18

Thorn y McCollum se mostraron alicaídos durante la cena, y Trilby atribuyo su estado de animo a la noticia que habían recibido sobre el paradero de Naki. Thorn había pedido a Jorge informaciones de México referentes al apache desaparecido. Después de mucho insistirle, el hombre explico a McCollum que unos primos de México le habían comunicado que Naki podría haber muerto; no se sabia a ciencia cierta.

Trilby se preguntaba como anunciaría la noticia a Sissy la próxima vez que le escribiese.

En su ultima carta la muchacha, desconsolada, rogaba que le enviase nuevas de Naki. Trilby no había contestado de inmediato, con la esperanza de poder tranquilizarla cuando se enterase de algo, pero parecía que la espera había sido en vano.

Por la tarde Trilby imaginó como se sentiría si su marido se hallase luchando en México y ella no supiera nada de el durante meses. Se encontró mal solo de pensarlo y tuvo que sentarse.

—¿Que ocurre? —pregunto McCollum.

—Nada —respondió Trilby.

Toda la intensidad de su cariño por Thorn floreció dentro de ella. Siempre le había profesado afecto, pero hasta ese momento no se dio cuenta de cuanto lo amaba. Thorn había llegado a ser su mundo. Si lo perdía, se sentiría igual que Sissy cuando se enterase de la muerte de Naki.

—¿Puedo ayudarla en algo?

Thorn entro por la puerta y frunció el entrecejo al ver a Trilby sentada y a McCollum, preocupado, inclinado sobre ella.

—¿Que pasa? —se apresuro a preguntar.

—Trilby se sentía un poco mareada, eso es todo. La dejare en tus manos.

Thorn se arrodillo junto a Trilby.

—¿Estas bien, cariño? —pregunto con dulzura.

Ella se miro en los ojos de su esposo y parte del terror se desvaneció. Le acaricio el rostro lentamente, deslizando los dedos desde su mejilla hasta sus labios, y cubrió la boca del hombre con la suya.

Thorn emitió un sonido bronco y se aparto con brusquedad.

— Oh, lo... lo siento —balbuceo ella, turbada, retirando la mano—. No quería...

El le cogió la mano y volvió a posarla sobre su rostro para después sumergir la suya en el cabello de Trilby, quien vio el brillo que iluminaba los ojos de Thorn antes de que la besase con pasión.

—No esperaba eso —dijo el, con una extraña sonrisa—.No sueles tocarme, Trilby.

Ella alzo la cabeza y lo miro a los ojos. —Podría hacerlo, si a ti... si a ti te gustase.

—Muy bien, me gusta.

Ella comenzó a acariciarle el rostro con ternura. —Eres muy guapo —susurro—. Y me encanta lo que siento cuando nos besamos.

La respiración de Thorn se volvió mas agitada. —También a mi. —Poso la mirada en la boca de la muchacha—. Me gustaría tenderte sobre la mesa de la cocina y...

—¡Oh, Thorn! —Gimió ella.

Al oír unos pasos que se acercaban les devolvió la sensatez. Thorn la aparto de su cuerpo y rió nervioso.

—Me dejas sin aliento.

—Me alegro —susurro ella, implacable. ¿Tratas de enloquecerme?

—pregunto el.

Trilby parpadeo. Se sentía viva como nunca hasta

entonces, consciente de su poder y de la vulnerabilidad del hombre.

—Tanto como tu a mi —murmuro—. Apenas puedo tenerme en pie.

—¿Dormirás conmigo esta noche?

Trilby lo miro de hito en hito.

—Por supuesto

A Thorn se le encendieron las mejillas, y sus ojos oscuros centelleaban cuanto McCollum apareció en el vano de la puerta.

—¿Va todo bien? —pregunto, advirtiendo algo extraño en el ambiente.

—Me encuentro mucho mejor —respondió Trilby—. No fue mas que un ligero mareo. Me sucede de vez en cuando; nada serio.

