Capítulo XXI

LA BATALLA DE CATALUÑA

Era la retaguardia el termómetro de la tragedia. Inútil que Negrín y el Partido Comunista quisieran hacer creer a las gentes de la España republicana que el Ebro había sido el escenario de una gran victoria militar que había salvado a Valencia. La gente no creía. No hablaba porque todavía era peligroso hablar en voz alta. Pero todo era claro. La gente no pensaba ya en la guerra, pensaba en los vencedores de la guerra, pensaba en la posguerra. Y el miedo comenzaba a penetrar en el cuerpo y alma de millones de gentes cuyos rostros reflejaban una gran tristeza y un gran esfuerzo para no llorar: porque no sólo era la muerte de una ilusión, era también el comienzo de un calvario terrible. Porque la guerra de España a diferencia de otras guerras la había alimentado en ambas partes el miedo más que razones ideológicas, salvo en los comunistas y en los falangistas, las dos fuerzas que sí sabían lo que querían.

* * *

Para Castro la vida seguía siendo igual. La vida para él eran tareas, no horas ni días. Y su tarea ahora no era luchar para vencer porque esto ya era imposible; su tarea consistía en fortalecer la resistencia para prolongar la lucha, porque la lucha de España seguía pesando en las cancillerías de Europa y en Berlín y en Moscú, en Italia y en Londres y en Francia, en la que los restos del Frente Popular permanecían agazapados… Castro trabajaba como siempre, pendiente de los frentes, pero insensible a la tragedia. Para él la guerra y la derrota eran el final de una etapa, no el fin; sabía que detrás de esta etapa vendría otra aunque todavía no supiera cuál. Los «cuadros» comunistas tenían esta gran ventaja sobre los demás: saber que para ellos no existía otro fin que la victoria. Porque desde el punto de vista general, desde el punto de vista de la gran batalla por el triunfo del socialismo en el mundo, España no dejaba de ser una escaramuza. Tenían además la ventaja sobre los demás de saber que fuera de España seguirían luchando por la misma causa que lo hicieron en España. Ellos no eran combatientes de un ejército nacional, ellos eran combatientes de un ejército que tenía como misión la conquista de un mundo.

Aquel día, en las primeras horas de la mañana recibió una llamada telefónica:

—Aquí, Castro.

—……

—Hola, Líster, dime…

—……

—Tengo mucho trabajo…

—……

—Bien, iré.

Abandonó Barcelona al mediodía. Su destino: Sitges. Y en silencio fue dejándose llevar por aquella carretera que bordeaba el mar. Pasando pueblos y pueblos de trabajo y silencio.

«¿Para qué esta comida?»

No lo sabía. Líster solamente le había dicho que era indispensable su presencia. Que estaría el Buró Político, Palmiro Togliatti y los principales jefes militares y políticos del Partido.

«¿Para analizar la situación?»

Castro sabía que para esto no se hubieran reunido en un pueblo precioso, de descanso y lujo. Además no consideraba necesario analizar la situación La situación era clara, clarísima: la guerra estaba perdida, sólo quedaba prolongar la resistencia.

Y llegó al hotel en que Líster vivía con su familia. Frente al hotel el mar. Y aroma de mar y campo. Y allí, andando de un lado para otro, en pequeños grupos la plana mayor del comunismo español. Menos José Díaz que continuaba enfermo, más enfermo cada vez, allí estaba todo: Checa, Mije, Antón, Uribe, Pasionaria, Togliatti, Carlos Contreras, Líster y Modesto, Delage y Santiago Álvarez, sus comisarios; López Iglesias y el teniente coronel Rodríguez, los jefes de los Estados Mayores de Líster y Modesto y Antonio Cordón. Y «El Campesino», que recordaba el África desconocida y misteriosa poblada de fieras y de hombres que casi lo eran también… Y Carmina, la mujer de Líster; y la madre de la mujer de Líster; y las criadas de la casa de Líster; y los escoltas que cuidaban la casa de Líster de un lado para otro con prisas preparando la mesa, sirviendo vinos y aperitivos… Y los dioses bebiendo… En un maravilloso hotelito con altas tapias para que España no los viera beber vinos de las mejores marcas y manjares que recordaban un poco las bodas de Camacho.

Saludó.

Y habló con unos y con otros de pequeñas cosas, porque nadie hablaba de la guerra. Hasta que Carmina gritó:

«¡A la mesa, camaradas!»

Y se fueron sentando en los sitios que les indicaban los escoltas que ni para servir la mesa se habían quitado las pistolas del cinto. Se comió y se bebió mucho. Se habló poco de España y mucho de África entre las risas de todos. Porque «El Campesino» comenzó a hablar de cuando fue jefe del Estado Mayor de Ab-del-Krim, un viejo rebelde que fue el alma del famoso desastre de España en Anual, en la tercera década del siglo. Era mentira. Pero la historia era contada maravillosamente, con una fantasía que recordaba «Las mil y una noches». Los demás reían y reían, porque allí se encontraban gentes como Iglesias y Rodríguez que habían estado años en África y que abrían los ojos llenos de asombro frente a aquella mentira que les hacía dudar si sería verdad… ¡Maravilloso embustero «El Campesino»…! Y de España nada.

Nada de la guerra.

Los jefes habían ido a comer y beber… ¿Sólo a esto?… Aparentemente sólo a esto, pero Castro se figuró, espiando las miradas de Checa y Togliatti, que se estaban registrando los gestos de todos… ¡El Partido pulsaba a sus hombres!… A través de una comida rociada con los mejores vinos, con buen café y coñac del mejor…

Era difícil disimular.

