, en tanto que lo juzgan las lentejas, llamaralas «deshombradas».
No dirá, aunque la asierren: «Estoy preñada en tres o cuatro meses»; pero dirá: «Dos en tres, dos en cinco, dos en nueve», y al cabo añadirá: «Yo me entiendo», que para eso se hizo el chiste.
En las visitas no dirá: «Arrastra esa silla», que es ajusticiarla: dirá: «Aproxima requiem»,[491] sin temor de los responsos.
«Ingredientes» llamará a los entrantes, aunque lo gruñan los boticarios y alquimistas.
No dirá «zapatilla de pocos puntos», ni «Calzo o tengo pie pequeño»; dirá: «Tengo pie lacónico» o «calzo vizcaíno».[492]
Si se ofreciere pedir «Quisiera aloja[493] y barquillos», antes la buena cultosa reviente de sed que diga «barquillos» y «aloja»; dirá: «Traigan vive y rumores de oblea»; y si hubiere suplicaciones,[494] llámelas «preces volubles»; y haga Dios lo que fuere servido, que «aloja» y «vive», para con Dios, todo es uno, y así se platica en las casas de posadas.
Es hombre «onusto» dirá, por no decir pesado.
Al pastel llamará «pícaro de masa».
Para no decir «Vengo mal tocada», dirá: «Vengo mal adjetivada».
Al paje llamará «intonso».
«Está inmediata» para decir «está cerca».
Por no decir «Estoy al cabo»,[495] dirá: «Ya agonizo», y Dios la oiga.
A las medias llamará «no enteras».
«Circundada» dirá, no «cercada».
Al veinticuatro de Sevilla o de otra parte, «el señor dos docenas», y es cuenta cabal.
«Soy poco fausta», por «soy poco dichosa».
Por no decir «Me acaba», dirá: «Vuesa merced me estrangula», y es cosa muy lucida.
Suele ser forzoso pedir un guisado o un pastel de turmas,[496] y por no empreñar la prosa, se irá castrando la palabra desta manera: «Denme un pastel de virilidades» o «Hágase hombre el guisado».
«Mesticia» es mejor que «tristeza».
Por no decir «Tengo ventosidades», dirá: «Tengo eolos o céfiros infectos».
Pide el médico el pulso o otra cosa a alguna persona; no se ha de decir: «Tome vuesa merced», ni esta maldita voz se oiga en boca de hembra; «tome» digan ellos, y la cultísima dirá: «aprehenda» o «accipia».
En los pésames ha de encadenarse la palabra «singultos» por «sollozos», «atros» por «lutos», «sarcófago» por «sepultura». La palabra «sepelido» no se olvide. Y si el viudo o apesamado[497] consiente, se dirá «manes» con sus «sidéreas sedes» y su polvillo de «parcas».
Los «rudimentos de la mesa» se han de llamar los antes, y los postres, «la contera del mascar».
Para decir «Tráeme dos huevos, quita las claras y tráeme las yemas», dirá: «Tráeme dos globos de la mujer del gallo, quita las no cultas y adereza el remanente pajizo».
Huevos frescos son «globos instantáneos».
Encomiéndasele mucho, aunque no venga a propósito, estas palabras: «lenta», «intestina», «palumbe», y sobre todo «patíbulo» y «truculento».
«Estoy con fábricas» dirá, por no decir «cámaras».[498]
Si hablare de predicadores, llámelos «metódicos», «provectos», «eruditos», «facundos», «invectivos» y «hiperbólicos».
A la melecina o jeringa llamará «ojeriza de azófar»; y a la cala «entremetida en cosas particulares».[499]
Por no decir «Antes es apretado de bolsa que dadivoso», dirá: «Vuesa merced antes es estítico[500] de bolsa que diurético».
Y porque si dura la visita o conversación mucho suele acabarse a algunas cultas la cultería y tienen conversación remendada de lego y docto y se quedan a buenos romances como a buenas noches, se ha de valer del laberinto de las ocho palabras que nunca se acaban. Las ocho palabras son estas:
Si bien, ansí, de buen aire, descrédito, desaseada, cede, aplaudir, anhelar.
Dánseles por aforro y compañía las siguientes:
Galante, fino, sazón, emular, lo cierto es, esfuerzos, ejemplos, aunque.
Incipit culti gratia
Hilván perpetuo de dislates, sin salir de las ocho palabras en todas materias, cuando la doña Tal Latiniparla suelta la tarabilla y dice así:
Aunque ceda el descrédito, es galante la fineza si aplaudida anhela; si bien emular es desaseo de poca sazón así, mas no deja de ser galante por fino; y lo cierto es así, que no se está de buen aire en el descrédito; así por aplausos de la emulación, así cedida a los esfuerzos desacreditados en lo galante de mejor aire, si bien desacreditan esforzados así.
Y con volver a «lo cierto es», que es coyuntura de todos los desatinos, y sembrar la plática de «ansí es», irá la buena culterana salpicando de necedades por dondequiera que hablare.
Si así lo hiciere, el latín la ayude; y si no, el romance la lleve. Amén.
Fin de La culta latiniparla