—¿Estas segura? —pregunto Thorn, preocupado.

Ella sonrió, mirándolo intensamente. —Oh, si; lo estoy.

Trilby no quería que McCollum contase nada a Sissy sobre Naki. El prometió que guardaría el secreto.

—Lamento lo que pueda haberle sucedido a Naki — dijo el doctor, con un gesto de pesar.

—También yo —dijo Thorn.

—Todavía podría aparecer —añadió McCollum, sonriendo—. Es muy astuto.

—Necesitara serlo.

Durante el desayuno, Thorn jugaba con el tenedor mientras estudiaba a Trilby con ojos ávidos de deseo. La noche anterior, después de los besos que se habían dado por la tarde, no se atrevió a repetir los momentos apasionados que habían compartido. Se había limitado a acunarla contra su pecho bajo las mantas, y habían permanecido abrazados durante toda la noche.

Esa mañana había nacido una relación totalmente nueva entre ellos. Las miradas que ella le dedico fueron cálidas, y las que el le devolvió, intensas y posesivas. Cuando Thorn rodeo los hombros de su esposa con un brazo, ella no se aparto, sino que lo estrecho y apoyo la mejilla en su pecho. El apenas podía respirar ante el absoluto deleite que experimentaba.

Por una vez, no pensó en motivos o causas. Encerró al espectro de Richard Bates en la trastienda de su mente y decidió disfrutar del momento.

Tres días mas tarde, McCollum y sus estudiantes subieron a un tren y se marcharon. Aunque habían planeado permanecer en la zona dos semanas, debieron regresar antes de lo previsto. Thorn explico a Trilby que la precipitada partida se debía a la situación en Agua Prieta, donde se temía se produjese un ataque rebelde. El tren Nacozari, procedente de los campamentos mineros de Sonora, había sido abordado y demorado por el Capitán López en Fronteras. En un principio había ordenado que se condujese el tren a Agua Prieta para atacar la ciudad, pero finalmente decidió no hacerlo para no arriesgar la vida de los pasajeros, entre los que se contaban mujeres y estadounidenses. Después de esa acción, la opinión que del controvertido López tenia Thorn mejoro.

Cuando Trilby, Samantha y Thorn regresaban de la estación a Los Santos, divisaron en el horizonte la figura de un jinete solitario que cabalgaba hacia el rancho como alma que lleva el diablo.

Thorn es

Trilby entro en la casa con Samantha, y pero en el porche al visitante cuya identidad ya habían determinado sus sagaces ojos.

—¡Naki! —exclamo cuando el otro hombre desmonto ante los escalones del porche—. ¿Eres tu?

Tuvo que preguntarlo, porque su amigo vestía las tradicionales ropas de vaquero, con botas, cartucheras y un enorme sombrero mejicano; incluso se había cortado la larga cabellera.

Cuando se descubrió la cabeza, parecía un noble español de alta curia, debido a la arrogancia de sus os oscuros y la altivez de su nariz recta.

—Si, soy yo —respondió Naki, casi sin aliento—. ¿Donde esta ella? Me dijeron que hospedabas a McCollum y varios estudiantes. Supuse que Alexandra se encontraría con ellos. He cabalgado toda la noche para venir hasta aquí... ¿Esta en la casa?

Thorn lo miro fijamente, preocupado.

—No esta aquí.

Naki le devolvió la mirada.

—Me dijeron...

—No vino —replico Thorn—. Solo se presentaron McCollum y algunos alumnos.

Alguien dijo al doctor que te habías unido a las fuerzas maderistas y que desde entonces no se había sabido nada de ti. Jorge explico que habías desaparecido en combate y que te daban por muerto.

Naki titubeo, y su rostro se contrajo en una mueca de dolor.

—¿Alexandra lo sabe? ¿Alguien le ha dicho que yo estaba muerto?

—No —dijo Thorn—. No, no todavía. Trilby obligo a McCollum a jurar que guardaría el secreto.