El vino duerme la prudencia.

Y después todos flanqueados por los escoltas de Líster a la playa. Y la gente mirando cómo la señora de Líster, embarazada, se mojaba los pies bajo las miradas vigilantes de los empistolados… Y al caer del sol, ante un mar de colores extraños y un cielo de horizontes rojos, la retirada, Y cada cual a su coche Y cada cual a su lugar.

Y nada de España.

Ni de la guerra.

Beber y comer bajo las miradas de Checa y Togliatti…

* * *

Castro piensa en los suyos: Manolo en el aeródromo de Villafranca del Panadés: Carlos en el XII Cuerpo; Eduardo como comisario trabajando en la organización de dos nuevas divisiones que no llegarían a entrar en el fuego. Y la madre y Concha en Arenys de Mar. Eran los suyos. Después se hundió en su despacho y comenzó a mirar la noche que cubría la ciudad, una ciudad encogida que esperaba lo inevitable.

* * *

Para el Estado Mayor republicano era clara la debilidad militar de Cataluña, así como su importancia político estratégico-económica para la continuación de la lucha. No ignoraba que la defensa de Cataluña no dependía exclusivamente de sus medios, sino esencialmente del apoyo que fueran capaces de prestarla los ejércitos de la zona Centro-Sur.

Con vistas a resolver el importante problema de la defensa del territorio catalán sobre la base de la cooperación estratégica de ambos frentes, catalán y Centro-Sur, el Estado Mayor perfiló definitivamente el plan de maniobra de la zona Centro-Sur. Las líneas generales de este plan eran las siguientes:

Primero. — Un ataque en el extremo derecho-sur del frente enemigo, actuando combinadamente las tropas de tierra, con la flota y una brigada de desembarco con objeto de atraer las reservas enemigas de Andalucía y Extremadura y crear una amenaza sobre Málaga y en el sur de Granada.

Segundo. — Un ataque principal sobre el frente Córdoba-Peñarroya con un núcleo de tres Cuerpos de Ejército con la misión de romper el frente enemigo en el enlace de Extremadura y Andalucía y ocupar Puertollano y explotar el éxito en dirección Zafra-Sevilla.

Tercero. — Un ataque complementario en el frente del Ejército del Centro para cortar las comunicaciones enemigas del frente de Madrid con Extremadura aprovechando el debilitamiento que se haya podido producir al enemigo de este frente al llevar sus reservas a Extremadura para detener el ataque principal.

Con esto se consideraba que al menos se impediría al enemigo alimentar la batalla en Cataluña.

En la zona catalana la maniobra del Ejército republicano consistiría:

Primero. — La defensa tenaz de los sectores atacados.

Segundo. — Maniobra de los tres Cuerpos de Ejército de reserva contraatacando sobre los flancos y retaguardia enemiga en caso de ruptura.

Tercero. —Y si las circunstancias lo exigían pasar a la defensa de maniobra apoyándose en la ocupación sucesiva de las líneas de defensa establecidas o proyectadas en toda la profundidad del territorio catalán.

En resumen era claro que después de la batalla del Ebro, el plan de defensa dé Cataluña necesariamente se tenía que apoyar en operaciones activas de carácter decisivo en la Zona Centro-Sur.

En Cataluña sólo podía aspirar, con las fuerzas y el territorio limitado de que se disponía, a lograr el fin de fijar al enemigo y ganar tiempo. Mas no podía proponerse el plan del general Rojo. El centro de gravedad de la guerra más claro que nunca se precisaba en la zona Centro-Sur.

El plan del general Rojo tenía algunas debilidades que creaban el peligro de malograr su propósito.

La maniobra del general Rojo en Extremadura-Andalucía quería parecerse al plan «P». Sin embargo, y esta era la primera debilidad, los efectivos para esta operación eran un 40 por ciento más reducidos. Esto y el hecho de haber elegido para el ataque un amplio sector llevaría inevitablemente a la dispersión de las fuerzas y ello a debilitar la potencia del golpe poniendo en peligro la finalidad estratégica fijada.

El ataque complementario en el frente del Ejército del Centro, y esta es la segunda debilidad del plan, estaba condenado al fracaso. Ni la sorpresa, ni la superioridad de fuerzas y técnicas logradas en la operación de Brunete podrían lograrse La dirección del ataque elegido era una zona «tanteada» que había permitido al enemigo comprender su importancia y reforzar su defensa y además porque el Ejército republicano no lograría en una dirección secundaria concentrar mayor número de fuerzas y medios que los reunidos cuando la operación de Brunete en la dirección del esfuerzo principal.

Y la tercera y principal del plan en su conjunto reside precisamente en que la atención principal (el gobierno, el E. M. C., y el general Rojo) se concentra en el teatro secundario multiplicando las instancias y entorpeciendo los trámites. Y el teatro principal, allí donde podía ser aún eficaz y más necesaria la acción del gobierno (preparación de reservas y movilización de las fuerzas de producción) y donde el mando supremo tenía su campo natural de acción, donde había aún fuerzas frescas, espacio amplio para la maniobra, puertos para la flota, campos para la aviación y cuatro ejércitos, el teatro principal de las operaciones militares, en el momento decisivo de la guerra quedaba abandonado a la enciclopédica incapacidad del general Miaja rodeado de un grupo personal en el que dominaban los arribistas, los aventureros y donde se escondían los traidores. La presencia del general Matallana en el Estado Mayor del Grupo de Ejércitos no era suficiente a pesar de sus deseos, para anular en la dirección de las operaciones los efectos de la incapacidad y la traición. La dirección de hecho recaería siempre en el general Miaja, entregado al teniente coronel Garijo y al teniente coronel Muedra.

