V
— Y bueno, ¿tú que tal...? Preguntó Sandra sin demora y deseosa de oír la respuesta.
Olga tomó aire por un segundo. — Bien, supongo — aunque en su respuesta no pareció excesivamente convencida.
— Pero cómo se puede ser tan… Y antes de que finalizara la frase se adelantó a responder Olga.
— ¡Jodido cabrón! — Dijo con total convicción.
— Eso — añadió — yo no lo hubiera definido mejor.
— Pues ya ves, animé a Sergio a ponerlo en manos de la justicia a pesar de su enorme reticencia y desconfianza ante el sistema. Le pedí que les diera un voto de confianza y que no siguiera sentado viéndolas venir, sin más. Y de hecho no fue él quien lo inició; él ha sido la parte demandada en este asunto.
Ambas iniciaron una conversación sobre todo lo acontecido.
— Jamás creí que mi percepción de lo que supuestamente se denomina justo distara tanto de lo que me ha demostrado el sistema judicial — dijo entonces — porque por descontado me niego a denominarlo justicia — apostilló —. Ese Magistrado apuntaría alto en su carrera y decididamente tomó en el caso un protagonismo que no solo no le competía lo más mínimo, sino que me daba a mí el papel principal sin ni tan siquiera haber pasado el casting en el reparto de la misma. Esto sin duda se define en género de cine, como una tragicomedia, no sé si echarme a reír a llorar o a ambas cosas a la vez, debo confesar — dijo con cierto tono pesimista —.
— A mí me parece todo tan descabellado… — susurró Sandra —.
— Sí y con una gran dosis de prevaricación también — señaló Olga —. Párate a pensar por un instante — le dijo — el juicio se realizó en la misma instancia donde trabaja una de las hermanas de Sergio, algo que puede parecer a priori que le favorecía a él de no ser porque como el resto de familia está posicionada a favor de Ruth, su ex mujer. Pero, ¿acaso van a decir que son tan sumamente profesionales, que cuando toman café, juntos, no mencionan, ni comparten, ni discuten ningún tema? No me lo creo.
— Ni yo — dijo Sandra —.
— Por otro lado — prosiguió — el letrado de Sergio, Torrents, sin duda el último de la clase en la facultad de Derecho. Incluso me atrevo a afirmar, que de un par de promociones posteriores a la suya. ¡Por Dios! Cuanta incompetencia y que enorme error contratarle para algo que no iba a dar la talla.
Aquel letrado había sido contratado en septiembre, dejando sorprendentemente pasar cuatro meses sin hacer absolutamente nada hasta que la parte contraria presentara su demanda anticipándose; aunque claro con ese margen, así cualquiera no se anticipa. Además de pasarles las pretensiones de Sergio por escrito, por lo que ellos sabían exactamente lo que Sergio iba a solicitar, así que se lo puso hablando pronto y mal, a huevo a la otra parte, cosiendo a Sergio a demandas que evidentemente generaban la desconfianza hacia él, siendo aquello una estudiada estrategia del letrado de esa parte, que tenía realmente clara cuál debía ser la línea a seguir para salir victoriosos de aquel proceso.
En la demanda, que era un divorcio contencioso, solicitaron reducción del tiempo que él pasaba con su hija y evidentemente un aumento de pensión a favor de ella, cuando la ex de Sergio, Ruth y Olga ya habían llegado a un acuerdo de pagarle por el momento la mitad de lo estipulado hasta que él pudiera hacer frente a la totalidad de los meses que le debía.
— Totalmente incierto que no le pagara desde la separación, como intentaron hacer creer por todos los medios con tal de desacreditarle a él.
— Bueno y de eso hay justificantes, ¿no?
— Por supuesto que los hay, pero hay personas que se lo creen todo a pies juntillas y más si la que lo cuenta suelta alguna que otra lagrimita y se hace la víctima. Lo intentó incluso conmigo, diciéndome que él no le pagaba nada. Pero entonces le informé de que los ingresos los realizaba yo y no Sergio.
— ¡Menuda plancha! Y, ¿qué te respondió?
— Nada, que me iba a responder. Hay disculpa es que, como acostumbro a mentir y me está dando tan buenos resultados que ya me empiezo a creer mis propias mentiras — dijo usando un tono guasón.
— No claro…
— Y después el tema de Torrents, que me negó conocer al abogado de la parte contraria, el letrado Félix Castro un estirado repelente con aires de autosuficiencia y sonrisita cínica, al que conocía de salir de fiesta en mi época adolescente. Exactamente de lo mismo que conocía al letrado Torrents, por lo que todos siendo de la misma quinta año arriba año abajo, y conociéndoles a los dos del mismo entorno y habiendo ellos estudiado la misma carrera extrañamente no se conocían, ¿curioso no?