Naki se llevo una mano a la frente para enjugarse el sudor.

—Decidí participar en la contienda. De algún modo me parecía una segunda oportunidad de colaborar en la liberación de un pueblo oprimido. He estado luchando contra los federales con la gente del coronel José de Luz Blanco, principalmente con Red López. Fue un infierno. Me hirieron en un hombro y tarde unas semanas en recuperarme, pero evidentemente no estoy muerto.

—Gracias a Dios —dijo Thorn.

Naki se encogió de hombros, enredando los dedos en las riendas.

—Tal vez es mejor que Alexandra no haya venido —dijo, pesaroso—. Blanco me dijo que después de la revolución, probablemente yo podría administrar un rancho para uno de los hacendados o incluso comprar uno propio. En México no existen tantos prejuicios raciales como aquí, excepto contra los españoles de alta alcurnia y los blancos. —Alzo la vista—. Si no digo a la gente que soy apache, ni se enteran.

Thorn estudio al hombre con calma.

—¿Y cuanto tiempo crees que podrás ignorar tu herencia cultural, negar a tus ancestros?

Naki gruño, fijando la mirada en el horizonte.

—No puedo. Me enorgullezco de ser lo que soy y no trato de ocultarlo, ni siquiera en México. Por fortuna hay muy pocos prejuicios entre los rebeldes, pues somos todos marginados. Si triunfa la revolución, no importara a que raza pertenezco; no en México. —Se volvió hacia Thorn—. ¡La amo!

La angustia que transmitía la voz de Naki llego el alma de Thorn.

—Lo se —dijo este con tristeza—. Y también que ella no querría que sacrificases tu herencia cultural. Te acepta como eres y te ama.

Naki le dio la espalda.

—Thorn, yo nunca podría vivir en el Este. Y a pesar de lo que ella piensa, la reserva la destruiría. El único terreno común posible es México.

—México esta sumido en una revolución.

—Ya lo se —dijo el apache, secamente.

—Al menos, entra y quédate un rato con nosotros —invito Thorn—. Cuéntanos que sucede.

Jorge es la única fuente de información sobre la lucha que tenemos.

Trilby, encantada al comprobar que el amigo de Thorn estaba vivo, puso otro plato en la mesa. Durante la comida Naki les refirió los últimos acontecimientos.

—aquí, en el norte de México, contamos con un líder capaz, el coronel Blanco, y existen otros, como Arturo Red López, un tipo valeroso que lidera un contingente. Yo pertenezco a su grupo. —Sacudió la cabeza—. Cuesta creer la diversidad de nacionalidades de nuestros hombres. He conocido combatientes franceses, alemanes, holandeses y muchísimos vaqueros procedentes de Texas, Arizona y Nuevo México; incluso algunos dandis del Este, entre ellos un graduado de Harvard. —Sonrío con ironía, mostrando unos dientes muy blancos que destacaron en su rostro bronceado—. ¡Y hasta se rumorea que participa en la lucha un indio apache! —dijo, inclinándose en actitud conspiradora.

—¡No! —exclamo Thorn, siguiéndole el juego.

—¿Quien podría creer algo semejante? —intervino Trilby, continuando en la broma—. ¿

Crees que ganara Madero?

—Por supuesto —respondió Naki—. Sin embargo dudo de que permanezca en el poder mucho tiempo. Tiene buen corazón, pero se necesita mucho mas que eso para dirigir un país; se requiere crueldad.

Después de comer, Thorn acompaño a su amigo al establo, donde su caballo había repuesto fuerzas para emprender el viaje de vuelta.

—¿Estas seguro de que no quieres pasar la noche aquí? —pregunto Thorn.

—Prometí regresar por la mañana —respondió—. Realizo labores de traductor cuando López esta ocupado en otros asuntos. Confió en que guardes el secreto. No tardara en producirse una gran batalla. Te aconsejo que permanezcáis en el rancho durante un tiempo y no os acerquéis a Douglas. No puedo decir mas. No debes revelar mi confidencia a nadie.

