CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
Fzzt. Fzzt.
Chispas en la oscuridad. Circuitos truenan y crepitan. Paneles se columpian de alambres sueltos. Una capa de humo satura el aire. Los olores pelean por su supremacía: la peste de metal caliente, el hedor de plástico derretido. Una tercera hediondez: ozono eléctrico.
Entra luz del exterior. Luz estridente, radiante, artificial.
Norra gime y levanta el pecho del suelo desnivelado. Trata de entender qué sucedió, pero no le toma mucho tiempo darse cuenta, porque ya ha estado en esa situación demasiadas veces.
«Hicimos un aterrizaje forzoso».
Debajo de ella, Temmin yace inmóvil.
«Oh, no».
—Temmin. ¡Temmin! —Ella lo levanta y, de repente, él inhala una bocanada de aire; sus ojos se abren entre pestañeos. Ella se ríe y lo abraza.
—Ay —dice él.
—Lo siento.
—No. Yo lo siento.
—Ahora no —dice ella—. Después. Ahora tenemos que…
Alguien se mueve a través del lugar. Norra enfoca la mirada y ve a Jas acechando por el cuarto en ruinas, emergiendo de una espiral de humo negro. Ella se coloca sobre un cuerpo, apunta el bláster hacia abajo, y dispara.
El pulso azul de una carga de aturdimiento gorjea por el aire.
Quienquiera que esté ahí echado se estremece y desfallece.
Jas voltea. Ve a Norra; ella estira la mano y la ayuda a ponerse de pie, y luego a Temmin. Al muchacho, la cazarrecompensas dice:
—Llegas tarde.
—Jas, lo siento tanto, no fue mi intención…
—Para. Estamos bien.
Detrás de ellos, Sinjir tose y escupe antes de decir:
—Sí, por favor. No estoy muerto, pero todavía puedo ahogarme con su sentimentalismo rancio. No puedo decir con certeza qué sucedió exactamente, pero apostaría cuantiosos créditos a que no debemos perder tiempo.
—Hablas mucho como para no perder tiempo —dice Jas.
—Y a ti, sin duda, te encantan las réplicas innecesarias…
Norra interrumpe:
—Concéntrense, equipo. ¿Cuál es la situación?
—Chocamos —dice Jas—. Obviamente. —Hace un gesto con su pie, dando una suave patada—. Ese cuerpo le pertenece al asesor Yupe Tashu. Ahora aturdido. También aseguré a Jylia Shale, la general. —Ella señala, y Norra puede percibir una figura doblada—. Más allá está Crassus. Él no lo logró. Junto con la mayoría de los soldados de asalto.
Uno comienza a moverse, y ella le dispara un tiro de aturdimiento. Él cae de regreso al suelo, con un gemido gorgojante.
—¿Y Pandion?
—Se ha ido.
Norra asiente con la cabeza.
—Vamos.
Pasan hacia el fondo del cuarto, y juntos empujan un trozo de metal; ahí es de donde la luz está entrando. Y todos juntos retiran parte del casco. Lo suficiente para que puedan deslizarse a través.
Ahí afuera, la entrada de la bahía, un rectángulo mirando hacia el espacio. Y hacia una batalla espacial: naves de la Nueva República lanzan una descarga de sus cañones. La oscuridad se ilumina con la energía de la guerra.
Aquí adentro: la bahía de un Destructor Estelar imperial. Se activan las alarmas.
La nave completa retumba y vibra.
Un interceptor TIE grita al pasar por la entrada de la bahía, perseguido por un par de A-Wings en forma de punta de flecha.
Norra piensa: «Quiero estar ahí afuera». Una sensación rara. Una sensación de miedo. Pero ansiosa y hambrienta por ello de todas maneras.
—Mira —dice Temmin. Ella sigue lo que él señala.
En el otro extremo de la bahía, una línea de naves clase Lambda y un par de cazas TIE. Una de estas se eleva del suelo.
—Tú. —Norra señala a Jas—. Llévate a los otros. Cobra tus recompensas y acarréalos abordo de una de esas naves. La puedes volar, ¿correcto?
Jas asiente con la cabeza.
—No tan bien como tú, apuesto, pero sí. Soy capaz.
—Capaz —dice Sinjir—. Ahí está esa palabra otra vez.
—Tú ayúdala, Sinjir. Temmin, necesito que hagas algo realmente importante. ¿Me estás escuchando?
—Es… está bien. Sólo dime.
—Regresa adentro del jet. Encuentra al capitán Wedge Antilles. ¿Me oyes? Encuéntralo y sácalo. —«Por favor, que esté bien. Después de todo esto…».
Temmin pregunta:
—Mamá, ¿tú qué vas a hacer?
—Voy a llevarme uno de esos cazas TIE y voy a ir detrás de quienquiera que sea. —Ella señala la nave que ruge hacia ellos, disparando con sus cañones. Jala a los demás hacia abajo y atrás de las ruinas del jet, al tiempo que los disparos láser dejan una línea de cráteres a lo largo de piso en la bahía de acoplamiento.
Norra no pierde tiempo porque no hay tiempo que perder.
Ella está corriendo hacia los cazas TIE. De pronto, escucha a su hijo llamándola, pidiéndole que no se vaya, pidiéndole que no se muera, diciéndole que lo deje ir. Pero ella sabe que no puede. Ella sabe quién es, y qué es lo que hace. Y este es… Es el momento de volar una vez más.