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Thorn regreso aun mas taciturno de lo que se había marchado. Trilby se disculpo por el incidente de la caja de música, pero el apenas pareció oírla. Después la evito abiertamente.

La muchacha lamentaba haber desaprovechado la oportunidad para reconciliarse. A menudo trataba de reunir el coraje suficiente para acercarse a el y explicarle lo sucedido, pero nunca lo lograba. Paso el día de Ano Nuevo, y de repente el invierno arreció, trayendo nieve e intenso frió.

La lucha en México seguía siendo encarnizada, y se habían situado mas tropas a lo largo de la frontera. Dos días antes de Navidad, los insurgentes habían capturado un tren cerca de Juárez, y los pasajeros habían sido abandonados a su suerte en medio de las vías; también habían volado los puentes y dinamitado los rieles. En Guzmán habían robado una máquína y un vagón. El cabecilla de los insurrectos, Pascual Orozco, había secuestrado un tren en Chihuahua, como represalia por la muerte de ciento cincuenta de sus hombres.

A comienzos de febrero, se envió a San Bernardino un pequeño destacamento de soldados para vigilar la frontera, pues corrían rumores de que Orozco se proponía atacar Juárez.

habían surgido tres lideres rebeldes mas, todos ellos muy conocidos por los habitantes de Douglas y sus alrededores. Eran Bracamento, Cabral y Arturo Red López, el mas famoso en la zona, que hablaba un perfecto ingles y solía actuar como interprete. El coronel José Blanco, hombre de confianza de las fuerzas revolucionarias en Chihuahua, se había convertido, tras tener una desavenencia con Orozco, en el líder de quien mas se hablaba en los campamentos rebeldes. Se rumoreaba que varios estadounidenses luchaban con los insurgentes a las ordenes de López, y Thorn estaba seguro de que uno de los hombres era Naki, quien había desaparecido súbitamente del rancho después de la partida de Sissy. Trilby esperaba que estuviese equivocado, pues sabia que su amiga moriría de dolor si Naki resultase herido.

Dada la situación, no se alejaban del rancho. Los incidentes cerca de la frontera llegaron a ser alarmantes, hasta el punto de que se había ordenado a veinte mil efectivos de Estados Unidos que patrullasen toda la frontera con México desde Texas hasta Arizona y la costa en ambos extremos; así se efectuó el movimiento mas amplio de tropas y barcos de guerra en tiempos de paz en Estados Unidos. Los rumores de guerra con México eran cada vez mas insistentes, aunque el presidente Taft había asegurado al achacoso presidente Díaz que carecían de fundamento. Sin embargo, a pesar del anuncio publico de que las tropas estadounidenses se hallaban realizando « maniobras>> en la zona, los rancheros y los habitantes de las ciudades mantenían bien a mano los revólveres cargados y rezaban sus plegarias. El numero de miembros de la Iglesia aumento en esos días Marzo trajo mas novedades sobre el conflicto. Trilby y Samantha se dedicaban a la costura y la limpieza. mientras que Thorn se preocupaba por el traslado de, ganado y la contabilidad y ayudaba a sus hombres a reparar las instalaciones anexas para la siembra y la aparición de la primavera.

había logrado vender sus posesiones mejicanas. Pero de repente la situación empeoro en Agua Prieta con la llegada de una fuerza insurrecta encabezada por Red López a las puertas de la ciudad, que se encontraba justo en la frontera con Douglas. No obstante, los rebeldes se replegaron, y enseguida circulo la noticia de que Madero había resultado herido en un combate en Chihuahua. En México, Díaz instauro la pena de muerte para los revoltosos en un esfuerzo desesperado por sofocar la rebelión.

El periódico publico que quince estadounidenses habían sido capturados en Casas Grandes y se temía que fuesen fusilados siguiendo la amenaza de Díaz de ejecutar a todos los insurrectos. Thorn profirió una maldición al leer la noticia y de inmediato telefoneo a personas prestigiosas que conocía en Washington para hacer indagaciones. El presidente Taft había pedido información a Madero sobre la suerte de los cautivos, pero no se revelo la identidad de estos.