Por tanto quedaba excluido el que la existencia de una dirección audaz y llena de decisión pudiera corregir con una realización justa las debilidades fundamentales del propio plan.

* * *

La relación de fuerzas en el frente catalán en vísperas de la batalla era la siguiente:

Republicanos. En un frente de 300 kilómetros tenían desplegados de Sur a Norte los cuerpos de Ejército XXIV, XII, XVIII y XI y como reserva general de los Cuerpos de Ejército V y XV en segundo escalón en el Ejército del Ebro y el X Cuerpo de Ejército en el frente del Este. Los efectivos del Grupo de Ejércitos de la zona catalana (Ejércitos del Ebro y Este) eran los siguientes: 170.000 hombres, 86.000 fusiles, 3.700 ametralladoras, 280 cañones, 75 morteros, 125 tanques blindados y 124 aviones.

En cuanto a la fortificación en el frente catalán era mala: la primera línea de unos 300 kilómetros, demasiado extensa para los efectivos, estaba poco desarrollada en profundidad; la segunda línea de unos 80 kilómetros adolecía de este mismo defecto. Los ríos de Cataluña no constituían obstáculos serios contra una ofensiva. Sin embargo, el régimen inestable de su corriente y la posibilidad de regularizar el nivel del agua por medio de presas, aumentaba la potencialidad táctica de los ríos Segre, Noguera Pa-llaresa y Llobregat.

El mando republicano creyendo posible una ofensiva enemiga en las tres direcciones: Tremp-Artesa de Segre-Cabeza de Puente de Balaguer-Agramunt-Cervera-Cabeza de puente de Serós-Tarragona, concentró sus reservas de tal forma que aseguraran el contragolpe en cualquiera de estas tres direcciones de penetración.

Franquistas. —La concentración del general Franco la componían tres Cuerpos de Ejército en línea (9 divisiones) y 5 Cuerpos de Ejército (15 divisiones) en la reserva operativa próxima.

Para su plan de apoderarse de Cataluña fueron creadas dos agrupaciones de choque: la agrupación Sur la componían los Cuerpos de Ejército Navarro, Cuerpo Expedicionario Italiano y en segundo escalón el Cuerpo Marroquí para la explotación del éxito, en total 8-10 divisiones; la agrupación Norte estaba integrada por el Cuerpo de Aragón en la dirección Calaf-Manresa y el Cuerpo del Maestrazgo en la dirección Pons-Solsona-Berga y el Cuerpo de Urgel (6-8 divisiones) en la dirección Tremp… La agrupación del Sur estaba apoyada por 500 piezas de artillería y 200 tanques y la agrupación Norte con 300 piezas y 100 tanques. Ambas agrupaciones estarían apoyadas por 500 aviones.

De esto se desprende que la superioridad de los fascistas en vísperas de la batalla era: doble en infantería, cuádruple en aviación, ocho veces en artillería (teniendo en cuenta el estado del material republicano) y triple en tanques.

En estas condiciones iba a comenzar la batalla decisiva.

¿Qué harían los Ejércitos de la Zona Centro-Sur?

* * *

Europa estaba adormecida por una gran y estúpida ilusión: «Munich es malo, pero es la paz».

* * *

La batalla de Cataluña duró 40 días y se desarrolló en tres etapas:

Primera. —Desde el 23 de diciembre de 1938 hasta el 15 de enero de 1939, que abarcaba desde la ruptura del frente republicano hasta la conquista por los fascistas de Tarragona. En estos períodos se desarrollan encarnizados combates en los que el Ejército del Ebro sufre cuantiosas e irreparables pérdidas.

Segunda. —Desde el 16 al 26 de enero que va desde la caída de Tarragona hasta la ocupación de Barcelona con el derrumbamiento del aparato republicano.

Tercera. —Desde el 27 de enero hasta el 9 de febrero en que se produce la agonía lenta y heroica de los Ejércitos republicanos que en combates constantes, envueltos cada día por el enemigo, van cediendo lentamente el terreno.

* * *

El día 23 de diciembre el enemigo inicia su ofensiva al sur de Lérida, en el frente del XII Cuerpo de Ejército que mandaba Etelvino Vega y que tenía como comisario a Virgilio Llanos Y rompe el frente. El mando republicano comenzó a aproximar en la dirección sur los cuerpos de ejército X y XV con vistas a estrangular la penetración enemiga. Pero los acontecimientos iban muy rápidos.

La inexistencia de un frente continuo de cobertura por la poca resistencia que ofrecieron el primer día las unidades del XII Cuerpo de Ejército hizo que antes que el V Cuerpo pudiera alcanzar las bases de partida para lanzar su contraataque las ocupara el enemigo. El V Cuerpo se vio obligado a ir metiendo sus unidades por partes en una batalla de encuentro entre fuerzas muy superiores y que dominaban absolutamente en el aire, al tener que lanzar a la 11 División a tapar la brecha abierta. Simultáneamente el XV Cuerpo que se aproximaba por el sur hacia el lugar de la ruptura tropezó con las vanguardias de los Cuerpos de Ejército italiano y navarro.

