Negro. Shanghai (China)
Miss Fu le entregó un sobre violentamente rojo en una pequeña bandeja de plata y se quedó de pie frente a su mesa, con las manos serenamente cruzadas sobre la falda de seda negra, esperando por si la carta requería respuesta urgente. Tenía los ojos bajos y su mirada se perdía en las volutas de la hermosa alfombra china, que mostraba la lucha de dos gigantescos dragones cubiertos de escamas verdes y azules sobre un rico fondo amarillo.
—¿Quién ha entregado esto? —preguntó el Presidente.
—Un recadero del servicio habitual, señor.
—Entonces es que no espera respuesta. Puede seguir con su trabajo, Fu. La llamaré si necesito algo más.
Esperó unos instantes hasta encontrarse de nuevo solo y rasgó el sobre. Dentro no había más que el nombre de una ciudad escrito en blanco sobre fondo escarlata. En el rostro de Keller se dibujó una sonrisa; levantó el teléfono pensando en el Shane, complacido a su pesar; siempre había sido un zorro, un zorro muy rápido, además.
—Miss Fu, póngame con el señor Nils Olafson. Si no contesta, siga insistiendo.
Sus muchos años le habían enseñado no sólo a tener paciencia, sino a confiar en la casualidad y en el trabajo de los demás. No había nadie en el planeta que tuviese más interés que el mahawk del clan rojo en localizar a la muchacha que les había robado a su nuevo miembro; por tanto no había nada más efectivo que esperar a que él se pusiera en contacto y le suministrara la información que todos necesitaban para encontrar al nexo. Al fin y al cabo, en esos momentos jugaban en el mismo equipo.
—¿Imre? ¿Querías hablarme? —La voz de Nils sonaba ligeramente sorprendida, como si no hubiera esperado una llamada del Presidente antes de marcharse de Shanghai.
—Esta vez no va a ser tan largo el viaje —dijo Imre, sonriendo.
—¿Sabes dónde está? ¿La has localizado? —Le encantaba oír el tono de admiración que acababa de usar Nils—. ¿Cómo?
—Tengo mis fuentes, querido. Podría ser una información falsa, pero me inclino a pensar que es cierta.
—¿Dónde?
—Bangkok.
—Hermosa ciudad. Algo grande, eso sí. ¿Sabemos algo más?
—De momento, no.
—Te tendré informado.
—Buen vuelo, joven halcón.
—Gracias, Presidente.