McCollum había telefoneado a Thorn después del frustrado ataque a Aguas Prietas, y Thorn le había persuadido de que no apareciese por allí hasta abril, cuando tal vez la situación se hubiese apaciguado. Trilby quedo algo decepcionada porque había esperado que Sissy llegase con el grupo y la visita de su amiga la animase. Thorn se mostraba hostil y sarcástico. Apenas si se hablaban, y nunca se tocaban.

Trilby cayo en la rutina triste y silenciosa, y el destello de felicidad desapareció de sus ojos. Hacia tiempo que había descubierto que no estaba embarazada. Se sentía desilusionada, pero sabia que era lo mejor. Considerando su relación con Thorn, un hijo no era lo mas Conveniente en ese momento. Thorn había permanecido inimitable y callado, cuando ella se lo comunico. Después de eso apenas le hablaba, a menos que fuese necesario.

Mientras tanto, Trilby se granjeaba el cariño de Samantha. La niña tenía una mente despierta y disfrutaba estudiando. Como el tiempo había mejorado, los días en que soplaba poco viento se sentaban en la hamaca del porche para repasar las lecciones.

En cierto modo, fue una de las épocas mas dichosas de la vida de Trilby. Se dedicaba a las tareas de la casa y disfrutaba de la compañía de Samantha. En ciertos momentos incluso conseguía olvidar que una vez había yacido entre los fuertes brazos de Thorn, estremecida con sus besos y sus caricias. Algunos días el ni siquiera la miraba y en ocasiones comía y dormía en el barracón, sobre todo en periodos particularmente duros, cuando tenían que marcar el ganado, manteniéndose vigilantes para impedir el asalto de cuatreros.

Durante el invierno, el numero de incursiones había disminuido. Sin embargo, con la llegada de la primavera y el tiempo caluroso, los saqueos aumentaron.

Las unidades del ejercito estacionadas en Douglas habían intensificado sus patrullas a lo largo de la frontera y los incidentes violentos se incrementaron. El coronel David Morris, alertado de la situación, estaba preparado para apoyar de nuevo a las tropas de Douglas en caso de que fuese necesario.

El doctor Powell visitaba a Lisa Morris con regularidad. No había en ello ningún indicio de incorrección, pues nunca se encontraban a solas. Lisa era consciente de lo que el medico sentía por ella, y la señora Moye había advertido el deleite que a ella le producía la compañía del capitán.

—Ya me han concedido el divorcio —anuncio Lisa al doctor Powell.

Se mostraba curiosamente distante con el esos días, lo que no dejaba de ser extraño, teniendo en cuenta que había intimado con el en algunos aspectos incluso mas que su propio esposo. —El se arrellano en la silla y la miro a los ojos. —Al parecer su esposo planea casarse con su amante de Douglas. Al menos eso se rumorea en el puesto. —Espero que sea feliz con ella —dijo Lisa, serena.

— ¿Se ha puesto en contacto con usted?

—A través de su abogado —respondió ella—. Y solo para dejar claro que también esta dispuesto a pagar los honorarios. Lo considero un gesto amable.

—Teniendo en cuenta el dolor que le ha causado, era su deber. Al percibir ira en la voz profunda del capitán, Lisa experimento una sensación placentera. El todavía no había mencionado el futuro. Se pregunto si Powell comenzaba a dudar; aun se mostraba muy reticente, incluso después de que ella, de forma deliberada y con cierto descaro, recalcase su recién adquirida soltería.

—Ya sabe que yo también estuve casado —dijo el—; que mi esposa y mi hijo fueron asesinados por los apaches.

—Si.

El doctor desvió la mirada e hizo girar el sombrero entre sus grandes manos.

—He estado muerto por dentro durante un tiempo. No he querido... implicarme en ninguna relación.

La mujer entrelazo las manos y el corazón le dio un vuelco. Supuso que había malinterpretado por completo las intenciones del hombre.

—Por supuesto —dijo con un tono de voz inexpresivo, levemente herido.

El alzo la cabeza despeinada, y sus ojos destellaron.

—Pero ahora quiero hacerlo —dijo de forma categórica—. ¡Lo deseo intensamente, señora!

Ella se ruborizo ante la intensidad del sentimiento que traslucía su voz. La pareja se miro fijamente en el silencio que siguió a tan directa declaración.

Powell se puso en pie con cierta torpeza.

—Debería haberme expresado de un modo mas correcto. Le ruego que disculpe mis modales.

Lisa también se levanto.