El día 25, a los dos días de comenzada la ofensiva enemiga, en el sector del XII Cuerpo (Ejército del Ebro) las fuerzas de los Cuerpos V y XV (reservas fundamentales del mando en el sector Sur) quedaban embebidas. En el sector Norte aunque fue necesario utilizar algunas brigadas del X Cuerpo de Ejército aún quedaban algunas en reserva.

Pero el contraataque de los Cuerpos de Ejército V y XV del que el Estado Mayor esperaba el restablecimiento de la situación no llegó a realizarse y se embebieron todas sus fuerzas. En el norte las fuerzas de reserva (X Cuerpo) se habían reducido extraordinariamente.

¡Tal era la situación a las 48 horas de la batalla!

El enemigo una vez que consiguió una amplia plaza de armas en el margen oriental del Segre continuó desarrollando su ofensiva: el cuerpo de Ejército italiano en la dirección Borjas Blancas y el Cuerpo de Ejército Navarro en la disección de Granadella.

He aquí cómo ocurrieron los acontecimientos en el frente del Ebro desde el 26 de diciembre hasta el 5 de enero:

En el sector del Ejército del Ebro. El día 26 el Cuerpo de Ejército italiano atacó a la II División del V Cuerpo de Ejército republicano. Para este ataque realizado en un frente de cuatro kilómetros y medio los italianos desplegaron sus fuerzas con dos divisiones en primer escalón, apoyadas por más de 110 tanques y 200 aviones, La división republicana no disponía más que de 36 tanques y 60 aviones. Durante siete días se desarrollaron encarnizados combates a través de los cuales el enemigo logró empujar a la 11 División 3 kilómetros hacia el norte tras de la línea del ferrocarril Lérida-Borjas Blancas. El ataque del Cuerpo de Ejército Navarro los días 30 y 31 de diciembre en un frente de 6 kilómetros apoyados por 170 piezas de artillería y 90 tanques contra la 24 División del XV Cuerpo que disponía solamente de 30 cañones y 30 tanques también fracasó aunque en la defensa la unidad republicana perdió el 50 por ciento de sus efectivos.

El día 3 de enero y ante los pocos éxitos logrados en sus ataques contra la 11 División el Cuerpo Italiano atacó con dos divisiones, una en segundo escalón a la 45 División republicana que defendía Castelldans en un frente de cuatro kilómetros y medio y que no disponía más que de 16 tanques y 25 aviones. En dos días de combates intensos los italianos rompieron el frente en una anchura de 6 kilómetros y profundizaron cerca de 7. El combate se decidió no por el choque frontal, sino por la ruptura del Cuerpo Italiano en el límite entre los cuerpos republicanos V y XV en la dirección Lloveras-Serviá-Viscuza-Montblanch El Cuerpo Italiano prosiguió su avance y lanzó a la División de Flechas Negras contra la 100 Brigada republicana que acababa de situarse delante de Borjas Blancas. En un frente de dos kilómetros y medio concentró el fuego de 100 piezas de artillería y 20 tanques. La 100 Brigada que no disponía en su apoyo de más de 12 aviones y 10 tanques aguantó el ataque italiano con gran heroísmo. Pero con la llegada de la noche no se detuvo el ataque. Con fuerzas frescas los italianos prosiguieron el combate. Después de encarnizados combates en que la 100 Brigada llegó al agotamiento, los italianos lograron entrar en Borjas Blancas convertida en escombros.

En el sector del Ejército del Este. En el sector de Artesa de Segre el enemigo con tres divisiones, 200 piezas de artillería 50 carros de combate y 150 aviones se lanzó contra las líneas republicanas defendidas por dos brigadas en un frente de 20 kilómetros y que sólo disponían de 45 piezas de artillería. Detenidos en la línea que protegía Artesa de Segre los fascistas atacan el día 3 en la dirección de Pons. Casi rodeados los republicanos por la ocupación por el enemigo de la Sierra Grossa, se vieron obligados a evacuar el día 4 Artesa de Segre.

La situación para los republicanos en estos días de lucha se había hecho extraordinariamente difícil. Desde que comenzó la ofensiva enemiga se habían embebido todas las reservas generales. Además de esto las divisiones 26, 16 y 56 hablan quedado prácticamente deshechas. Las bajas en el resto de las unidades era difícil cubrirlas. El repliegue efectuado a la línea «L2» no había mejorado gran cosa la situación, ya que el desgaste de las unidades del Ejército del Ebro y el peligro de envolvimiento desde Artesa de Segre ponía en peligro la línea «L2», la Única línea de resistencia organizada que quedaba a los republicanos.

La lucha proseguía sin tregua. He aquí lo fundamental de ella hasta el fin de la primera etapa de la batalla de Cataluña:

En el sector del Ejército del Ebro. Del 6 al 15 de enero en el sector del V Cuerpo Republicano, las divisiones italianas continuaron su ataque contra el flanco y el centro de dicha unidad ocupando Vinaixa y Vimbodí y avanzando unos 10 kilómetros en la dirección de Montblanch. Durante el día 10 las fuerzas invasoras atacaron furiosamente Montblanch que logran ocupar el día 11. A partir de este momento el enemigo concentró en este sector del frente todas sus fuerzas en las direcciones Montblanch-Igualada y Montblanch-Tarragona. El día 15 el enemigo ocupó Cervera y horas más tarde Tarragona después que los republicanos lograron replegar las fuerzas del XXIV Cuerpo que guarnecía el sector del Ebro. Con ello el enemigo había logrado el primer objeto de la ofensiva: derribar el frente del Ebro apoyando su flanco derecho en el mar.