— Pues sí.
— Evidentemente el letrado mintió como un bellaco, y después encima pretenden ir por la vida con la cabeza alta y definiéndose a sí mismos cómo grandes profesionales. No es de extrañar que vaya en alza la desconfianza por parte de la ciudadanía hacia ellos. Como en todos los colectivos evidentemente también pagan justos por pecadores, pero lo cierto es que no comprendo de qué les sirve un código deontológico que al fin y al cabo con tal de ganar un juicio, se pasan por el arco de triunfo por decirlo finamente.
Olga fue quien tuvo que recopilar toda la documentación de respuesta a la demanda que además fue presentada al juzgado casi en el tiempo límite; exactamente alrededor de las dos de la tarde del que denominan ellos el día de gracia. Por lo que a aquellas alturas aún seguía teniendo dudas, de que de no haberse presentado en el despacho aquél mediodía quizá jamás hubiera sido presentada dejando pasar el plazo, provocando la indefensión a Sergio premeditadamente por parte de su letrado. Una respuesta, que ella ayudaría a redactar y que a aquellas alturas él estaba iniciando, la cual acompañaron de jurisprudencia facilitada también por Olga, porque él seguía sin hacer sus deberes.
— Y a eso, ¿llaman profesional de la abogacía?
— Sí Sandra, lamentablemente eso parece. Pero ahí no quedó todo, pues la sentencia fue dictada a los tres días del juicio, con un fin de semana de por medio. Significa, o que el magistrado invirtió una sola jornada en tomar la decisión o se llevó el trabajo a casa y lo decidió durante el fin de semana. O quizá lo que estimo como más creíble es que el Juez-Magistrado Claudio Pulido, ya tenía una decisión al respecto mucho antes del juicio.
— Demasiadas irregularidades si las sopesas — dijo Miguel participando en la conversación, de la cual seguía sin perder el más mínimo detalle al relato.
Él se mantenía desde hacía un buen rato en una de las esquinas de la barra donde descansaba apoyando sus codos y dejando así reposar su cuerpo, mientras Sandra asentía con la cabeza a aquel comentario.
— Correcto — añadió Olga — por eso al leer la sentencia, como bien apuntaba Sandra de lo más descabellada y hablar con el Letrado Luis Torrents de que la haría pública, él se puso de inmediato a la defensiva y trató por todos medios que desistiera de ello.
Miguel alucinaba. — Y qué quería, ¿qué te quedaras callada y asumieras el pago de la pensión de la niña de Sergio sin más, tal y cómo había mencionado el Juez en su sentencia?
— Mira, lo más patético del caso — dijo Olga — es que me critiquen por salir a defenderme o incluso me ataquen por haber aparecido en medios de comunicación.
Y así fue, se trataba de un caso sin precedentes en España, un magistrado dictando una sentencia de divorcio por la que según su percepción, la pareja de ese separado tenía ingresos para el pago de la manutención de la hija de él y su ex mujer, cuando legalmente no existía ley alguna que sustentara eso y con el añadido de que en ningún momento se informó de la situación de Olga, que además había sido despedida de su empleo fijo poco antes. Ella simplemente la dio a conocer a la opinión pública ejerciendo así su derecho a la libertad de expresión que dicho juez le denegó en su día, ya que argumentó en el juicio que no era quién para declarar, sin embargo si la tuvo en cuenta para que se hiciera cargo de ese pago, sin plantearse en absoluto cuál era su realidad y situación en la fecha. A la otra parte les podía parecer mejor o peor que ella hubiera sido inicialmente citada a declarar, pero lo cierto es que para bien o para mal, formaba parte de toda esa historia partiendo de la base de que la ex mujer también se benefició durante largo tiempo de tener a quien poder llamar o con quien contactar cuando le era necesario en los temas referentes a su hija, al no serle posible por el mal entendimiento que existía con el padre de la niña agravado tras ponerle una denuncia y solicitar entonces una orden de alejamiento contra él; algo que Olga hacía de forma desinteresada, pues a ella no le aportaba absolutamente nada más allá de aguantar los cambios de humor de aquella persona.
Como Sergio no podía hacerse cargo de esa cantidad que pretendían, el juez le pasaba la responsabilidad a Olga, posiblemente como castigo por mantener una relación con un separado, quizá una postura de lo más carca y retrógrada por parte suya, que a diferencia de lo que pudiera parecer no se trataba de alguien excesivamente entrado en años, más bien al contrario. Indudablemente esa fue su mejor manera de satisfacer las pretensiones de la otra parte.