—No lo haré. Gracias. —Thorn no insistió a su amigo para que le facilitase mas información, aunque deseaba hacerlo—. ¿Que diremos a Sissy cuando la escribamos?

Naki vacilo. Monto su caballo y ajusto la cincha.

—No le expliquéis nada —dijo finalmente con resignación—. Hasta que la revolución triunfe o sea derrotada, es mejor que no sepa nada.

Thorn titubeo. Trilby había dicho que en su ultima carta Sissy parecía ansiosa por recibir noticias. Si creyese que Naki había muerto, seria capaz de cometer cualquier locura.

—Espero que McCollum mantenga la boca cerrada si Sissy le pregunta algo —dijo Thorn, con pesar—. Las mujeres lo turban, en especial las mujeres desesperadas. ¿Que sucedería si le contase los rumores que corren sobre ti?

—Adivino que estas pensando —observo Naki—. Me temo que subestimas a Alexandra. Se cuales son sus sentimientos, y también que es demasiado valiente para quitarse la vida. Si alguien le dice que he fallecido, sobrevivirá a la aflicción y esta la fortalecerá. La conozco.

—¿Y si te equivocas? —pregunto Thorn—¿Podrías vivir con ese remordimiento?

—Claro que no —contesto, sereno—. Pero no me equivoco. Si logro salir de México con vida, yo mismo se lo diré y le brindare la oportunidad de decidir. Si no lo consigo, es mejor que me crea muerto. Por su propio bien.

—Te admiro. Dudo de que yo pudiera servir a una causa tan noble —dijo Thorn—. Solo mataría y moriría por Trilby.

—Lo se. ¿Se lo has dicho a ella?

Thorn rió con frialdad.

—Trilby continua enamorada de ese tipo del Este. Ahora me encuentra aceptable, pero todavía no he obtenido su cariño.

—No pierdas las esperanzas —dijo Naki—. El hombre del Este no esta aquí y tu si.

—Lo se. Es una ventaja. —Estrecho la mano de su amigo—. No dejes que te maten.

—No duermas muy profundamente por la noche. Aunque has renunciado a tus tierras mejicanas, tu ganado no esta a salvo, pues resulta tentador para unos hombres hambrientos y desesperados por ganar una revolución. Mantén los ojos bien abiertos. Recuerda lo que dije sobre Douglas.

—Lo haré. Y gracias.

—De nada.

—Trata de enviarnos noticias, al menos a través de los parientes de Jorge. ¿Podrás hacerlo?

Naki se acomodo en la montura.

—Haré todo lo posible.

—Adiós —se despidió Thorn.

—Vaya con Dios.

Naki espoleo su caballo y se alejo; una silueta solitaria que se recortaba contra el horizonte.

—Pero por que no permite que informemos a Sissy? —pregunto Trilby, quejumbrosa—. ¿No sabe que morirá de dolor si cree que el ha fallecido?

—Lo sabe. Sencillamente, no quiere alimentar las esperanzas de Sissy. Es increíble lo que Naki se propone, Trilby; renunciar a su país por amor a una mujer.

—Es maravilloso que un hombre este dispuesto a hacer eso por una mujer —dijo ella con ternura, lanzándole una mirada rápida y furtiva.

El sonrió. Samantha ya se había acostado. La casa se hallaba silenciosa, y solo se oía en el salón el tictac del reloj de péndulo.

—Te amo —declaro Thorn.

Esas simples palabras tenían el poder de desarmar a Trilby, que se ruborizo como una novia.

—¡Thorn!

—Lo se. No soy lo bastante civilizado, ¿no es así? —pregunto, acercándose a la muchacha.

Se detuvo a escasos centímetros de ella, tan cerca que Trilby podía sentir el calor de su cuerpo, oler la fragancia a tabaco y cuero de sus ropas—. Soy demasiado rudo e incivilizado para una mujer dulce como tu.