En el sector del Ejército del Este. El día 13 el enemigo con dos divisiones apoyadas por 140 aviones y 60 tanques atacó Agramunt después de una preparación artillera de tres horas y 60 vuelos de avión en varios escalones en un frente de tres kilómetros y medio que era defendido por fuerzas del XVIII Cuerpo que solamente contaba con 24 cañones y 25 tanques Durante todo el día se combatió tenazmente. Al final de la jornada las fuerzas franquistas rompiendo la defensa republicana ocuparon Agramunt.

* * *

Paralelamente al desarrollo de los más intensos combares en Cataluña comenzó la operación de las fuerzas del Grupo de Ejércitos de la zona Centro-Sur en Extremadura.

El golpe principal en el plan de acción de la zona Centro-Sur se lanzó sin que se hubiera dado la primera condición necesaria para el éxito que exigía el Estado Mayor Central: el desplazamiento de las reservas del Ejército de Andalucía a la zona de Motril. La causa residió en la negativa del general Miaja a realizar la operación de Motril. Con ello el general Miaja mostraba su consecuencia en la aplicación de la línea que se había fijado cuando la ofensiva enemiga en Aragón: reservar sus fuerzas de la zona Centro-Sur con vistas, en caso de una ofensiva general enemiga, de poder defenderse el tiempo necesario para asegurar su huida. Esta línea daba como resultado que se fueran aniquilando por partes las mejores fuerzas del ejército republicano facilitando con ello las tareas militares del enemigo.

De todas maneras la operación de Motril hubiera fracasado.

Pues en previsión de que la resistencia del general Miaja pudiera ser vencida por el Estado Mayor Central los saboteadores habían tomado su medidas: la Brigada especial número 1 que había de llevar a cabo el desembarco en Motril en combinación con una proyectada operación de tierra recibió 24 horas antes de la fijada para el embarque la dotación de municiones consistente en: 3.000.000 de cartuchos do fusil; 3.000 granadas de mano; 1.500 granadas de mortero.

Al efectuar el jefe de la brigada comandante Arriaga la comprobación de la munición encontró: vacías las cápsulas detonadoras del artificio de fuego en los cartuchos de fusil, lo que las hacía completamente inútiles; más de un 30 por ciento de las granadas de mano probadas hicieron explosiones prematuras hiriendo a los que las lanzaban; los detonadores de las granadas de mortero tenían vacías las cápsulas de cebo al igual que los cartuchos de fusil haciéndolas por tanto inservibles.

A pesar de todo, la operación de Extremadura tuvo éxitos iniciales importantes. Se logró romper el frente enemigo y profundizar en más de 20 kilómetros ocupando Fuenteovejuna. Pero el hecho de que las acciones auxiliares fueron excesivamente lejanas, no impidieron al enemigo maniobrar sus reservas y además fueron tales y tan graves las insuficiencias y los errores y las pasividades y desaciertos en la ejecución de ambos golpes por parte de coronel Casado en el Centro y por el Ejército de Andalucía que apenas arañaron el frente enemigo, nunca supusieron por tanto peligrosidad y cuando la División del comandante Recalde penetrando audazmente por la brecha abierta por el XXII Cuerpo de Ejército llegó a Fuenteovejuna, se encontró sola, sin posteriores perspectivas. Para explotar el éxito de la ruptura no había más que el XVII Cuerpo de Ejército que se desplegaba frente a Córdoba y desde donde a marchas forzadas se trasladó a la región de Pozoblanco. Pero llegó tarde, se le adelantaron o coincidieron las reservas enemigas y la brecha no pudo ser ensanchada ni profundizada. La operación se ahogó en una bolsa de estrecha garganta que poco a poco se fue reduciendo al huir de la estrangulación.

El general Miaja dio rápidamente la orden de suspender la operación tenazmente. Esto era cierto. ¿Pero acaso el general Miaja no tenía fuerzas justificando su orden con el pretexto de que los flancos enemigos resistían suficientes para ensanchar la brecha?

El general Miaja disponía en conjunto de 492.000 hombres…; 198.000 fusiles; 6.200 ametralladoras y 457 cañones.

¿Es que esto no le permitía concentrar más de los 80.000 hombres y los 40.000 fusiles que concentró?

¿Es que el general Miaja en la operación decisiva de la zona Centro-Sur no podía concentrar más de 1/6 de sus hombres y 1/5 de sus armas cuando el enemigo había concentrado en Cataluña 24 divisiones y disponía solamente en la zona Centro-Sur de 31-32 divisiones frente a las 49 de que disponía el general Miaja?

El general Miaja no quiso aumentar la potencia de su golpe.

No quiso hacerlo a pesar de que ello podía haber salvado a Cataluña. La batalla de Cataluña había comenzado a perderse cuando Miaja no quiso establecer la cooperación con el ejército del Ebro en la famosa batalla.

¡Se perdió definitivamente cuando Miaja ordenó suspender la operación de Extremadura!

* * *

En la segunda etapa de la batalla de Cataluña el mando republicano fijó la misión de paralizar la ofensiva aprovechando los accidentes naturales que constituían los ríos y fundamentalmente el Llobregat.