Así que cuando le dieron a Olga la oportunidad de expresarse a través de un reportaje en un medio de comunicación como el País no tuvo ninguna duda de que era la mejor manera de poner en evidencia lo que consideró una injusticia con todas las letras.
Desde la mañana en que apareció el artículo en prensa hasta prácticamente las cuarenta y ocho horas siguientes su teléfono no dejaría de sonar, estaba totalmente desbordada, porque además tampoco estaba acostumbrada a tratar con los medios y ni siquiera sabía la trascendencia que iba a tener todo ello.
Desde luego si hubieran querido protagonismo tal y como criticaron posteriormente, Sergio habría aparecido en persona o fotografía en algún sitio y no fue así. Únicamente apareció Olga, porque era a ella a quién implicaban en aquel tema. Desde luego muchos no llegaron a darse cuenta del significado que tuvo y de lo que llevaba implícito esa sentencia. Si se hubiera hecho firme, creaba jurisprudencia de manera que cualquier españolito de a pie que se juntara o iniciara una relación con un separado/a con hijos le podrían solicitar esa misma pensión si la persona obligada no pudiera hacer frente a ella o al menos, cabía esa posibilidad.
— ¿Qué habríais hecho vosotros? — Preguntó Olga —.
— ¡Paga y calla! ¿No? — dijo Miguel.
— Sí, correcto. Eso es lo que me decían en escritos sin autoría a través de internet, muchos de los cobardes que al otro lado del teclado se escondieron para hacerme llegar así su opinión de que pagara y me callara, pues ese era el precio por tener una relación con él argumentaban.
— Pero eso es totalmente ¡injusto! — Dijo Nieves, una clienta que se había añadido a la conversación y que replicaba a eso —. Entonces te imaginas — prosiguió — si una de mis hijas conoce a alguien y no llega a pagar la pensión de sus hijos por el motivo que fuere, aparece un juez y sin ningún tipo de reparo y sin saber las responsabilidades que tiene mi hija decide que esa responsabilidad recaiga ¿sobre ella? Vaya, que bien por el Sr. Juez y ¿por qué no paga él? Que a fin de cuentas tiene tanto parentesco con la criatura que puedas tener tú. O el resto de familia…— agregó — que sin duda les toca más de cerca que a ti.
— Llegados a este punto una se pregunta, y ya puestos si el señor juez decide que vayas a limpiarle el piso a ella un par de veces por semana qué, ¿también? — Dijo con un síntoma de indignación Sandra.
— Sí claro, y que le preste ¡mí, casa! Viviendo en la costa, vacaciones en la playa patrocinadas por mí, y yo pues nada debajo de un puente hasta pasado el verano… — añadió Olga en tono sarcástico, sin poder evitarlo y pensando que total ya no le venía de ahí.
Todos sonrieron, qué más cabía hacer.
— Y finalmente, ¿qué pasó? — Preguntó Ramón que salió del trabajo a tomar su cortado diario y se había añadido al grupo.
Lo cierto es que se fue creando un corro entorno a ellos y su interesante debate en el que había todo tipo de opiniones, principalmente a favor de la postura de Olga. Aunque aquellos quiénes se posicionaban ligeramente al otro bando, no tardaban en replanteárselo cuando ella les exponía que les parecería si fuera hija o hermana de uno de ellos, si les tocara de lleno. ¡Ah, amigo! Cómo cambian las cosas cuando algo les afecta directamente en vez de ser meros espectadores. Ansiaban conocer los detalles, a fin de cuentas aquello podía sucederle a cualquiera.
— Pues lo primero — señaló — fue contratar a otro letrado, ponerle al corriente de todo, facilitarle la documentación y no perder tiempo ya que tienes un margen breve para preparar el recurso de apelación y afortunadamente en esta ocasión si se trató de un verdadero profesional de la abogacía, pues se mantuvo en su lugar en todo momento y sin pretender protagonismos a diferencia de los otros.
Seis meses más tarde, un período que les pareció larguísimo aunque generalmente tardan mucho más, la Audiencia se pronunció rectificando la cantidad de pensión que Sergio debía pagar mensualmente y rebajándosela a su realidad económica. Previo pago, porque evidentemente un recurso no es gratuito aunque se hubiera cometido una injusticia y la presión mediática por supuesto fue favorable, jugando un papel importante porque de no enterarse nadie, posiblemente la Audiencia la hubiera simplemente ratificado sin más.
— ¿Y tú tema? — Le preguntaron entonces varios al unísono.