—No, no lo eres —susurro ella, estremecida—. ¡Te quiero!

Mirando fijamente el rostro conmovido del hombre con ojos encendidos de pasión, comenzó a desprender los botones de su vestido. Mientras el observaba, se desnudo hasta la cintura y permaneció inmóvil, con los pechos descubiertos y la respiración agitada.

—Oh, Trilby —susurro Thorn, contemplándola con arrobamiento reverente.

Trilby le cogió el rostro con sus manos tibias y trémulas, atrayéndolo hacia si.

—Mi querida —murmuro, abrazándola—. Mi querida.

había mas que pasión en su voz profunda. Ella se rindió al contacto de los labios cálidos y húmedos de su esposo, que exploraban sus senos suaves, haciendo que los pezones se volviesen duros y sensibles. Tomándola en brazos, le cubrió con la boca un pecho y recorrió el pasillo hacia el dormitorio.

En la oscuridad, la llevo hasta la cama y comenzó a quitarle la ropa. Ella lo detuvo.

—¿No quieres? —pregunto el, inseguro, refrenándose.

—Enciende la lámpara —susurro Trilby—. Deseo verte cuando me tomes.

Thorn busco a tientas las cerillas y a punto estuvo de volcar la lámpara en su precipitación por encenderla. Se volvió hacia Trilby, temblando de pasión, devorándole el cuerpo con la vista.

—¿Te he escandalizado? —pregunto ella en un suave susurro, apoyándose en los codos—. ¿Soy... soy demasiado atrevida?

—No, no lo eres —respondió el con voz ronca.

Fue hasta ella y su boca ardiente encontró los labios de la mujer.

—Sedúceme —le murmuro Thorn al oído mientras sus manos se afanaban con el resto de botones del vestido—. Nunca me burlare de ello, Trilby. Se tan atrevida como desees; me encanta.

Ella Gimió y luego dio rienda suelta a sus impulsos mas ardientes, sumergiéndose en la virilidad de el. Lo acaricio, susurrándole palabras de pasión, adorándolo como nunca había sonado hacerlo. El se dejo acariciar, alentándola, indicándole con voz ahogada que debía hacer.

Cuando empezó a moverse encima de ella, Trilby estaba tan ansiosa de deseo por el que la voz se le quebraba en un sollozo con cada arremetida del cuerpo del hombre mientras se aferraba a el y arqueaba las caderas contra las suyas, recibiéndolo.

Thorn no quiso apresurarse. Cada embate fue calculado, deliberado, cada beso, tierno, dulce y ferviente. Fue como nunca había sido hasta entonces entre ellos. La voz del hombre se quebró cuando le dijo en un susurro que esa posesión era la mas profunda e intensa que había compartido con ella. Aun cuando las palabras avergonzasen un poco, resultaban excitantes.

Trilby dejo escapar un grito, porque las palabras y el lento movimiento de las caderas del hombre se unieron para elevarla al apogeo del placer. Sollozo contra la boca dura y cálida de su esposo y dudo de que pudiera sobrevivir a aquella ardiente pasión que la hizo perder la conciencia durante unos segundos.

Cuando abrió los ojos, se encontró con el rostro distendido de Thorn, quien, observándola, se regocijaba en el placer que le proporcionaba.

—¿ Lo... lo has visto? —murmuro ella, sin aliento.

—Si. Y ahora lo veras tu, Trilby —respondió el—. Mira. Te dejare mirar... Mira, Trilby. Mira...

mira... ¡mirame!

Thorn Gimió, y ella observo, fascinada, como echaba la cabeza hacia atrás, con los músculos del cuello tensos y la boca abierta en un bronco grito de éxtasis. El cuerpo del hombre se convulsiono tan violentamente que ella contuvo el aliento. Luego el se relajo y, temblando, se dejo caer sobre ella.

—Oh... Dios mío —dijo Trilby, abrazándolo.