¿Con qué contaba el mando republicano para realizar esta misión? La correlación de fuerzas el 16 de enero era la siguiente:

Republicanos. 17 Divisiones de las cuales sólo unas pocas a pesar de su gran desgaste poseían aún cierta capacidad combativa; no había reservas ya que dos divisiones en organización carecían de armas.

Franquistas. 24 Divisiones. Superioridad absoluta en artillería, tanques y aviación.

Sólo una tregua podía permitir al mando republicano una reorganizare de las unidades y de los frentes y una nueva posibilidad a la zona Centro- Sur para realizar lo que no habían hecho a su debido tiempo.

Pero esto era sólo una esperanza.

* * *

Sonó el teléfono.

—Aquí, Castro.

—……

—¿Cómo?

—……

—¿Que mi hermano ha muerto?

Habló con Hierro Muriel unas palabras. Y minutos después, sin decir nada a nadie más, salió para Villafranca del Panadés. Fue un marchar triste y silencioso. ¡Ahora sólo pensaba en los suyos! Se le había olvidado todo: Franco y su ofensiva; Miaja y su traición; Cataluña y su derrumbe; la guerra y la paz; Stalin y el socialismo.

«¡Manolo ha muerto!»

La guerra comenzaba a morder en sus carnes.

«¡Manolo ha muerto!»

Pensó en Arenys de Mar. Y en aquella anciana enlutada que seguía bajando cada día al camino. Y en Concha, su hermana, que seguía trabajando en su vivir sin horizontes.

«¡Manolo ha muerto!»

Carretera y árboles. Y unos aviones de caza volando por encima de la campiña catalana.

Y Villafranca del Panadés.

—¿Dónde está el Ayuntamiento, camarada? —preguntó sombrío a un campesino.

—Allí.

Pero no llegó allí. En el camino se encontró con unos aviadores. Y les preguntó. Y dos de ellos se subieron al coche Y le condujeron a una casa que no pudo ver cómo era por fuera. Y entró en una sala grande y desnuda. Y en penumbras. Y en el centro de ella, sin Cristos ni velas, un modesto catafalco y su hermano sereno y pálido. Y la bandera republicana cubriendo su cuerpo y sus heridas. Se acercó lentamente. Y se detuvo delante del cadáver.

—¿Queréis dejarme solo, camaradas?

Y le dejaron solo. Y entonces se inclinó sobre el hermano mayor que ya no era ninguna de las dos cosas. Y le besó en la frente. Y sintió en sus labios la frialdad de la carne muerta. Y luego le estuvo mirando mucho tiempo, mucho. Y llorando de vez en cuando. Y recordando los días verdes en que Manolo tiraba piedras a los árboles, a los perros y a los pájaros… Y se enjugó los ojos… Hizo un esfuerzo porque había escuchado el abrir de la puerta y permaneció inmóvil. Llegaban sus otros dos hermanos: Eduardo y Carlos, que a los Castro desde hacía muchos años sólo los reunían sus muertos. Y los dos besaron a Manolo. Y los tres lloraron sin mirarse para no verse llorar.

—¿Cómo fue?

—Los cazas alemanes… No quiso meterse en el refugio… Se agarró frenético a una ametralladora y estuvo disparando hasta que acabaron con él.

—Maravillosa manera de morir —dijo el subcomisario Castro.

—Sí —respondieron los otros dos comisarios que también se apellidaban Castro.

Y entró gente, mucha gente de uniforme. Sus compañeros de ayer. Y Enrique y Eduardo delante y Carlos con otro detrás cargaron el féretro y comenzaron a caminar hasta el pequeño cementerio del pueblo. Había sol y quietud. Y un muerto y silencio. Y un caminar sin prisa, que los muertos no la tienen. Y los hombres haciendo un esfuerzo para que no se les viera su pena. Y el pequeño cementerio. Y paredes con nichos vacíos. Y «él» y ellos delante de uno de aquellos nichos recién blanqueado con cal, cuya blancura hacía daño. Y el bajar la caja con mucho cuidado. Y un círculo de hombres. Y «él» en el centro. Y la bandera republicana como mortaja…

—Habla tú, Enrique.

Y Enrique habló.

Enrique y el Partido.

«Vuestro compañero y nuestro hermano ha muerto… Duele el hecho y duele también el tener que decirlo… Pero estaréis de acuerdo conmigo en que Manolo ha muerto de la manera más maravillosa que se puede morir en estos tiempos. Me lo figuro: contraída su cara, apretando el gatillo, clavando su mirada en los aviones del Tercer Reich que han venido a llenar de muertos España. Y el llegar de la muerte. Y él cara a cara esperándola… ¡Manolo era así!… Os lo digo con pena y con orgullo… Pero son estos muertos los que se convertirán en nuestra bandera por muchos años… ¡Estos muertos magníficos que con su recuerdo nos señalarán días y días cómo se debe luchar y cómo morir para llegar a una victoria que asegure la paz y la felicidad de los hombres!»

«Gracias, camaradas».

«Y tú, capitán Castro, camarada Castro, tu, hermano nuestro, ten la seguridad que sabremos cobrar tu muerte al más alto de los precios… ¡Que llegará un día, Manolo, que sobre las restos un mundo de hombres libres vendrá a depositar flores rojas y a recordar a sus héroes!»

Y se cerró el ataúd.

Y le metieron en el nicho.

Y Eduardo tomó nota de dónde quedaba enterrado el hermano. Y luego salieron de aquel cementerio pequeño y blanco. Y los aviadores se fueron a lo suyo. Y los tres hermanos ante el coche de Enrique hablaron unos momentos.

