Con la ciudad que me pertenece, hago mi
voluntad.
ECLESIASTÉS, VIII 12
Por la mañana, siembra tu semilla, y, por la tarde, no dejes
reposar tu mano.
ECLESIASTÉS, XI 6
El árbol de la ciencia le envolvía con su follaje, que eran mis
brazos.
MONTHERLANT, Don Juan