—A plena luz —murmuro el, exhausto—; contemplándonos el uno al otro. Nunca soñé con algo semejante.

—Ni yo. —Ella lo estrecho posesivamente, protestando cuando el hizo ademán de apartarse—. ¡Oh, no, por favor! —murmuro, apremiante.

El alzo la cabeza y miro sus ojos empañados por el deseo.

—No es posible.

—Lo se —dijo ella con dulzura—. Solo quiero sentirte... así.

Thorn sonrió con tal ternura que el corazón de Trilby dio un vuelco. A continuación el le acaricio el rostro al tiempo que la besaba con ternura.

— ¿Era a mi a quien querías? —pregunto ella, lentamente.

—Yo podría formularte la misma pregunta —replico el, levantando la cabeza para mirarla con solemnidad—. ¿Pensabas en el hombre que perdiste mientras estabas entre mis brazos?

—Seria imposible —contesto ella al cabo de un minuto—; no cuando yacemos juntos de este modo, en semejante intimidad.

Vance se relajo un poco. Debajo de su cuerpo, notaba la calidez y suavidad del de Trilby.

Recorrió los labios de su esposa con dedos ligeramente inseguros.

—Con mi simiente muy hondo dentro de ti —musito.

—Si —replico ella, ruborizada.

El se inclino y le separo los labios con la lengua para adentrarse delicadamente en su boca. Se excito y comenzó de nuevo a inflamarse. Trilby emitió un gemido de placer.

—Estoy en condiciones otra vez —susurro el en su boca—. ¿Lo estas tu?

—¡Sí... si! Thorn... por favor!

El se alzo y, mientras se movía encima de ella, la miro a los ojos. Mientras volvía a sumirse en el goce, pensó que en esos ojos vela la eternidad...

La vida fue muy agradable en el rancho durante los días posteriores. Thorn apenas se separaba de Trilby, que se mostraba radiante y dichosa, lo que todo el mundo advertía.

Solo una carta de Sissy empaño su felicidad. En ella su amiga suplicaba que le comunicasen cualquier noticia que tuviesen de Naki. Al parecer McCollum le había hablado de la desaparición y posible muerte del apache. Sissy estaba muy intranquila y terriblemente deprimida.

Trilby hubiese querido contestar para contarle la verdad, pero Thorn la había convencido de que debían respetar los deseos de Naki. De modo que escribió a su amiga y le rogó que no perdiese las esperanzas. Comprendía el terror y la congoja de Sissy.

Era la única preocupación que perturbaba la felicidad que compartía con su marido; hasta la mañana siguiente, cuando esa alegría se tornó en angustia

—¡Nunca he visto a mi hija tan exultante! —dijo Jack Lang al día siguiente, en una de sus raras visitas al rancho.

El y Thorn habían estado comprobando las marcas del ganado para asegurarse de que ningún animal de Blackwater Springs se había aventurado a entrar en la propiedad de Los Santos.

Cuando, como entonces, había rodeo, los ánimos solían estar caldeados, en especial el de Thorn. Esa mañana, Vance se mostraba incluso mas malhumorado e irritable que de costumbre. Apenas hablaba y sus ojos eran tan inquietantes como su expresión.

—¿Usted cree? —replico Thorn a la observación de Jack. Trilby estaba radiante, y solo el sabia por que, y eso le producía escalofríos.

—¿ Hay algún motivo especial para ese resplandor que vi en su rostro cuando nos marchamos del rancho esta mañana? —pregunto el hombre mayor.

La mandíbula de Thorn se tenso.

—Si se refiere a la posibilidad de que este embarazada, le aseguro que no es esa la razón

—respondió, secamente.

—Yo no habría sido tan directo —dijo Jack, molesto—. Espero que en verdad este tan contenta como parece. Se que al principio vuestra relación fue difícil. Trilby tuvo que cambiar sus antiguas costumbres. Se crió en un ambiente muy urbano y le costo adaptarse a la vida aquí.