—Convendría, Eduardo, que fueras a reconocer a la mujer de Manolo y llevarla a mi casa… Allí, entre nosotros, el consuelo no será tan terriblemente difícil como en la soledad.

—¿,Y yo? —preguntó Carlos.

—Vete a tu división, Carlos, aquí ya no hay nada que hacer.

—¡Y mamá? —preguntó Eduardo.

—Yo la iré a ver…

Arenys de Mar. La pequeña casa y la iglesia al lado. Y ella y él en la pequeña sala. Mirándose y mirándose.

—Dímelo ya, hijo.

—Manolo ha muerto.

Y no dijo nada más… Y la madre dio unos pasos y se dejó caer sobre la silla. Y escondió la cara entre sus manos. Y si lloró por fuera Enrique no lo supo. Y luego llegó Concha. Y cada cual lloró a su manera… Y después de un tiempo que pareció una montaña de tiempo Enrique se levantó. Y la madre se quitó las manos de la cara y se levantó también.

—¡Adiós, mamá!

—¡Adiós, hijo!

Y se besaron. Y luego besó a Concha. Y salió dejando allí un mundo de pena. Y a Barcelona. Y después a Pins del Valles. Y luego otra vez a Barcelona… ¡Porque la guerra seguía!

* * *

¡No había tregua en la acción del enemigo!

Después de conquistar Tarragona continuó la ofensiva sobre Barcelona sin cambiar su agrupación principal. Solamente aparecían con mayor claridad las direcciones operativas de los cuerpos de Ejército:

Agrupación sur. Cuerpo de Ejército Navarro con cuatro divisiones de infantería y una de Caballería y el Cuerpo de Ejército Italiano en la dirección Villafranca-Barcelona-Igualada-Sabadel1 con objeto de desbordar a Barcelona por el noroeste. El Cuerpo Marroquí en segundo escalón para explotar el éxito en la dirección de Barcelona.

Agrupación Norte. Cuerpo de Aragón en la dirección Calaf-Manresa y el Cuerpo del Maestrazgo en la dirección Pons-Solsona-Berga.

¡El día 17 el ataque enemigo se generaliza desde la carretera Lérida-Barcelona hasta el mar!

Las fuerzas republicanas a pesar de su heroísmo no pueden evitar ser desbordadas y tienen que replegarse ante el peligro de ser copadas. A partir de este momento éste es el rasgo fundamental de la lucha.

En estos días el enemigo ocupa Igualada y Villafranca del Panadés. El día 25 los fascistas ocupan Manresa y se abren camino hacia Solsona y Oliana. Paralelamente el enemigo desarrolla la ofensiva hacia Rubí y Tarrasa logrando ocupar este último punto al final de la jornada.

* * *

Todas las medidas militares del Gobierno y del E. M. C, se limitaban a Cataluña con cuyos recursos era imposible detener la catástrofe. La zona Centro-Sur había quedado en realidad como un territorio independiente, como un testigo de la tragedia catalana que era el comienzo de su propia tragedia.

El 12 de enero el gobierno decretó la movilización de los reemplazos de 1919, 1920 y 1921. El día 14 se publicó un decreto por el que el gobierno podía emplear en cualquier trabajo en beneficio de la defensa nacional a todos los ciudadanos de ambos sexos desde los 17 hasta los 55 años. Otro decreto militarizaba las empresas, industrias y trabajos que tenían cierta relación directa con la guerra.

¡Se había llegado a la movilización general!

Pero era demasiado tarde.

Lo que podía y debió haberse hecho en junio de 1938 paralelamente a la elaboración del plan de acción para el segundo semestre del año se hacía en enero de 1939 cuando ya hasta el plan de acción se había venido abajo.

Entonces estas medidas podían haber dado nuevos impulsos a este plan y llevarlo hasta la decisión. Hoy esta movilización general, siete meses después del momento oportuno era un esfuerzo que no pasaba del… decreto.

Era tarde y por tanto inútil querer maniobrar con la retaguardia cuando el Ejército de Cataluña, extenuado, deshecho por su resistencia heroica (y para demostrarlo he dado las relaciones de fuerzas en los diferentes períodos y en las zonas de ataque), había perdido toda su capacidad de maniobra y toda su capacidad combativa. Era inútil además porque los ejércitos de la zona Centro-Sur bajo el mando del general Miaja habían sido condenados a la pasividad y con ello condenado a la república.

Mientras tanto los acontecimientos militares proseguían…

El día 26 de enero los republicanos impotentes para detener el ataque enemigo sobre la plaza que se realizaba en tres direcciones y debilitada la defensa de la ciudad por la evacuación de los Guardias de Asalto y unidades de carabineros se replegaron y el enemigo entró en Barcelona sin apenas resistencia.

En realidad había terminado la batalla de Cataluña.

* * *

Esperanza con sus hermanas se va replegando al mismo ritmo que el ejército republicano retrocede muriéndose en la retirada. Y así llegan a Vich. Y allí esperan la última etapa de la retirada. Castro no puede esperar. No sabe dónde están su madre y su hermana. Y enloquecido durante horas y horas de una noche interminable llega a Arenys de Mar. Unos soldados le dicen que salga rápido. No puede. Y va a la casa. Y mira. La casa está como siempre.

Pero sin ellas.