—No hay por que disculparse —dijo. Sus ojos brillaban, felices—. Estoy... encantada... de que usted... de que usted...

El doctor se acerco un poco mas, cauteloso ante la puerta abierta y al tanto de la presencia de la señora Moye, que debía rondar por algún lugar de la casa. Las convenciones sociales también se respetaban allí.

—¡Oh, Lisa! —dijo con voz ronca, expresando su adoración en la vehemencia de su mirada—. Quiero mucho mas que palabras. ¡Mucho mas!

Ella contuvo el aliento y lo miro con ansia apremiante; los ojos y la cara radiantes, las piernas inseguras.

La mano del hombre estrujo el ala del sombrero y musito algo mientras luchaba en su interior contra el impulso de abrazarla y besarla en la boca.

—¡Debo marcharme! —dijo bruscamente—. Tengo que unirme al destacamento en Douglas.

Ya sabe que han surgido problemas allí. No aflojamos la guardia por precaución.

Lisa advirtió el deseo que el no podía ocultar y desvió la vista hacia la pared.

—Si, lo se. Oh, Todd, ¿tendría mucho cuidado? —susurro con inquietud, mirándolo con ojos angustiados.

La dulce pregunta de la mujer produjo un inmenso placer al militar, que de repente pareció perder el control. Con el rostro lívido por el deseo reprimido, poso la mirada en el corpiño de la mujer durante tanto tiempo que ella sintió que los senos se le inflamaban. El observo como se marcaban los picos y Gimió.

Recatada, Lisa se apresuro a cubrirlos cruzándose de brazos. El doctor le cogió la mano y se la llevo ávidamente a la boca.

—Si, tendré cuidado. Me gusta que usted... se preocupe por mi. Buenos días... señora Morris

—dijo el con un tono de voz sofocado. En realidad, no era eso lo que quería decir.

¡Malditas convenciones!

Ella pensaba lo mismo. Como a el, la puerta entreabierta la cohibía. Hizo una mueca.

—Buenos días, capitán Powell —murmuro la mujer, apenada.

El le dirigió una larga mirada, la ultima, y se marcho de mala gana. La viuda Moye no dijo una palabra, pero la sonrisa que dedico a Lisa fue harto expresiva.

En el mes de abril se dicto una orden de detención contra Red López como presunto responsable de una matanza acontecida en Fronteras, a partir de las acusaciones que el cónsul mejicano había formulado contra el por alteración del orden publico. Sin embargo los funcionarios locales encargados de la ejecución del decreto negaron que López estuviese borracho o que hubiese provocado altercado alguno. Teddy leyó la noticia y sonrió.

López era un héroe para el adolescente, que leía con avidez cuanto encontraba sobre el capitán rebelde y refería a Trilby sus aventuras siempre que la vela. Fue Teddy quien la informo de que López había sido apoda do el Capitán, tras haberse convertido en una leyenda local.

Thorn, que había conocido al hombre, raramente mencionaba el tema de la revolución. A Trilby le molestaba su pertinaz silencio sobre el tema y se preguntaba cuanto sabría al respecto. ¡Si al menos se hablasen!

Los estudiantes de arqueología, un grupo de muchachos alegres y felices, llegaron la primera semana de abril. Hasta el ultimo minuto Trilby confió en que Sissy les acompañase, pero en Douglas solo descendieron del tren McCollum y sus alumnos, todos varones.

—Trate de conseguir que la señorita Bates viniese con nosotros —dijo McCollum con su estilo jovial y su voz ronca—. Pero se planteaba la cuestión de la necesidad de una dama de compañía, pues su madre juzgo incorrecto que viajase junto con tantos jóvenes solteros. Sissy no se opuso a tal decisión.

De modo que su amiga no había querido ir. Sin duda intuía que Naki no cedería un ápice y hacia lo que consideraba mejor para ambos. La noticia entristeció a Trilby porque le hubiese encantado disfrutar de la compañía de Sissy, tener a alguien con quien hablar, dada la enorme distancia que existía entre ella y Thorn. Sissy no estaba enterada de la desaparición de Naki, ni de las sospechas que ellos comenzaban a albergar sobre las causas. Aunque no se había confirmado la presencia de Naki en México, Trilby y su esposo presumían que se encontraba allí.—Traigo cartas de la señorita Bates y su hermano para usted —anuncio McCollum con una sonrisa—. Ella le envía muchos recuerdos.