—Señalo con un amplio gesto de la mano el paisaje que se extendía ante ellos.

—Considero que ya se desenvuelve bastante bien —dijo Thorn.

No menciono que algo que había sucedido esa mañana le había aterrorizado. La intimidad del matrimonio había sido completa y casi dolorosamente dulce. Thorn nunca había disfrutado de una felicidad semejante. Sin embargo, aunque el gozaba con su mujer y con la alegría que le proporcionaba, había comenzado a cavilar sobre el pasado y el modo en que la había seducido y forzado a casarse con el. Nunca sabría si lo que había impulsado a Trilby a desposarse con el y permanecer a su lado había sido el acatamiento de las convenciones sociales.

Trilby se entregaba a el con ardor y voluptuosidad, pero nunca hablaba de amor. En realidad tampoco el lo hacía, a pesar del esfuerzo que le costaba. No se atrevía a manifestarle cuanto la amaba por terror a que ella utilizase los sentimientos de el si su relación se deterioraba.

De pronto parecía que su falta de confianza era justificada. Bates le había escrito de nuevo.

Thorn había encontrado la carta esa mañana sobre la mesa del salón, donde ella la había dejado.

Richard comentaba en la misma el gran cambio que se había producido en su forma de vida.

Ya no viajaba por Europa; se había asentado y había aceptado un trabajo en el banco local.

Thorn gruño para si al recordar lo que había escrito aquel individuo; palabras que amenazaban con destruirle el alma.

Después de leer la carta, la puso donde la había encontrado para que Trilby no se diera cuenta de que la había visto, y salió de casa sin decir palabra.

—Estas muy callado hoy —observo Jack.

—Bates ha escrito a Trilby. Ha conseguido un trabajo en un banco.

—¿Richard? Dios mío, es un milagro.

Thorn micro a Jack Lang.

—Trilby lo amo en el pasado. ¿ Cree que continua amándolo?

El rostro de Jack enrojeció.

—¡Vaya pregunta!

—¡Necesito saberlo! —dijo Thorn, apremiante.

—¿Por que no se lo preguntas a ella?

—Porque ella no me lo diría —dijo el, con tristeza—. Nunca me hablaría de el.

—Se encapricho con el —dijo Jackal cabo de un minuto—. En realidad, no creo que fuera nada mas que un amor de adolescencia, ¿comprendes?

—Creo que tal vez el no sabia lo que sentía por ella hasta que la vio casada conmigo —dijo Thorn—. Si ha descubierto que albergaba fuertes sentimientos por Trilby, quizá haya cambiado su forma de vida en un intento por mejorar la opinión que de el tiene Trilby.

—Pero mi hija es feliz contigo.

—Tal vez finja que lo es —dijo Thorn, obstinado. Estaba convencido incluso de que el ardor de su esposa se debía casi exclusivamente a su deseo de tener un hijo. Quizá había llegado a la conclusión de que un hijo la compensaría de la separación del hombre a quien en realidad amaba y le brindaría un poco de felicidad.

—Ella debe quererte.

—¿Debe quererme? ¿Por que? —pregunto Thorn, mirando a Jack—. Me he planteado la posibilidad de divorciarnos —dijo, dejando a su suegro sin habla.

—¿Divorciaros? ¿Por que?

—Si se sentirá mas dichosa con Bates, por que obligarla a permanecer conmigo? —dijo con amargura, odiando el recuerdo y las palabras que había leído.

—¿Que explicaba Richard en esa carta, Thorn? —pregunto Jack, preocupado.

Thorn apoyo las palmas de las manos sobre la montura y perdió la mirada en el horizonte con el corazón destrozado.

—Bates afirmaba que tenia un buen trabajo y excelentes perspectivas; que se había dado cuenta demasiado tarde de lo mucho que la amaba. Quiere que me abandone y se case con el. Asegura que Trilby será mucho mas feliz en su propio ambiente, donde no tendrá que sufrir privaciones con un... salvaje como yo.