— Pues pasaron muy de puntillas, puntualizando que no podía tenerse en cuenta mis ingresos para cuantificar la pensión y lo dejaron así como quién no quiere la cosa, también mencionaron que aquella cantidad debía ser suficiente para el sustento de la menor, que además cursaba sus estudios en una escuela pública. Expresaron el hecho de que ella tenía unos ingresos superiores a él, motivo por el cuál si fuera necesario Ruth debía aportar más a la manutención de su hija.
— Eso no debió gustarle lo más mínimo…— respondió Miguel.
— ¿Gustarle? — dijo ella —. Se las prometía muy felices tras la sentencia del Juez Pulido, aunque debo confesaros que la primera vez que llegó a mis oídos la posibilidad de hacerme cargo yo de esa manutención, fue un año atrás en una conversación telefónica con ella en la que ni corta ni perezosa me metió en el pack e insinuó que la pagara yo, ya que según dijo: nosotros, éramos dos. Evidentemente a ella poco le importaba las obligaciones de pago o ingresos con los que yo contaba, la cuestión era solucionarse su propio problema, los que pudiera tener yo, evidentemente eran míos — dijo Olga dando explicación a sus preguntas.
— ¡Qué morro! Está claro que la chica de tonta no tiene un pelo — mencionó Ramón —.
— ¡Vaya! ¿No te apetece aportar un tanto cada mes para la educación de nuestro hijo? — Sonrió Sandra dirigiéndose a Olga, mientras descaradamente guiñaba un ojo a su marido.
Miguel precisó: — Sí, nos vendría muy bien, ¿qué te parece, ONG Olga?
— Chicos, no me toméis el pelo — sonrió — lo cierto es que tras haber puesto todo mi interés en hacer las cosas como consideré más coherentes y después de haber sido la intermediaria entre ellos, algo que dudo que hagan muchas. Porque, a ver quién quiere hablar con una ex, ¿eh? Pero me ha sido de ayuda para reafirmarme en que esta chica me da lástima.
— ¿Qué dices Olga? ¿Cómo te va a dar lástima? — Recriminó Nieves —.
— Sí lo digo en serio, me da pena —. En el fondo no es más que una pobre desgraciada amargada, tiene una hija preciosa que no se merece y podría tener una vida fantástica, un buen trabajo, un buen sueldo y seguir adelante con su vida. Pero no, prefiere estar siempre haciéndole la puñeta a él y todo eso la está consumiendo por dentro, no hay más que verla.
— Se comprende que haya conflictos inicialmente — dijo Nieves —.
— Estoy de acuerdo. Aunque no sea la postura más adecuada cuando existen hijos de por medio, pero es cierto que a veces es complicado. Pero pasados los años, no es normal que los conflictos en vez de menguar sean cada vez mayores — argumentó Ramón —.
— Sergio puede tener muchos defectos — respondió Olga — pero no hay duda de que quiere a su hija y a Ruth eso debería serle suficiente por el bien de la niña y de su estabilidad emocional, porque la pensión bien se la paga. ¿Qué no es la cantidad que ella desea? Es evidente que no, pero quizá debiera haber escogido a un padre para su hija con más posibles, si lo que realmente primaba era el tema económico —. Por eso me da pena, porque la alegría y felicidad de su hija le importa un comino, tan solo le interesa el dinero y poder controlarlo todo, sus decisiones son siempre las acertadas, sin embargo nadie la obligó a tener una hija con él. Quizá debiera reflexionar su parte de culpa y asumirla también, al fin y al cabo, cometer errores es humano y tener un hijo debiera ser algo mucho más meditado.
Y cuando se decide llevarlo adelante, apechugar; sepárate si así lo consideras, pero jamás utilices a un menor, que lo único que quiere es crecer junto a ambos aunque deba ser por separado — bueno no os voy a hablar más de ella, ni siquiera voy a permitirle que ocupe en mi vida más tiempo del puramente necesario — dijo entonces Olga que empezaba a estar un poco cansada de que todo diera siempre vueltas en referencia a los mismos temas.
— Sí, hora de regresar al trabajo — dijo Ramón — o me echarán a la calle.
— Hasta luego, yo también me marcho a casa — dijo entonces despidiéndose de todos ellos.
Ramón y Olga se alejaron cada uno tomando su camino, dejando en el interior del local al resto de contertulios, instante sin duda que se convirtió en un momento de reflexión por parte de todos, era evidente que cada uno y según sus propias experiencias podían tener distintas formas de reaccionar ante la misma situación, pero de lo que no cabía duda, es que si en algo estaban de acuerdo, era que nada debía entorpecer ni interponerse en que un hijo se relacionara con sus dos progenitores por igual.