—¿Como están todos? —pregunto Trilby, sin referirse a nadie en concreto, consciente de la presencia, solemne y callada, de Thorn.

—Creo que el joven Ben se plantea venir aquí para probar fortuna como vaquero.

—río—. Y Richard... —Vacilo, lanzando una mirada a Thorn.

—Adelante. Dilo – Le animó este, inmutable.

—El... bien... me ha entregado una carta para Trilby.

—La veré, si no te importa —dijo Thorn.

—Me importa —objeto Trilby, mirándolo colérica—. ¡Va dirigida a mi!

—Tu eres mi esposa —replico Thorn, devolviéndole la mirada—¡y no tolero cartas de amor de otros hombres!

McCollum se sentía incomodo. Richard lo había presionado para que llevase su carta, y el no había tenido mas remedio que acceder, a pesar de que sabia que Thorn era un hombre celoso.

—Tendré que buscarla —dijo a Thorn—. La guardo en la maleta.

—Entonces, cuando lleguemos a casa —dijo Thorn, que se esforzaba por no perder la compostura, pese a la humillación que sentía. ¡Condenado Richard!

Trilby se preguntaba por que Richard le escribía una carta personal sabiendo que estaba casada. Eso le inquietaba casi tanto como la Ira irracional de Thorn. ¡Era como si ella hubiese solicitado la misiva!

McCollum sonrió a Trilby, como si quisiera disculparse.

—Soy arqueólogo, no diplomático —dijo—. Espero no haberle causado ningún problema.

McCollum tenia ojos oscuros, con pestañas muy largas. Era alto, como Thorn, y mas corpulento.

—No, claro que no —dijo ella, olvidando por un momento sus preocupaciones—. Usted estudia cosas antiguas, ¿no es así? —pregunto Trilby—; esqueletos de dinosaurios, supongo.

McCollum gruño.

—De eso se ocupa la paleontología, no la arqueología.

—La meterá de cabeza en una kiva si dice barbaridades como esas —intervino uno de los estudiantes, ligeramente divertido—. Se irrita con facilidad para ser un hombre instruido. ¿No es cierto, doctor McCollum?

—Si quiere aprobar mi curso, Haskins, será mejor que me trate con el debido respeto —bromeo McCollum—. ¡De rodillas, amigo, y pida perdón!

Trilby empezó a mirar alrededor en actitud burlona, haciendo una visera con la mano para protegerse los ojos.

—¿Que busca? —pregunto McCollum.

—Hombres atados.

McCollum rió. Tenia una voz profunda y modulada, que resonó de modo agradable.

—Touche. Tiene sentido del humor, señora Vance.

Sin duda, lo necesita para vivir con Thorn.

Thorn le dirigió una mirada fulgurante. —Tengo un carácter apacible.

McCollum asintió.

—Como una serpiente de cascabel en un pozo de alquitrán.

Trilby echo a reír. Enseguida Thorn musito algo acerca de supervisar el equipaje.

—Vamos, te ayudare —se ofreció McCollum, alejándose con el.

—No es tan rudo cuando se le conoce —dijo Haskins, el estudiante, con una sonrisa irónica.

—Lo conozco un poco, pues coincidimos en una fiesta hace un tiempo —dijo Trilby cortésmente—. ¿Esta casado?

—Es viudo —respondió Haskins—. Tiene un hijo de unos doce anos que pasa la mayor parte del tiempo con la hermana del profesor. Al parecer no se llevan muy bien.

—¿Usted siente afecto por el doctor McCollum?

—Todos sentimos afecto por el —respondió el joven—. Es muy inteligente y, a pesar de sus modales bruscos, un hombre amable. —Señalo a los otros estudiantes y agrego—: El resto del grupo lo integran Harry, Sid, Marty y Darren. Son buenos muchachos. Todos pertenecemos a la escuela universitaria de graduados, no somos alumnos de primero. Este curso de arqueología no es mas que un repaso para la mayoría de nosotros, y el objetivo principal de este viaje consiste en realizar algunos estudios antropológicos de los apaches locales, y unas pocas excavaciones en las antiguas ruinas hohokam. El doctor McCollum dice que recibiremos una buena formación en antropología y arqueología con el.

—No lo dudo, señor Haskins —dijo ella, sonriendo.