Cuando abandona el pueblo el enemigo está a un kilómetro. Y hacia Gerona. Y en la carretera un coche parado. Y junto a él Trigo, el verdugo oficial del V Cuerpo. Al conocerle Castro detiene su automóvil.

—¿Qué haces aquí?

—Espero.

—¿A qué?

—A poder marcharme sin que se den cuenta.

—¿Sin que se dé cuenta quién?

—La mujer de Modesto que está ahí con sus hijos… Tengo orden de Modesto de dejarla.

—No.

—Sí.

—No es posible, Trigo… ¡Llévatelas!

—¿Y Modesto?

—Dile que fui yo quien las recogió.

* * *

Esperanza, sus hermanas y la madre y la hermana de Castro se han reunido ya cerca de la frontera.

Sólo falta «Concud».

—¿Y «Concud», Esperanza?

—Le dejamos en Vich… Nos faltó valor para matarle… Y allí se quede en la carretera, mirándonos y aullando como si nos acusara de un gran crimen.

Y el silencio. Y la pena escondida.

Esperanza parece una figura de cera. La madre de Castro enlutada y silenciosa, sentada en un rincón parece dormir o morir. Y Concha, la eternamente desventurada Concha, a su lado, como siempre, como ayer y como mañana. Y hambre y piojos Y polvo y sed.

Y se llevó a todos a una casa que tenía el jefe de Estado Mayor de Líster en un monte próximo a la frontera.

* * *

—¿Vamos a ver a Hidalgo de Cisneros? —le preguntó Carlos Contreras.

—¿Está lejos?

—No.

—Pues vamos.

Y llegaron a una casita entre montañas. Allí estaba el general Hidalgo de Cisneros, su mujer Constanza de la Mora y el consejero ruso. Y les dieron de comer. Y después se habló mucho de muchas cosas. Pero ni Castro ni Constanza de la Mora estuvieron presentes en lo que los otros tres hablaron. Ella le hizo una seña. Y él la siguió a una habitación del primer piso…

—¿Mal? —le preguntó ella.

—Es el fin de una etapa. Constanza.

—¿Por qué?

—Ellos han sido más fuertes que nosotros.

—¿Mejores?

—No… Solamente más fuertes.

Y hubo una pausa larga. Y fue ella quien rompió el silencio. Y Castro conoció algo que se había figurado muchas veces, pero que nunca habría podido confirmar.

—¿Por qué Stalin no nos ha mandado lo que prometió al general?

—¿A qué general, Constanza?

—A Hidalgo de Cisneros… Sí, estuvimos en Moscú por orden de Negrín… Y el general habló con Stalin. Y estuvieron presentes Vorochilov y Molotov…

—¿Y…?

—Hidalgo se quejó de que los camaradas rusos que están con nosotros nos acusaban de «hacer una guerra muy cara».

—¿Y qué dijo el camarada Stalin?

—Primero se sonrió. Después miró a Vorochilov. Y Vorochilov se sonrió también… Y después habló. Como él habla: sin rodeos… «La guerra de ustedes es una guerra muy barata… ¡Muy barata!… Tan barata y tan importante que les seguiremos mandando cuanto necesiten… ¡Cuánto necesiten!… Porque nuestros consejeros no tienen razón… ¡Cara esta guerra!… ¿Qué saben ellos lo que es caro o barato?… General: diga al presidente Negrín que nuestra ayuda será la suficiente para que ustedes ganen la guerra».

—¿Nada más?

—Sí… ¿Por qué lo que prometió no lo ha cumplido?… ¿Nos engañaría, Castro?

—Stalin no engaña nunca… Al menos a los comunistas.

Pero Castro se quedó con la espina clavada. Y se acordó de su madre y el camino. Y se acordó de algo que se le había olvidado: «¡Por encima de todo están los intereses de la Unión Soviética»… Y comprendió… Porque estaba acostumbrado a comprender a Stalin.

* * *

Castillo de Figueroa. Negrín reúne a las Cortes. Era su última sesión en España. Y habla. Y ofrece a los vencedores condiciones como si los vencidos pudieran ponerlas.

—La garantía de la independencia de nuestra patria libre de injerencias extranjeras.

—La seguridad de que sea el pueblo español el único que acoja un régimen que rija sus propios destinos.

—Finalizar todas las persecuciones y represalias una vez liquidada la guerra.

Las Cortes le escuchan.

Luego ministros y diputados salen al patio y montan en sus automóviles. Muchos duermen cada noche en Francia. Por allí Margarita Nelken, de negro, caminando de un lado para otro. Hablando con éste y aquél. Y los pocos que con ella quedan esperando el final.

* * *

Manuel Azaña se ha marchado a Francia. Los presidentes de Euzkadi y Cataluña también. Los generales se visten de paisano. Y muchos cruzan le frontera a pie ante el temor de que los pasos a Francia puedan cerrarse anta que ellos lleguen.

* * *

Y el castillo comenzó a quedarse solo. Porque la compañía de carabineros que le cuidaba se preparaba para marcharse. Y en sus sótanos un tesoro incalculable que el miedo deja abandonado hasta que Castro avisa a Modesto y Modesto envía camiones en donde se carga precipitadamente cuanto da tiempo y admiten los vehículos.

* * *

Y por las carreteras un mundo de harapos y cansancio, de pena y miedo. De orgullo y dolor. Que de todo había entre aquellas muchedumbres que eran ametralladas en su huida.

* * *

Y el fin.

Sin la grandeza del ayer.